La importancia del arrepentimiento - 3 Parábolas sobre el perdón
La importancia del arrepentimiento es que a través de éste logramos nuestra salvación por medio de Nuestro Señor Jesucristo, quien intercede por todos nuestros pecados. De este modo que cuando nos arrepentimos estamos rindiendo nuestra vida a Dios y reconociendo nuestra debilidad ante su Presencia.
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Sin un verdadero arrepentimiento no alcanzaremos la justicia divina de Jesús y no podremos entrar en el reino de los cielos. Así que cuando se da un sincero arrepentimiento es porque hemos sido llamados y el Espíritu Santo ha abierto nuestra mente para que podamos comprender la palabra de Dios, la cual nos enseña la verdad y nos muestra el camino que debemos seguir.
La importancia del arrepentimiento – Qué significa según la palabra de Dios
La palabra “Arrepentimiento” es la traducción al español del vocablo griego “metanoía” que significa cambiar de mente o pensamiento. Sin embargo a la luz de la biblia, el Nuevo Testamento tiene relación con la palabra hebrea “volver”.
Tal como se señaló anteriormente el verdadero arrepentimiento tiene relación con dejar el pecado, apartarnos de las viejas costumbres y comenzar una nueva vida en Cristo Jesús porque sin santidad no podremos ver al Señor y para santificarnos debemos primeramente arrepentirnos de corazón, tal como lo expresa la palabra:
“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14)
De esta forma, en este pasaje se acentúa la importancia de humillarse delante de la presencia de Dios para poder ser redimido de todo pecado y poder recibir las bendiciones que él tiene para cada uno de sus hijos.
Muchas veces pensamos que ya Dios nos perdonó, pero como seres humanos tenemos debilidades porque nuestra condición natural nos hace pecar sin darnos cuenta. Por eso debemos mantener una estrecha comunión con Dios para mantenernos puros delante de su presencia.
En este sentido, resulta necesario pasar por un proceso para que podamos eliminar de nuestra vida lo que nos ata. Como hijos de Dios debemos cambiar de adentro hacia afuera, manifestando el fruto del Espíritu en nuestra vida y en todo momento, no solo cuando nos están viendo o cuando vamos al templo.
En este sentido, el arrepentimiento es lo que nos da entrada al Reino de los cielos porque para poder estar en la presencia del Señor, debemos estar con vestiduras blancas, sin mancha.
Por eso debemos confesar nuestros pecados diariamente porque aunque no somos de este mundo, vivimos ahí y constantemente estamos siendo asediados por el enemigo, quien no descansa y tiene como propósito principal la destrucción la obra de Dios aquí en la tierra. Tal como lo señala la palabra: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10)
En este sentido, debemos estar apercibidos y buscar el camino de santidad en Cristo Jesús porque en la actualidad se tiene una idea errada de que una vez que nos ha perdonado Dios, ya no es necesario arrepentirnos.
Pero en este mundo seremos tentados en todos los aspectos de nuestra vida y el enemigo se va a valer de cualquier oportunidad para entrar y darle autoridad a las tinieblas para que forme parte de tu vida y te aparte de los caminos de Jesús.
Así que es de suma importancia que nos examinemos diariamente para que nuestro arrepentimiento sea sincero y esto puede tomarnos tiempo, por eso en el momento en que hemos aceptado a Nuestro Señor Jesús como nuestro único y verdadero salvador, el Espíritu Santo comienza a morar en nosotros y comienza a redargüirnos, a contristar nuestro corazón porque nos guía a toda verdad:
“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir” (Juan 16:13)
En este sentido, Nuestro Señor Jesucristo nos va moldeando a través de su Santo Espíritu y nos alerta cuando estamos en peligro de caer. Por esos debemos tener nuestros sentidos agudizados y estar atentos a las decisiones que tomamos, debemos cuidar nuestra manera de actuar, ya que nuestra vida es testimonio de que lo que Dios hace por cada uno de nosotros.
Al respecto Jesús nos enseñó en su Ministerio aquí en la tierra que lo más importante para cada uno de nosotros es poder entrar en el Reino de Dios, y enfatizó que el arrepentimiento es fundamental para llegar a esta meta.
Sin embargo, para poder alcanzar el objetivo principal de entrar al Reino de los cielos tenemos que purificar nuestra vida y apartarnos de los caminos de maldad. Y desde el Antiguo Testamento se nos advierte acerca de la importancia de estar apartados del mundo, tal como se señala en el siguiente pasaje:
“Y envió el Eterno a vosotros todos sus siervos los profetas, enviándoles desde temprano y sin cesar; pero no oísteis, ni inclinasteis vuestro oído para escuchar cuando decían: Volveos ahora de vuestro mal camino y de la maldad de vuestras obras . . .”(Jeremías 25:4-5).
Por otro lado, se debe señalar que en el Antiguo Testamento estábamos bajo una ley y que para poder estar en la gracia, Dios envió a su único hijo a este mundo como el cordero del mundo, quien a través de su vida, muerte y resurrección nos diera vida y vida en abundancia.
Así que el pacto de Cristo en la cruz del Calvario nos liberó de todo pecado y nos da entrada a la presencia del Señor. Esto lo podemos apreciar en el siguiente pasaje:
“Y les dijo . . . era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos . . . Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:44-47).
En este orden de ideas la palabra de Dios, nos señala desde el principio que el Señor ha enviado a sus siervos con el mismo mensaje: “Convertíos, y apartaos de todas vuestras transgresiones, y no os será la iniquidad causa de ruina. Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo” (Ezequiel 18:30-31).
Jesucristo vino a buscar a los pecadores – 3 Parábolas enseñadas en su evangelio
Una vez que hemos entendido la importancia del arrepentimiento sincero de los pecados para poder entrar en el Reino de los cielos, y para poder alcanzar la victoria en medio de tantas tentaciones, debemos mantenernos debajo de las alas del Señor.
De esta manera que no debemos postergar bajo ningún concepto nuestra comunión con Dios porque cuando estamos en la presencia del Señor es cuando podemos ser realmente purificados con la sangre preciosa del cordero, porque el Señor conoce nuestro corazón y no rechaza a un corazón contristo, humillado, que reconoce su debilidad y su dependencia en Dios.
En este sentido, en la biblia podemos encontrar diferentes parábolas que nos pueden servir para ejemplificar la importancia del real arrepentimiento. En el evangelio de Lucas, capítulo 15 existen tres parábolas:
1.- La Parábola de la Oveja Perdida
Esta parábola nos enseña la importancia del arrepentimiento y también el rol que tiene un pastor en esta misión, dentro del templo es igual de importante, y la que se pierde es la que debe ser recatada y la que más necesita atención porque su camino se ha desviado y se apartado del redil:
“Entonces él les refirió esta parábola, diciendo: ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento” (Lucas 15: 3-7)
En este sentido, Jesús enfatiza a través de esta parábola la importancia de buscar a la oveja perdida y traerla al arrepentimiento, de hecho le da mayor importancia a aquella que necesita enderezar su camino y volver a su rebaño.
En este mismo orden de ideas, esta parábola es motivo de reflexión porque hace alusión a lo que hizo Jesucristo en su Ministerio aquí en la tierra, ya que él vino a buscar todo lo que se había perdido, vino a buscar lo rechazado, humillado, desechado. Hecho por el cual fue muy criticado por los fariseos. Pero Jesús tenía bien claro, cuál era su propósito y por eso daba testimonio de la Gloria de su Padre a través de sus milagros, prodigios y maravillas.
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2.- la Parábola de la Moneda Perdida
Esta parábola nos habla de la importancia de arrepentirnos para poder encontrar aquello que hemos perdido y que hemos permitido que el enemigo nos robe. Antes de encontrar la dracma perdida, la mujer tuvo que prender la luz, barrer, buscar. Y esto hace alusión al aspecto espiritual en el cual debemos limpiarnos mediante la sangre de Cristo para poder alcanzar el perdón de Dios.
Esta parábola que nos enseña Jesús manifiesta su sabiduría y su forma de ejemplificar la importancia del arrepentimiento para poder encontrar la presencia del Señor en nuestra vida y alcanzar el Reino de los Cielos:
“¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido. Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente” (Lucas 15: 8-10)
Una vez que la mujer pudo hallar la dracma perdida, se sintió gozosa y quito compartir ese gozo con los demás porque cuando encontramos la presencia de Nuestro Señor, es digno de celebración. Cada pecador que se arrepiente es motivo de júbilo y hay fiesta en los cielos.
3.- La Parábola del Padre Amoroso
Esta parábola se encuentra en el libro de Marcos 15:11-32 donde Jesús nos relata la historia del hijo pródigo, quien decide irse de su casa con el dinero de su herencia. Pero como no tenía la dirección de Dios, derrochó todo el dinero y por eso decidió volver a la casa de su padre:
“Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta” (Marcos 15: 18-23)
En este pasaje se puede observar un ejemplo de perdón y de amor, ya que cuando este hombre regresa a su casa dispuesto a pedir perdón, su padre lo recibe con los brazos abiertos y celebra con gozo su regreso. Esto causó celos en su otro hijo porque pensaba que no se merecía tan agasajo. Pero la enseñanza central de esta parábola radica en el hecho de que aquel que se había ido y estaba perdido, ha regresado arrepentido de sus acciones.
En este sentido, estas tres parábolas nos muestra la importancia del arrepentimiento y del perdón, ya que mediante la confesión de nuestros pecados podemos alcanzar la salvación. Y de la misma manera en la que Dios nos perdona, de esa misma forma debemos perdonar.
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