Encarando nuestros fracasos según la biblia - Ejemplos bíblicos
Cuando estamos encarando nuestros fracasos, estamos asumiendo que somos humanos y que por eso, siempre nos encontraremos en situaciones desfavorables en nuestra vida. Pero si tenemos puesta nuestra mirada en Dios, esas debilidades se convierten en fortaleza, tal como lo expresa la palabra:
“Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:10)
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En esta cita se muestra que Dios usa esas debilidades para fortalecernos y enaltecer su nombre. En la medida de que comprendamos de que el Señor tiene el control de todas las cosas, podemos descansar en él y ver los fracasos como parte de la vida y parte del propósito de Dios porque si somos hijos del Padre nos dejamos guiar por él.
Encarando nuestros fracasos según la biblia
El fracaso es parte de la vida misma y estará presente en los diferentes ámbitos, bien sea en el trabajo, en el hogar, en la casa de estudios, entre otros. En la actualidad la sociedad no le da valor al fracaso, sino por el contrario es algo si se quiere denigrante.
Sin embargo el fracaso para Dios es visto de una manera diferente porque lo usa como una herramienta de aprendizaje. Como creyentes debemos aprender a caminar con nuestras fallas personales y profesiones porque de esta manera entendemos que la gloria solo es para Dios y que la humildad es uno de los frutos del Espíritu Santo que debe estar presente en nuestra vida.
De esta manera si se tiene una visión bíblica acerca del éxito y de como el fracaso nos puede guiar al éxito en el reino de Dios. Esto puede resultar un desafío, por lo cual debemos apoyarnos en los ejemplos que se encuentran en las Sagradas Escrituras.
El verdadero éxito procede de hallar el “por qué de ser”, cuando conoces cuál es tu propósito en la vida, sabes que los tropiezos son parte del proceso y que Dios no te dejará solo mientras atraviesas por estas pruebas.
En la actualidad nuestro principal enemigo, somos nosotros mismos porque siempre queremos resaltar y recibir la aceptación de los demás, en lugar de enfocarnos en nuestro Señor, quien quiere lo mejor para tu vida.
No se trata de nuestros éxitos, se trata del propósito que tenemos como hijos de Dios en este mundo. En la actualidad se presenta el éxito fundamentalmente como un logro, como lograr metas y salir adelante.
Esto sin duda es cierto porque cuando se presenta el éxito refleja nuestros logros adquiridos en la vida, donde somos apremiados por nuestro esfuerzo. Lo cual no es malo, porque Dios nos puede bendecir. El problema radica en querer ser enaltecido por nuestros logros obtenidos porque ciertamente todo lo que hemos logrado es gracias al Señor.
Por esta razón es que las personas viven su vida buscando ser aclamada y buscando ser exitosos para ser aprobados por los demás.
Pero de qué vale todo el éxito, si has perdido los momentos lindos de la vida. La palabra de Dios nos exhorta de la siguiente manera: “Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Marcos 8:36).
De esta manera, todo lo que tenemos viene de Dios, así que cuando estamos encarando nuestros fracasos, debemos tener la certeza de que cuando estamos con Cristo somos más que vencedores.
Así que el verdadero éxito no procede de la riqueza y los logros, sino de hallar el por qué de tu vida, cuál es tu propósito. Es decir, se trata de poder descubrir lo indispensable en tu vida.
Al respecto el apóstol Pablo nos exhorta de la siguiente manera: “No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto” (Romanos 12:2).
En este sentido, las personas exitosas son las que viven conforme a la voluntad perfecta de Dios, y todo lo que él nos da debe traernos paz y gozo. Todo lo que tenemos en este mundo es para bendecir a nuestro prójimo y para enaltecer el nombre de Dios.
Los fracasos según la biblia - Ejemplos bíblicos
A pesar de que pueda ser algo contradictorio, es mediante el fracaso que llegamos a conocer verdaderamente a Jesucristo en el poder de su resurrección, tal como se puede apreciar en la palabra:
“a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte” (Filipenses 3:10)
En este sentido, las Escrituras son las herramientas fundamentales que nos puedes ayudar en este tema tan crucial en la vida de todo cristiano, ya que en medio del fracaso, la prueba y la tribulación somos reconfortados con la presencia del Señor en nuestra vida.
Como hijos de Dios, sabemos que por sus llagas fuimos nosotros curados, a través de su muerte fuimos perdonados y a través de su resurrección tenemos entrada al reino de los cielos.
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Por ejemplo, en la biblia encontramos diferentes personajes como el apóstol Pablo, quien era un ministro del evangelio por excelencia, sin embargo, su trabajo estaba lleno de lo que podía definirse como fracasos.
Pablo fue azotado, encarcelado y echado de la ciudad, y fue precisamente este aparente fracaso de Pablo para alcanzar a los judíos lo que lo llevó a buscar a los gentiles. Ciertamente el Señor siempre tuvo la intención de que Pablo fuera “como luz de las naciones, para que lleves mi salvación hasta las partes más lejanas de la tierra” (Hechos 13:47).
Pero si este fracaso se puede definir como una falta de los logros obtenidos, se puede afirmar que Pablo fracasó en conseguir a los judíos como esperaba hacerlo. Y el dolor que este personaje bíblico sintió por este hecho se puede ver claramente en su carta a los romanos, tal como se observa en el siguiente pasaje:
“Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne” (Romanos 9:1-3)
Sin embargo, fue mediante este “fracaso” que Dios desarrolló su plan para que Pablo pudiera llevar el evangelio a los gentiles. Así que una puerta del ministerio se cerró para que otra puerta se pudiera abrir.
Los ejemplos que aparecen en la biblia acerca del fracaso muestran la dolorosa decepción que le sigue: Decepción personal, con los demás y hasta decepción con el Señor. Sin embargo en la biblia podemos encontrar tres fracasos bíblicos que son muy relevantes para abordar este tema:
1.- Moisés y su decepción
Primeramente, podemos encontrar la amarga decepción de Moisés cuando no pudo entrar a la Tierra Prometida debido al hecho de haber golpeado la peña en lugar de hablarle a esta como el Señor se lo había pedido. Esto lo podemos apreciar en el siguiente pasaje:
“Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias. Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado” (Números 20:10-13).
En este sentido, podemos apreciar que Moisés sintió la presión de esos cuarenta años vagando por el desierto, ante todas las quejas y murmuraciones de los Israelitas, así que Moisés le suplicó a Dios que aliviara su decepción y le permitiera entrar a la Tierra Prometida. Pero Dios se negó y en cambio le dio la consolación de verla de lejos.
De esta manera que Dios trabaja conforme a su voluntad y concede lo que está bajo su propósito. Así que Moisés sufrió las consecuencias de su desconfianza hacia el Señor.
2.- El rey David y su fracaso moral
El otro ejemplo de lo que significa el fracaso en la vida de un hijo de Dios, es el caso del Rey David, quien fracasó moralmente tras cometer adulterio con Betsabé y luego matar a su esposo, Urías.
La biblia en el salmo 32 nos muestra la dolorosa decepción que tuvo David consigo mismo por haberle fallado a Dios, y esto no solo fue mental, espiritual y emocional, sino también fue física. Tal como se visualiza en la palabra:
“Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Selah” (Salmo 32: 3-5)
A pesar de que ya había sido perdonado, las consecuencias de sus fracasos se hicieron presente en toda su vida, ya que sufrió la desintegración de su familia y la pérdida temporal del trono. Pero Dios vio su corazón y tuvo misericordia de su alma.
3.- Pedro y su negación a Cristo
El tercer fracaso que podemos observar en la biblia es el de Pedro, quien negó a Jesucristo tres veces. Éste era un hombre a quien Jesús le había advertido una y otra vez sobre su confianza excesiva; a quien Jesús le dijo de forma clara y contundente que le negaría tres veces y aun así lo hizo. Y luego de que el gallo cantara, los ojos de Jesucristo se encontraron con los de Pedro: “y saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:62).
El fracaso se puede repetir en nuestra vida
En la actualidad podemos encontrar muchos libros que nos hablan acerca del fracaso y cómo éste nos da paso al éxito. En la biblia encontramos diferentes historias que nos muestran los tropiezos y fracasos que sufrieron los grandes profetas de Dios y que lograron superar y obtener la victoria.
Sin embargo la biblia nos resalta el hecho de que el fracaso vivido se puede repetir. En el caso de Abraham no pudo confiar en el Señor para cuidar de Sara cuando fueron a Egipto.
Por eso, terminó diciendo mentiras acerca de su relación con ella a un rey pagano que al final se enteró de la verdad y lo reprendió por eso. Tal como se expresa en la palabra:
“Mas Jehová hirió a Faraón y a su casa con grandes plagas, por causa de Sarai mujer de Abram. Entonces Faraón llamó a Abram, y le dijo: ¿Qué es esto que has hecho conmigo? ¿Por qué no me declaraste que era tu mujer? ¿Por qué dijiste: Es mi hermana, poniéndome en ocasión de tomarla para mí por mujer? Ahora, pues, he aquí tu mujer; tómala, y vete” (Gen.12:10-20)
En esta cita se revela que la mentira dejó en descubierto a Abram y por eso fue reprendido. Sin embargo esto no detuvo a este personaje bíblico para hacer cometer el mismo error, tal como se aprecia en la palabra:
“Y dijo Abraham de Sara su mujer: Es mi hermana. Y Abimelec rey de Gerar envió y tomó a Sara. Pero Dios vino a Abimelec en sueños de noche, y le dijo: He aquí, muerto eres, a causa de la mujer que has tomado, la cual es casada con marido. Mas Abimelec no se había llegado a ella, y dijo: Señor, ¿matarás también al inocente?” (Génesis 20:2-4)
De esta manera, el fracaso que podamos tener en determinado momento se puede deber a errores cometidos que vamos repitiendo una y otra vez. Sin embargo, si nos dejamos dirigir por Dios, podremos hacer su voluntad perfecta.
Por otro lado, encontramos a Jacob, quien fue si se quiere víctima de un favoritismo que lo llevó a contender con su hermano Esaú, quien estaba dispuesto a matarlo. Sin embargo Dios no lo permitió.
Sin embargo, lo vivido por Jacob no lo apartó de cometer el mismo error al tener como favorito a su hijo José. También en la biblia podemos observar como los propios discípulos de Jesús, aunque tenían el beneficio de sus constantes y amonestaciones, fracasaron reiteradamente en comprender quién era Cristo y qué vino a hacer en esta tierra.
De esta manera, en la vida podemos tener muchos fracasos y cometer los mismos errores. Pero si los afrontamos y tomamos el control en Cristo Jesús, podremos superar todas las adversidades.
Jesucristo: Nuestro mayor ejemplo a seguir
La biblia nos muestra además otros ejemplos, pero el más relevante es Cristo. Desde una perspectiva, cuando Jesús fue crucificado se puede considerar un fracaso, ya que fue humillado, golpeado y clavado en la cruz. Sin embargo, Jesús tuvo que pasar esto para vencer al enemigo y cuando resucitó al tercer día reveló su gran poder sobre todo.
Aunque parezca incomprensible para algunas personas, el camino hacia el éxito en el reino de Dios se basa en tener que pasar por el “fracaso”.
De esta manera que debemos seguir el ejemplo de Jesucristo y experimentar nuestras propias luchas personales de “muerte y resurrección”, ya que es así como podremos ser preparados para ejercer nuestro ministerio y proclamar el evangelio.
Pero nunca podremos emprender un ministerio sin ayuda y sin la gracia de Dios que nos precedió en Jesucristo para iluminar y nutrir nuestros corazones hasta el final.
En este sentido, cuando leemos la palabra de Dios podemos notar que el fracaso y la decepción están presentes en cada una de las historias bíblicas, donde los hombres de Dios tuvieron que enfrentar muchas pruebas y levantarse a pesar de los tropiezos.
Así que a pesar de que no sea de nuestro agrado, la presencia del fracaso es más cierta que las historias llenas de éxitos que aspiramos alcanzar. Como creyentes debemos trazarnos metas altas, pero al hacerlo, debes considerar de que nadie se libra de los fracasos porque son parte del proceso que Dios tiene para nosotros.
El fracaso nos conduce a la victoria en Dios
Una de las lecciones que las diferentes experiencias de fracaso y decepción que nos muestran en la palabra de Dios, es que somos vulnerables, no somos perfectos, podemos errar y cometer errores en nuestro caminar.
El éxito es lo que nos proporciona confianza, y en la mayoría de los casos esta confianza se convierte excesiva, lo cual da pie a que se presente el desastre, el fracaso total. Al respecto la palabra nos exhorta de la siguiente manera: “Antes del quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu” (Proverbios 16:18)
En este sentido personajes bíblicos del Antiguo Testamento como David, Salomón y Sansón son pruebas dolorosas de lo que representa la confianza excesiva. En el Nuevo Testamento, Pedro se muestra como un ejemplo de esto, tal como se aprecia en la palabra:
“Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo” (Mateo 26:33-35).
Pedro, era uno de los amigos íntimos de Jesucristo y hablaba cosas grandes de Dios y era muy usado por él, y además tenía gran confianza en su capacidad de ser fuerte en el momento de la prueba. Sin embargo, fracasó tres veces, dos veces negando a Jesús frente a una joven sierva y una vez ante desconocidos.
La biblia nos habla acerca de lo peligroso que constituye el orgullo y la arrogancia, y ha probado ser verdadera mediante toda la historia. En la actualidad podemos ver cómo hombres poderosos y exitosos son derrumbados constantemente por las víctimas que ellos anteriormente habían oprimido.
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