Dios confunde a tus enemigos - Ejemplos bíblicos

Dios confunde a tus enemigos cuando éstos pretenden perturbar tu vida, tus proyectos y desviarte del camino correcto, de los propósitos que el Señor tiene para ti. Sin embargo hay muchas batallas en nuestras vidas que nunca pudimos ganar y algunas que no se dieron como lo pensábamos. También existirá en nuestra vida batallas ganadas, victorias, éxitos y recompensas.

En nuestra vida diaria podemos estar enfrentando dificultades que no sabemos cómo sobrellevar, y cuando esto sucede nos debilitamos y es cuando los enemigos se aprovechan y nos ataca.

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    Dios confunde a tus enemigos – Ejemplos bíblicos

    Cuando Dios confunde a tus enemigos, no les permite lograr su cometido, así como cuando el Faraón trató en vano de detener al pueblo de Egipto, o cuando David derribó a Goliat, entre otros casos de personajes bíblicos, donde el enemigo no pudo llevar a cabo su plan maligno en contra del pueblo de Dios.

    En el caso del rey Josafat, él estaba viviendo momentos de gran temor, ya que sus enemigos venían contra él:  “Y acudieron algunos y dieron aviso a Josafat, diciendo: Contra ti viene una gran multitud del otro lado del mar, y de Siria; y he aquí están en Hazezon-tamar, que es En-gadi” (2 Crónicas 20:2)

    Sin embargo, Josafat se humilló a Dios y proclamó un ayuno en toda Judá. Aunque el rey no tenía opciones, confió en el Señor y él le dio el pronto auxilio que necesitaba. Así que nada podemos hacer sin el poder divino de Dios en nuestra vida, el cual nos fortalece y nos hace actuar en medio de las adversidades.

    En este sentido la batalla no es de nosotros, es una lucha de parte de Jehová de los ejércitos, quien pelea por cada uno de sus hijos y no los deja solos en medio del conflicto, ya que él no permitirá que su propósito sea desviado por el enemigo. Tal como lo señala la palabra:

    “y dijo: Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios”  (2 Crónicas 20:15)

    Te invito a leer: El Cristiano y sus Problemas. Parte 1. La Actitud Correcta Para Enfrentarlos.

    De esta manera, cuando estamos confiados en el Señor y vivimos conforme a su voluntad, debemos dejarle las cargas a él, ya que suya es la batalla espiritual, entendiendo que la lucha no es contra sangre ni carne, sino contra las huestes de maldad que nos asechan.

    Sin embargo hay batallas que se combaten con ayuno, oración y obediencia, ya que Dios coloca la estrategia para luchar con cualquier enemigo, y cuando eso pasa, el Señor nos coloca al frente para declarar su nombre.

    La historia de Josafat nos revela la manera en la que Dios confundió a los enemigos de éste, ya que cuando comenzaron a alabar y exaltar el nombre de Jehová, el reino del mal tembló y comenzaron a matarse entre ellos si causarle daño alguno a Josafat porque éste había confiado plenamente en Dios, a pesar de sus temores. Tal como se puede apreciar en la siguiente cita:

    “Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros” (2 Crónicas 20:22)

    En este sentido cuando uno busca de Dios en medio de la dificultad, él nos otorga cosas que no le hemos pedido porque él saber perfectamente cuál es la necesidad que tenemos y cuando desea bendecirnos, lo hace totalmente, así como lo hizo con Josafat, a quien le dio la victoria.

    ¿Qué debemos hacer para enfrentar a nuestros enemigos?

    Para enfrentar a tus adversarios lo primero que debes tomar en cuenta es que no estás solo y no puedes pretender destruir al enemigo por tus propias fuerzas porque será en vano.

    En la vida diaria siempre te vas a encontrar con dificultades que te pueden robar tu paz si no estás sobre la roca que es Cristo. Las luchas que tenemos son netamente espirituales y tienen que ver con los propósitos que Dios tiene en tu vida, ya que él quiere fortalecerte y prepararte para la batalla final cuando Jesucristo venga por segunda vez a esta tierra y se dé el rapto de su iglesia. Así que para poder enfrentar a tu adversario debes hacer lo siguiente:

    1.- Santificar el nombre de Dios para derrotar al enemigo

    El primer aspecto que debemos considerar si queremos enfrentar a nuestro adversario y obtener la victoria, es santificar el nombre del Señor, así como se observa en el primer mandamiento que nos dejó el Señor:

    “—¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús le contestó: —El primer mandamiento de todos es: “Oye, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor. 30 Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.” (Marcos 28:30)

    De igual forma en los diez mandamientos se revela la manera en la que debemos vivir conforme a la voluntad de Dios, ya que nos muestra todos los aspectos que debemos considerar y aquello que debemos evitar para poder santificar al Señor y ser de su agrado.

    Por lo cual nuestra vida debe estar regida por los estatutos morales y espirituales allí descritos, siendo el primer mandamiento el más importante, ya que es la base fundamental de tener una vida conforme a los principios de Dios. Si amamos, seguimos sus mandamientos.

    Desde el comienzo de la creación, Dios quería que su pueblo santificara su nombre, ya que es celoso de su nombre, y desde el inicio dijo que no daría su gloria a ningún otro. Así que el primer mandamiento fue otorgado para prohibir la adoración a todo aquello que no sea Dios.

    Pero, el segundo mandamiento, no es menos importante:  “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” (Marcos 12: 31). Igualmente el tercer mandamiento nos exhorta a glorificar solo el nombre de Dios, el creador del cielo y de la tierra:  “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano” (v.7).

    De igual forma, en la biblia encontramos la manera en la que debemos orar, donde Jesucristo nos enseña que debemos santificar el nombre de Dios y darle solamente la gloria a él, ya que él es celoso y repudia la idolatría. De esta forma tenemos que la petición: “Santificado sea tu nombre”, revela la voluntad de Dios y el deseo de los que aman verdaderamente al Señor.

    En las Sagradas Escrituras podemos encontrar ejemplos de verdaderos siervos de Dios que tuvieron que enfrentarse con sus enemigos. Pero primeramente tuvieron que engrandecer el nombre del Señor y encomendarse a él, tal como es el caso de Moisés que tuvo que mostrar el poder de Dios para poder liberar al pueblo de Egipto.

    Pero Moisés pudo hacerlo invocando el nombre de Dios y enalteciéndolo en todo momento. El faraón quiso oponerse a la voluntad del Señor, pero éste  le envió diez plagas, una por cada dios que tenía, dejando claro que el nombre de Dios, tiene poder y que nadie puede impedir su santa voluntad.

    Así que el arrogante faraón tuvo que aprender quién era Dios: “Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra” (Éxodo 9:16).

    Nada podemos hacer frente a nuestros enemigos, si no dejamos en claro el nombre del Señor, Jehová de los ejércitos, quien confunde a nuestros enemigos para que los hijos de Dios logren el propósito que tienen en esta tierra, así como Moisés había sido encomendado para liberar a su pueblo de la esclavitud.

    A pesar de que Moisés tuvo que pasar por muchas pruebas y dificultades, nunca dudó del nombre del Señor y siempre exaltaba a su Padre Celestial porque confiaba plenamente en él y sabía que no estaba solo.

    2.- La oración como un arma de guerra

    La oración debe ser un arma de guerra para todo creyente, ya que nos mantiene alertas a cualquier ataque del enemigo. Tal como se mencionó anteriormente, Jesucristo no solo nos habla acerca de la manera en la que debemos orar, sino nos recalca la importancia de dignificar el nombre del Señor. Por eso la oración que nos enseña Jesús comienza con la frase “Padre Nuestro” tal como se puede apreciar en el evangelio de Mateo:

    “Vosotros, pues, orad de esta manera: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. Danos hoy el pan nuestro de cada día. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre jamás. Amén” (Mateo 6:11-13)

    En este sentido, cuando comenzamos la oración mencionando a nuestro Padre, estamos reconociendo la relación íntima, estrecha y amorosa que tenemos con Dios. Así que antes de exponer nuestras peticiones delante de nuestro Padre Celestial, debemos alabarlo y glorificar su nombre.

    En las Sagradas Escrituras podemos notar que los siervos del Señor no tomaban ninguna decisión sin antes orarle a Dios. El mismo Jesucristo, no cesaba de orar y les enseñaba a sus discípulos la importancia de mantener la comunión con Nuestro Señor.

    De igual forma encontramos a David, quien tuvo que enfrentarse al temible Goliat, éste le intimidó con su gran tamaño, fuerza y poder. Pero David, siendo más pequeño y sin tener armaduras, lo pudo derribar, y lo hizo invocando el nombre tamaño y poderío militar. Pero el joven pastor de ovejas se puso delante de él y lo derrotó. Lo hizo invocando el nombre de “Jehová el poderoso en batalla” (1 Samuel 17:45).

    Puedes leer: Dios Entiende Tus Debilidades Y Te Ayuda A Afrontarlas

    Dios confunde a tus enemigos
    Dios confunde a tus enemigos

    3.- Centrarse solo en el Señor para vencer

    Cuando nos centramos solo en el Señor, estamos cerrándole las puertas al diablo, estamos enfocándonos en el principal propósito que tenemos en nuestra vida, dejando a un lado las cosas del mundo y santificando a Dios, no solo a través de las palabras sino mediante nuestras acciones.

    De esta manera, el reto más grande es perseverar en los caminos del Señor a pesar de las dificultades, basándome en la presencia de su Santo Espíritu para superar cada uno de los obstáculos que se presenten.

    De esta manera, como creyentes debemos darle el primer lugar a Dios en todos los ámbitos, en los pensamientos, en el afecto y  en toda mi vida. Y a través de la oración constante mantengo alejados a los enemigos, quienes al sentir la presencia del Señor no podrán tener parte en nuestra vida.

    Cuáles son nuestros principales enemigos

    El creyente se puede enfrentar a muchos obstáculos para poder tener una vida en santidad que sea del agrado de Dios. Muchas veces los cristianos dejan puertas abiertas al enemigo sin darse cuenta, por lo cual deben luchar contra sus principales enemigos, los cuales son:

    1.- La carne

    Uno de los efectos de la caída del hombre en pecado es que éste se volvió carnal, y por eso todos los instintos humanos fueron corrompidos. Así que nuestra naturaleza es el pecado.

    Por eso el cristiano debe estar atento porque siempre estará entre el conflicto entre su consciencia y los deseos carnales, tal como se observa en la palabra:  “Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago” (Romanos 7: 14-15)

    En este sentido, debemos considerar lo expuesto anteriormente y santificar el nombre de Cristo, no cesar de orar y darle solo la gloria a él. De esta manera podremos dominar los deseos de la carne y liberarnos del poder del pecado.

    2.- El mundo

    Cuando hablamos de que debemos vencer el mundo, hacemos referencias a las cosas que yacen en éste y que son perjudiciales para nuestro crecimiento espiritual.

    Ciertamente debemos vivir en este mundo, rodeado de nuestros enemigos. Pero si logramos apartarnos y permanecer fieles a Dios, podemos vencer. Para ello es necesario que cuidemos todos los aspectos de nuestra vida, nuestras acciones, pensamientos, sentimientos. También es fundamental estar atentos a los lugares que visitamos, ya que hay muchos que no nos conviene. Pero si somos de Cristo, tenemos una cobertura especial como sus hijos, tal como lo expresa la palabra:

    “y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye” (1 Juan 4:3-5)

    En este sentido si ya hemos confesado que Jesucristo es nuestro Señor, ya hemos vencido al mundo porque mayor es el que está en nosotros que el enemigo que nos quiere perjudicar. Así que cuando aceptamos que somos hijos de Dios, estamos resguardados bajo una cobertura especial. Sin embargo, seremos probados constantemente para fortalecer nuestra fe en nuestro Señor.

    3.- El diablo

    Es importante acotar que Dios no creó al diablo, él creó a un ángel querubín que tenía igual que todos, su libre albedrío, así que se rebeló y por eso fue expulso del cielo con la tercia parte de los ángeles rebeldes.

    En este sentido, ya no existe el perdón al diablo y su fin está destinado al “lago de fuego” con todos aquellos que le siguen. Pero en este mundo ellos han creado un ejército organizado y el hombre le ha dado autoridad sobre la Tierra, y por eso se ha vuelto el “dios de este siglo” y de todos aquellos que no aceptan al Nuestro Señor Jesucristo.

    De esta manera, Satanás tiene cierto poder en este mundo y actúa de la siguiente manera en contra de la humanidad:

    • Los tienta: Usa la tentación como una de sus tácticas para que el hombre caiga en el pecado. Se aprovecha de las debilidades de éste para apartarlo de Dios. Por eso el creyente no debe dejar de orar, ayunar y velar.
    • Los oprime: Satanás usa la influencia externa de los demonios sobre la humanidad, y los controla para que actúen en contra de sus propios deseos y se alejen de Dios.
    • Los posee: Es cuando los demonios se apoderan de la persona y la controlan físicamente, emocionalmente y espiritualmente.

    En este sentido, las personas que son víctimas de las influencias de Satanás o que han sido poseídas necesitan una liberación espiritual, ya que se le ha dado permiso al enemigo para que se apodere de ese cuerpo.

    Por esta razón es de suma importancia, alejarse de las tentaciones, ya que Satanás se aprovecha de la debilidad humana, y usa diferentes estrategias para envolverlo e influenciarlo, y así desviarlo del camino de la verdad que es Cristo.

    Dios puede confundir a tus enemigos, pero para ello debes entregar tu vida a Dios, porque de lo contrario, le estarás dejando puertas abiertas al enemigo, quien tendrá el permiso de adueñarse de ti y de tus propósitos en tu vida.

    Como creyente debes primeramente reconocer el nombre de Dios como nuestro Padre Celestial, orar constantemente, manteniendo la comunión con el Señor para que el enemigo permanezca fuera de nuestra vida. De igual manera, debemos alabar solo a nuestro Dios, ya que él es celoso y no acepta que le demos la gloria a nadie más.

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