El Pecado Original. 5 Cosas que Debes Saber Sobre él.

El pecado original es una realidad en nuestras vidas. Es un muro infranqueable que evita que tengamos alguna excusa o justificación de nuestra conducta ante Dios.

Sabemos que hay algo malo en nosotros, pero no sabemos cómo definirlo. En nuestra actitud de auto justificarnos queremos ocultar esa realidad y mostrarnos como buenos, viendo resultados contraproducentes en nuestro entorno.

Entonces, debemos acudir a las Escrituras como fuente inagotable de autoridad y conocimiento para poder dilucidar qué es lo que nos pasa, cómo llegamos a esa situación, cuáles son sus consecuencias y cómo podemos escapar de ella. Veamos lo que la Biblia nos enseña sobre el pecado original.

Índice De Contenidos

    Definición de pecado

    Definimos como pecado cuando nuestras acciones, actitudes o nuestra naturaleza no se conforman a la ley de moral de  Dios, que es la norma que Dios ha creado en su carácter perfecto (1 Ped 1.16) Dios es santo y exige que esa cualidad moral absoluta sea la norma entre su pueblo.

    El Pecado Original. 5 Cosas que Debes Saber Sobre él.

    Eso exige en nuestro comportamiento lo que hacemos o no hacemos conforme a esa ley moral (Mat 5.21). Lo que pensamos o no pensamos (Mat. 5.22) y lo que somos o  no somos conforme a esa ley (Sal 51.5, Rom 5.8)

    Pero no solamente se trata de la desobediencia a la ley de Dios, se trata también de relaciones rotas con Dios. Pecamos cuando rechazamos buscar la importancia y el significado de nuestras vidas en la persona de Dios para buscarla y gozarnos en nuestra propia persona o en otras cosas. Es hacer que cualquier cosa en tu vida sea más importante que Dios para tu esperanza, felicidad, identidad o significado.

    Hoy en día, vemos cómo las redes sociales  nos han invadido con sus apreciaciones de lo que somos como personas y nos muestran esencialmente buenos, aunque los niveles de criminalidad, violencia y corrupción sean constante y tiendan a aumentar sus índices.

    Aún en esa situación, justificamos tal actitud echando la culpa a otros factores, tales como la situación económica. la educación, los genes, los padres etc. para evadir nuestras responsabilidades y pecados ante Dios, haciendo a Dios mentiroso, y demostrando que su palabra no vive en medio de la sociedad (1 Jn. 1.10).

    La filosofía del relativismo exige que no se llame malo a nada ni a nadie (Mat. 12.34). Y en la mayoría de los medios de comunicación se dice que es un tema desagradable, porque se habla de corrupción, juicio y muerte (Ecl 7.2).

    Eso muestra el orgullo y la rebeldía de la humanidad cuando se confronta con su verdadera condición. No se admite que en Dios encontramos a un ser superior a nosotros en todos los sentidos, dueño y Señor de la creación y que exigirá cuentas a cada una de las criaturas creadas.

    Así, podemos tener una visión balanceada de lo que es el pecado.

    • - Pecado es violar la autoridad de Dios, lo que te convierte en tu propio dueño y salvador.
    • - Pecado es violar el diseño de Dios, tratando de construir tu persona con algo que no es Dios.
    • - Pecado es violar la paz de Dios, arruinando su creación, para llevarnos a todas clases de relaciones rotas con  Dios.

    Así, para apreciar en su justa dimensión el pecado original, tenemos como piso un buen fundamento de lo que es el pecado.

    Origen del pecado

    Lo primero que debemos saber sobre el origen del pecado es que Dios no lo creó. Dios es perfectamente santo (1 Ped. 1.16) y perfectamente puro ( 1 Jn 3.3), no hay ningunas tinieblas ni ningún tipo de contaminación de su esencia y santidad con otras cosas.

    De tal manera que es imposible que un Dios santo y puro pueda crear o cometer pecado. Dios hace todo perfectamente bien (Gen 1.31) y odia el mal (Sal 5.5), mas aún Dios está por encima del mal y es soberano sobre él (Efe 1.11).

    Así que no existe ninguna posibilidad de que Dios haya creado el mal o se origine en nuestro Señor. Dios es el sumo bien.

    Dios permite la entrada del pecado al mundo para el bien de todos sus hijos, de hecho, él tenía el remedio para ello desde antes de la  creación (Rom 8.29-30), sin embargo, el hecho de que lo permita, no hace a Dios responsable del pecado, ya que es el hombre en su libertad de elegir quien decidió corromperse, eximiendo a Dios de toda culpa y responsabilidad por el origen del pecado.

    El pecado lo originó  Satanás. Este testimonio se puede recoger en la Escritura en el libro de Apocalipsis (12.3-9) donde vemos como Satanás con sus huestes fue echado de los cielos por rebelarse contra Dios, porque se halló el mal en él (Eze 28.15). Entonces Satanás es quién originó el pecado.

    El pecado fue traído al mundo real por personas reales. Adán y Eva lo trajeron al mundo por instigación de la serpiente, un animal real. Y Adán desobedeció a un mandato específico estando en un huerto real.

    Esta desobediencia trajo como resultado las relaciones rotas en todos los aspectos.

    Resultados de El Pecado Original

    El relato de Génesis 3 nos da una buena indicación de las relaciones rotas por causa del pecado (Gen 3.7-24).

    Lo primero que vemos en el relato es la entrada de la vergüenza y la culpabilidad (Gen 3.7). La necesidad de ropa y cubrirse demuestra que perdieron la confianza el uno con el otro, se rompió la relación de confianza absoluta que tenían Adán y Eva cuando andaban desnudos y no se avergonzaban (Gen 2.25).

    Cuando oyeron la voz de Dios en el jardín se escondieron, perdieron la relación de confianza con Dios y sintieron miedo de él (Gen 3.8-10).  En los versículos de 11 al 13 (Gen 3.11-13) cuando Dios le inquiere de su comportamiento y desobediencia, Adán achaca su responsabilidad a la mujer. "la mujer que me diste", la expresión denota que su acción es por culpa de la mujer e indirectamente hace a Dios responsable de sus actos, haciéndose enemigo de Dios.

    Se rompe la institución familiar como fue el diseño original de Dios (Gen 3.16), y se rompió la estructura social y económica, la dominación y supremacía entre razas, géneros o ideologías que tratan de someterse el uno al otro nace en Gen 3.16."Él te dominará".

    Se derrumba  la estructura económica y cultural que Dios diseñó para la creación, porque la tierra tendrá que ser trabajada con un esfuerzo penoso, extra al que Dios había diseñado. Y finalmente, la entrada de la muerte en ambos sentidos, físico y espiritual, que implica también la separación y el ser separado y romper las relaciones con Dios.

    Consecuencias del Pecado Original

    Además de los resultados inmediato de El Pecado Original, este trajo consecuencias perpetua en la humanidad, y que vamos a ver con detalle ahora cinco consecuencias que trajo el pecado original:

    La corrupción es total.

    Nadie escapa a la naturaleza corrompida del pecado original que heredamos. Dice la Palabra que no hay hombre que no peque (1 Rey 8.46). Todos hacen obras abominables en una actitud necia, que niega a Dios, y que no hay quien haga el bien, habiéndose descarriado todos en su totalidad, no hay quien haga el bien, ni siquiera uno (Sal 14.1-3).

    No hay ningún ser humano que se pueda justificar delante de Dios, por lo que la petición del salmista es que Dios no entre en juicio con su humanidad (Sal 143.2), porque nadie, absolutamente nadie, puede decir que ha limpiado su corazón y está limpio de pecado (Pro 20.9). NO hay quien haga el bien y nunca peque (Ecl 7.20)

    Dios revela su ira desde el cielo contra todos los hombres que se han corrompido en su naturaleza, y castigará no solo a los que viven en corrupción, sino también a los que se juntan y complacen con quienes así actúan, es decir, absolutamente todos (Rom 1.18-32)

    No podemos decir que no hemos pecado, todos, absolutamente todos hemos pecado, si decimos que alguno es limpio y no tiene pecado, entonces hacemos a Dios mentiroso, la corrupción total de la humanidad es una verdad universal.

    Esta corrupción afecta a todos los aspectos de nuestro ser. Pero si decimos que nos hemos corrompido, es que aceptamos implícitamente que alguna vez fuimos buenos. Ciertamente, el hombre fue creado bueno, a imagen y semejanza de su hacedor, en verdadera santidad y justicia de la verdad (Efe 4.24), para que conociera rectamente a su Creador, le amase y fuese amado por él, y viviese feliz y bienaventurado eternamente en su presencia, para honrarle y glorificarle con su obediencia hacia su Hacedor.

    Pero en su caída y desobediencia, en el pecado original, el hombre se corrompió y heredó una naturaleza corrompida. De tal manera que nacemos y somos concebidos en pecado.

    Así, nuestro entendimiento se ha entenebrecido y no podemos disfrutar de la vida que Dios nos da (Efe 4.17-18), buscando la la manera de vivir en cualquier tendencia o filosofía, siguiendo la corriente de este mundo en la cual opera el príncipe de la potestad del airea (Efe 4.1-3).

    Nuestros afectos y pasiones se corrompieron (Rom 7.18-19), el amor se volvió egoísmo, lujuria y placer, escapando de los afectos que impulsan a buscar la felicidad y el bienestar del otro. Nos atestamos de odios, borracheras, lurias y toda clase inmundicias confundiendo la felicidad con el atiborramiento sensual de nuestros sentidos.

    Nuestro corazón y deseos son engañosos (Jer 17.9),  y nuestras acciones se volvieron injusticias, se traducen en maldad, asesinatos, ofensas, envidias , iras y contiendas, buscando dominar y someter al otro, lo cual trae guerras y conflictos que dejan saldos desastrosos y lamentables, que son irrecuperables para el hombre (Stg 4.1-2).

    Así, que el pecado original trajo la corrupción total e integral del hombre.

    La esclavitud es total.

    La tendencia del corazón del hombre es de continuo al mal, no puede evitarlo, porque nace de su naturaleza corrompida, no hay voluntad para hacer el bien (Gen 6.5). El Señor Jesucristo dice que el que hace el pecado es esclavo del pecado (Jn 8.34), porque no tiene capacidad para otra cosa.

    No quiere decir que no tiene capacidad para considerar el bien, lo que no puede es hacerlo porque su naturaleza no se lo permite (Rom 7.14-21). El apóstol Pablo diserta sobre el mal que mora en nosotros, que muchas veces queremos hacer el bien conforme a la ley de Dios, pero no podemos por el mal que mora en nosotros, y que nos hace miserables delante de Dios.

    Esta es la herencia del pecado original que corrompe nuestra libertad y voluntad de hacer el bien. El hombre sacrificó su libertad para elegir en el Edén para hacerse escavo del pecado y ahora, solo, no puede escapar de esta condición. La Biblia dice que solo si el Hijo le libertare, podrá ser verdaderamente libre (Jn 8.36).

    La depravación es total.

    Nuestra naturaleza carece de algún bien espiritual siempre, desde que somos concebidos (Sal 51.5). Dice el salmista que los impíos se apartaron desde la matriz, lo que hace justo al juicio de Dios. Mucha gente me pregunta qué hubiese pasado si Hitler hubiera muerto al nacer. Yo les contestaría que conforme a la soberanía de Dios, éste también merecía el castigo eterno, ya que el impío se aparta desde la matriz de su madre (Sal 58.3).

    Aquí se ve que no solo la naturaleza, sino nuestras decisiones personales también carecen de algún bien espiritual desde el principio. No buscamos a Dios ni somos justos (Rom 3.10-18), no podemos hacer lo bueno delante de Dios (Isa 64.6). No percibimos las cosas espirituales reveladas por el Espíritu Santo, y las consideramos locura (1 Co 2.14),no las podemos conocer ni aceptarlas o recibirlas como se debe (Jn 1.10-11)

    Estamos totalmente depravados, nos hicimos perversos en todos nuestros caminos,  y aún los excelentes dones que recibimos de Dios los trocamos en tinieblas. Únicamente podemos escapar de esta perversión cuando Cristo obra a favor de nosotros, porque dice la Escritura que separados de él, nada podemos hacer (Jn 15.5).

    La condenación es total.

    A pesar de que no todo pecador es tan malo como parece (Luc 6.33), y puedan hacer algún acto de bondad (Mat 7.11). Al adquirir la herencia de El Pecado Original, pervirtió su naturaleza y se hizo corrompido en todos sus caminos, y solo le quedan pequeños restos de los excelentes dones con que Dios dotó al hombre en su creación, de tal manera que aun después de la caída y con la herencia de su consecuencia, el pecado original, queda en el hombre alguna luz de la naturaleza, mediante la cual conserva alguna idea de  Dios, de lo lícito y lo ilícito (Rom 2.14).

    Es imposible que a través de esos pequeños restos de virtudes pueda llegar al conocimiento de la salvación en Dios por sí mismo, porque aún en los asuntos morales y sociales, no usa correctamente esta luz, y su condenación ante Dios es total y justa, ya que teniendo el conocimiento de él  por los medios naturales, no  le rinde la gloria ni la honra que Dios merece sino, que trastorna esta luz en tinieblas, para su perdición.

    El pecado original nos trae como consecuencia la condenación total de la  raza humana, sin que Dios tenga ninguna responsabilidad y culpa por ello, y estamos todos justamente condenados.

    La muerte es total.

    La muerte física entró con el  pecado original (Rom 5.12), y a través de Adán pasó a todos los hombres. Entendemos la muerte física como la separación del cuerpo y del alma con todas sus esferas relacionales (espíritu, ente, voluntad, etc.). Una persona muere físicamente cuando su cuerpo y su alma son separados. Por inferencia, podríamos decir que la vida física es la unión del cuerpo con el alma.

    Hacemos esto claro para explicar que el hombre fue creado con vida eterna, para vivir siempre en la presencia de Dios. Entonces, la vida eterna será la unión del cuerpo y el alma con el Espíritu de Dios. La consecuencia del pecado espiritual fue la muerte física,  pero también la muerte espiritual, porque el hombre fue destituido de la presencia y gloria de Dios.

    De tal manera, como consecuencia del pecado original, nacemos vivos físicamente, pero muertos espiritualmente (Efe 2.1), y aunque el desarrollo de la medicina intenta preservar la salud y la vida de a muerte física, somos incapaces de hacer nada por nosotros mismos espiritualmente para nuestra salvación.

    No podemos hablar de la muerte sin hablar de la resurrección. Y aunque nacemos muertos espiritualmente, experimentamos una primera resurrección, es decir, pasamos de muerte espiritual a vida espiritual junto con el Espíritu eterno de Dios,  cuando creemos y confesamos a Jesucristo como Salvador, y se nos asegura la vida eterna (Jn 5.24).

    Pero el que no cree, ya ha sido condenado, y estando vivo físicamente, morirá por primera vez físicamente, y resucitará el día del juicio final, cuando Jesucristo vuelva, para recibir la muerte segunda, la condenación eterna, que es la separación de su cuerpo resucitado del Espíritu de Dios por la eternidad, en el infierno, el sitio de castigo. Por eso Apocalipsis dice que  es bienaventurado y santo el que participa de la primera resurrección, porque la segunda muerte no tendrá potestad sobre él.

    Pero es natural que surja la pregunta lógica, de que si cuando creemos en Cristo recibimos la vida eterna, entonces, ¿por qué morimos?

    Porque la muerte es un decreto de Dios, y por lo tanto, debe cumplirse. Solo que la muerte del creyente deja de ser un castigo y se convierte en el primer paso hacia la vida eterna, para bendición y consuelo de cada uno de nosotros.

    Amados, el Señor Jesucristo dijo que conoceremos la verdad, y la verdad nos hace completamente libres. Se considera una necedad hablar de salvación sin hablar antes de pecado. Si no existiera el pecado, entonces ¿Cómo apreciaríamos nuestra salvación?

    Hablar del pecado no es algo malo o negativo, al contrario, para poder apreciar el brillo del diamante de la salvación, este se apreciará mejor si lo colocamos en un fondo negro. Gracias a Dios por tan grande bendición de este conocimiento.

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