Lo imposible para el hombre es posible para Dios - Significado desde el plano espiritual
Lo imposible para el hombre es posible para Dios, cuando escuchamos esta expresión, tenemos que preguntarnos a qué llamamos imposible, a qué se refieren exactamente Jesús, porque cuando es de la boca de nuestro Señor Jesucristo que se emite esta expresión, inmediatamente debemos ubicarnos a nivel espiritual, qué nos quiere hacer saber, qué debemos internalizar.
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Lo imposible para el hombre es posible para Dios - Significado desde el plano espiritual
Cuando hablamos en el plano espiritual o terrenal de algo imposible, lo primero que debemos activar en nuestras vidas es la Fe, en Hebreos 11:1 dice: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” Es saber que aunque no estás viendo algo, sabes que está allí, o que llegará, y esta certeza no decae por nada ni nadie.
En Lucas 18: 26-27 Jesús dijo: “Y los que oyeron esto dijeron: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Él les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.” E inmediatamente a nuestras mentes viene situaciones en la vida que hemos vivido y nos han dicho que no hay solución y recordamos habernos puesto de rodillas y pedirle a Dios ayuda con Fe, y el milagro se dio.
Este tipo de situación es evidentemente un milagro de Dios, una muestra de su poder y gloria, pero a lo que se refería Jesucristo era a la salvación del alma, que al hombre le ha costado tanto salvar, vemos que desde Adán y Eva Dios, ha enviado diferentes emisarios, entre ellos profetas, apóstoles y hasta su hijo amando, con el objetivo de salvar nuestras almas.
Existen muchos logros alcanzados, desde el punto de vista terrenal, pero en lo espiritual solo Jesucristo es el camino a seguir para llegar al Padre, y librar nuestras almas del fuego eterno, en Juan 14:6 “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” Gracias a Jesucristo, nuestras almas se librarán del fuego eterno sí, creemos en él.
Observamos que el hombre en la antigüedad nunca pensó que podría ir al espacio, pero lo logró, o la cura de ciertas enfermedades y las ha conseguido, pero nunca escuchamos que el hombre en su inteligencia haya logrado salvar su alma o la de algún prójimo, y esto es así porque el único que pude salvar su alma se llama Jesucristo.
No hay ningún ser humano que pueda salvar su alma, ya que vuestro comportamiento está ligado al pecado por naturaleza, por ello la palabra de Dios, dice en Romanos 3:23-24 “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús.”
Jesucristo hace posible lo imposible
En la vida nos encontramos con personas que nos dicen que no han pecado porque cumplen con la ley, ante ello las Sagradas Escrituras dicen en Romanos 8:3 “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condeno al pecado en la carne;” es decir que todos somos pecadores.
De hecho el mismo Dios, nos dice que el hombre por sí mismo, no puede ni siquiera cumplir con la medida que él tiene establecida, cada uno de los seres humanos somos como el cuerpo humano que tiene órganos, y cada uno tiene una función diferente, sin embargo si algún órgano se daña el resto no funciona de la misma manera, ya que uno depende del otro.
Desde el punto de vista espiritual formamos un cuerpo, cada uno tiene una medida de Fe, con dones que cumplir y aun así tendemos a fallar, y solo cuando recibimos a Cristo en nuestras vidas y corazón este, nos libra del pecado y nos declara buenos, justos y rectos, pero toda la obra es realizada por Jesucristo, el hombre no tiene espacio para vanagloriarse.
Como conclusión debemos tener presente de que los seres humanos tenemos limitaciones sin embargo Dios, es nuestro creador por lo tanto la palabra imposible para él no es funcional, entregue su vida a Cristo, él es el único que puede salvar su alma, confié en Jehová con todo su corazón y no confié en su propia prudencia o en sus fuerzas que son limitadas.
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Dra. Mercedes Pérez Sarrameda
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