La fe que agrada a Dios

La fe que agrada a Dios es aquella que sobrepasa todo entendimiento, es cuando se espera algo con la certeza y confianza plena de que sucederá y que Dios obrará a su tiempo. Tal como lo expresa su palabra: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” (Hebreos 11:1)

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De esta manera la fe en Cristo es aquella que nos justifica, donde reconocemos al Padre, a nuestro Señor y único Dios. Sin embargo la fe no es solo creer en Dios, ya que la fe va mas allá de la salvación porque es el principio que nos permite comprender que en Cristo somos herederos de las promesas que nuestro Padre nos ha hecho.

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    Características de la fe que agrada a Dios

    Cuando se nos presentan circunstancias adversas en la vida, es común escuchar que las personas nos digan frases como: “Hay que tener fe”, “confía en Dios”. Pero el interrogante que se nos presenta es si realmente practicamos la fe, y si podemos tener fe en un momento difícil.

    Las Sagradas Escrituras nos muestran que los milagros y prodigios que hizo Jesús cuando vino a la tierra dieron pie a muchos interrogantes, donde en muchos casos existió la duda y el temor, como en el caso de Pedro cuando caminó sobre el agua:

    “Cuando los discípulos lo vieron andar sobre el agua, se asustaron, y gritaron llenos de miedo: —¡Es un fantasma! Pero Jesús les habló, diciéndoles: —¡Calma! ¡Soy yo: no tengan miedo! Entonces Pedro le respondió: —Señor, si eres tú, ordena que yo vaya hasta ti sobre el agua.  —Ven —dijo Jesús. Pedro entonces bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Jesús. 30 Pero al notar la fuerza del viento, tuvo miedo; y como comenzaba a hundirse, gritó: —¡Sálvame, Señor! Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: —¡Qué poca fe tienes! ¿Por qué dudaste?” (Mateo 14:26-31)

    Así que a pesar de las circunstancias y de nuestras inseguridades, debemos recordar que Dios es fiel y su misericordia es para siempre. Pero nuestra fe debe estar firme para poder agradar a Dios. Esta fe presenta las siguientes características:

    1) La fe impacta la familia

    Unos de los propósitos que tiene Dios es que quiere establecerse en nuestras generaciones. Esto lo podemos observar en el libro de Génesis 5:15-18 " Y Mahalaleel vivió sesenta y cinco años, y engendró a Jared. Y vivió Mahalaleel ochocientos treinta años después de haber engendrado a Jared, y engendró hijos e hijas. El total de los días de Mahalaleel fue de ochocientos noventa y cinco años, y murió. Y Jared vivió ciento sesenta y dos años, y engendró a Enoc."

    En este sentido, si como creyentes tenemos un testimonio correcto ante los ojos del Señor, los miembros de nuestra familia, conocerán el camino de Cristo. En éste pasaje en particular podemos apreciar que en la ascendencia de Enoc siempre hubo fe y temor de Dios y esto lo transmitieron a sus generaciones. Esto lo vemos mediante sus nombres: Mahalaleel que significa “Dios brilla”, Jared denota “siervo” y Enoc significa “consagrado”.

    Cabe destacar que Jared tuvo muchos hijos e hijas, pero Enoc fue quien se resaltó, y en la biblia sobresale su nombre, ya que anduvo de la mano con Dios, lo cual fue del agrado de Dios. De este modo observamos una vez más que la fe resalta a los hombres y mujeres de Dios en la palabra.

    2.- La fe se manifiesta en la vida diaria

    La fe nos conduce a querer caminar siempre con Dios, poner todo en las manos de Dios y dejarle nuestras cargas y no pelear por nuestras propias fuerzas, tal como lo hizo Enoc, quien se aferró a Dios en todo momento: " Y Enoc anduvo con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó" (Génesis 5:23-24)

    La fe que agrada a Dios
    La fe que agrada a Dios

    Enoc fue un hombre que logró desarrollar la amistad con Dios, él vivía en la tierra pero su caminar se centraba en la voluntad del Señor, por lo cual en muchos casos, iba en sentido contrario a las mayorías. Así que este personaje bíblico no andaba en el camino del mal, sino que se dejaban guiar por la luz de nuestro Padre Celestial. Nunca se apartó de Dios, siguiendo el camino recto del Señor. Por lo cual fue bendecido con una larga vida, tal como se puede ver en la palabra:

    “Y Enoc vivió sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén. Y Enoc anduvo con Dios trescientos años después de haber engendrado a Matusalén, y engendró hijos e hijas.” (Génesis 5:21-22)

    3.- La fe es sobrenatural

    La fe que agrada a Dios es sobrenatural. En el caso de Enoc fue inspirado en el Espíritu Santo y escuchaba la voz de Dios porque era su amigo y en los trescientos años que caminó junto al Señor pudo presenciar manifestaciones poderosas y revelaciones sobrenaturales. De igual forma Enoc era una profeta que proclamaba los mensajes del Señor, tal como lo apreciamos en la palabra:

    " De éstos también profetizó Enoc, en la séptima generación desde Adán, diciendo: He aquí, el Señor vino con muchos millares de sus santos, para ejecutar juicio sobre todos, y para condenar a todos los impíos de todas sus obras de impiedad, que han hecho impíamente, y de todas las cosas ofensivas que pecadores impíos dijeron contra El." (Judas 1:14-15)

    4.- La fe nos lleva a la presencia del Señor

    Enoc fue del agrado de Dios debido a su fe, así que no experimentó la muerte para llegar a la presencia de nuestro Padre:" Por la fe Enoc fue trasladado al cielo para que no viera muerte; y no fue hallado porque Dios lo trasladó; porque antes de ser trasladado recibió testimonio de haber agradado a Dios." (Hebreos 11:5)

    De esta manera el Señor no permitió que Enoc conociera la muerte, ya que él no tendría el mismo rumbo de los demás. Aunque este aspecto es difícil de entender porque aborda lo sobrenatural, Enoc fue transportado, arrebatado, transformado.

    Igualmente sucedió con Elías, tal como lo podemos observar en 2 Reyes 2: “He aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos y Elías subió al cielo en un torbellino” En este caso de igual forma fue buscado y no lo hallaron. De la misma forma en que Dios levantó a Enoc, a Elías, Cristo regresará y su iglesia será arrebatada, tal como lo dijo por Jesús en las Sagradas Escrituras: “vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:3)

    5.- La fe es recompensada por Dios

    La fe que agrada a Dios es aquella que nos lleva a la presencia de Dios, nos firmes en medio de la tormenta, nos proporciona la paz que sobrepasa todo entendimiento y nos da libertad. Esta fe solo se logra cuando se mantiene una comunión con Dios constante, profunda y sincera; cuando se conoce a fondo el propósito que el Señor tiene en nuestra vida y se internaliza que todas las cosas son para nuestro bien. Esto lo podemos observar en su palabra:" Y sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que El existe, y que es remunerador de los que le buscan" (Hebreos 11:6)

    En este sentido Enoc nos da el testimonio de haber tenido una fe que le agradaba al Señor, que lo llevó a caminar junto a su Padre durante trescientos años, siéndole fiel en todo momento, y siguiendo la perfecta voluntad de él.

    Esta fe de Enoc lo llevó a consolidar una verdadera relación de amistad, ya que él reconocía que Dios era real, que existía y que recompensaba a sus hijos. Así que si buscamos a Dios de corazón obtendremos galardones y un lugar lleno de privilegios, tal como lo tuvo este personaje bíblico.

    En este sentido, es fundamental andar en los caminos del Señor para así establecer los lazos de amistad con él, que nos permitan mantener la comunión con nuestro Padre y obtener las bendiciones.

    La fe que agrada a Dios es aquella que nos acerca a Dios, que nos hace creer en un Dios vivo y nos permite adentrarnos en lo sobrenatural, donde lo imposible se hace posible. Esto lo podemos apreciar en los diferentes versículos de la biblia, donde se puede observar el poder de nuestra fe:

    En este sentido, estos versículos muestran la fe que le agrada a Dios, aquella que permanece firme en todo momento, a pesar de las circunstancias en las que nos encontremos, y donde damos muestra de nuestra credulidad, esperando las promesas de Dios con la convicción de que recibiremos en su tiempo nuestra recompensa.

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