Crecimiento personal y autoestima Parte II a la luz de la palabra de Dios

El Crecimiento personal y autoestima Parte II es saber que eres un hijo de Dios y estás llamado a enaltecer su nombre en todo momento sin dejarte amedrentar por el enemigo, enfrentando las adversidades con valentía, porque sabes que eres hechura del Señor y él tiene cuidado de ti.

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    Crecimiento personal y autoestima Parte II a la luz de la palabra de Dios

    En nuestro diario vivir siempre va a estar en juego nuestra autoestima porque existen muchos factores internos y externos que pueden afectarla.

    Pero si entendemos que desde el momento en el que fuimos creados, tenemos el llamado a ser hijos de Dios, tendremos nuestra identificada bien definida y nada nos puede subyugar.

    Al respecto la palabra dice lo siguiente: “Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre por memoria…y me dijo: Mi siervo eres…en ti me gloriaré” (Isaías 49:1,3)

    En este sentido, cuando el Señor creó al hombre y a la mujer los hizo a Su imagen y semejanza, tenían un sentido de pertenencia correcto, mostraban seguridad y poseían un propósito porque tenían una relación íntima con Dios.

    La comunicación estaba abierta con el Padre y entendían perfectamente su voluntad. Pero cuando se dejaron sucumbir por el pecado, cayeron del estado de gracia en el cual se encontraban, sufriendo así las consecuencias de la perdida de comunicación y comunión con el Señor.

    De esta manera que a raíz de esta caída, la humanidad comenzó a experimentar muerte física y espiritual, donde los pensamientos y emociones negativas como la ira, el miedo, la envidia, resentimiento, y las enfermedades mentales y físicas se hicieron presente.

    Así que nuestra voluntad se debilitó cuando Dios dejó de ser el Padre en la vida de Adán y Eva, y la humanidad quedó cautiva al pecado y pasó a estar esclavizado por la vanidad y el amor por las cosas de este mundo:

     “Dios desde los cielos miró sobre los hijos de los hombres, Para ver si había algún entendido Que buscara a Dios. Cada uno se había vuelto atrás; todos se habían corrompido; No hay quien haga lo bueno, no hay ni aun uno” (Salmos 53:2-3)

    En el momento en que se perdió la comunión con Dios debido al pecado, la humanidad comenzó a tergiversar la verdad y a dejarse desviar del propósito que el Señor ha trazado para cada uno de nosotros.

    De esta manera que nuestro crecimiento personal y autoestima se ha visto dañado y perturbado por las cosas de este mundo donde reina Satanás y sus demonios.

    Así que cuando reconocemos esto y lo tenemos presente comprenderemos que nuestro objetivo principal es agradar a Dios y hacer su voluntad, porque en medio del caos del mundo, el Señor nos ha llamado a paz, y a fortalecernos cada día, dejando en alto el nombre de Dios en todo momento, contrarrestando todo lo malo.

    Dejando atrás la familia de Adán y dándole entrada a la familia en Cristo Jesús, donde todos los hermanos dentro de una congregación formamos parte del cuerpo de Cristo.

    Una identidad clara es clave para el Crecimiento personal

    El verdadero sentido de identidad de una persona y el grado en que está su relación íntima con Dios se va a ver en su crecimiento personal y autoestima. Entonces no se puede tener una sana autoestima sin crecimiento y viceversa, están conectadas.

    De esta manera, que ser cristianos no es tan solo el arrepentimiento, la salvación y vida eterna, es vivir para Cristo y dar buen testimonio como hijos de Dios no solo cuando estamos en la iglesia, delante de los demás, sino en todo momento, en nuestro hogar, trabajo y en la intimidad con Dios.

    Crecimiento personal y autoestima Parte II
    Crecimiento personal y autoestima Parte II

    Así que nuestro sentido de identidad influye de forma determinada en nuestros pensamientos, sentimientos, en aquello que nosotros hacemos y decimos.

    Somos creación de Dios y por eso debemos dejarnos guiar por él para estar sujetos y entregarle nuestro corazón. Al respecto la palabra nos dice lo siguiente:

    “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10)

    En este sentido, la palabra del Señor nos señala que cuando lo aceptamos y recibimos en nuestro corazón, somos hechas nuevas criaturas y nuestro pasado queda atrás y desde ese momento, todo es hecho nuevo:

    “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17)

    Resulta de gran bendición el hecho de que tengamos una segunda oportunidad de comenzar una nueva vida al conocerle. Así que nosotros debemos ser el reflejo de la imagen de Cristo.

    Por otro lado, los expertos en psicología aseveran que la identidad y sentido de auto estimación se desarrollan por lo general en los primeros años de vida.

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    Al respecto la Biblia resalta la gran importancia que tiene la infancia, y a través de las relaciones, interacciones y experiencias vividas forman parte de nuestro ser, autoestima e identidad. Esto se puede presenciar en la siguiente palabra:  “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6)

    Nuestra vida entonces es un reflejo de nuestra experiencia pasada en nuestra infancia, de nuestro contacto que con los allegados, familiares y amigos. Por lo cual esto define la manera en la que somos en la actualidad, si llevamos la vida con esperanza o pesimismo, con perdón o resentimiento, con amor o con odio, con enojo o mansedumbre.

    Cuando aceptamos a Cristo, el Espíritu Santo comienza a morar en nosotros y nuestra vida comienza a ser transformada, procesada y purificada.

    Sin embargo, es lamentable que muchos creyentes se encuentran actualmente estancados en su proceso de crecimiento, y tienen baja autoestima dañada por las diferentes experiencias vividas en el pasado.

    En este sentido, muchos no viven conforme al potencial que Dios les ha dado, simplemente porque hay muchos sucesos de su vida que lo persiguen y que no les permite avanzar hacia su nueva vida en Cristo.

    Pero para poder progresar en los caminos que Dios tiene para nosotros según su propósito, se debe dejar atrás todo aquello que nos ha atado por mucho tiempo. Incluso hay personas que tienen años en el evangelio pero siguen teniendo ataduras a esas experiencias que la marcaron en su niñez.

    Es necesario entender que Dios tiene el poder para purificar, limpiar y santificar a sus hijos. Es capaz de perdonar y borrar por completo tu pecado, tu maldad, y ya no se acuerda más de eso, solo ve en ti a una nueva criatura que tiene la oportunidad de caminar junto a su Padre en sus caminos de justicia.

    De esta manera que no podemos seguir siendo esclavos del pasado, de las cosas que nos hicieron daño porque esto nos mantiene estancados en el mismo lugar y por eso no avanzamos en nada porque hemos perdido el enfoque y el propósito por el cual hemos sido llamados.

    Así que si ya estamos en Cristo, ahora no conocemos a las personas según la carne, sino que somos guiados por el Santo espíritu quien ahora ha tomado el control de nosotros.

    En este sentido, ahora conocemos a nuestros familiares, amigos y allegados mediante la relación que tenemos con Cristo, de su misericordia y perdón, porque cuando somos santificados estamos siendo apartados para el Señor, para crecer espiritualmente y glorificar su nombre.

    “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5: 23)

    Cuando entregamos nuestra vida a Cristo comienza a suceder algo maravilloso en nuestra vida, ya que pasamos de la muerte a la vida. El apóstol Pablo nos dice que el viejo hombre fue crucificado junto con Cristo, para que de esta forma podamos destruir el pecado que hay en nosotros y no seamos más esclavos a nuestra vida pasada.

    Ciertamente ahora somos libres para tomar las decisiones y conductas que agraden al Señor y que ayuden con nuestro crecimiento espiritual y con nuestra autoestima.

    ¿Cuál es nuestro propósito en este mundo?

    Nuestro propósito principal es servir al Señor para lograr la reconciliación de la humanidad con Cristo. Pero para lograr este hermoso objetivo debemos primero ser procesados y llenos de su Santo Espíritu porque es a través de nuestro testimonio de vida que podemos proclamar el mensaje de salvación.

    Nuestro ejemplo servirá de modelo para aquellos que andan buscando la reconciliación con el Señor, para aquellos que no encuentran salida, que tienen baja autoestima y no consiguen avanzar y crecer espiritualmente.

    De esta forma como creyentes debemos tener una identidad clara en Cristo para poder avanzar y tener un crecimiento tanto personal como espiritual que pueda mantener nuestra autoestima acorde a lo que somos en Cristo Jesús.

    El Señor nos señala en su palabra que para tener un crecimiento personal y espiritual debemos pasar por un proceso, por diferentes pruebas en las que tendremos que vencer muchos obstáculos.

    Pero si permanecemos firmes en la fe de nuestro Padre, obtendremos la victoria así como lo hizo Moisés que logró sacar al pueblo de Israel de la esclavitud, así como David venció a Goliat, Dios nos habla en su Palabra sobre este tema profundamente ya que su deseo es que desarrollemos todo nuestro potencial, maduremos emocional, psicológica y espiritualmente.

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