El pecado del orgullo según la biblia

El pecado del orgullo nos aleja de Dios y también de las personas queridas y de nuestra familia. El Señor quiere que dobleguemos nuestro orgullo y seamos humildes, dando prioridad a las cosas espirituales y no a las cosas del mundo que nos alejan del propósito que Dios tiene para cada uno de sus hijos.

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    El pecado del orgullo según la biblia

    En las Sagradas Escrituras podemos encontrar diferentes clases de orgullos. Existe aquel que Dios aborrece y que lo podemos apreciar en el libro de proverbios 8:13: “El temor de Jehová es aborrecer el mal; La soberbia y la arrogancia, el mal camino, Y la boca perversa, aborrezco”

    De igual forma existe el tipo de orgullo que sentimos acerca de un trabajo bien realizado, tal como se puede apreciar en la palabra:  “Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro” (Gálatas 6:4)

    También nos encontramos con el tipo de orgullo que expresamos por el éxito alcanzado de algún ser querido, tal como se refleja en la palabra:  “Mucha franqueza tengo con vosotros; mucho me glorío con respecto de vosotros; lleno estoy de consolación; sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones” (2 Corintios 7:4).

    Sin embargo, el tipo de orgullo que proviene de la autojustificación o vanidad es pecado y el Señor lo aborrece porque resulta ser un gran obstáculo para buscarlo a él. Al respecto, el Salmo 10:4 nos señala que los orgullosos están tan sumergidos en sí mismos que se encuentran muy alejados del Señor: “El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; no hay Dios en ninguno de sus pensamientos”.

    En este sentido, este tipo de orgullo es altanero, es lo contrario al espíritu de humildad que el Señor busca: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3).

    En esta cita se hace referencia a los “pobres de espíritu” quienes son los que reconocen su debilidad espiritual y la  incapacidad que tienen para encontrarse con Dios. Por otro lado, los orgullosos, están tan cegados debido a su arrogancia, que consideran que no tienen la necesidad de tener a Dios en sus vidas, que él debe aceptarlos como son, porque ellos merecen su aceptación.

    De esta manera, los orgullosos piensan que Dios hará lo que ellos quieran o que deben cumplir a cabalidad sus deseos. No reconocen la soberanía, autoridad y poder de Dios porque se creen autosuficientes, y su orgullo es tal que no reconocen de que necesitan a Dios en sus vidas.

    Esto los aleja del Señor y los encierra dentro de su altivez, y Dios claramente aborrece este tipo de actitudes, tal como lo refleja la palabra:  “Porque el Señor es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo conoce de lejos” (Salmos 138:6)

    La biblia nos muestra en muchos versículos y en las historias ahí presentadas, que el orgullo es un pecado y trae consecuencias. En el libro de proverbios 16:18-19 la palabra nos señala que, “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu. Mejor es humillar el espíritu con los humildes, que repartir despojos con los soberbios”.

    Uno de los ejemplos claro de las consecuencias del pecado del orgullo es la figura de Satanás, quien fue echado del cielo por su altivez y arrogancia. Él tuvo el atrevimiento de tratar de sustituir a Dios y de creerse mejor que él, pensaba que podría ser el legítimo gobernante del universo.

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    Pero Dios lanzará a Satanás al abismo del infierno en el juicio final de Dios. Para los que se levantan contra Dios, y pretenden ser mejores que él, no les espera nada más que el caos, tal como lo señala la palabra: “Porque yo me levantaré contra ellos, dice Jehová de los ejércitos, y raeré de Babilonia el nombre y el remanente, hijo y nieto, dice Jehová” (Isaías 14:22).

    El orgullo es un pecado que ha sido un gran obstáculo para que muchas personas acepten y se entreguen a Nuestro Señor Jesucristo, ha sido una barrera espiritual que ellos mismos han colocado, impidiéndoles recibir el regalo más grande como lo es la salvación y acceso al reino de los cielos.

    Cuando el orgullo no les deja ver que son pecadores y que necesitan arrepentirse y reconocer su debilidad frente a Dios, no se puede hacer nada al respecto porque la piedra que han puesto impide que el Espíritu Santo pueda ser parte de sus vidas y los transforme.

    La palabra nos exhorta de que no debemos gloriarnos de nosotros mismos; sino que debemos darle toda la gloria es a Dios porque sin él nada somos. La opinión vanidosa de nosotros mismos, no deja huellas en la obra de Dios, por el contrario nos aleja del propósito que el Señor tiene para nosotros.

    Pero la opinión que Dios tiene de nosotros si es muy importante y hace la diferencia en nuestra vida, tal como lo podemos apreciar en la palabra:  “porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba” (2 Corintios 10:18).

    En este sentido, el orgullo solo nos permite darnos el crédito a nosotros mismos por algo que ha hecho el Señor en nuestra vida. El orgullo es un pecado porque toma la gloria que le corresponde a Dios y la toma para sí mismo. El orgullo da paso a la auto adoración.

    El orgullo no solamente es un mal que asecha a los incrédulos, ciertamente también puede estar presente en la vida de un cristiano. Lo cual es un obstáculo para el crecimiento personal y espiritual de la persona, porque todo lo que logremos en este mundo, no es posible si no tenemos a Dios que nos ayuda y nos sostiene. Esto se puede apreciar claramente en la palabra:

    “Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?” (1 Corintios 4:7).

    De esta manera que el pecado del orgullo solo nos aleja de Dios, de nuestros seres queridos, nos aísla en un mundo lleno de soberbia y arrogancia, donde pensamos que podemos hacer todo sin la ayuda de nadie.

    Esto es falso porque Dios es quien nos sostiene y gracias a su misericordia podemos sobrellevar y pasar las pruebas de este mundo, todo para lograr el propósito que Dios tiene para cada uno de sus hijos.

    ¿Por qué el orgullo nos aleja de Dios?

    El orgullo se refiere a la exaltación propia que nos aleja de Dios y de los seres queridos y personas que nos rodean. Este pecado está relacionado con la soberbia, la arrogancia, y también la idolatría, y conlleva a consecuencias en nuestras vidas, donde podemos incluso perder la salvación que es lo más preciado.

    El pecado del orgullo

     De esta manera que el pecado del orgullo tiene la particularidad de alejarnos de todos y de Nuestro Señor, ya que la persona que está inmersa en este pecado, está cegada. Carece de toda empatía y no está conscientes de su propia humanidad, la cual es sin duda pecadora.

    Sin embargo, sabemos que tenemos la oportunidad de ser justificados mediante el sacrificio que hizo Jesucristo en la Cruz del Calvario. Pero debemos arrepentirnos de corazón, y cuando la persona está cegada en su orgullo, no puede ver el camino de la salvación porque piensa que es autosuficiente.

    Cuando pensamos que no necesitamos a Dios en nuestra vida, nos alejamos de él,  porque no le damos el primer lugar al Señor, y esto te convierte en una especie de  idolatra, lo cual es un gran pecado delante de Dios. Tal como lo dice la palabra de Dios:

    “Háblales, por tanto, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: Cualquier hombre de la casa de Israel que hubiere puesto sus ídolos en su corazón, y establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro, y viniere al profeta, yo Jehová responderé al que viniere conforme a la multitud de sus ídolos” (Ezequiel 14:4)

    De esta manera Dios aborrece el orgullo que lleva consigo a la idolatría, arrogancia y soberbia. Todo esto no solo nos aleja del Espíritu santo, sino también de nuestros seres queridos, haciendo que seamos personas aisladas, sumidas en la vanidad y egocentrismo.

    En este sentido, las personas en general no se sienten cómodas estando con una persona arrogante y orgullosa, así que no solo el Señor resiste a los soberbios y da gracia a los humildes conforme a su palabra sagrada, sino que de verdad los orgullosos hallan resistencia entre las personas y no se comportan como hijos de Dios.

    Este tipo de personas llenas de orgullo y vanidad, no pueden aplicar la empatía y ponerse en el lugar del prójimo, ya que su mundo gira en torno a ellos mismos y a sus iniquidades.

    Sin embargo, siempre hay una salida, y Cristo es la respuesta ante este mal que asecha mucho a la humanidad en la actualidad. Se puede vencer el orgullo si de verdad queremos hacerlo, abriendo nuestro corazón y reconociendo que somos débiles. Dios no rechaza a un corazón contrito y humillado. Así que la misericordia de Dios es para siempre.

    ¿Cómo vencer el Orgullo según la Biblia?

    Si queremos vencer el pecado del orgullo, primeramente debemos reconocer que estamos errando delante de los ojos de Dios y pedirle dirección a él para que ayude a romper con esa atadura que nos aleja de la salvación.

    De esta manera, al llegar a los pies de Cristo, reconociendo nuestro pecado delante de su presencia, podemos salir del hoyo en el que estamos. Incluso si somos cristianos también podemos caer en el orgullo y vanagloriarnos, dándonos méritos que solo le pertenecen al Señor.

    Así que la forma más positiva de vencer el pecado del orgullo es teniendo un verdadero encuentro con el Señor, donde estando bajo el trono de su gracia y de su gloria es que podemos visualizarnos a nosotros mismos y reconocer nuestros pecados delante de la presencia del Señor.

    Solamente cuando tenemos una real relación con el Espíritu Santo es que podemos vencer aquello que nos separa de Dios. En la biblia encontramos profetas, reyes, escogidos que reconocieron que sin la ayuda del Señor nada podían hacer. Así que las Sagradas Escrituras nos muestra todas las promesas que Dios tiene para nuestras vidas, dentro de las que resaltan, es que si nos humillamos delante de Dios, él nos exaltará.

    En este sentido, la biblia nos proporciona muchas enseñanzas y nos regala muchas promesas hermosas de parte de Dios. Por lo cual como creyentes debemos instruirnos cada día en la palabra y llenarnos del Espíritu Santo.

    En la palabra de Dios podemos encontrar todas las respuestas a las interrogantes que tengamos, y conocer el poder de Dios, quien con sus enseñanzas nos muestra el camino que debemos seguir, dejando a un lado el pecado del orgullo y acercándonos cada día más a él.

    Por otro lado, es importante mantener la comunión con Dios y orar y postrarnos delante del Señor, reconociendo que necesitamos de su Santo Espíritu para superar las adversidades de la vida.

    De esta forma, se debe resaltar la importancia del arrepentimiento y poner de nuestra parte para cambiar, ya que Dios puede transformar tu vida por completo si reconoces tus debilidades delante de él. Pídele fortaleza para ser humilde de corazón, sé sincero con Dios y revélale tus debilidades.

    En este sentido, la única manera de poder vencer el pecado del orgullo y la soberbia es mediante la humildad. Nuestro Padre Celestial, reprende a las personas llenas de orgullo y le otorga gracia a los humildes, ya que el propio Señor no rechaza a un corazón humillado. Tal como lo dice su palabra:  “Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás” (Salmos 51:17)

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