El Amor Ágape y la Madurez Espiritual

El amor ágape y la madurez espiritualEl amor ágape y la  madurez espiritual es el objetivo de todo cristiano mientras vive en este mundo. Dios no nos trajo para ser excelentes artistas, profesionales, atletas o personajes de la vida que solo ven el triunfo en la belleza, la fama, el poder o el dinero.

Dios nos trajo para que a través de esos talentos, dones y capacidades con que él nos dotó, podamos servir en amor a nuestro prójimo, de tal manera que vayamos alcanzando la madurez espiritual, y nos mostró el camino más excelente para hacerlo.

La mayoría de las personas quiere sobresalir en este mundo a trancas y barrancas, luchando con y contra el odio, la envidia, la intriga y la competencia; y tratando de imponerse como el más talentoso y capaz.

No era diferente en la época del apóstol Pablo cuando escribió a la iglesia de Corinto, que padecía del mismo problema, y les mostro un camino más excelente para alcanzar el verdadero éxito cristiano: El amor ágape y la madurez espiritual. Veamos:

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    Definición del Amor Ágape:

    Para conocer el amor ágape y la madurez espiritual debemos definir primeramente el termino "amor" Sobre la base del concepto de la palabra “amor”, vamos a desarrollar el concepto del “amor ágape”.

    Podemos definir el amor como un sentimiento y actitud que domina el intelecto, los afectos y la voluntad en función del bienestar y la felicidad de otro, y  que espera que esos beneficios se retribuyan mutuamente. Es decir, que hay una entrega con la necesidad de correspondencia. Tales beneficios se pueden expresar como varios tipos de amor

    Hay cuatro términos que el griego, lenguaje en fue escrito el Nuevo Testamento, define como  amor:

    1. Eros: Es el amor erótico, lleno de sensualidad y placer, el amor que se manifiesta en la intimidad de las parejas, donde uno y otro se entregan al placer y la sensualidad
    2. Ergos: Es el amor que se basa en obras, como el amor de los filántropos, o aquellas personas que donan a las instituciones benéficas u obras de caridad.
    3. Fileo: Es el amor filial, que denota un afecto especial y entrañable al otro, como de padres a hijos y viceversa,  familias, o fraternalmente (Filadelfia), como el de los miembros de una iglesia.
    4. Ágape: Es el amor que excluye la sensualidad, el erotismo y el placer;  se manifiesta en una entrega total del ser a otro sin esperar nada a cambio, es el amor con que Dios nos ama.

    Es de hacer notar, que en el Nuevo Testamento solo aparecen las palabras Fileo y Ágape, pero cuando se asocia con la divinidad, utiliza la palabra ágape.

    La Relación de Amor Ágape entre Dios y las Personas:

    El amor ágape y la madurez espiritual necesitan del paso inicial: saber cómo es la relación de amor entre Dios y las personas. Dios es amor en esencia. (Jn. 4:8,16), y por su misma naturaleza eterna y auto generativa realiza una relación de amor y entrega mutua entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, por lo tanto, satisface en sí mismo su necesidad de amar,  y no necesita de otro para ser amado.

    El amor ágape  es el único y real  nexo que amerita una relación  entre Dios y el hombre. El hombre es hecho a la imagen de Dios, recibiendo de él los atributos de amor, santidad y justicia (Efes. 4:24), y Dios,   por su misma esencia de amor,  ama al hombre  y establece una relación de Padre a hijo por medio de la obra de Jesucristo (Jn. 3:16).

    Dios nos hace hijos a través de creer y confesar a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador (Jn. 1:12, Gal. 3:26, Efes. 1:5), y por ello,  somos aceptados por  Dios como hijos adoptados, y merecedores de su amor.

    Por tanto,  recibimos de nuestro Padre Celestial todos los beneficios de amor y cuidado paternal y todas las amonestaciones que servirán para hacernos crecer hacia nuestra madurez espiritual (Efes. 5:1), para nuestro beneficio y su propia gloria, y para que podamos tener el privilegio de invocarlo en nuestras oraciones diciendo: “¡Padre Nuestro!”

    La Manifestación del Amor Ágape y la Madurez Espiritual en la Vida del Creyente

    El amor ágape y la madurez espiritual dan brillo a otras formas de expresar el amor. El capítulo 13 de la carta a los Corintios, llamado el himno al amor, nos lo muestra de mejor manera:

    .-  El amor ágape y la madurez espiritual dan sentido al uso de los dones. (I Co 13:1-2).

    El apóstol hablo menciona aquí, al menos, cinco dones: Lenguas, profecía, entendimiento, fe y misericordia, todos con el objetivo de edificar la iglesia, y si las personas que los poseen los ejercen sin amor, nada son y de nada les sirve.

    Porque los dones dados por Dios son para edificación de la iglesia, y no para recibir un reconocimiento personal, ni para sobresalir por encima de los demás, porque eso se llama egoísmo y es contrario al amor. Ejercer estos dones sin amor hace perder el sentido de lo que se pretende. Sin amor los dones no edifican la iglesia, porque se viola el principio básico del amor que funciona al servicio del otro.

    Un don, por muy humilde que lo consideremos, puesto al servicio de otro, le sirve y le edifica, y si la actitud se repite entre todos los miembros de una comunidad los unos con los otros, esa comunidad será edificada y redundará en bendiciones de Dios.

    Así, el amor distingue, y da sentido personal y colectivo al uso de los dones dados por el Espíritu Santo a los miembros de una comunidad, llámese hogar, trabajo, iglesia o donde sea que se desenvuelvan los hijos de Dios (Rom. 12:3-9).

    .-  El amor ágape y la madurez espiritual realzan los frutos del Espíritu ante cualquier situación. (1 Co 3-7)

    La persona que experimenta el amor de Dios y vive en el gran mandamiento dado por Jesucristo (Mat.22:37-40), es imposible que funcione sin mostrar los frutos del amor que exige este mandato. Por lo tanto, de acuerdo a como dice la Escritura en 1 Co 13:1-7:

    Esta persona debe mostrarse paciente (“El amor es sufrido”), bondadosa (“es benigno”), humilde (“el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;”), honesta (“no hace nada indebido,”)  desprendida (“no busca lo suyo,”) apacible (“no se irrita,”) perdonadora (“no guarda rencor;”) justa (“no se goza de la injusticia,”)   genuina (“más se goza de la verdad.), y preparada para enfrentar cualquier circunstancia adversa con optimismo y tolerancia. (“Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”).

    Tal ha de ser el carácter de la persona que viva en la práctica de este gran mandamiento y que lo conduzca a la madurez espiritual.

    .- El amor ágape y la madurez espiritual transforma el carácter  y guían al creyente  de cara al futuro. (1 Co 13:8-11)

    El amor va a tener la preminencia, la vigencia y la permanencia en el andar del creyente desde que es hecho hijo de Dios y hasta que nuestro Señor Jesucristo vuelva: Los dones se acabaran, lo que conocemos en parte lo conoceremos de una manera absoluta, y las virtudes cristianas (fe y esperanza) ya no serán necesarias y cederán el paso al amor, que permanecerá.

    Por lo tanto, somos instados a dejar las actitudes de niños y empezar la transformación de nuestro carácter al de un varón maduro, a la imagen de Cristo. Para ello. Debemos de practicar actos que formen hábitos en nosotros que vayan definiendo nuestro carácter como el carácter de Cristo, es decir, ir siendo transformado hacia nuestra madurez a través del camino del amor.

    Debemos formarnos hábitos para moldear nuestro carácter,  practicando actos de amor que nos distingan como  personas maduras en Cristo, por ejemplo, hablemos de manera positiva y optimista en cada situación, con responsabilidad y no a la ligera (Prov. 18:21), Hablemos dando ánimo y motivación a los decaídos (Prov. 12:25). Practiquemos la comunión con los hermanos (Hech. 2:42) .

    La comunión estimula al crecimiento espiritual (Heb. 10:24) da oportunidad para la ayuda mutua y reciproca en las necesidades de otros hermanos (Ec 4:9-10, 12), es un testimonio a la sociedad de nuestra fe. Realicemos obras de misericordia.

    La esencia del amor es dar.  El dar nos asemeja más a Dios. Dios amó al mundo y dio a su único hijo por nosotros.  Amó, por lo tanto, dio. Si queremos formar un carácter a través del amor debemos aprender a dar, eso nos hará también mas felices. El Señor Jesucristo dijo “es más bienaventurado dar que recibir” (Hech 20:35).

    Hagamos actos de servicio. Los actos de servicio muestran cuan capacitados estamos para ejercer un liderazgo en la iglesia. Los líderes del mundo se gozan mandando. El líder cristiano se goza sirviendo, el servicio es un trabajo de amor  (Heb. 6:10), así que el llamado a servir muestra nuestra verdadera vocación Cristiana.

    Pensemos constantemente como ejecutar actos de amor, repitamos estos actos de amor con nuestro prójimo  hasta que se vuelvan hábitos en nosotros, sumemos muchos hábitos impregnados de amor y así experimentaremos la transformación de nuestro carácter a la imagen del carácter de Jesucristo, para gloria del Padre. demostremos al mundo que podemos alcanzar nuestra realización personal a través del amor ágape y la madurez espiritual.

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