La Familia Primero. 3 Disciplinas Fundamentales que la Consolidan.

La Familia Primero. 3 Disciplinas Fundamentales que la Consolidan.Cuando consideramos a la familia primero, nuestra evaluación en gastar tiempo, dinero o recursos en ellas es ínfima por las bendiciones que se obtienen.

Hoy vemos familias disfuncionales o incompletas en su núcleo, aisladas y sin ninguna orientación más que la  que proviene de la reacción a las necesidades de las mismas.

Las familias anda como ovejas sin pastor. Esto es peligroso para el mantenimiento de los valores cristianos que se van desapareciendo en la sociedad cuando no se ejercen en la familia.

Dios nos muestra en su palabra tres disciplinas que debemos practicar para mantener la buena salud de los nuestros cuando consideramos a la familia primero.

Índice De Contenidos

    Dios creó a la familia

    Dios creó a la familia y está profundamente interesado en su bienestar. Él creó a Adán y Eva y con ella el núcleo familiar del matrimonio, les hizo semejantes pero diferentes y con funciones y jerarquías definidas delante de él.

    Ellos habrían de ser administradores de la creación y tendrían como fin poblar la tierra y mantener la especie humana (Gen 1.26-27). En Adán y Eva se crea el primer núcleo familiar con el modelo futuro de la familia, en cuanto a dejar padre y madre, unirse a su mujer y conformar en una sola carne un nuevo núcleo familiar (Gen 2.23-24)

    La familia no solo era el núcleo familiar de padre y madre, también encontraban cobijo en ella los desamparados y cautivos. Los mas necesitados que siempre disfrutan de la misericordia y el amparo de Dios.

    Por supuesto, los rebeldes y contumaces no tienen cabida en la familia ampliada por su misma condición de antisociales (Sal 68.6), entonces la familia pasa a ser del núcleo familiar de padre y madre, a hijos hermanos, parientes y otras personas que necesitaban del apoyo de una casa o clan de personas afines.

    En Israel, la familia extendida fue la base de la unidad social. Cuando Nehemías regresó del exilio con el pueblo, fueron empadronados según su genealogía (Neh 7.5). Ya en Israel era una costumbre muy antigua contar al pueblo por familias, de acuerdo a las casas de los jefes de familia (Núm. 2.32).

    Usualmente los cabezas de familia eran los líderes y principales en el pueblo, y podían discutir los asuntos de jurisprudencia y de ley entre ellos (Núm. 36.1). También se escogían a los jóvenes para el servicio militar a través de los jefes de cada familia(Núm. 1.4), y el botín de guerra era repartido de igual manera, a través de los jefes de cada familia (Núm. 31.26).

    También los asuntos de religión era consultado a los principales de cada familia, tal como el caso donde se introdujo el arca en el templo (1 Rey 8.1) o cuando el rey Salomón ofrecía sacrificios a Dios junto con los principales de cada familia de Israel.

    Las familias también tenían obligaciones religiosas delante de Dios. Debían agradecer y alegrarse, y comer delante de Dios de todo el fruto del trabajo que Jehová le hubiese bendecido hasta aquél día (Deu 12.7). En Egipto Dios dio ordenanzas religiosas para que la familia se mantuviera a salvo de las plagas con que Dios habría de castigar a los egipcios (Exo 12.22).

    Los sacrificios, holocaustos, ofrendas y diezmos con los cuales se honraba a Dios y los israelitas pagaban sus votos debía ser llevado por toda la familia. (Deu 12.11-12), y era el cabeza de familia quien debía liderar toda la observancia religiosa requerida por Dios a la familia (1 Sam 1.21)

    Igualmente, las familias debían enseñar a los hijos la Ley de Dios. Solamente a través de la enseñanza de la ley, el pueblo iba a conservar su identidad, religión, educación y costumbres santas en medio de la tierra que iban a poseer, con vecinos paganos, que no conocían a Jehová ni a su santa ley (Sal 78.5-7). Así, el pueblo iba a conservar la vida y sus raíces religiosas por siempre, al igual que su prosperidad y bienestar.

    De manera que esta ley debía ser enseñada con pasión, con ahínco, con constancia y a través de todos los recursos disponibles, tratando de que ninguno de los hijos de las familias de Israel se quedaran sin recibir esa instrucción.

    Ella era el antídoto para el virus de la idolatría y el paganismo que iba a rodear a Israel en la tierra de Canaán y que iba a atentar contra las creencias y la cultura de Israel, con el peligro de ser absorbido por esas creencias y desaparecer como nación (Deu 6.1-9) .

    De allí, la importancia de que la instrucción religiosa fuese una necesidad para los hijos de las familias de Israel.

    Dios describe la relación con su pueblo con la metáfora de la familia. Dios compara a su iglesia y todos sus creyentes como la familia de la fe (Gal 6.10), y dice que solo a su pueblo conoció, de entre todos los pueblos, como a su familia (Amos 3.1-2), y como a tales, les iba a disciplinar.

    Ya en el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo nos enseña que tomamos nombre de cristianos, como el nombre de toda la familia, comunidad de creyentes, en los cielos y en la tierra (Efe 3.14-15), y que el juicio de Dios, dice el apóstol Pedro, comenzará por su casa ((1 Pe 4.17).

    Aquí vemos, entonces, como la comunidad de creyentes es comparada con la familia de Dios, con las mismas características y obligaciones que hemos descrito anteriormente, pero teniendo un nuevo jefe y cabeza de la familia, Dios mismo, Nuestro Padre Celestial.

    De tal manera, que somos llamados sus hijos (Jn 1.12-13). A través de la confesión de fe en Jesucristo, llegamos a ser adoptados por el Padre, y por lo tanto, pasamos a ser hermanos y hermanas en la familia de Dios, junto a nuestro Señor Jesucristo, que no se avergüenza de llamarlos hermanos (Heb 2.11), con los mismos derechos y obligaciones que se exhiben en una familia conformada como las que se hicieron en el Antiguo Israel, conforme al primer modelo de Dios.

    En el libro de Hechos, en la primera expansión del evangelio por las iglesias de Europa, vemos como familias completas fueron salva por el testimonio apostólico. (Hch 16.25-34). Dice el libro de los Hechos, que Pablo y Silas fueron arrestados  en la ciudad de Filipos, y estando encadenados en la cárcel, empezaron a cantar himnos, a  Señor.

    De repente, hubo un gran terremoto y los presos se soltaron de las cadenas de sus prisiones y escaparon. El carcelero al ver esto, quiso suicidarse, siendo persuadido por Pablo y Silas de que no lo hiciera, él recibió el evangelio de Pablo y Silas, y luego fue con ellos a su casa, donde hubo ocasión para que toda su familia oyera el evangelio y fuese salva, tal como ocurrió (Hch 16.34)

    El apóstol Pablo pone como cualidad de un líder cristiano el buen manejo de su casa (1 Ti 3.4-5) y les conmina a ser responsables en la provisión para sus familias. (1 Ti 5.8).

    El comportamiento familiar ha sido una constante en considerada por Dios en su relación con ella. La Biblia nos muestra familias que honraban a Dios y disfrutaban de su cuidado. Dios estableció pacto con Noé y su casa por que le consideró justo en medio de la generación perversa en la que estaba viviendo y le permitió la entrada al arca con toda su casa (Gen 6.18; 7.1). Por otra parte, en el desierto, las familias que se mantuvieran en el cumplimiento de la ley, recibirían la misericordia generosa y abundante de Dios (Deu 5.8-10).

    Igualmente a quienes se mostraron fieles y confiables recibieron la bendición de Dios junto con sus familias (2 Sam 6.11). El prometió a Jonadab  quien fu obediente y guardó todos los mandamientos de Él, que de su descendencia nunca faltaría un varón en su presencia. (Jer 35.17-18). Dios prometió a Sedequías rey de Israel, salvar a su casa si hacía su voluntad de la invasión de Babilonia (Jer 38.17-18)

    Así, la familia que se mantiene en honor y honra hacia Dios y su santa voluntad, recibirá la honra y la misericordia de parte de su Creador.

    Por otra parte, Dios juzga a las familias que le desobedecen. El cuarto mandamiento es bastante propicio en cuanto a esto. Dios advierte a quienes honren e idolatren cualquier cosa que no sea el Creador, Él castigará hasta la cuarta generación de los que le aborrecen y no le honran como Dios (Exo 20.4-5) .

    Así lo demostró en el desierto, cuando el pueblo de  Israel transitaba por él. Dios hizo muestra de su poder ante la familia de Coré, que decía que Moisés actuaba por propia cuenta sin ser mandado por Dios, renegando así de su Libertador, Jehová de los ejércitos.

    Dios hizo que la tierra se abriera y se tragara a la familia de Coré, su casa y sus bienes, para demostrar que él sí era Dios, y que ellos morirían así como señal de que Dios estaba con Moisés y con todo lo que Moisés había hecho con el pueblo en el desierto (Núm. 16.23-32). Eso ocurrió en medio de Israel (Deu 11.6).

    Dios castigó la casa de Elí, porque el sacerdote permitió el comportamiento blasfemo de sus hijos, y condenó a su casa y a toda su descendencia a no poder ofrecer sacrificios de expiación por siempre, dictando así su condenación sobre ella. (1 Sam 3.12-14).

    David pidió a Dios que castigara a su casa y su familia cuando vio la destrucción del pueblo de Israel por un ángel del Señor, por causa de sus pecados. Y quiso evitar de esa manera la destrucción de Israel. (2 Sam 24.17)

    De tal manera que, para los que buscamos la felicidad de la familia primero,  el bienestar de nuestras familias, depende de la actitud que tomemos en la presencia de Dios, podemos amarle y honrarle para recibir su protección y cuidados, o aborrecerle y recibir su condenación, eso está en nuestras manos como familias.

    3 Actividades fundamentales que deben realizar a quienes consideran a la familia primero.

    Una vez vista la bendición que Dios nos otorga al pertenecer a una familia, o ser cabeza de ellas, vamos a observar tres disciplinas fundamentales que la consolidan. La familia debe ser edificada sobre fundamentos sólidos para que su fortaleza espiritual sea evidente. Una familia prudente, que edifica sobre el fundamento sólido de la palabra de Dios (Mat 7.24-27), debe practicar 3 disciplinas espirituales fundamentales para lograr ese objetivo.

    Entendemos como disciplina a lo que tiene ver con las actividades, enseñanzas, normas o principios que enmarquen un estilo de vida. Veamos.

    Los que colocan a  la familia primero, la unen en la disciplina de la  oración .

    La primera disciplina importante en la formación de un fundamento espiritual sólido en la familia es la oración. El profeta Samuel fue formado con la oración como una norma de conducta en su familia. En 1 Sam 1.9-17 encontramos la oración de Ana, la madre de Samuel, por su hijo Samuel. Luego, el niño se formó en el templo, y ministraba, y la gracia de Dios y de los hombres era con él.

    Muchos años después encontramos al profeta Samuel diciendo que estuviese lejos de él, el hecho de pecar en cuanto a dejar de orar por su pueblo (1 Sam 12.23), así vemos el resultado de la formación del valor de la oración en los más pequeños de la familia desde su juventud. La oración en familia fortalece espiritualmente a quienes la practican.

    Veamos la importancia de la oración en el contexto de la familia: En Lucas 18.1-8 vemos la importancia de perseverar en el clamor a Dios. Esta parábola nos enseña sobre una viuda y un juez injusto, que no quería escuchar su demanda, fue de tanto importunar al juez que éste le atendió. Así, estamos llamados a orar en el contexto de la familia de manera perseverante, hasta que Dios escuche el clamor de los intereses afines del grupo familiar que se ha presentado ente Él.

    También el apóstol Pablo nos hace el llamado de orar sin cesar (1 Tes 5.17). La perseverancia de la oración une a la familia en un mismo sentir. La oración evita las tentaciones, y por nuestra debilidad humana, cuando oramos en familia nos ayudamos a perseverar y a soportar las cargas de unos y otros (Mat 26.41).

    El salmo 3 4-5 nos enseña que el sueño de nuestra familia depende del clamor a Dios, y de la confianza que nos produce el haber presentado las peticiones de la familia ante Dios, sabiendo que él responderá para nuestro bien conforme a su voluntad.

    Y no solamente al acostarse, sino que al levantarse, la familia debe hacer oración dando gracias a Dios por el día que pasó y pidiendo por las bendiciones que ha de brindar a la familia en el nuevo día que va a transcurrir. (Sal 5.1-3).

    Entonces, cuando colocamos a la familia primero como valor fundamental, debemos de practicar como disciplina todas las actividades de oración posible que pueda mantener unido a ese núcleo familiar delante del Señor, para mostrar fortaleza espiritual ante cualquier tipo de circunstancia.

    Los que colocan a  la familia primero, la forman doctrinalmente a través de la disciplina del estudio bíblico.

    Esta segunda disciplina, nos ayuda a la formación en los valores bíblicos a través de los cuales debe actuar la familia primero como cuerpo, y tomar decisiones a través de ellos.

    Vemos en Deut 6.14 como Dios nos insta a no andar en pos de dioses ajenos que están en nuestros contornos.

    Es decir, que no solamente necesitamos la formación teológica de la palabra en el conocimiento de Dios, sino también la formación moral en los valores y costumbres bíblicas para evitar ser absorbido por el entorno, ya que si llegamos sin una base sólida en la educación bíblica el entorno hará su trabajo en nosotros, haciéndonos caminar en pos de ídolos falsos, como el materialismo y las riquezas, la idolatría y las perversiones morales en las cuales se desenvuelve nuestra sociedad y que nos lo venden como lo realmente bueno y placentero (Rom 1.18-32).

    El único antídoto contra los dioses de nuestros entorno es una formación sólida en el conocimiento de la palabra de Dios a través del estudio bíblico.

    el estudio bíblico en fundamental por su utilidad a la familia.  En 2 Tim 3.16-17 vemos algunas razones de su importancia:

    Es útil para enseñar. Esta enseñanza es la senda que debemos seguir a través de la Palabra, aprendemos doctrina en la Palabra de Dios como norma de fe y de vida.
    Para redargüir.

    La palabra de Dios nos muestra cuando nos salimos de la senda por la que transitamos con la enseñanza recibida Para corregir. La corrección nos enseña cómo regresar a ese camino de la enseñanza de donde nos hemos salido.

    Para instruir en justicia. Esta capacitación en rectitud nos enseña cómo permanecer en ese camino. De tal manera que la Palabra de Dios es un completo manual para vivir la vida cristiana y de allí la utilidad de permanecer en el estudio bíblico sistemático y constante en el seno de la familia.

    Los que colocan a  la familia primero, la reúnen constantemente con la fraternidad de creyentes en Cristo.

    La reunión de la familia con la iglesia, la comunidad de los creyentes, hace que la iglesia crezca exponencialmente en número, pero también en cualidades espirituales corporativas que son la marca distintiva de una iglesia de acuerdo al modelo de la primera iglesia en Jerusalén, que se describe en Hechos 2.42-47 y que vamos a detallar ahora:

    La iglesia crece en amor a través de la comunión. (Hch 2.42). La comunión entre las familias de la iglesia tiene como piso el amor, aquel amor que busca poner sus recursos y talentos y dones en función de tu prójimo y para su edificación.

    La comunión a su vez, estimula al amor y a las  buenas obras, ya que así es como debe conservarse la iglesia y la familia cada vez que consideramos mas de cerca la venida de nuestro Señor Jesucristo. (Heb 10.24-25)

    La iglesia crece en fuerza a  través de la adoración (Hch 2.42), la familia debe congregarse con otras familias para la oración y la adoración, esto traerá fuerza y presencia espiritual para rechazar los ataques del enemigo a las instituciones como la iglesia y la familia y podrá enfrentar en oración y adoración cualquier estratagema de Satanás por destruirla. La oración y la adoración unen y dan fuerza a la iglesia.

    La iglesia crece en amplitud con los ministerios familiares (Hch 2.45). Las familias se reúnen para practicar los ministerios de misericordias entre ellas, ayudándose según sus necesidades para sobrellevar adelante los propósitos de Dios con las familias, Las familias deben reunirse con regularidad para la práctica de tales ministerios.

    La familia crece en profundidad y desarrolla liderazgo con otras familias creyentes que hagan estudios bíblicos (Hch 2.42). La edificación mutua proviene de las familias se reúnan para estudiar la Palabra de Dios a través de charlas, conferencias i devocionales. Es edificante para todos.

    Las iglesias crecen en número a través de la evangelización de las familias. Ya lo vimos con el ejemplo del carcelero en Filipos (Hch. 16.25-34). Pero también las familias pueden reunirse y organizar eventos entre sus amistades y así apoyarse en las actividades de evangelismo.

    Para los que queremos que la familia primero ejerza la disciplina de congregarse, no dejemos de estimularnos a las buenas obras entre familias y comunidad de creyentes, solo así mostraremos la robustez y fuerza espiritual que emana  de dichas reuniones.

    Amados. Es un privilegio y una bendición lo que Dios nos ha mostrado cuando la familia es lo primero. Sigamos luchando hasta desmayar por las prioridades cristianas que debemos tener para la consolidación de nuestras familias para la gloria y honra de Dios a través de ellas, y como la expansión de su reino en la comunidad. Amén.

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