El pecado de la incredulidad - Cómo combatirlo
El pecado de Incredulidad tiene que ver con la ausencia de fe, y esto es consecuencia del pecado porque cuando no estamos haciendo la voluntad de Dios, nuestro corazón se endurece y nos cuesta creer en alguien o algo.
La incredulidad se originó junto con el mal cuando el propio hombre cambió la fe por la razón. De este modo, la incredulidad surge en las personas cuando creemos con todo nuestro corazón, es decir, cuando lo llevamos a nuestra propia humanidad, a nuestra propia naturaleza.
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El pecado de la incredulidad - Origen
Tu confianza crecerá a medida que se desarrolle tu relación con Dios, ya que nuestra fe se consolida en la medida en que conocemos al Señor, y esto se logra mediante la lectura de la palabra y la oración. Cuando verdaderamente conocemos a nuestro Señor, tendremos la certeza en sus prodigios y maravillas porque hemos leído su palabra que es la verdad que debe direccionar nuestra vida.
En este sentido, cuando leemos la palabra podemos descifrar el mensaje de Dios para cada uno de sus hijos y para entender el pecado de la incredulidad debemos escudriñar sus escrituras.
Si comprendemos cómo se originó el primer pecado del hombre podremos entender cómo aparecen los otros, porque el principio del pecado es el mismo, tal como se puede apreciar en el siguiente pasaje: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella” (Génesis 3:6).
El pecado de Adán y Eva consistió en comer del árbol prohibido, desobedeciendo, de esta manera a Dios, ya que no creyeron o dudaron de lo que les había dicho su Padre Celestial. Este primer pecado dio paso a todos los demás pecados, ya que el principio que sustentaba al primer pecado, influye en todos los demás, a pesar de que estos puedan surgir de diversas formas.
Debemos recordad que el hombre primeramente caminaba en espíritu, y la Biblia nos revela que el Señor tenía comunión con el ser humano, lo cual es una relación netamente espiritual, porque Dios es Espíritu.
El hombre era un ser inspirado por el espíritu en aquellos días. De esta forma, el espíritu es el centro en la vida del hombre. Pero cuando Adán pecó, su espíritu murió para con el Señor y su alma creció, llegando a ser el centro de todo su ser.
De este modo el hombre se transformó en carne, y el propósito de Dios, desde ese instante, es restablecer esa posición que había tenido Adán en el huerto de Edén y restaurar nuestra comunión con Él. Así que Dios entró en nuestro espíritu humano regenerado, convirtiéndose en nuestra vida. En la actualidad, con el pacto divino de Jesucristo en la Cruz del Calvario, tenemos la oportunidad de tener una nueva vida, de nacer de nuevo en Cristo Jesús.
¿Qué debemos hacer para evitar para atacar el pecado de la incredulidad?
El pecado de la incredulidad rompe con el diseño que Dios preparó para cada uno de sus hijos, el cual se llevó a cabo con Adán, quien fue creado con un propósito establecido dentro del huerto de Edén, en el cual tenía todo lo que necesitaba para tener una vida en santidad.
Sin embargo, el pecado de la incredulidad lo arrastró, atentando contra el mandato de Dios, por lo cual fue desterrado y desechado del huerto de Edén para tener una vida en la cual debería trabajar por el pan de cada día.
La humanidad, perdió la bendición de estar en el paraíso debido a la incredulidad del primer hombre. Pero Dios dentro de su misericordia y bondad nos permite acceder al reino de los cielos mediante nuestro Señor Jesucristo, quien a través de su sangre somos perdonados, justificados y liberados de todos nuestros pecados.
Pero en la actualidad, estamos en este mundo batallando constantemente con nuestros enemigos, luchando con nuestros deseos carnales obtenidos desde ese primer pecado. Para poder combatir con la carne, y acercarnos más al aspecto espiritual y consolidar nuestra relación con Dios, debemos considerar los siguientes aspectos:
1.- Caminar con Cristo
Si queremos derribar el pecado de la incredulidad debemos caminar junto con Nuestro Señor Jesucristo, quien nos muestra el camino correcto que debemos seguir y aumenta nuestra fe con su presencia en nuestra vida.
Cuando aceptamos a Cristo en nuestro corazón estamos muriendo para el mundo y viviendo para él, estamos dejando atrás el viejo hombre, dando lugar a un nuevo hombre porque hemos nacido de nuevo en Cristo Jesús:
"Respondió Jesús y le dijo: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios." (Juan 3:3)
De esta manera, la fe nos conduce a que dependamos cada día más de él, ya que si caminamos por nuestra propia voluntad, no estamos poniendo la fe en práctica, porque una de las características de la fe es que podemos vivir confiados y descansar en su regazo:
“En paz me acostaré y asimismo dormiré porque solo tú Jehová me haces vivir confiado” (Salmos 4:8)
En este sentido, aquellos que andan en el espíritu entonces caminan en el descanso porque se sienten confiados en que Dios los sostendrá en cualquier momento.
Cuando se está confiado en Dios a pesar de estar en adversidad, nuestra fe no se quebranta, sabiendo claramente que sin fe es imposible agradarle a Dios, tal como lo afirma su palabra:
“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6)
De esta forma que cuando se tiene el pecado de la incredulidad, no se puede acercar a Dios porque la fe es lo que mantiene nuestra relación con él, pero si dudamos no podemos recibir de sus bendiciones porque hemos puesto un muro inquebrantable que nos separa de él.
2.- Caminar por fe
Como creyentes debemos caminar por fe, sabiendo que como hijos de Dios no andamos por lo que vemos, sino por lo que no vemos. La biblia nos enseña lo que es la fe:
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (Hebreos 11:1-3)
Uno de los aspectos que debemos cuidar es en nuestra manera de caminar, ya que debemos andar por fe, confiando en que Dios tiene el control de todas las cosas. Una vez que nuestra fe ha sido avivada podemos combatir el pecado de la incredulidad porque aunque parezca que Dios no está obrando, ciertamente mi fe está en Cristo, esperando la voluntad de Dios pacientemente.
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De esta forma, el justo vivirá por la fe, y nuestra justicia no es algo que vemos, sino es algo en lo que tenemos convicción, porque ya no dependemos de nosotros mismos sino de la justicia de Dios:
“Él es la Roca, cuya obra es perfecta, Porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; Es justo y recto” (Deuteronomio 32:4)
En este sentido, debemos estar fundamentados sobre la roca que es Cristo, quien es justo para con sus hijos y da consuelo al quebrantado cuando se han perdido las fuerzas. Debemos entender que para derribar nuestra carne, debemos fortalecer nuestro espíritu constantemente, a pesar de que no veamos lo que queremos ver.
3.- Dejar lo carnal
Para romper con el pecado de la incredulidad debemos quebrantar todo lo carnal que hay en nosotros, dejar las viejas costumbres y apartarnos para Cristo. El mundo nos puede desviar del camino correcto y podemos vernos influenciados de diferentes maneras porque el enemigo usa diferentes medios para entorpecer la obra de Dios en la tierra.
Si nos dejamos arrastrar por lo carnal y natural, estaremos cautivos al pecado, perdiendo la salvación, mirando nuestra vieja vida y anhelando las cosas del mundo. Lo cual da lugar a la incredulidad y nos aparta del propósito que Dios tiene para nosotros. Por esta razón como creyentes debemos tener una mirada profética y caminar por aquello que creemos y no por lo que vemos o por lo que el diablo nos quiere mostrar.
4.- Dejando atrás al entendimiento propio
Existen personas que caminan por voluntad propia, que se dejan llevar por aquello que ven y hay aquellos que se dejan guiar por su propio entendimiento. La biblia nos señala que en el principio el Señor creó a Adán y Eva y los colocó en el Jardín del Edén.
Dios les había otorgado todas las bendiciones que suplía todas sus necesidades. Pero se dejaron llevar por su propio entendimiento al comer del fruto prohibido y desafiar a Dios. Esto nos alejó de Dios y ahora estamos batallando constantemente con el enemigo, quien vino a destruir, engañar y amedrentar al pueblo de Cristo.
Sin embargo, cuando estamos en Cristo podemos estar seguros de que él nos guiará en todo momento y nos mostrará su camino, y a través de su palabra nos enseñará la manera correcta en la que debemos actuar, guiados siempre por la fe que nos acerca a Nuestro Padre y nos aleja de todo pecado de incredulidad.
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Que bendición encontrarlos gracias