Las preguntas de salvación más frecuentes y respuestas a la luz de la biblia
Las preguntas de salvación resultan muy pertinentes porque siempre surgen muchas interrogantes con respecto a este tema en particular, donde se asevera que la salvación no se puede perder porque si hemos confesado el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo, nos arrepentimos de nuestros pecados y lo aceptamos como nuestro Padre, ya somos salvos. Al respecto la palabra nos dice lo siguiente: “Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:10).
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Sin embargo, a juicio personal, considero que como hijos de Dios debemos cuidar nuestra salvación a toda costa y mantenernos limpios delante de la presencia del Señor porque no podemos confiarnos, debemos ser humildes y aceptar que estamos propensos a pecar y este pecado nos puede alejar de Dios. Por lo cual debemos estar atentos, apercibidos y buscar constantemente la comunión con nuestro Padre Celestial, quien es nuestra fuente de agua viva, que nos purifica constantemente y nos llena de su presencia.
Las preguntas de salvación más frecuentes y sus respectivas respuestas a la luz de la biblia
Ciertamente Nuestro Señor Jesucristo nos ha librado del pecado y mediante su sacrificio nos ha redimido, limpiado, salvado, purificado y sanado de todos nuestros pecados. A través de su sangre preciosa derramada en la Cruz del Calvario hemos sido justificados y ahora él es quien intercede por cada uno de sus hijos delante del Padre, borra nuestras rebeliones y ya no se acuerda más de nuestra iniquidad, tal como lo señala la palabra: “Yo, yo soy el que borro tus transgresiones por amor a mí mismo, y no recordaré tus pecados” (Isaías 43:25)
De esta manera, en la palabra se esclarece el hecho de que Jesucristo nos justifica y nos otorga la salvación por gracia, así que es un regalo no merecido, donde tenemos la oportunidad de ser libres de nuestro pecado y poder entrar al reino de los cielos. Sin embargo surgen diferentes interrogantes con respecto al tema de la salvación, tales como:
1.- ¿Todos los que creemos en Jesucristo estamos calificados para ser arrebatados al reino de los cielos?
Nadie puede responder con certeza esta respuesta, ya que el Señor es quien tiene la potestad para escoger a su ejército, que es su iglesia. Pero la biblia nos señala lo siguiente: “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21). Por otro lado la palabra nos demanda a buscar en todo momento la santidad: “Seréis, pues, santos porque yo soy santo” (Levítico 11:45).
En este sentido, podemos estar seguros de que los que entran en el reino de los cielos es porque se han limpiado de todo pecado mediante la sangre de Cristo y han declarado al Padre todas sus culpas.
También es importante señalar que como hijos de Dios estamos llamados a hacer la voluntad de Dios, dejando a un lado nuestros propios deseos carnales y obedeciendo su palabra en todo momento, apartados para el mundo, viviendo para Cristo.
2.- ¿Cómo podemos estar calificados para entrar en el reino de los cielos?
Ciertamente Nuestro Señor Jesús nos redimió del pecado, pero Él nunca dijo que habíamos sido totalmente purificados mediante esta remisión y que ahora estamos habilitados para entrar en el reino de los cielos.
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Entonces a pesar de que los pecados de los hombres han sido perdonados, no están habilitados para entrar en el reino de los cielos, ya que debe haber una purificación y limpieza y deben nacer de nuevo, ser convertidos y hacer la voluntad de Dios.
En este sentido, no resulta fácil comprender la voluntad de Dios porque nuestra mente finita y natural no nos permite saber en su totalidad los misterios de Nuestro Padre. Sin embargo, cuando tenemos un encuentro con Dios a través de la oración y la lectura de la palabra, podemos conocerlo cada vez más, y así entender que su voluntad es perfecta y no añade tristeza porque él quiere lo mejor para cada uno de sus hijos.
3.- ¿Qué enseña la Biblia acerca del nuevo nacimiento para ser salvos?
La Biblia enseña que una persona no puede ser salva si no nace de nuevo, y Jesús en sus evangelios lo señala de la siguiente manera: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3 11).
En este pasaje Nuestro Señor Jesucristo nos explica que para poder entrar al reino de los cielos debemos nacer de nuevo, pero este nacimiento tiene una connotación espiritual, ya que para nacer de nuevo, tenemos que dejar nuestra vida pasada, morir para el mundo y vivir para Cristo. Para ello debemos apartarnos de las viejas costumbres y servir al Señor con todo nuestro corazón, cumpliendo la voluntad de Dios en todo momento.
De esta manera que nacer de nuevo es dar inicio a una vida totalmente nueva, transformada, donde el Espíritu Santo comienza a morar en nosotros, moldeándonos a imagen y semejanza de Cristo, así que somos nacidos en el espíritu. Al respecto la palabra nos dice lo siguiente: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:6)
En esta cita se nos habla de que debemos dejar a un lado los deseos carnales para poder nacer de nuevo en Cristo, y esto amerita apartarnos de las cosas del mundo, de sus costumbres porque nuestro reino no pertenece a este mundo, sino que espiritualmente hemos sido escogidos, pero debemos nacer de nuevo, tal como lo señala la palabra: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5)
Cuando estamos sin Cristo, estamos muertos espiritualmente, así que cuando tenemos un encuentro con él comenzamos a cambiar de adentro hacia afuera, y ya no vivimos nosotros, sino que Cristo ahora vive en nosotros.
4.- ¿Es importante la confesión de nuestra fe en Cristo en público?
Para alcanzar la salvación debemos primeramente aceptar y recibir a Nuestro Señor Jesucristo como nuestro único y verdadero Dios, y debemos expresarlo de forma oral, tal como lo expresa la palabra:
“Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10)
En este sentido, es importante conocer las Sagradas Escrituras porque a través de ellas podemos hacer cumplir la voluntad de Dios. Cuando confesamos a Cristo en nuestro corazón, también es importante hacerlo en público para Glorificar y enaltecer el Nombre de Dios. La palabra nos exhorta de la siguiente manera: “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 10:32-33)
De esta manera, para alcanzar la salvación debemos declarar el Nombre de Cristo, proclamar que somos hijos del Gran Rey, y no tener vergüenza de nuestra identidad en Cristo Jesús porque es lo que nos permite tener entrada al Reino de los cielos y alcanzar la salvación.
5.- ¿Los creyentes en Cristo tienen la seguridad de la vida eterna?
Ciertamente los hijos de Dios que hemos confesado nuestros pecados delante del Padre, tenemos la seguridad de la vida eterna, pero tenemos que mantenernos en santidad para no perder este privilegio, ya que sin santidad no podremos ver al Señor. Al respecto la palabra nos dice lo siguiente:
“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios” (1 Juan 5:13)
6.- ¿Qué pasa cuando los creyentes en Cristo mueren?
Los creyentes que mueren, son llevados a la presencia de Jesucristo, ya que esta vida es temporal pero en Dios encontramos nuestro refugio en el reino de los cielos. Al respecto la palabra dice lo siguiente:
“Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor, pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor” (2 Corintio 5:1)
Por otro lado, cuando Cristo venga por segunda vez los creyentes que han fallecido, se levantarán en gloria, pero nuestra procedencia está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo, quien transformará nuestro cuerpo para igualarlo a la gloria de él.
7.- ¿Qué sucederá con los creyentes cuando Cristo venga?
Todos los hijos de Dios van a ser raptados para estar con el Señor, y serán renovados con cuerpos transformados, y seremos verdaderamente libres de toda corrupción. Tal como lo expresa su palabra: “porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (Romanos 8:21)
8.- ¿Por qué Dios juzga y castiga a la raza humana corrupta en estos últimos tiempos?
Para poder entender esta interrogante y poder responderla conforme a lo que establece la biblia, se debe considerar que Dios no salva totalmente a la raza humana con sólo una o dos etapas de la obra, sino que esto lo hace mediante tres etapas de la obra: la Era de la Ley, la Era de la Gracia y la Era del Reino. Estas tres etapas son las que pueden salvar en su totalidad a la humanidad de las garras de Satanás, y solo éstas encierran la obra final de Dios aquí en la tierra.
En este sentido, durante la Era de la Ley, Dios estableció leyes y mandamientos para encaminar al hombre en su vida aquí en la tierra y mediante éstas, la humanidad pudo darse cuenta del tipo de personas a las que Dios bendice, y a quienes maldice.
También nos muestra lo que es justo y aquello que es pecaminoso. Pero en el transcurso de las etapas ulteriores de la Era de la Ley, todas las personas vivían en pecado debido a que Satanás había corrompido en gran manera a la humanidad.
De esta manera, no pudieron cumplir las leyes y se tuvieron que enfrentar con el peligro de ser condenadas y maldecidas por estas leyes. Por esta razón, el Señor Jesús de la Era de la Gracia vino a cumplir su obra de redención través de su pacto divino mediante su sacrificio en la cruz del calvario.
En esta era de la Gracia tenemos la oportunidad de confesar nuestros pecados y alcanzar el perdón y poder entrar al reino de los cielos, ya que la salvación es por gracia. De esta forma, el hombre era eximido de toda condenación y maldición por causa de la ley y dándole la oportunidad de ser aceptados por Dios y mantener una relación con él.
Sin embargo, aunque no somos de este mundo, vivimos en el mundo y tendremos que estar en una lucha constante para no perder nuestra relación con Dios y nuestra salvación, ya que el enemigo anda buscando desviarnos del camino, tal como lo expresa la palabra:
“Sean prudentes y manténganse despiertos, porque su enemigo el diablo, como un león rugiente, anda buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8)
9.- ¿Cómo puedo liberarme de las restricciones del pecado?
Tal como se mencionó anteriormente aunque nuestro reino no es de este mundo, tenemos que habitar en él, y por eso debemos estar luchando diariamente con nuestra naturaleza pecaminosa, rodeados de cosas que no son agradables a Dios, viviendo los últimos tiempos donde reina el caos, la maldad, el egoísmo, la idolatría, entre muchas cosas más.
Solamente estando en Cristo podemos superar nuestra carne y nacer de nuevo, apartarnos de las viejas costumbres y comenzar a caminar en la luz. Así que nosotros mismos no tenemos la capacidad de solventar nuestra propia naturaleza pecaminosa.
Ninguna persona tiene la capacidad de salvar a la humanidad, solamente Jesucristo a través de su sangre preciosa nos redime de todo pecado porque él dio su vida, para que nosotros tuviéramos vida y vida en abundancia.
10.- ¿Qué clase de pecados confesamos después de comenzar a creer en el Señor?
Los pecados principales que declaramos delante del Señor son aquellos que traicionan las leyes, los mandamientos o las palabras de Dios. De esta manera se incumplían las leyes establecidas y por eso Dios los condenaba por esta ley.
Por esta razón, el Señor Jesús vino a este mundo a ofrecer su vida en sacrificio para justificar nuestros pecados delante del Padre. Así que necesitamos confesar nuestros pecados a Jesús, arrepentirnos y buscar el perdón.
En este sentido, la salvación es un regalo no merecido que Jesucristo nos los ha dado por amor a nosotros. Y cuando lo aceptamos en nuestro corazón somos redimidos de todo pecado, porque él borra nuestras rebeliones y ya no se acuerda más de nuestros errores.
Jesucristo nos limpia de toda maldad con su sangre preciosa, nos ayuda a caminar en su presencia a través de su Santo espíritu y nos invita a estar debajo de su manto, el cual nos protege y nos resguarda de nuestro adversario.
La salvación es nuestra, nos pertenece, es un regalo preciado que debemos valorar y atesorar en nuestro corazón. Pero también debemos cuidar nuestra salvación, apartarnos de las tinieblas y mantener la comunión con nuestro Padre para que nuestro pie no tropiece en piedra.
En la medida en que reconocemos nuestras debilidades, estamos reconociendo que no podemos hacer nada sin Cristo porque él es el dueño de nuestra vida, quien nos salva y nos aleja del pecado.
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