Saliendo de tu barca – qué debes enfrentar para lograr salir de tu barca
Saliendo de tu Barca hace referencia al evangelio de Mateo en el cual Pedro salió de su barca para caminar sobre las aguas porque Jesús se lo indicó. Pero tuvo miedo y por eso se hundió. Tal como se aprecia en el siguiente pasaje:
“Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: !!Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: !!Tened ánimo; yo soy, no temáis! Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: !!Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: !!Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios” (Mateo 14:25–34)
En este pasaje podemos ver que cuando Jesús se les apareció a sus discípulos, estos pensaron que era un fantasma porque no reconocieron la presencia del Señor. Este hecho es curioso porque en muchas oportunidades Jesús se les mostró haciendo milagros, prodigios y maravillas. Pero éstos habían vuelto a su rutina de trabajo, dejando a un lado el aspecto espiritual, olvidándose de todo lo que habían vivido y aprendido de Cristo.
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Para salir de la barca, debemos mantener la comunión con Nuestro Señor Jesucristo para poder recibir su gloria y poder en nuestra vida. Esta barca tiene relación con nuestra vida pasada, ya que para poder salir de ésta debemos nacer de nuevo y creer que con Cristo todo es posible.
Saliendo de tu barca – qué debes enfrentar para lograr salir de tu barca
Salir de tu barca amerita tener plena confianza en Nuestro Señor Jesucristo y poner en práctica la fe porque sin ésta es imposible agradar a Dios. Sin embargo debes ser valiente y considerar los siguientes aspectos:
1.- Reconocer la presencia del Señor
Tal como se mencionó anteriormente para poder salir de la barca, debemos reconocer la presencia del Señor. De esta manera podremos caminar sobre las aguas junto a Jesús. De esta manera, no se puede confundir a Jesús con un fantasma porque como hijos de Dios debemos reconocer su presencia llena de su amor, misericordia y perdón.
Este hecho se llevó a cabo luego de que Jesús había multiplicado los panes y alimentado a 5000 solo con 2 peces y 5 panes: “Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud. Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas. Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños” (Mateo 18:19-21)
En esta cita podemos ver la Gloria del Señor manifestada al multiplicar los panes y poder alimentar a 5000 personas aproximadamente. Todo esto no era suficiente para que Pedro pudiera caminar sobre las aguas sin hundirse, porque su fe le falló aún cuando había visto el Poder de Jesús.
2.- Tener discernimiento entre la fe y la imprudencia
Otro de los aspectos que se deben tomar en cuenta para salir de la barca, es tener el discernimiento entre la fe y la imprudencia. Por lo cual debemos siempre estar acompañados de sabiduría y entendimiento, tal como lo demanda su palabra:
“y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada. Pero si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría, que la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero que pida con fe, sin dudar; porque el que duda es semejante a la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra” (Santiago 1:5)
En este orden de ideas, es importante pedir primeramente sabiduría de lo Alto, pero se debe pedir con fe, sin dudar ni un instante porque el Señor es quien puede controlar todo en nosotros para de esta forma poder tomar decisiones que estén acorde a su perfecta voluntad y para ello es necesario que tengamos inteligencia y dominio propio, y no dejarnos llevar por emociones, ni querer caminar por nuestros propios camino, ya que por nuestros propios medios no podremos llegar a la meta.
Siempre vamos a necesitar de Nuestro Señor que es nuestra luz en medio de la oscuridad. Por esto hay que pedirle sabiduría, discernimiento, inteligencia, dominio propio. Pero también hay que pedirle amor, misericordia y bondad para con nuestro prójimo y no caer en el egoísmo ni en el orgullo.
En este sentido, cuando Pedro comenzó a caminar sobre las aguas la incredulidad se apoderó de él y por eso comenzó a hundirse porque no tenía discernimiento y su falta de fe lo traicionó. Leamos este hecho como una lección de vida en la cual debemos siempre confiar plenamente en el Señor.
3.- Caminar sobre las agua te libera de la barca
Cuando podemos reconocer la presencia del Señor, podemos decidir salir de la barca pero solamente esto sucede si podemos caminar sobre las aguas, agarrado del Señor. Preparados para salir de nuestra área de confort y adentrarnos en el mundo espiritual.
Cuando a Pedro le tocó caminar sobre las aguas, era de noche y todo estaba muy oscuro, y además había una gran tormenta en el mar con olas muy altas. Así que Pedro para poder salir de la zona de protección, debía caminar sobre las aguas, enfrentando las adversidades.
4.- Salir de la barca implica enfrentar adversidades
Cuando decidimos salir de la barca, tenemos que considerar que se avecinarán problemas, por eso debemos estar fundamentados en la roca que es Cristo porque de lo contrario, nos hundiremos como le pasó a Pedro.
5.- Sobrellevar el temor
Como seres humanos que somos vamos a sentir temor ante las adversidades, conflictos, enfermedades y pérdidas que tengamos que enfrentar. Pero en cristo Jesús somos más que vencedores y de esta forma podremos sobrellevar el temor que me detiene a ver la gloria del Señor en mi vida.
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Salir de la barca es enfrentar tus miedos, reconocer que solamente puedes caminar sobre las aguas si estás junto al Señor. No podrás lograrlo por tus propias fuerzas, solo debes confiar en él porque Dios quita todo temor: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor” (1 Juan 4: 18)
Dios es amor y si tenemos a Dios, lo tenemos a él y por eso el temor desaparece porque tenemos la certeza de que él está con nosotros y debajo de sus alas estamos seguros. Debemos tener en nuestro corazón sus promesas y atrevernos a salir de la barca, caminar sobre las aguas y recibir la victoria frente a nuestro adversario que pretendía derribarnos. Pero en Cristo somos más que vencedores porque él es nuestro escudo protector.
En este sentido el temor y Crecimiento personal y espiritual van de la mano y no se pueden separar. Por eso si no tenemos un temor sano y santo podremos llegar a caer porque necesitamos apoyarnos en Cristo y sentir temor cuando no hacemos su voluntad. Esto lo podemos apreciar en el siguiente pasaje: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3: 5-8 )
En este sentido, solo debemos creer en su palabra y caminar sobre las aguas confiadamente porque él no nos soltará. No busquemos caminar bajo nuestra propia dirección porque nos hundiremos en el camino, porque no es por nuestra propia fuerza que podremos avanzar, es por la misericordia y gracia de Nuestro Señor Jesucristo.
6.- Cuando salimos de la barca, superamos debilidades y conflictos
Los que decidimos salir de la barca, estamos echando fuera todo temor y nos estamos adentrando en las aguas para caminar sobre ellas y superar de esta forma nuestra debilidad, problemas, tristeza, angustias, porque mi Señor piensa en nosotros y conoce nuestra necesidad y aflicción, tal como lo anuncia la palabra: “Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí” (Salmos 40:17)
De esta forma, en medio de nuestra tristeza, Jesús está con nosotros porque él tiene cuidado de cada uno de sus hijos y conoce todas nuestras necesidades, pensamientos. Él escudriña los corazones y restaura nuestra alma para que podamos comprender que sin él nada podemos hacer.
7.- Debemos esperar en el Señor
Para poder caminar sobre las aguas, debemos esperar en Dios porque su tiempo no es el mismo al de nosotros. A veces queremos que las cosas se den a nuestra manera y en nuestro tiempo, pero Dios tiene el control de todas las cosas y debemos ser pacientes, manifestando el fruto del Espíritu Santo, tal como lo demanda su palabra:
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22-23)
En este sentido, todo hijo de Dios debe dar el testimonio de lo que él ha hecho en su vida y por eso debe manifestar el fruto del Espíritu Santo. Esto nos destaca como cristianos, ya que estamos dando fe de que estamos llevando en práctica el evangelio de Cristo en nuestra vida. No solo cuando vamos al templo y estamos en medio de las congregaciones o cuando ejercemos un Ministerio, sino que en nuestro diario vivir debemos siempre manifestar que somos luz en medio de las tinieblas.
Por esta razón, debemos llevar el evangelio en alto con nuestra propia vida, con nuestra forma de actuar ante el prójimo, haciendo buenas obras, sanando nuestra alma, mente, espíritu y cuerpo, porque ciertamente una vez que aceptamos y recibimos a Nuestro Señor Jesucristo, el Espíritu Santo comienza a morar en nosotros.
Así que como hijos de Dios debemos aprender a esperar y a tener paciencia en su respuesta. En el libro de Marcos 6: 48 podemos apreciar que Jesús estaba viéndoles desde lejos que remaban con gran fatiga.
Nuestro Señor Jesucristo sabía perfectamente qué los estaba inquietando y por eso se les presentó para manifestar su Gloria una vez más y demostrarles que si confían en él pueden salir de la barca y caminar sobre las aguas de forma segura.
Cuando Jesús se acercaba, ellos no lo reconocieron porque estaban afanados en la situación que se les estaba presentando, en lugar de confiar en él. Si nos afanamos en buscar soluciones apresuradas y por nuestra cuenta ciertamente vamos a fallar, por eso debemos ser pacientes y atender lo que dice la palabra: “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; 4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza” (Romanos 5:3-4)
En este sentido, saliendo de la barca es una frase que encierra muchos aspectos y que nos enseña el significado de este hecho presentado en el evangelio de Mateo, donde se demuestra una vez más que si estamos con Nuestro Señor nada nos pasará porque él no nos suelta y con sus lazos de amor nos ayuda a caminar sobre las aguas confiadamente, reconociendo que sin su ayuda, nos hundiremos y no podremos llegar a la orilla.
Por eso es de gran importancia reconocer la presencia de Dios en nuestra vida, discernir para poder tomar buenas decisiones que nos permitan no errar en el camino y enfrentar las adversidades con valentía.
Todas estas enseñanzas de Jesús, deben afirmar nuestra confianza en él y realzar el hecho de que su pacto divino no fue en vano porque no solo murió por nosotros sino que permanecerá en nosotros por medio de su Santo Espíritu para siempre y hasta la eternidad si nos mantenemos firmes, haciendo su perfecta voluntad.
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