Análisis de la Parábola del sembrador - Significado e importancia bíblica
La parábola del sembrador es una de las enseñanzas que Jesucristo impartía a las personas cuando estuvo en este mundo, en la cual les inculcaba la importancia de sembrar en tierra buena que pudiera dar frutos. Esta parábola la podemos encontrar en el libro de Mateo 4:1-20:
“Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar; y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno”
Cuando Jesús les dijo esta parábola, algunos se les acercaron para que les explicara y resaltó el hecho de que el sembrador es aquel que siembra la palabra, la cual es sembrada en los corazones de cada persona, pero en algunos casos Satanás les quita esa palabra porque se dejan puertas abiertas para que el enemigo los desvíe del camino de la salvación.
Te invito a leer: Principales Parábolas De Jesús ¿Qué Son y Qué Significan?
Análisis de la parábola del sembrador – Qué significa
Para analizar esta parábola es importante comprender que el ministerio de Jesús en la tierra estaba basado en el amor, ya que su misión principal era dar su vida por cada uno de nosotros.
El término “parábola” es procedente del griego y significa "colocar al lado de" con el propósito de hacer una comparación o mostrar una ilustración. Así como lo usaba Jesús para dar una lección espiritual.
En el caso de la parábola del sembrador es la más importante dentro de todas las que Jesús enseñó, ya que encabeza a todas las demás enseñanzas. Resulta ser la base de todas las demás parábolas mostradas por el Señor, revelando gran sabiduría. Tal como se puede observar en el evangelio de Marcos 4:13:
"Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?"
La parábola del sembrador nos da luz e ilustra la forma mediante el cual, las personas reciben la predicación del Reino y explica que es fundamental de tener "buen oído", o sea, la disposición de escuchar la Palabra con corazón humilde y con deseos de saber la verdad y obedecerla.
En qué consiste el ministerio del Reino del Señor
La parábola del sembrador nos revela manera en la cual la palabra de Dios logra un efecto en la vida de cada persona. Por lo cual es el ministerio principal, en el cual se proclama el mensaje del Reino de los cielos.
Pero ¿en qué consiste este ministerio? Tal como lo dijo Jesús la parábola habla de la siembra de la palabra y de la manera en la que esta semilla germina o no, dependiendo del tipo de tierra en la que se siembre.
Este término lo podemos ver expreso en el siguiente pasaje bíblico: “Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios” (Marcos 4:11)
En este sentido, este ministerio lo podemos encontrar en el nuevo testamento, implementado por Jesús, y representa una verdad hasta ese momento desconocida, pero que llega a proclamarse a través de la revelación divina.
Por lo cual el ministerio del Reino de los cielos, no sería manifestado de manera visible en la tierra durante el ministerio terrenal de Cristo. De acuerdo con los judíos, el Mesías tenía que aparecer con una grandeza exterior y con magnificencia para instaurar el Reino.
Sin embargo, esta idea era igual a la idea del Reino en el cual el diablo había tentado a Jesucristo al inicio de su ministerio, tal como lo señala la palabra:
“Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti y, En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra” (Mateo 4:5-6).
En esta cita se muestra la manera en la que Satanás tentó a Jesucristo, y de esa misma forma tienta tanto a los hijos de Dios como a los incrédulos, usando palabras persuasivas y manipulando con la palabra.
Durante el ministerio de Jesús, donde predicaba la palabra y enseñaba a través de parábolas, Satanás intentaba estropear y desviar la obra del Señor.
Sin embargo, Jesucristo lo venció en la cruz del calvario, donde murió por cada uno de nosotros, y resucitó al tercer día demostrando que decía la verdad y que su ministerio seguía vivo, ya que nos había dejado el Espíritu Santo, el cual activa el poder en nosotros para continuar haciendo las maravillas y prodigios que Jesús hizo en este mundo.
De esta manera el Reino del Señor seguía vivo y sería establecido en los corazones de las personas. Y en la parábola del sembrador, ese campo del cual Jesús hace mención, y donde se sembraba la semilla representaba no solo al pueblo de Israel sino a cualquiera que escuchara la palabra de Dios.
En este sentido, el Reino de Dios empieza cuando la palabra es proclamada, y por esta razón como creyentes debemos tener la certeza de que la predicación de esta palabra es el ministerio más importante donde está inmerso el mensaje de salvación. La Palabra de Dios, de la misma manera que la semilla, está viva. Así que cuando se le da la oportunidad para que demuestre su poder, dará frutos.
Sin embargo esta palabra (semilla) no siempre caerá en tierra fértil y productiva, sino que puede caer en una tierra árida o ser comida por los pájaros.
Cuando se realza este hecho en la parábola del sembrador podemos notar que Jesucristo nos plantea la posibilidad de que esta palabra lamentablemente no sea bien aprovechada porque el enemigo se encargará a toda costa de entorpecer la obra del Señor y si nosotros como creyentes se lo permitimos entonces estaremos perdiendo bendiciones de lo alto.
Por otro lado, en las Sagradas Escrituras se resalta la importancia de escuchar esta palabra, de escudriñar la biblia para comprender el propósito que tiene Dios en la vida de sus hijos.
A través de la palabra nuestra fe se fortalece y nos mantiene siempre en comunión con el Señor. Tal como lo podemos apreciar en la palabra: "La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios." (Romanos 10:17)
Además por medio de la palabra conoceremos los testimonios de los diferentes personajes que siguieron a Dios y le fueron leales. Confiaron en la palabra del Señor y tuvieron una vida en victoria. Sin embargo tuvieron que pasar por diferentes pruebas, tales como Moisés, Abraham, Jacob, David, Noé, entre otros.
Te puede interesar leer: 7 Personajes de la biblia que escucharon la voz de Dios e hicieron su voluntad
Todos estos personajes de la biblia nos muestran lo importante que es hacer la voluntad de Dios, la cual está escrita en su palabra y está más vigente que nunca. Esa palabra es la semilla que debemos sembrar en toda criatura, ya que es la misión que nos ha dejado nuestro Señor.
Al proclamar esa palabra estaremos esparciendo la semilla, la cual dará fruto a su tiempo porque la palabra nunca vuelve vacía, sino que hace mella en cada persona que la acepta en su corazón, tal como lo indica la palabra:
“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:10-11)
De esta manera, la palabra no regresará vacía sino que logrará el propósito para la cual fue suministrada, ya que la palabra es viva y eficaz. Pero es importante resaltar que en algunos casos el enemigo tomará parte y tratará de desviar el propósito de la obra del Señor.
Por esta razón, esta palabra debe ser dada con sabiduría y prudencia para no sembrarla en tierra infértil sino en una tierra que de frutos y donde pueda implantarse la verdad que es Cristo Jesús Señor Nuestro.
El fruto y su importancia
La revelación de nuestra vida genuina se puede notar por el fruto. Los que señalan haber recibido la Palabra del Señor, deben comenzar rápidamente a producir el fruto del Espíritu divino, donde se manifieste el amor, la paz, el gozo, la bondad, fe, mansedumbre, benignidad, templanza, ya que comenzamos a transformarnos de adentro hacia afuera, dejando ver los frutos en nuestra manera de actuar, pensar y vivir.
Con nuestras amistades, seres queridos, relaciones sentimentales. En todo momento esteremos reflejando lo que el Señor ha hecho con nosotros tras la siembra de su palabra que es la verdad.
Si no existe fruto, no se puede afirmar que hayamos sido renovamos, transformados y nacido de nuevo, ya que los frutos hablan de nosotros, de nuestro estilo de vida, de nuestros cambios interiores y externos.
Como creyentes, una vez que recibimos el Espíritu Santo, comenzamos a experimentar el poder de la unción. Por eso no se debe perder la relación con el Señor para seguir gozando de su presencia y fortaleciendo nuestra fe en todo momento.
En este sentido, la enseñanza principal de la parábola del sembrador se centra en cómo la palabra se activa en nuestra vida, produciendo frutos que se reflejan en nuestro diario vivir.
Pero no solamente debemos vivir de forma individualista, sino que estamos llamados a servir al Señor, a predicar la palabra de Dios, a sembrar esa semilla para que en un futuro pueda dar frutos y la obra del Señor se manifieste con poder.
Todo esto es una preparación para la segunda venida de Nuestro Señor Jesucristo, donde debemos estar preparados y donde la iglesia rendirá cuenta de su ministerio. Así que esta parábola del sembrador nos enseña también acerca de la preparación del terreno para que pueda germinar esa semilla, crecer y dar frutos.
Cabe resaltar que cada persona es diferente y cada creyente tiene una relación personal con Dios, por lo cual no todos comienzan a mostrar los frutos en el mismo tiempo ni de la misma forma. Es un proceso, donde Dios tiene el control y va tratando con cada uno de sus hijos conforme a su propósito.
Cuál es la responsabilidad del creyente
La parábola del sembrador nos habla además sobre nuestra responsabilidad aquí en la tierra, y nos enseña que como creyentes fieles, tenemos la responsabilidad de predicar la Palabra.
De esta manera, cada creyente y cada iglesia debe tener un ministerio de evangelización, donde se predique la palabra del Señor y se instruya acerca del mensaje de salvación. Pero esto no debe darse de forma ocasional, sino que tiene que hacerse de forma constante, diariamente y de forma personal.
En la actualidad, contamos con la tecnología para hacer llegar el mensaje de salvación con mayor efectividad. Sin embargo, las redes sociales se muestran como un arma de doble filo que hay que saber utilizar porque el enemigo busca cualquier ocasión para desviarnos del camino, del propósito que tenemos en este mundo.
Sin embargo, el hecho de que prediquemos la palabra, no quiere decir que esa persona la vaya aceptar de la mejor manera, ya que existe el libre albedrio donde cada quien tiene el poder de decisión.
Así que la respuesta de las personas no forma parte de nuestra responsabilidad, sino que depende solamente de ellos, ya que nosotros no tenemos capacidad para convertir a las personas.
No debemos culparnos porque la persona rechace la palabra de Dios, y mucho menos debemos pensar en cambiar nuestra prédica a su conveniencia, ya que la palabra es una y el método siempre será el mismo, predicar el mensaje de salvación al mundo entero.
La parábola del sembrador nos deja una gran enseñanza y nos conduce a la reflexión en torno al rol que estamos desempeñando dentro de la iglesia, en nuestro hogar, en nuestro trabajo, es decir, en cada aspecto de nuestra vida.
Puedes leer: El Reino De Dios: 10 Cosas Que Debes Sabe
Deja una respuesta