Recibiendo las bendiciones de Dios - 5 Aspectos Importantes
Recibiendo las bendiciones de Dios conozco el poder de su nombre y comprendo que verdaderamente él cumple sus promesas en mi vida y activa su poder en las cosas, haciendo posible lo imposible. Cada bendición es un milagro, es un soplo de vida no merecido que Dios nos regala como muestra de su amor y su misericordia.
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En muchos casos ansiamos tener lo mejor del Señor, del mundo, tener buena salud, dinero, entre muchas cosas más. Pero no nos podemos a reflexionar acerca de la manera en la que estamos viviendo, si estamos haciendo las cosas correctas, si hacemos verdaderamente la voluntad de Dios y si ponemos en práctica el evangelio.
Entonces es importante que nos revisemos y pensemos si de verdad estoy haciendo lo correcto delante de los ojos de Dios, para buscar más del Señor y reivindicarnos con él. De esta manera las bendiciones que recibirás serán sobreabundantes y verás la gloria de Dios en tu vida.
Recibiendo las bendiciones de Dios - 5 Aspectos importantes
No debemos nunca olvidar lo importante que son las bendiciones de Dios en nuestra vida, ya que es una muestra de su amor y misericordia para con sus hijos, y es un regalo no merecido. Sin embargo, sin hacemos la voluntad de Dios y actuamos conforme a los preceptos bíblicos, Dios siente agrado por eso y derrama bendiciones como una recompensa para los que lo aman.
Así como nosotros somos bendecidos, Dios nos ha dado la capacidad de poder bendecir a los demás. No solo a nuestra familia, hijos, parientes y amigos, sino a nuestros enemigos. Esto resulta ser algo muy difícil y casi imposible. Pero ese es precisamente el llamado, a perdonar y a bendecir a nuestros adversarios.
Para atraer las bendiciones, tenemos que primeramente buscar de Dios, bendecir a los demás con nuestras acciones, nuestras buenas obras, nuestro testimonio, sana doctrina, entre muchas cosas más. Como hijos de Dios tenemos muchas herramientas que Dios nos da para ser instrumento de bendición, tales como la oración, la lectura de la palabra, la alabanza, la adoración, el ayuno, entre otras.
Sin embargo, muchas veces debido al desconocimiento e ignorancia, en lugar de atraer bendiciones para nuestras vidas, atraemos por el contrario maldiciones, y esto se debe a las palabras que expresamos con nuestra boca. Y esto debemos tomarlo en cuenta y cuidar nuestro testimonio.
Debemos comprender que la vida misma es una bendición de Dios cada día, es un regalo y es una prueba fehaciente de la misericordia del Señor. Pero el poder de Dios va más allá y si le pedimos de corazón, él puede conceder nuestras peticiones y darnos bendiciones sobreabundantes.
Dentro de la Biblia podemos encontrar muchas historias donde se ven reflejadas las bendiciones de Dios. Pero esto se aprecia de personajes que fueron fieles y leales a Dios aún en medio de las adversidades que se le presentaran. Hay una historia que nos revela que nuestro Creador tiene el poder de conceder los deseos de nuestro corazón, y es la de Salomón, y de esta historia podemos aprender cómo recibir las bendiciones de Dios, tomando en cuenta los siguientes aspectos:
1.- Ama a Dios
Uno de los aspectos más importantes que debes considerar para recibir las bendiciones de Dios es amarlo a él primeramente, así como lo hizo Salomón, tal como se aprecia en la palabra: “Mas Salomón amó a Jehová, andando en los estatutos de su padre David; solamente sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos” (1 Reyes 3:3)
En este sentido, lo primero que se debe hacer para recibir las bendiciones de Dios, es dar. De la misma manera en la que Salomón amó al Señor con todo su corazón, debes hacerlo tú con toda tu alma, mente y acciones.
Una vez de que entregues tu corazón a Dios, podrás comprender que si recibimos cosas por parte de nuestro Señor, no es porque lo merezcamos, sino porque él desea bendecirnos, y esto no quiere decir que nuestro amor debe estar determinado a lo que recibamos de él, porque ciertamente sale el sol para buenos y malos.
2.- Asume tu responsabilidad
Así como Salomón seguía todos los decretos de su padre David, de igual forma debemos ser obedientes en la vida terrenal, a nuestros padres y a nuestro Dios. Salomón fue un personaje que nunca huyó de su responsabilidad ni esperó que el Señor delegara a otro en su lugar, porque él siempre asumió sus deberes y los cumplió a cabalidad, tal como se lo había enseñado su padre David.
De esta forma que si quieres seguir recibiendo las bendiciones de Dios en tu vida, debes estar comprometido con tus responsabilidades como hijo de Dios y servirle fervientemente en su obra. Así que debes esforzarte en todo lo que hagas y hacerlo todo para el Señor, dando lo mejor de ti cada día, ya que Dios observa tu diligencia y siente agrado, y por ello te bendecirá.
3.- Tu vida debe ser una ofrenda
Salomón le ofrecía ofrendas a Dios, hacía sacrificios y quemaba incienso en los lugares de culto de la región. Así que debemos dar para poder recibir las bendiciones de lo alto.
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Es importante señalar que el Señor no necesita nada de ti, pero sí le importa la actitud con la que das tus ofrendas, ya que él conoce las intenciones reales de tu corazón y puede saber si tus ofrendas y sacrificios son dados con la única intención de obtener algo a cambio, o si lo haces de corazón con la intención de glorificar a Dios porque lo amas.
Esto no significa necesariamente que debas dar dinero o cosas materiales, sino hacer que tu vida sea una ofrenda perfecta y agradable ante la presencia del Señor.
4.- Comprende que el Señor no está a tu plena disposición
Salomón fue verdaderamente bendecido debido a su obediencia y disposición plena al Señor. En la siguiente cita, vemos cómo Dios le dice que le pida lo que desee: “Y se le apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé” (1 Reyes 3:5)
En este versículo observamos que Salomón ciertamente era del agrado del Señor y que le ofrecía lo que él quisiera en ese momento. Sin embargo, esto no es determinante, ni Dios está a nuestra plena disposición, ni debe cumplir todos nuestros caprichos, ya que él es soberano y hace todas las cosas conforme a su voluntad que es perfecta.
Pero entonces qué debemos hacer para ser bendecidos por Dios, sencillamente hacer la voluntad de Dios, ser obediente y confiar plenamente en él y en sus promesas. No sentir afán por las cosas de este mundo y buscar más el mundo espiritual.
Debemos tener claro que Dios es Nuestro Señor, no es nuestro siervo. Al respecto la historia bíblica nos cuenta que Dios vio el amor, acciones y ofrendas de Salomón, y que luego de esto, fue Dios quien se acercó para preguntarle lo que quería.
Pero Salomón no amaba al Señor porque quisiera algo a cambio, sino que lo hacía de todo corazón y con sinceridad. Esto se vio reflejado cuando lo que le pidió a Dios en ese momento, no fue para él, sino para los demás.
5.- No debes ser egoísta
En la siguiente cita se puede mostrar un ejemplo de humildad por parte de Salomón, quien además no se mostraba egoísta sino compasivo ante su pueblo:
“Ahora pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre; y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir. Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud. Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?” (1 Reyes 3:7-9)
En este sentido, Salomó le pidió a Dios dirección y sabiduría para poder gobernar a un pueblo tan grande, le pidió saber la diferencia entre el bien y el mal, y esto es algo que debemos tener muy presente en nuestra vida como creyentes porque en la actualidad las cosas malas se ven como buenas y viceversa.
Por lo cual esta cita resulta ser una gran enseñanza, sobre todo si se está asumiendo un liderazgo, porque como líderes tenemos una gran responsabilidad con Dios y con la iglesia, y daremos cuenta de lo que hagamos.
Por otro lado, también se debe analizar la respuesta que Salomón le dio a Dios cuando le preguntó qué quería, al respecto, Salomón mencionó tres puntos en su respuesta:
- Admitió sus limitaciones
- Reconoció que todo lo que tenía le pertenecía al Señor
- Pidió sabiduría para poder hacer algo en beneficio de la obra de Dios.
En este punto, le hubiera resultado conveniente a Salomón pedir cosas que le favorecieran de forma personal. Pero en vez de eso, él pidió algo que lo ayudara a administrar bien la gran responsabilidad que tenía. Su propósito no era enriquecerse ni adquirir fama, sino hacer bien una labor que ya le había sido otorgada.
Ante la buena disposición de Salomón, Dios lo bendigo en gran manera y le concedió no solo su petición, sino que además le dio más de lo que pidió. Porque cuando Nuestro Señor da, lo hace de forma abundante y nunca es egoísta.
6.- Sé de bendición para otros
Como cristianos uno de los aspectos que debemos tomar en cuenta es servir de bendición para los demás. Debemos ser una herramienta que permita que un ministerio avance, progrese y se edifique mediante nuestras buenas acciones.
De igual forma es importante hacer que Dios vea nuestro corazón bondadoso y sincero, tal como lo hizo Salomón, quien tuvo la oportunidad de pedirle a Dios lo que quisiera y su petición estuvo dirigida a ser provecho y de bendición para el pueblo. Esto fue del agrado de Dios y por eso, Salomón fue bendecido y sabio.
Toma en cuenta que Dios escudriña tu corazón y él sabe las peticiones antes de que las pidas. Así que servir de corazón a otros te traerá bendiciones de lo alto y así podrás también bendecir con tus acciones y obras a los demás, dando testimonio de que eres un verdadero hijo de Dios.
Retomando la historia de Salomón, cuando el pueblo se enteró de la decisión que había tomado el rey, todos en Israel se sorprendieron porque se dieron cuenta de la sabiduría que el Señor le había otorgado para hacer justicia, revelando quién era la verdadera madre. Tal como se aprecia en la palabra:
“Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: !!Ah, señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo. Entonces el rey respondió y dijo: Dad a aquélla el hijo vivo, y no lo matéis; ella es su madre. Y todo Israel oyó aquel juicio que había dado el rey; y temieron al rey, porque vieron que había en él sabiduría de Dios para juzgar” (1 Reyes 3:26-28)
En este sentido, este acto de sabiduría fue notoria para el pueblo y se maravillaron porque sabían que Salomón era un hombre de Dios justo, capaz de hacer justicia y de revelar la verdad.
Por otro lado, cuando Dios le pidió a Dios sabiduría para gobernar al pueblo, no fue un hecho egoísta, fue una petición noble, que serviría para hacer justicia y bendecir al pueblo. Así que cuando Dios te de bendiciones debes usarlas para glorificar al Señor y bendecir a los demás, dando testimonio de las maravillas que Dios puede hacer si estás de la mano con él.
De esta manera, una bendición se convierte en un regalo que se comparte con los demás y va pasando de persona a persona, porque las bendiciones de Dios no deben guardarse, ni esconderse, deben usarse para ayudar al prójimo, para continuar la obra de Dios en la tierra, para edificar a la iglesia, a la familia y para expandir su reino.
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