Significado de El conocimiento nos hará libres según la biblia

La frase “El conocimiento nos hará libre” está basado en la cita bíblica que podemos encontrar en el libro de Juan 8:31 “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”

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En este sentido, esta cita bíblica nos enseña que el verdadero conocimiento es Cristo Jesús, y éste nos proporciona la libertad de pecados, la salvación y el acceso al reino de los cielos, donde estaremos adorando y exaltando al Rey de Reyes y Señor de Señores por la eternidad.

Sin embargo para poder estar verdaderamente libres debemos disponer nuestro corazón y alejarnos de todo aquello que nos desvía del camino, es decir, debemos morir para el mundo y vivir para Cristo.

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    Significado de El conocimiento nos hará libres

    Cuando se dice que el conocimiento nos hará libres, se refiere a conocer a Cristo a través de su palabra. En la época en que Jesús dijo que la verdad nos haría libres, el judaísmo pensaba que el estudio de la ley de Moisés le proporcionaba libertad al hombre. Por lo cual, los gobernantes judíos miraban con desprecio al pueblo al cual veían como ignorante, tal como se aprecia en la palabra:

    “¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos? Mas esta gente que no sabe la ley, maldita es. Les dijo Nicodemo, el que vino a él de noche, el cual era uno de ellos: ¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho? Respondieron y le dijeron: ¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta” (Juan 7: 48-52)

    Pero aquello que Jesús manifestó es que sería "la verdad" lo que nos podía hacer verdaderamente libres y no la ley de Moisés. Al principio, ambas cosas parecían ser lo mismo, pero puede apreciar en la palabra que no lo son:

     “Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Juan 1:15-18)

    Cabe destacar esta diferencia debido a que debemos comprender que el conocimiento de la ley, por sí mismo, no nos proporciona libertad al hombre. Incluso, la ley no posee ningún poder para salvarnos del pecado. Aunque nos señala lo que está errado, no nos da el poder para hacer lo bueno delante de nuestro Padre Celestial.

    Por otro lado, las prohibiciones pueden crear en nosotros una acción contraria, ya que vamos a estar tentados a hacer aquello que se nos prohíbe. Pero si estamos llenos de la Gracias de nuestro Señor, seremos guiados por el camino del bien y el Espíritu Santo nos alentará cuando seamos tentados, nos dará fuerzas cuando nos sintamos débiles y fe cuando estemos desanimados. Por lo cual el conocimiento de saber que Cristo es nuestra verdad, nos hace libres, libres de culpas, de cargas y de miedo.

    4 Aspectos a considerar de la libertad

    Jesucristo vino a este mundo a traernos libertad mediante su verdad, la cual nos conduce a la salvación y perdón de nuestros pecados, para así poder acceder al reino de los cielos. Por esta razón es importante considerar los siguientes aspectos:

    1.- El medio para alcanzar la libertad

    El único medio para lograr nuestra libertad es conocer la verdad de Cristo: "y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" (Juan 8:32). Pero para conocer esta verdad debemos tener un corazón dispuesto y no cuestionar la palabra o buscar un racionamiento lógico a lo que Jesús nos enseña en cada uno de los evangelios. Mediante Cristo podemos ser perdonados de nuestros pecados y ser libres de toda atadura que nos impida estar en la presencia de Dios.

    El conocimiento nos hará libres
    El conocimiento nos hará libres

    2.- La naturaleza de esta libertad

    La naturaleza de la libertad verdadera es espiritual, y va mucho más allá de lo que los judíos comprendían. Para ellos implicaba solo ser libres de la esclavitud de los ídolos o de las tinieblas. Sin embargo, la libertad espiritual de la cual Nuestro Señor Jesucristo hablaba era mucho mayor.

    Esta se refería a la libertad del pecado y de las consecuencias que éste ha traído en nuestras vidas. Lo cual incluye el perdón y la justificación de todos nuestros pecados. Tal como lo dice su palabra:

     “El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo” (Juan 5:23-26)

    En este sentido la libertad tiene que ver con sentirnos libres de culpa y tener tranquilidad de conciencia, y esto lo obtenemos mediante la paz de Cristo, quien nos libera de toda carga y presión que pueda alejarnos de la serenidad.

    De esta manera somos regenerados mediante el Espíritu Santo para ser nuevas criaturas que andan en santidad libres de las ataduras del pecado, tal como lo dice su palabra: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Romanos 6:14).

    Cuando estamos bajo la gracia, estamos bajo la cobertura de nuestro Padre Celestial y bajo sus alas estaremos seguros. Y esa es la verdadera libertad, el saber que Dios es la luz en el camino, es nuestro principal motivo para vivir en este mundo tan lleno de adversidades, porque estamos aquí con un propósito,  porque somos llamados a la presencia de Dios para glorificarlo y exaltarlo como él se lo merece.

    3.- La manera en la que Cristo logra esta libertad

    La manera en la que Cristo nos da la libertad, es a través de la redención. La palabra "redimir" anteriormente hacía alusión al pago que se requería hacer para poder liberar a una persona de la esclavitud.

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    En el Antiguo Testamento el "Redentor" se relacionaba con frecuencia con Dios, y mediante su Hijo Jesucristo podían los creyentes alcanzar la libertad. Tal como se puede apreciar en este pasaje:

    “Este dirá: Yo soy de Jehová; el otro se llamará del nombre de Jacob, y otro escribirá con su mano: A Jehová, y se apellidará con el nombre de Israel. Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios” (Isaías 44:5-6)

    En este sentido, el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento anteriormente servía para enseñar a los israelitas la manera en la que podían obtener la redención de sus pecados, pagando un precio. Por lo cual el sacrificio de cada animal con su sangre derramada sobre el altar, representaban el precio que Cristo iba a paga con su muerte en la cruz del calvario.

    Así que Juan el Bautista ya lo había anticipado cuando presentó al Señor Jesús: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29). Mediante Jesucristo pudimos alcanzar la total redención, ya que él venció en la cruz del calvario al pecado, nos limpió de toda culpa y nos dio la oportunidad de ser salvos.

    4.- Qué nos proporciona esta libertad

    Primeramente cuando Jesucristo nos libera del pecado mediante su sacrificio perfecto en la cruz del calvario, es para no continuar viviendo en él: "Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne" (Gálatas 5:13).

    Por esta razón esta libertad nos debe conducir a tener una vida en santidad y en obediencia a Dios, manteniendo la comunión constante con nuestro Señor, para así no caer en tentaciones que puedan arrebatarnos ese regalo tan preciado como lo es la salvación.

    El conocimiento nos hará libres en el momento en que conozcamos verdaderamente a Cristo, que es el camino, la verdad y la vida. Por esta razón es importante escudriñar las escrituras para saber a profundidad el propósito divino de la salvación, tal como se puede apreciar en la palabra:

    “Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto” (Juan 14:4-7)

    En este sentido toda verdad es Cristo y nos conduce al camino de salvación. Pero para poder alcanzarla debemos disponer nuestro corazón y arrepentirnos de todos nuestros pecados, ya que sin un genuino arrepentimiento no podremos llegar a la presencia de Dios porque él quiere que seamos limpiados y renovados.

    Para entrar a la presencia de Dios, debemos estar con vestiduras limpias y blancas, sin ninguna mancha, y esta mancha se refiere a cualquier pecado por muy insignificante que nos parezca, ya que Dios es merecedor de nuestra santidad porque somos sus hijos y él quiere que seamos imagen y semejanza de él.

    Así que no basta solo con creer en Dios, en el sacrificio de Cristo, no basta con hacer buenas obras, darle de comer a los pobres. Debe existir un total arrepentimiento, genuino, donde dejemos atrás toda vanidad, todo ego, dejando morir al mundo para que Cristo pueda vivir en nosotros. Ese es el propósito que debe tener todo creyente, estar en la presencia de Dios y alcanzar su perdón.

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