La mies es mucha y los obreros pocos - Análisis de este versículo bíblico

La mies es mucha y los obreros pocos hace referencia a la enseñanza que nos dejó Jesús en este evangelio, en el cual hace referencia a la cantidad de personas que pueden aceptar y recibir al Señor Jesús como su salvador, pero cuando se trata de servirle, encontramos que son pocos los que asumen este mandato. Esto lo podemos apreciar en el siguiente pasaje:

“Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo 9: 35-38)

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    La mies es mucha y los obreros pocos – Qué podemos aprender de esta enseñanza

    Cuando Nuestro Señor Jesucristo nos dijo “La mies es mucha mas los obreros pocos” nos está retando a asumir nuestra responsabilidad como hijos de Dios y a servir en su obra y así proclamar las buenas nuevas. Jesús cuando vino a esta tierra tenía muy clara la misión que a la cual había sido encomendado, y cuando comenzó su Ministerio trabajaba diligentemente y siempre se mantenía en comunión con su Padre.

    De esta manera Jesús desde que comenzó su ministerio tuvo contacto con el pueblo, con los necesitados e incluso con aquellos que luego fueron sus infamadores. En esta enseñanza entonces es importante resaltar tres aspectos importantes que debemos considerar a la hora de analizar este pequeño sermón:

    1.- Debemos salir de nuestra comodidad

    De la misma forma en que Jesús salía a predicar a todos los pueblos y aldeas, de la misma manera debemos tener la disposición de servirle a Dios pese a los obstáculos que se nos presente en la vida.

    Primeramente en esta enseñanza podemos notar que Jesús nos habla sobre dejar la comodidad y actuar conforme el propósito que tenemos en nuestra vida, dejando a un lado nuestros propios deseos o ejerciendo nuestra propia voluntad.

    De este modo, Jesús nos demanda a acercarnos a las personas y manifestar lo que Dios ha hecho en nuestra vida, orar por los demás, proclamar sanidad y en su nombre liberar, sanar y consolar. Esa es nuestra labor como siervos de Nuestro Señor.

    La mies es mucha y los obreros pocos
    La mies es mucha y los obreros pocos

    Por otro lado, en esta enseñanza Jesús nos muestra que debemos ir al Padre en oración y pedir y rogad para que envíe obreros dignos de recoger la mies de la cosecha: “Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo 9:38)

    Jesucristo visitó grandes ciudades, pequeñas, pobres, ricas y tuvo que andar por caminos oscuros y conoció personas de diferentes clases sociales, enseñó en las sinagogas, sanó enfermos.

    La pasión de Cristo y su interés por el prójimo iban más allá de los límites, y su valentía de continuar por estos caminos tan escabrosos en los cuales sus enemigos lo ofendías, lo injuriaban y dudaban de su Ministerio. Pero él se mantuvo firma y siempre tenía respuestas certeras ante las calumnias que se levantaban en su contra.

    Así que Jesús dejó toda comodidad personal y se dispuso a trabajar por la obra de Dios, manifestando a través de sanidades, liberaciones, prodigios y maravillas, el gran Poder de Dios.

    En este sentido, este compromiso de Jesús lleno de amor y pasión debe ser nuestra gran inspiración, ya que él siendo Dios, se hizo pequeño, se hizo uno de nosotros para llevar nuestras cargas y nuestros pecados.

    Sin embargo es importante resaltar que como hijos de Dios estamos llamados a servir, entendiendo que en este mundo debemos tener responsabilidades como padres, como estudiantes, como trabajadores.

    Por lo cual debemos pedirle dirección a Dios para poder servir al Señor sin que esto interfiera con nuestro rol, ya que aunque no somos de este mundo, vivimos en este mundo y debemos cumplir con el sistema en el cual estamos.

    Así que no se debe malinterpretar este mensaje, se trata de servir al Señor en todo momento sin descuidar nuestra vida personal, al menos de que sea un llamado de Dios. Por eso debemos pedir sabiduría y discernimiento para no actuar por impulsos o emociones.

    2.- Sentir compasión por el prójimo

    En esta enseñanza Jesús nos muestra su compasión por los demás, por los necesitados: “Y al ver las multitudes,  tuvo compasión de ellas;  porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor” (Mateo 9:36)

    La misericordia de Jesús en este pasaje tiene que ver con el hecho de que veía a su pueblo desorientado y confundido, y esto lo conmovió porque él vino a este mundo a proclamar la salvación de la humanidad y para ello sus ojos debían ser abiertos, y esto se lograba al proclamar su palabra, sus enseñanzas.

    La compasión de Jesús lo movió a actuar en función al pueblo y a sus necesidades, a sus padecimientos. Así que como creyentes se nos demanda a sentir compasión por nuestro prójimo y a tomar acción, atendiendo a sus necesidades.

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    Jesús no solo sintió misericordia, sino que actuó y los ayudó en todo momento, acercándose a ellos, orando, enseñando, manifestando su amor con hechos. Esto debe movilizarnos desde nuestro interior y manifestarlo en nuestras acciones, ya que la solidaridad es dar sin condición y ofrecer aquello que tenemos, y dar con la disposición de hacerlo, dejando el egoísmo a un lado.

     Jesucristo comparó a estas personas desamparadas como ovejas sin pastor, como un pueblo sin dirección alguna. Así que en la actualidad esta enseñanza es de gran edificación para las iglesias, ya que debemos seguir el ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo y buscar primeramente hacer su voluntad que es perfecta.

    Entonces desde la perspectiva de Nuestro Señor Jesucristo una de las maneras de poner en práctica la compasión y misericordia es a través de nuestros hechos, y el amor al prójimo es uno de los segundos mandamientos que sintetizan todos los demás mandamientos.

    En este sentido, como cristianos debemos tener la motivación de ayudar al prójimo con amor y en todo momento, no solo cuando me sobra, sino que en lo poco yo debe aún exponer mi disposición de dar y de entregar de todo lo que recibo por gracia de Dios. Tal como lo dice la palabra:  “Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, expulsad demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:8)

    En este mismo orden de ideas, es importante ser sensibles a la necesidad del otro, haciendo lo que podamos hacer para mejorar la condición de nuestro prójimo, por eso Cristo dice que si se nos pide algo, se lo demos sin pensar: “Al que te hiera en la mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, no le niegues tampoco la túnica” (Lucas 6:29)

    Debemos ser sensibles así como lo fue nuestro Señor Jesucristo, quien fue movido a misericordia con solo ver a las personas, sino que tomó acción y comenzar a sanar a los enfermos. De esta manera debemos estar motivados a llevar esta enseñanza a la práctica, dejar nuestros propios intereses, dejar nuestro confort y reflejar el amor y la misericordia de Cristo.

    Cómo podemos ser obreros de Dios

    Para ser obreros de Dios debemos despojarnos del viejo del hombre y convertirnos verdaderamente en un nuevo hombre, dejando nuestras cargas, nuestro ego, altivez, egoísmo para dedicarnos a servir al Señor y proclamar que somos hijos de Dios, que tenemos un llamado y que estamos dispuestos a llevar nuestra propia cruz en pro de la obra de nuestro Dios amado.

    Cuando leemos la palabra de Dios es un regocijo ante las adversidades de la vida. Con respecto a este versículo “La mies es mucha mas los obreros son pocos” podemos decir que Jesús nos quiso dar una gran lección acerca de lo que es la compasión, el servicio, nuestra misión como verdaderos discípulos del Señor.

    No basta solamente con estar al lado del maestro, tal como le pasó a los discípulos, no basta con ver sus milagros y prodigios en nuestra vida si no practicamos el amor con nuestro prójimo, y una forma de manifestar el amor es cuando le tendemos las manos, cuando le predicamos de Dios, cuando exponemos nuestra disposición de ayudarlo en todo momento.

    No se trata de tener el título “hijo de Dios” se trata de manifestarlo a través de nuestro testimonio, el cual debe revelar que somos diferentes, que estamos apartados del mundo, que estamos sellados con el Espíritu Santo y que tenemos un propósito en este mundo y es servir a nuestro Padre con todo nuestro amor y entrega total.

    De eso se trata, de amar sin condición, de ser obreros de corazón y pedirle siempre a Dios que nos ayude en esta labor porque ciertamente no resulta fácil en un mundo tan hostil, pero si tenemos a Jesús en nuestra vida, él nos dará las herramientas para hacer su voluntad y llevar a cabo la obra de Dios aquí en la tierra, donde estamos temporalmente y donde debemos dejar una huella.

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