Los encuentros de Jacob con Dios y con su hermano Esaú
Los encuentros de Jacob que aparecen en las Sagradas Escrituras nos muestran la gracia de Dios para con los hijos que cumplen su voluntad, la cual es perfecta. Este personaje bíblico nos muestra el poder del Señor en todo momento, ya que él fue bendecido en gran manera.
Los encuentros de Jacob
El mensaje del Señor para la humanidad se encuentra de forma muy clara y notoria en la biblia, y Dios lo resalta una y otra vez, se trata de la gracia, la cual tiene el poder de transformar la vida de las personas que lo buscan de corazón.
Sin embargo, para que este mensaje sea realmente efectivo en el corazón de cada uno de sus hijos, es fundamental que sepan que sin esta gracia de Dios no podrán lograr nada. Hacer las cosas por sus propias fuerzas, solo les traerá intranquilidad, tristeza y desolación.
Dios debe mostrar que sin él, nada es posible, así que permite que sus hijos deban transitar por momentos de gran dificultad para comprender que el Señor es quien tiene el poder y control de todas las cosas.
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En este sentido, Jacob es uno de los ejemplos que nos revelan esta verdad. Él era un personaje que estaba escogido por el Señor para un fin determinado. Dentro de los encuentros más relevantes, encontramos los siguientes:
1.- El encuentro en Peniel con Dios
Para poder comprender y estudiar esta verdad, podemos considerar el hecho más relevante en la vida de Jacob, tal como lo fue el encuentro en Peniel:
“Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma. Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera. Por esto no comen los hijos de Israel, hasta hoy día, del tendón que se contrajo, el cual está en el encaje del muslo; porque tocó a Jacob este sitio de su muslo en el tendón que se contrajo” (Génesis 32:30-32).
Para comprender y analizar este pasaje bíblico es necesario comprender el trasfondo de este ser tan importante. Jacob, era nieto de Abraham a quien se le otorgó la promesa de tener una gran descendencia.
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Su nacimiento fue un poco complicado, ya que fue un parto de gemelos, en cual tuvo que luchar hermano Esaú en el vientre, y donde sale de último, tomando el talón de su hermano. Tal como se revela en la palabra:
“Cuando se cumplieron sus días para dar a luz, he aquí había gemelos en su vientre. Y salió el primero rubio, y era todo velludo como una pelliza; y llamaron su nombre Esaú. Después salió su hermano, trabada su mano al calcañar de Esaú; y fue llamado su nombre Jacob. Y era Isaac de edad de sesenta años cuando ella los dio a luz” (Génesis 25: 24-26)
Esta cita nos muestra el comienzo de la vida de Jacob, donde se puede apreciar su carácter decidido, quien buscaba salir de primero, agarrando con fuerza el talón de su hermano. Su nombre tiene un significado particular, quiere decir “usurpador”. Pero Dios le cambió ese nombre por Israel tras enfrentarse con él.
Sin embargo, la gracia de Dios había sido manifestada, ya que antes de que nacieran los gemelos, ya había dicho que el mayor le serviría al menor para que el propósito del Señor se llevara a cabo. Esto se puede apreciar en la palabra:
“y le respondió Jehová: Dos naciones hay en tu seno, Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, Y el mayor servirá al menor” (Génesis 25:23)
Pero, a pesar de la gracia que había sido manifestada en ese momento, era indispensable que fuera entendida por Jacob. Y a lo largo de su vida, la historia nos narra cómo, mediante su engaño, tuvo que irse de su casa y vivir sumergido en complicaciones, ya que Esaú, quien era su hermano, lo quería matar, no pudo volver a ver a sus padres y su suegro lo había engañado tres veces.
Sin embargo en ese momento, tras su partida, Dios reveló cuál era su propósito a través de un sueño, porque ya Jacob había sido elegido por el Señor.
En este sentido, todo lo que le pasó a Jacob, no era necesario para que él obtuviera aquello que Dios le había prometido. Dios no sólo quiere brindarnos su gracia, sino que él quiere que la comprendamos, y que le demos la gloria a Él.
Esto es realmente fundamental en la vida del creyente. En el caso de Jacob, la justificación es un hecho que se da en Peniel, porque el haberse enfrentado con el Señor, lo había reivindicado como su hijo, comprobando su fe. Esto lo podemos ver en el siguiente pasaje:
“Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido” (Génesis 32:24-28)
En esta cita se puede apreciar que Dios no podía con Jacob, pero esto se refiere al aspecto espiritual, ya que estaba luchando con la fe que estaba en Jacob. Entonces era una lucha donde la voluntad de Dios se imponía.
Por otro lado, cuando en la cita se hace mención de que Dios desencajó el muslo de Jacob, se refiere a lo que esto simboliza, y en este caso, representa la fuerza, ya que el fémur es el hueso más fuerte del cuerpo y en donde recae el mayor peso. Por lo cual Dios hacía esto con el propósito de debilitarlo e imponerse.
Este desencaje del muslo puede simbolizar la disciplina con que el Señor le hacía entender a Jacob, su propósito para él, probando de esta manera su fe. Así que la victoria de Jacob se basa en el hecho de comprender que sus esfuerzos habían sido en vano, y que necesitaba el debilitamiento de su fuerza, su arrepentimiento y su trasformación total.
2.- El encuentro con su hermano Esaú
Jacob se sentía solo y desesperado porque temía encontrarse con su hermano, a quien él había engañado. Había comprendido que su esfuerzo era en vano, que no había logrado alcanzar lo prometido mediante sus obras. Por esta razón, debía enfrentar las consecuencias de sus actos, y esta vez sabía que si lo intentaba por sus propios medios, fracasaría.
Jacob había tenido una vida llena de contratiempos, no tenía una buena relación con su suegro, y por eso dejó a Labán, porque él había obtenido su posición mediante el engaño. Por eso Jacob vio la oportunidad de hacerla legítima a través de un acuerdo con su hermano Esaú.
Sin embargo, Jacob se encontraba envuelto por el miedo de que Esaú viniera a su encuentro con sus cuatrocientos hombres armados. Así que Jacob divide a su familia y sus animales en dos grupos, para resguardarlos.
Tal como se expuso anteriormente, Jacob tuvo que luchar con Dios para probar su fe y recibir su bendición. Tras haber vencido en esa lucha, Dios le cambió el nombre por Israel y le dio un nuevo nombre al lugar, para así honrar ese momento en que había visto a Dios cara a cara.
De esta manera, el encuentro con Esaú, el cual parecía tan agobiante, se llevó a cabo a la mañana siguiente y fue lo contrario a lo que Jacob había imaginado. Esaú corrió hacia su hermano Jacob y lo abrazó.
“Alzando Jacob sus ojos, miró, y he aquí venía Esaú, y los cuatrocientos hombres con él; entonces repartió él los niños entre Lea y Raquel y las dos siervas. Y puso las siervas y sus niños delante, luego a Lea y sus niños, y a Raquel y a José los últimos. Y él pasó delante de ellos y se inclinó a tierra siete veces, hasta que llegó a su hermano. Pero Esaú corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron” (Génesis 33:1-4)
En este sentido, en estos dos encuentros se realza la identidad imprecisa de Jacob, lo cual es un aspecto premeditado en esta historia bíblica, que muestra todos los elementos acerca de la lucha de Jacob con Dios, y también con los hombres. De igual manera, Jacob nos muestra una verdad que está en el foco de la fe, y son las relaciones que tenemos con nuestro Señor y con las personas que están unidas a él.
De esta manera, nuestra reconciliación con Dios hace posible nuestra reconciliación con otros, así como Jacob pudo reconciliarse con su hermano Esaú. Del mismo modo, nosotros como creyentes debemos primeramente buscar a Dios, reconciliarnos con él, pedirle dirección, para luego reconciliarnos con nuestros hermanos, con nuestro prójimo.
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Con este estudio del encuentro de Dios con Esau he aprendido como ser obediente y hacer todo lo que no manda hacer el señor y amarlo de corazón y tener mucha fe y llevarnos bien con nuestro hermanos .