Dios te está buscando Para Transformar Tu Vida
Dios te está buscando y lo hace en todo momento de tu vida. El punto es darle la entrada a tu casa porque él espera que le abras la puerta y lo recibas en tu mesa y cenes con él: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20)
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De esta manera Dios está esperando que tú le des entrada en tu vida para que pueda transformarte y hacer una nueva criatura en Cristo Jesús, dejando atrás tu vida pasada y dando cabida a una vida transformada y llena del Espíritu Santo.
Dios te está buscando - ¿qué esperas para abrirle tu puerta?
En muchas oportunidades podemos sentir que Dios no está en nuestra vida o que se ha olvidado de nosotros, porque ciertamente en este mundo hay muchas adversidades que a veces no logramos comprender y por eso dudamos de la existencia del Señor.
Pero según la palabra de Dios, él siempre estará con nosotros hasta el fin del mundo. Pero necesitamos aceptarlo como nuestro Padre para ser adoptados como hijos y acceder al Reino de los cielos. No debemos suponer que no somos aptos para servir a Dios porque los hijos de Dios han sido creados con un propósito en este mundo y es llevar el mensaje de salvación a toda criatura.
De esta manera, como creyentes tenemos la misión de servir al Señor, mostrar las buenas nuevas, proclamar sus maravillas a través de nuestro testimonio no solo en la iglesia sino en todos los ámbitos de nuestra vida, en el trabajo, en el hogar, en cualquier espacio donde nos encontremos.
Así que Dios te está buscando, te está llamando para que manifiestes tus dones y bendigas a Dios en todo momento, no solo cuando tienes un problema, sino que debemos buscarlo con todo nuestro corazón tanto en el gozo como en la tribulación porque su misericordia es para siempre y él nos sostendrá y nos llenará de regocijo porque debajo de sus alas estaremos seguros.
¿A quién busca Jesucristo?
En la biblia, Jesucristo cuando vino a este mundo, se nos muestra como un hombre que tenía una estrecha relación con su Padre, que predicaba su palabra, sanaba a los enfermos, echaba fuera demonios, resucitaba a los muertos y nos enseñaba con su ejemplo el amor de nuestro Señor.
En una oportunidad, Jesucristo predicó en la orilla del mar de Galilea y las multitudes estaban atentos a sus palabras, pero él tenía planificado enseñarle algo grandioso a uno de los que llegarían a ser punta de lanza cuando él faltara.
Este hombre era Pedro, un pescador de profesión pero para el cual el Señor tenía otros planes, ya que Jesús le quería mostrar a este siervo la grandeza y poder de Dios, así que le pide poder subir y que empujara la barca hacia dentro del agua, para poder hablar desde allí a la multitud. Después pasó lo siguiente:
“Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón: —Ahora ve a las aguas más profundas y echa tus redes para pescar. —Maestro —respondió Simón—, hemos trabajado mucho durante toda la noche y no hemos pescado nada; pero si tú lo dices, echaré las redes nuevamente.” (Lucas 5:4-5)
De esta manera el Señor Jesucristo le estaba pidiendo algo a Pedro que ya él había hecho sin obtener buenos resultados, pero Pedro obedeció al mandato de Jesús y lo intentó nuevamente.
En este sentido, en algunos momentos pensamos que ya hicimos todo lo que teníamos que hacer y no dejamos que Dios tome el control de nuestra vida, no le damos cabida en nuestros planes y proyectos, es decir, lo dejamos por fuera.
Pedro obedeció y obtuvo el siguiente resultado: “Y esta vez las redes se llenaron de tantos peces ¡que comenzaron a romperse! Un grito de auxilio atrajo a los compañeros de la otra barca, y pronto las dos barcas estaban llenas de peces y a punto de hundirse.” (Lucas 5:6-7)
De esta manera, Jesucristo buscó a Pedro para mostrarle la Gloria de Dios y enseñarle las maravillas que él puede hacer, ya que este hombre siendo pescador no había podido pescar pero Jesús pudo mostrarle que si creemos, lograremos grandes resultados.
Pedro al ver este milagro, reaccionó de la siguiente manera: “Cuando Simón Pedro se dio cuenta de lo que había sucedido, cayó de rodillas delante de Jesús y le dijo: —Señor, por favor, aléjate de mí, soy demasiado pecador para estar cerca de ti. Pues estaba muy asombrado por la cantidad de peces que habían sacado, al igual que los otros que estaban con él.” (Lucas 5:8-9)
Pedro al ver el milagro se sintió un pecador delante de Jesús y se sentía poca cosa para estar al lado de él. Pero ciertamente Jesús vino a este mundo a buscar lo que estaba perdido para darle vida y vida en abundancia: “Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido” (Mateo 18: 11)
De esta manera, el Señor vino a buscar a los pecadores para que se arrepientan de su pecado y transformen su vida. Jesús tiene la intención de cambiarnos y así avergonzar a los sabios de esta tierra, tal como lo señala su palabra: “sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte” (1 Corintios 1:27)
Así que cuando Dios te ve, lo hace con ojos de amor porque él puede escudriñar los corazones y tiene un propósito en tu vida, solo estás esperando que tú lo busques con todo tu corazón y puedas encontrar su presencia para así ser verdaderamente transformado.
Por esta razón es importante que sepas que Dios quiere usarte y no lo harás porque eres bueno y perfecto, sino por la misericordia de Dios, que te da dones para que puedas obrar conforme a su voluntad, haciendo buenas obras y proclamando el evangelio de salvación en las naciones.
La adoración como un medio para que Dios te encuentre
Dios te está buscando, así que debemos hacer algo para que nos pueda encontrar, y una de las maneras en las que podemos lograr esto es mediante la adoración. Desde el principio fuimos creados para adorar a Dios, y en esta adoración Dios te va a encontrar. Así que tenemos que tener claro que el Señor está buscando verdaderos adoradores, tal como lo expresa su palabra:
“Pero llegará el momento, y en efecto ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. El Padre está buscando gente que lo adore así” (Juan 4:23).
En este sentido, esta palabra nos demanda que debemos adorar al Señor con todo nuestro corazón, es espíritu y en verdad y no solo de palabras vacías y sin sentido. Si la palabra nos habla de verdaderos adoradores es porque existe sin duda los falsos adoradores, porque así como existe el gozo también existe la tristeza, así como existe el bien pues de igual forma está la maldad.
De esta manera que cuando adoramos al Señor no sólo debemos hacerlo cuando vamos a la iglesia, sino que debe ser un estilo de vida constante. Por eso es importante mantener una estrecha comunión con nuestro Padre mediante una adoración sincera, en todo tiempo y en todo lugar.
En este orden de ideas cuando el pasaje citado anteriormente nos dice “de hecho ya ha llegado cuando los verdaderos adorares adorarán al Padre en Espíritu y en Verdad” (Juan 4:19-24), te está diciendo que nuestro Padre Celestial te está buscando y quiere encontrarte.
De esta forma que cuando la palabra nos señala que el Señor está buscando verdaderos adoradores está haciendo referencia a un presente continuo. No se refiere a la iglesia, ni a ningún lugar en específico, sino que hace alusión a que está buscando verdaderos adoradores en todo momento y en todo lugar. Es decir, te busca constantemente y espera recibir una respuesta de tu parte a través de tu adoración.
No eres adorador solo cuando estás en el Altar levantando tus manos sino que tu altar debe estar en tu corazón, en el cual reposa tu amor por el Señor, el cual se manifiesta a través de tu adoración. No se trata de un lugar físico sino de un lugar espiritual.
¿Qué ofrece Cristo cuando te encuentre?
Dios te está buscando y cuando te encuentre te va a dar una vida llena de su presencia, donde tendremos acceso al Reino de los cielos y tendremos siempre esperanzas ante la adversidad. Dentro de las bendiciones que tendremos están las siguientes:
1.- Una nueva vida
A través de Jesucristo tendremos una nueva vida, en la cual comenzará el Espíritu Santo a transformarte por completo, a moldearte a la imagen y semejanza de Cristo.
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Para ello tendrás que pasar por un proceso lleno de pruebas en las cuales tendrás el respaldo del Señor en todo momento. Tal como se puede apreciar en la palabra: “En ese momento el Espíritu del Señor vendrá poderosamente sobre ti y profetizarás con ellos. Serás transformado en una persona diferente” (1 Samuel 10:6)
2.- La salvación eterna
Otra de las cosas maravillosas que vamos a experimentar cuando Dios te encuentra, es el regalo de la salvación, la cual es otorgada por gracia, ya que es inmerecida. Esto lo podemos encontrar en el siguiente pasaje: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9)
En este sentido, Dios quiere que tú seas salvo y emprendas una nueva vida en Cristo Jesús, ya que a través de él podemos alcanzar misericordia. Pero ¿qué debemos hacer para ser salvos? Lo primero que debemos hacer es aceptar al Señor Jesús en tu corazón, y éste es el primer paso para tener una nueva vida, y resulta ser una puerta para alcanzar el crecimiento personal y espiritual.
Aceptar a Jesucristo implica dejar nuestra vida pasada atrás y no mirar aquello que hemos dejado, sino seguir adelante, con un nuevo comienzo lleno de la presencia de Dios y con la convicción de que todo será distinto porque tenemos el espíritu Santo en nosotros, el cual nos guiará y nunca más estaremos solos o confundidos.
Cuando reconocemos esto, podremos saber el sentido de nuestra vida, de nuestro propósito porque Dios nos está buscando para que podamos cumplir su voluntad y obrar con una actitud conforme a la imagen y semejanza de Cristo porque su sacrificio no fue en vano.
3.- Ver prodigios y maravillas
Cuando Dios nos encuentra, se comienza activar en nosotros el poder del Señor en nuestra vida y comenzamos a ver milagros en todo momento porque vemos las cosas desde otra óptica, ya que agradecemos por todo y la vida misma es un milagro maravilloso.
Jesucristo nos enseña en la palabra que estamos llamados a hacer cosas más grandes que las que él hizo: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago también él las hará; y mayores que éstas hará; porque yo voy al Padre” (Juan 14:12)
Jesucristo vino a esta tierra a darnos lecciones muy hermosas acerca del Poder de Dios y de las cosas maravillosas que él puede hacer si clamamos y tenemos fe. Jesús vino a buscar a los necesitados, a los enfermos, a los cautivos y su Poder se manifestaba en todo momento.
Por eso en la actualidad podemos gozar de ese Poder a través del Espíritu Santo, ya que tenemos la autoridad para hacer grande cosas, solo debemos clamar, tal como lo señala su palabra: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3)
En este sentido, Dios te está buscando en todo momento, solo está esperando que tú puedas darle entrada en tu vida y comiences a ser transformado totalmente mediante el arrepentimiento sincero y la disposición a cambiar y a dejar los deseos de la carne, ya que ahora tendrás una vida nueva en Cristo Jesús.
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