El testimonio del sepulcro vacío – Qué nos revela a la luz de la Palabra
El testimonio del sepulcro vacío revela el poder de Dios al resucitar de la muerte y levantarse con un cuerpo transformado. Esta es una analogía de lo que representa ser transformados en Cristo Jesús, ya que cuando lo aceptamos y decidimos entregarle nuestra vida, dejamos morir el viejo hombre para darle cabida a un nuevo hombre porque hemos nacido de nuevo.
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Al respecto la biblia nos muestra el momento en el cual Jesús se levanta de entre los muertos:“Y hallaron removida la piedra del sepulcro; y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea” (Lucas 24:2-6)
En esta cita podemos encontrar el testimonio de la resurrección de Cristo, donde se manifiesta la profecía que Jesús les había dado a sus discípulos. Aquí podemos apreciar que cuando Jesús fue resucitado, estaban dos varones con vestiduras resplandecientes, es decir estaban dos ángeles en este hecho sobrenatural.
El testimonio del sepulcro vacío – Qué nos revela a la luz de la Palabra
El sepulcro vacío testifica la palabra hecha acción, ya que durante el Ministerio de Jesús, él ya les había declarado la verdad, así que sus discípulos ya estaban al tanto de lo que iba a acontecer.
Sin embargo cuando los hechos se estaban dando, no lo comprendían y muchos se apartaron cuando Jesús murió en la Cruz del Calvario, y retomaron sus vidas cotidianas. Pero la resurrección de Jesús ocurrió al tercer día, y se levantó del sepulcro para revelar lo siguiente:
1.- El Poder de Jesús
Durante el Ministerio de Jesucristo, él manifestó su poder mediante los milagros, prodigios, liberaciones y maravillas que él hacía. Pero luego de la muerte de nuestro Señor Jesús en la cruz, demostró su Poder al tomar su vida al resucitar de entre los muertos. La palabra nos señala este hecho en el siguiente pasaje:
“Por esto me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. 18 Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.” (Juan 10:17-18)
En este sentido, la resurrección estaba en la mente de Cristo como un triunfo, como una victoria después de la muerte. Hay dos aspectos que se deben considerar:
- La entrega de Cristo fue voluntaria y fue una decisión de él, donde él en su poder quiso realizarlo y sólo él tenía el poder para hacerlo.
- La autoridad de Jesús proviene de su deidad, él poseía vida en sí mismo y él representa la fuente de vida, por esta razón tenía la autoridad de entregarla y tomarla cuando él quisiera porque es soberano.
En este orden de ideas, el sepulcro vacío demuestra su poder ilimitado. Y el hecho de pensar en la resurrección debe resultarnos un suceso admirable que demuestra la majestad de Nuestro Señor Jesucristo.
El sepulcro vacío debe causarnos gran admiración además porque revela la superioridad ante nuestra limitación como seres humanos. Cuando sentimos admiración por su Poder y su Gloria en nuestra vida nos conlleva a alabarle y adorarle en todo momento porque necesitamos sentir la presencia de Dios en cada ámbito de nuestra vida.
Debemos comprender que el sepulcro vacío es testimonio del poder de Dios, pero también revela el amor porque Jesús vivió, murió y resucitó por ti y en cada etapa tuvo como meta salvar a la humanidad y ser nuestro intercesor ante nuestras iniquidades.
2.- La victoria de Jesús
La resurrección de Jesús no es solo un hecho histórico relevante, sino que es el sello que nos da la victoria de Jesús. A través de la resurrección, Jesús vence lo siguiente:
- El pecado: “Así que, como la ofensa de uno alcanzó a todos los hombres para la condenación, así también la justicia realizada por uno alcanzó a todos los hombres para la justificación de vida. Porque como por la desobediencia de un solo hombre, muchos fueron constituidos pecadores, así también, por la obediencia de uno, muchos serán constituidos justos” (Romanos 5:18-19) De esta manera, Jesús manifestó su gran poder venciendo el pecado por medio de su ejemplo, siendo justo, obediente y lleno de misericordia.
- A la muerte: "Sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él" (Romanos 6:9)
Esto es resultado de su poder y ese poder nos alcanza. El sepulcro no pudo contener a Jesús, la muerte no pudo retenerlo, por eso el es vencedor.
- A Satanás: “Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás debajo de vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesús sea con vosotros” (Romanos 16:20)
En este sentido, Jesucristo a través de la resurrección venció a la muerte y le aplastó la cabeza a Satanás a través de su pacto divino en la Cruz del Calvario. Y en el día del juicio cuando Jesucristo venga por segunda vez el diablo será lanzado al infierno: “Y el diablo que los engañaba fue lanzado al lago de fuego y azufre, donde también están la bestia y el falso profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 20:10)
3.- La esperanza para los creyentes en Jesús
En Cristo Jesús tenemos la esperanza, tenemos la vida, tenemos todo lo que necesitamos porque al obtener a Cristo, tenemos la salvación y entrada al Reino de los cielos. Así que en Nuestro Señor tenemos:
- La Esperanza de vida abundante: “El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10) Y esta vida en abundancia encierra nuestra salvación, donde Jesús representa nuestro sustento, nuestro soporte, nuestra roca.
- La Esperanza de Vida eterna: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16)
- La Esperanza de libertad del yugo del pecado: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros, ya que no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Romanos 6:14)
En este orden de ideas, el pecado ya no tiene ni la autoridad ni la potestad en los hijos de Dios porque hemos sido justificados mediante la muerte y resurrección de Cristo, quien venció el pecado a través de un pacto divino en la cual dio su vida por cada uno de nosotros.
Así que nuestro adversario, ya no tiene parte en nosotros porque la sangre del cordero nos aleja de toda culpa y de cualquier señalamiento que el enemigo nos quiera hacer.
Pero debemos comprender nuestra identidad como hijos de Dios para poder vencer frente a las adversidades que vamos a tener en la vida porque es parte de un proceso por el cual debemos pasar.
Pero al saber que el sepulcro está vacío y que Cristo vive en nosotros, tenemos la libertad, la salvación y el amor que sobrepasa todos los límites porque nada nos puede separar del amor de Dios, el cual cubre multitud de pecados.
- La Esperanza de vencer sobre la muerte: “Porque así como hemos sido identificados con él en la semejanza de su muerte, también lo seremos en la semejanza de su resurrección. Y sabemos que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado; porque el que ha muerto ha sido justificado del pecado. Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él” (Romanos 6:5-8) De esta manera, la muerte espiritual no debe preocuparnos porque los hijos del Señor, nos han dado vida eterna y hemos alcanzado una nueva vida en Cristo Jesús.
Por otro lado encontramos la muerte física, en la cual muere nuestro cuerpo natural, pero si estamos en Cristo Jesús, seremos resucitados cuando Jesucristo venga a buscar a su iglesia. Esto lo podemos encontrar en el siguiente pasaje: “Porque el Señor mismo descenderá del cielo con aclamación, con voz de arcángel y con trompeta de Dios; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Tesalonicenses 4:16)
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Qué representa el sepulcro vacío
Para los primeros cristianos, la tumba vacía debió de representar un signo esencial, ya que se está cumpliendo las profecías que Jesús había ya anunciado en sus evangelios. Las mujeres de la biblia fueron las que se percataron del sepulcro vacío, María Magdalena y María la de Santiago y Salomé tenían aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y por eso en la mañana, al día siguiente del sábado, llegaron al sepulcro cuando ya estaba saliendo el sol.
“Y se decían unas a otras: —¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? Y al mirar vieron que la piedra había sido removida, a pesar de que era muy grande. Entrando en el sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, vestido con una túnica blanca, y se quedaron muy asustadas. Él les dice: —No os asustéis; buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado. Ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar donde lo colocaron. Pero marchaos y decid a sus discípulos y a Pedro que él va delante de vosotros a Galilea: allí le veréis, como os dijo” (Marcos 16: 1-7).
De igual manera podemos encontrar en las Escrituras, los relatos en los que Jesús hace sus apariciones luego de su resurrección, donde se les mostró a María Magdalena, a los discípulos de Emaús, a los Once reunidos en el Cenáculo, a Pedro y otros Apóstoles en el mar de Galilea.
Esos encuentros con Nuestro Señor Jesucristo, dan testimonio de su Poder y Gloria, porque a través de su resurrección nos revela la profecía: “Desde entonces Jesucristo comenzó a declarar a Sus discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas de parte de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día” (Mateo 16:21)
En este sentido, el sepulcro vacío generó un gran revuelo a pesar de que Jesús ya se los había profetizado a sus discípulos, ya que a pesar de haber visto las obras del maestro, los milagros, liberaciones, prodigios y maravillas, seguían siendo personas naturales que no habían nacido de nuevo.
Una vez que se cumplió la palabra, y Jesús se les presenta a sus discípulos, éstos se maravillaron y comenzaron su Ministerio, siendo ya convertidos mediante el espíritu santo que ahora moraba en ellos, una vez que Jesús ascendió al cielo y se sentó en el Trono, a la diestra del Padre Todopoderoso:
“Después de esto, los apóstoles vieron cómo Jesús era llevado al cielo, hasta que una nube lo cubrió y ya no volvieron a verlo. Mientras tanto, dos hombres se aparecieron junto a los apóstoles. Estaban vestidos con ropas muy blancas, pero los apóstoles no los vieron porque estaban mirando al cielo. Entonces aquellos dos les dijeron: «Hombres de Galilea, ¿qué hacen ahí, mirando al cielo? Acaban de ver que Jesús fue llevado al cielo, pero así como se ha ido, un día volverá” (Hechos 1:9-11 )
En esta cita, Jesús nos dejó la promesa de su regreso, de su segunda venida en la cual su iglesia será arrebatada en las nubes. Este testimonio del sepulcro vacío vislumbra el pacto cumplido, revela una profecía cumplida y el amor de cristo manifestado en su vida, muerte y resurrección, donde quedó establecido que Jesús es el Hijo de Dios que nos dio un testimonio de amor, entrega, misericordia, perdón.
La resurrección representa el volver a nacer en un cuerpo nuevo y renovado, representa que como hijos de Dios debemos dejar morir el hombre viejo, lleno de pecado y nacer de nuevo en un cuerpo transformado por el Espíritu santo que ahora mora en nosotros. Tal como lo establece la palabra: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (2 Corintios 5:17)
Así que este sepulcro vacío representa el renacer de una nueva vida, así como el águila que se aísla para renovar sus plumas y su pico, para luego alcanzar el vuelo. De esta misma forma, nosotros como hijos del Padre Todopoderoso, nos apartamos del mal y buscamos la luz de Cristo mediante la lectura de la palabra, la oración continua, el ayuno. Es decir, ya no vivimos nosotros porque ahora vive Cristo en nuestro Ser, quien nos va moldeando como vasijas de barro, nos pasará por el fuego para así poder hacer de nosotros una nueva creación, una vasija digna de ser llena de la fuente de agua viva.
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