Significado del versículo: No juzguéis para que no seáis juzgados

El versículo “No juzguéis para que no seáis juzgado” que se encuentra en el libro de Mateo 7:1, nos enseña la importancia de no emitir juicios de valor contra los demás porque todos podemos cometer pecado y solo el que tiene la potestad para juzgar es Dios.

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De igual forma esta cita nos exhorta a ser tolerantes unos con otros, a aplicar las enseñanzas de Jesús de amarnos y respetarnos. En la actualidad existe la tendencia a señalar en vez de conciliar.

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    Significado de “No juzguéis para que no seáis juzgados”

    Para entender este versículo es importante conocer la definición del término “juzgar”, el cual denota para un juez: Elegir, seleccionar, separar. Por implicación significa castigar, vengar, concluir.

    Por otro lado este término también hace alusión a la idea de tener discernimiento. Y Jesucristo nos muestra en ese pasaje que el amor es lo que nos motiva a no juzgar y hacer buen uso del juicio.

    Pero por qué no se debe juzgar, ante este interrogante, la Biblia nos señala que no podemos juzgar lo que hay en el corazón de una persona, ya que podemos asignar malos motivos a alguien que nos ignora cuando, realmente puede estar batallando sus propias luchas ocultas.

    De esta forma, cuando juzgamos a los demás, estamos manifestando nuestro orgullo, así que solamente el Señor tiene conocimiento de lo que existe dentro del corazón de una persona, él es el único que puede escudriñarlo, y el único que puede hacer juicios.

    Por otro lado, hay que resaltar que no debemos juzgar a los creyentes que practican su fe de formas distintas a las de nosotros, ya que cada iglesia tiene su manera de rendirle culto a Dios. Sin embargo, debemos tener en claro cuál es la sana doctrina y congregarnos donde se sigan los preceptos del Señor, sin señalar a nadie ni emitir juicios de valor, ya que eso no nos corresponde a nosotros.

    Al respecto el Apóstol Pablo señala lo siguiente en la palabra: “Entonces, ¿por qué juzgas a tu hermano o hermana? ¿O por qué los tratas con desprecio? Porque todos estaremos ante el tribunal de Dios … Entonces, cada uno de nosotros le rendiremos cuentas a Dios” ( Romanos 14:10, 12).

    En esta cita se nos recuerda que le vamos a rendir cuenta por nuestras acciones aquí en la tierra, y no por lo que hagan los demás. El juicio le pertenece es a Dios, nosotros solamente somos un instrumento que debe ser de bendición, de edificación y no debemos ser una piedra u obstáculo para ningún hermano.

    El Señor es el único que sabe la mejor forma de tratar con alguien porque nosotros al exhortar podríamos ser demasiado duros o muy blandos. Pero si los juzgo llevando a cabo la venganza, Dios tratará conmigo.

    De igual forma, no debemos juzgar ni discriminar a una persona por su apariencia, raza, género, estatus social, porque para Dios todos somos iguales, él no hace acepción de personas. Tal como lo expone la palabra:

    “No perviertan la justicia; no muestres parcialidad a los pobres o favoritismo a los grandes, sino juzga a tu prójimo de manera justa ” ( Levítico 19:15 ).

    Cuando se trata de juzgar debemos ser muy cuidadosos, incluso cuando hacemos juicios de valor contra nosotros mismos, ya que eso puede mermar nuestro carácter y perjudicar nuestra autoestima y valor propio: “pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas” (1 Juan 3:20)

     En este sentido, todo lo que hagamos en este mundo, nuestras acciones, el tiempo y la energía que pasamos juzgando a los demás con nuestras palabras y pensamientos, será juzgado por Dios.

    Cuando juzgamos a otros, estamos violentando la ley como  infractores de la ley. Asimismo, aquellos que critican a otros, hacen una invitación a la crítica.

    De esta manera la biblia denuncia y no apoya la búsqueda de fallas, los señalamientos, pero aprueba la inspección de frutos: “Por su fruto los reconocerán” ( Mateo 7:17 ).

    Así que si alguna persona tiene un patrón determinado de comportamiento inapropiado o hiriente, esa información nos ayuda a tomar decisiones correctas: “No participes en los actos inútiles del mal y la oscuridad; en su lugar, exponerlos “ ( Efesios 5:11)

    De esta manera que cuando un miembro de la iglesia participó en un pecado sexual, el Apóstol Pablo dijo: “Por mi parte, aunque no estoy físicamente presente, estoy contigo en espíritu. Como alguien que está presente con usted de esta manera, ya he juzgado en el nombre de nuestro Señor Jesús sobre el que ha estado haciendo esto ” ( 1 Corintios. 5: 3 ).

    ¿Cómo puedo juzgar de manera sabia?

    Tal como se expuso anteriormente, la biblia nos enseña a que no debemos juzgar. Sin embargo debemos discernir lo bueno de lo malo, evaluar y ser astutos. De igual forma debemos pedirle a Dios que elimine todo lo que bloquea nuestra visión, y no nos permite con claridad.

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    Pero si Dios nos dirige y limpia nuestra visión y nos hace comprender para ver más allá de lo que percibimos, podemos exhortar a nuestro hermano con el amor de Dios, sin juzgarlo. Es decir que para corregir a nuestro hermano, debemos primeramente ordenar nuestra vida, limpiar nuestra visión y quitarnos la paja que no nos permite ver nuestros errores.

    Al respecto Pablo emitió juicios sólidos acerca de ​​la mala fruta que vio, donde éste juzgó a ciertos creyentes como mundanos y a otros en la iglesia como falsos creyentes que pretendían llevar a la iglesia a la esclavitud.

    En este sentido, el juicio de Pablo cuando discernió  la condición espiritual de los santos, lo ayudó a proteger y a instruir a la iglesia: “Todavía eres mundano. Porque como hay celos y disputas entre ustedes, ¿no son mundanos? ¿No estás actuando como simples humanos? ”( 1 Corintios 3: 3 ).

    La importancia de hacer un juicio correcto

    Cuando ponemos en práctica el “no juzgar” no se está negando el juicio correcto porque las leyes de Dios se resumen en el amor: “El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor” ( Romanos 13:10 ).

    De esta manera, el amor es más fuerte que la tolerancia, busca el bien eterno del prójimo, protege, se mantiene alejado de aquello que es dañino.

    Así como los buenos padres controlan muchos aspectos en la vida de sus hijos como la alimentación, las amistades, distracciones, estudios, entre otros para resguardarlos y cuidar su mente y corazón.

    Debemos comprender que en la palabra el versículo “No juzguéis para que no seáis juzgados” comienza advirtiendo las consecuencias que se pueden presentar cuando hacemos juicios de valor, ya que cuando señalamos, estamos expuestos a ser tratados de la misma manera. Todo se resume en tratar a los demás como quisieras ser tratado.

    Importancia del mandamiento “no juzguéis”

    El cuerpo de Cristo está constituido por distintos miembros y Dios ha escogido a cada uno de estos: “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es…” (1 Corintios 1:26-28)

    En esta cita nos muestra la naturaleza de las personas, ya que no somos perfectas. Incluso como creyentes debemos superar muchas pruebas y pasar muchos obstáculos para seguir el camino de Cristo y ser moldeados por él.

    Sin embargo, según el Espíritu Santo, estas son las personas más preciosas que se pueden encontrar en este mundo, ya que son los escogidos del Señor.

    Por lo cual, es fundamental seguir este mandamiento de no juzgar para evitar que los demás nos señalen nuestras debilidades y puedan herir nuestros sentimientos. Además a Dios no le agrada que señalemos a nuestro hermano porque cuando Jesucristo predicó la palabra, nos enseñó la importancia de amarnos unos a otros, y de practicar la misericordia y la compasión.

    Si por el contrario no juzgamos sino que actuamos como instrumentos de bendición, Dios derramará sobre nosotros la Gracia de su Santo Espíritu porque estamos obedeciendo su palabra y enalteciendo a nuestro Padre Celestial.

    Las consecuencias de juzgar

    Lo complicado o incluso peligroso de juzgar es que frecuentemente se puede juzgar a una persona inocente como culpable, ya que no existe la certeza de su culpabilidad,  y aunque lo veamos no podemos saber lo que dicta su corazón o pensamientos.

    No juzguéis para que no seáis juzgados
    No juzguéis para que no seáis juzgados

    Nuestra naturaleza es pecar y saldrá a la luz en aquellas zonas que no hemos trabajado, es decir que nuestro pecado puede quedar expuesto en cualquier circunstancia si no estamos sobre la roca que es Cristo.

    Así que cuando ves a alguien hacer algo, puedes pensar que lo que ha hecho es una total oscuridad, y solo por esta razón, lo juzgas según la luz que posees. Pero no se tiene la certeza de que esa persona tenga la misma luz que la persona que lo señala y juzga.

    Así que es inocente porque no está en el conocimiento de lo que hace. Por esta razón, muchas personas cometen el error terrible de juzgar a los inocentes.

    Pero fue el pecado en su carne, el que hizo el mal. Es decir que antes de hacer juicios de valor debemos mirarnos a nosotros primero.

    Al respecto el Apóstol Pablo explica esto de la siguiente manera: “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.” (Romanos 7:15-17).

    Las personas muchas veces se pueden sentir confundidas y tergiversar la palabra, pero el mensaje es claro: “No juzguéis para que no seáis juzgados”. Déjale el juicio a Dios y así no tendrás que rendir cuentas luego por las calumnias que hiciste en contra de tu prójimo.

    Dios es el único que juzga

    Si las personas se muestran de forma impía, Dios es quien se encargará de ellas y los expondrá en su pecado. Las Sagradas Escrituras señalan que debemos esquivar el mal y alejarnos de las sendas de maldad:

    “No entres por la vereda de los impíos, Ni vayas por el camino de los malos. Déjala, no pases por ella; Apártate de ella, pasa”  (Proverbios 4:14-15)

    De esta manera, tu labor como cristiano es cumplir el mandamiento de no juzgar, de amar a tu prójimo, ayudarlo, protegerlo, mostrar tu misericordia, ya que cuando eres hijo de Dios los frutos del Espíritu Santo se revelan.

    Así que no te preocupes por los juicios hacia tu hermano, preocúpate de mantener tu comunión con Dios, de servir al Señor y de glorificarlo con tu testimonio como verdadero hijo de Dios:

    “Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez. Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?” (Santiago 4:11-12)

    En esta cita el mensaje es claro y contundente, donde señala que solamente Dios es el que puede juzgar, ya que nosotros no tenemos la autoridad para hacerlo, ya que somos igual de pecadores por nuestra naturaleza carnal. Sin embargo si nos apartamos del pecado, no juzgamos y obedecemos al Señor, podemos ser purificados por medio de Cristo.

    En este sentido, la intención de Dios siempre es buena y él hará conforme a su justicia. Pero esa justicia es soberana porque él hace como él quiere, según sus designios y su perfecta voluntad.

     Aunque puedas llegar a pensar lo contrario, debes comprender que todo tiene un propósito, y como creyente es satisfactorio no caer en juicios, críticas, calumnias porque se está cumpliendo la voluntad de Dios, y se está comprendiendo el mensaje de no juzgar a los demás.

    De esta manera, todos necesitan dejar los juicios de valor a un lado y comenzar a humillarse delante de Dios, para que puedan recibir las bendiciones que el Señor tiene para ti, y comenzarán a verse los frutos del Espíritu santo en tu vida.

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