Enfocados en el cambio en Cristo Jesús según la biblia
Como creyentes debemos estar enfocados en el cambio que Cristo va a estar haciendo en nuestra vida, ya que una vez que aceptamos y recibimos al Señor como nuestro único y verdadero Dios, vamos a pasar por una transformación que va de adentro hacia afuera, donde seremos convertidos en Cristo Jesús, seremos una nueva criatura, dejando atrás al viejo hombre.
Enfocados en el cambio en Cristo Jesús
Estar enfocados en las cosas espirituales es un mandato de Dios, ya que para conocer verdaderamente al Señor debemos ser transformados y dejarnos guiar por su Santo Espíritu, esto lo dice la palabra:
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta ”. (Romanos 12: 1-2)
En este sentido, Dios nos demanda a hacer su perfecta voluntad, a dejarnos guiar por él, dejarnos transformar y moldear a la imagen y semejanza de Cristo. Por otro lado, las Sagradas Escrituras nos muestran que Dios en el cielo no cambia que él es el mismo de ayer, de hoy y por los siglos de los siglos. Pero nosotros aquí en este mundo estamos llamados a cambiar, a ser luz en medio de la oscuridad. Esto se puede apreciar en la palabra:
“Porque yo, Jehová, no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos, pero que debajo del cielo si existen los cambios o tiempos de cambio” (Eclesiastés 3: 1).
De esta manera, todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su momento y el tiempo de Dios es perfecto. Toda la creación está regida y gobernada por los cambios, por eso tenemos las estaciones del año, el ser humano nace, crece, se desarrolla y muere.
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De esta manera, Dios tiene el control de todas las cosas, y es soberano y hace las cosas conforme a su voluntad que es perfecta: “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo” (Salmo 19.7).
A qué se refiere la doctrina de la conversión cristiana
Esta doctrina dentro del evangelio es un tema muy importante porque a través de la conversión es que podemos obtener la estatura de Cristo, de manera que si no nacemos de nuevo y no cambiamos, no podremos avanzar en nuestra vida espiritual.
Al respecto la palabra nos señala lo siguiente: “entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Efesios 2.3).
En este sentido, es indispensable que los creyentes estén enfocados en el cambio, en una verdadera transformación en nuestra mente, espíritu alma y corazón, y esto se debe manifestar en nuestros actos, en nuestro testimonio.
El cambio debe darse completamente para poder agradar a Dios y estar, y vivir en armonía acorde con su palabra y su voluntad, ya que si no hay un verdadero cambio, no podremos avanzar y no podremos obtener los beneficios espirituales que nos tiene el Señor en este mundo, y así tener entrada al Reino de los Cielos.
A nosotros nos es necesario experimentar un cambio completo en nuestras vidas de manera que agrademos a Dios al estar en armonía con su palabra. Cuando un pecador se arrepiente, Dios hace la obra de convertirlo en un cristiano.
Así que si no existe un cambio verdadero, no hay conversión, y esta transformación incluye mente, espíritu, alma y corazón. Al respecto la palabra nos señala lo siguiente: “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:4)
En este sentido que para permanecer firmes en Cristo Jesús debemos ser una nueva criatura, una nueva creación, manifestando un cambio de adentro hacia afuera. La palabra lo señala en el siguiente pasaje: “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación” (Gálatas 6.15).
De esta manera, la incircuncisión se refiere a nuestra transformación espiritual y personal y abarca rodos los aspectos de nuestra vida, en la cual nos convertimos en luz en medio de las tinieblas. De esto se trata el verdadero cambio, en dejar lo carnal para entrar en el plano espiritual.
Ejemplos bíblicos del verdadero cambio en Cristo Jesús
En la biblia podemos encontrar diferentes ejemplos de cambios verdaderos en los cuales la obra de Dios se ha manifestado. Dentro de los cuales encontramos los siguientes:
1.- La mujer en la casa de Simón
Esta mujer aparece como una persona pecadora que se humilló ante Jesús y fue limpiada de su pecado, ya que le brindó honor y gloria al Señor para que la limpiara de su pecado.
De esta forma Jesús nos da una gran lección acerca de lo que significa el amor y el perdón, ya que su misericordia nos ha alcanzado y ahora podemos ser transformados, así como esta mujer lo fue. Esto se puede apreciar en el siguiente pasaje:
“Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume” (Lucas 7:37-38)
De esta forma, una mujer fue perdonada y transformada porque alcanzó la misericordia de Jesús, quien no la rechazó al ver su disposición y su humillación al sentirse pecadora ante el Señor.
2.- Saulo de Tarso
Uno de los ejemplos claves de lo que significa un verdadero cambio es el caso de Saulo de Tarso, quien era un perseguidor de los cristianos, participó en el asesinato de Esteban y de muchos cristianos. Pero Jesús lo tumbó de caballo, lo cegó y lo convirtió a Cristo para siempre.
Una vez que este hombre tan importante de la biblia fue convertido y tuvo una experiencia directa con Jesús, dejó de perseguir a los cristianos porque su vida cambió por completo, dejando atrás lo que hacía anteriormente, y de eso se trata, de dejar de hacer lo malo delante de Dios.
De esta forma, Saulo se convirtió en un verdadero cristiano y volvió a ser un gran defensor de la fe. Por lo cual, Saulo experimentó un verdadero arrepentimiento, se entregó totalmente a la obediencia a Dios, sintiendo ese deseo de aprender y de hacer la perfecta voluntad de sufrir por causa de Cristo Jesús. En este pasaje se puede observar el encuentro que este siervo de Dios tuvo con Jesús:
“Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer” (Hechos 9:3-6)
De esta manera, Saulo de Tarso fue transformado y llevó a cabo el propósito de Dios en su vida y actualmente podemos leer este hermoso testimonio acerca de la conversión real a Cristo Jesús.
3.- El carcelero
El carcelero era un pecador de corazón duro como una piedra que incluso tenía pensamientos suicidas cuando reconoció el peligro en que se encontraba en aquel instante. Pero él fue guiado por la gracia de Dios hacia el evangelio mediante Pablo y Silas. Desde ese momento, dejó de ser un perseguidor para ser un amigo de los discípulos, fue bautizado y creyó fielmente en Dios.
Este testimonio de Pablo y Silas nos revela además que en medio de la prueba que estaban pasando al estar encarcelados injustamente, y al haber sido golpeados y encadenados. Ante esta terrible situación alabaron y glorificaron el nombre de Dios. Esto lo podemos ver en el siguiente pasaje:
“A eso de la medianoche, Pablo y Silas se pusieron a orar y a cantar himnos a Dios, y los otros presos los escuchaban. 26 De repente se produjo un terremoto tan fuerte que la cárcel se estremeció hasta sus cimientos. Al instante se abrieron todas las puertas y a los presos se les soltaron las cadenas. El carcelero despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada y estuvo a punto de matarse, porque pensaba que los presos se habían escapado. Pero Pablo le gritó: —¡No te hagas ningún daño! ¡Todos estamos aquí! El carcelero pidió luz, entró precipitadamente y se echó temblando a los pies de Pablo y de Silas. Luego los sacó y les preguntó: —Señores, ¿qué tengo que hacer para ser salvo? —Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos —le contestaron” (Hechos 16: 25-31)
En este sentido, cuando estamos enfocados en el cambio, en medio de la prueba encontramos refugio en el Señor y a través de nuestra alabanza podemos edificar las almas perdidas, a través de nuestro testimonio podemos atraer las almas a Cristo, a su luz admirable.
Cómo actúa una persona transformada en Cristo Jesús
Como ya se ha explicado anteriormente, ser transformado en Cristo Jesús significa tener una nueva vida. Y esto se manifiesta en nuestra vida diaria de la siguiente manera:
1.-No andamos “conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”
En el libro de Romanos podemos encontrar grandes enseñanzas acerca de la importancia de dejar los deseos carnales y vivir en el Espíritu, ya que cuando aceptamos a Cristo debemos dejar morir al viejo hombre y comenzar una nueva vida en Cristo Jesús, despojándonos de toda atadura del pasado que no nos permita crecer a nivel personal y espiritual:
“sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él” (Romanos 6: 6-8).
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De esta forma que Jesucristo venció el pecado a través de su muerte en la cruz del calvario y por eso cada creyente es muerto para el mundo para comenzar una nueva vida en Cristo Jesús.
2.- Somos adoptados como hijos de Dios
Cuando estamos enfocados en el cambio, tenemos la convicción que hemos sido adoptados por Dios como sus hijos, y ahora tenemos una vida nueva, apartados para el Señor. Esto se puede apreciar la palabra:
“Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. (...) Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Romanos 8.10, 14–15).
3.- Debemos ser humildes
Uno de los aspectos que debemos considerar si queremos estar enfocados en nuestro cambio personal, es la humildad, y uno de los grandes ejemplos lo podemos ver en Jesucristo, quien siendo el Hijo de Dios se despojó para darnos vida a nosotros y vida en abundancia.
Nos salvó de las ataduras del pecado y nos dio la oportunidad de conocer su amor y misericordia y ser perdonados de nuestras iniquidades. Esto lo podemos ver en el siguiente pasaje:
“sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre” (Filipenses 2:7-11 )
Por otro lado, Jesucristo nos dio muchas enseñanzas acerca de la humildad, el amor, la compasión. Nos explica que solamente cuando disponemos nuestro corazón solo a Dios y nos presentamos ante él como niños podemos alcanzar su misericordia y favor:
“En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos” (Mateo 18: 1-4)
4.- Somos revestidos de la justicia del Señor
Cuando somos hijos de Dios, estamos revestidos de su justicia en todo momento porque él nos resguarda y protege. Gracias al sacrificio de Jesús podemos ser justificados por su sangre preciosa derramada en la cruz del calvario. Al respecto la palabra de Dios nos muestra promesas hermosas: “Sion será rescatada con juicio, y los convertidos de ella con justicia” (Isaías 1:27).
En este sentido, como hijos de Dios estamos enfocados en el cambio que vamos a ir adquiriendo en Cristo Jesús, donde seremos procesados para perfeccionar su obra en nosotros. De esta manera estamos dejando atrás nuestra vida pasada, haciendo cambios en nuestra manera de pensar, sentir, amar y obrar como verdaderos Hijos de Dios.
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