Tres requisitos para ser sanado según la Palabra de Dios

Los tres requisitos para ser sanado por el Señor están basados principalmente en la fe, ya que sin ésta no es posible agradar al Señor porque ésta es la que hace que creamos en su nombre y en su poder de sanidad.

Según la biblia la fe “es la certeza de lo que se espera la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1) Por esta razón todo lo que hagamos para alcanzar nuestra sanidad bien sea espiritual o física, debe estar basado en nuestra fe inquebrantable en Cristo.

Muchas veces tenemos más fe en los médicos, medicinas, diagnósticos que en nuestro Dios Todopoderoso. Ciertamente el Señor usa a las personas, usa la ciencia y toda la tecnología en favor del ser humano.

Pero primeramente debemos darle el lugar que le corresponde a Dios porque sin él, nada somos, sin él no podremos lograr nada por nuestras propias fuerzas. De esta manera, la sanidad depende de nuestra fe.

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    Tres requisitos para ser sanado internamente

    La sanidad interior es una de las áreas más importantes dentro del ministerio de liberación que no se quede ignorar porque trae repercusiones en todos los aspectos y puede incluso reflejarse en nuestra salud física.

    Las heridas emocionales son una de las causas más frecuentes por las cuales la liberación puede verse entorpecida, además de impedirle el crecimiento espiritual y personal en los ámbitos de su vida.

    Por esta razón es fundamental que sepamos cómo sanar estas heridas que están en el interior para superarlas y que cicatricen correctamente. De esta forma, la persona se sentirá segura de sí misma y con el autoestima alta para enfrentar los retos de la vida.

    No se trata de borrar lo que se vivió, se trata de verlo como un aprendizaje de vida que pueda incluso ayudar a otras personas a superarlo de la misma forma que te ayudó a ti. Es decir, que todas las cosas que nos pasan nos van moldeando y van construyendo nuestro ministerio donde podemos edificar con nuestro propio testimonio.

    De esta forma que cuando miremos el pasado, podamos observarlo desde otra óptica, porque ya hemos sanado las heridas y ya eso no nos causa dolor ni nos perturba.

    Pero todas nuestras vivencias siguen formando parte de nuestro testimonio, el cual servirá de mucha ayuda para aquellas personas que también necesitan liberarse y sanarse internamente. Por lo cual es importante que tengas conocimiento de estos requisitos para poder ser sanado internamente:

    1.- Dejar atrás el sentimiento de culpa

    Una vez que aceptamos al Señor Jesús y nos arrepentimos de corazón de todos nuestros pecados, hemos sido sellados con el Espíritu Santo, quien nos limpia, purifica, libera, redarguye y comienza a transformarnos de adentro hacia afuera, creando en nosotros una nueva criatura, donde el pasado quedó atrás, al igual que el sentimiento de culpa.

    Tres requisitos para ser sanado
    Tres requisitos para ser sanado

    Al respecto la palabra nos señala lo siguiente: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17)

    Cuando tienes presente que ya tu vida es diferente y que Cristo ya te limpió de toda culpa, en ese momento vas a empezar a sanar en tu interior, rompiendo las cadenas que te atan y oprimen tu corazón.

    Por otro lado, debes comprender que las cosas que te pasan tienen un propósito que quizás no podamos entender al momento. Pero nunca pienses que Dios te ha dejado o abandonado porque la misericordia de Dios es infinita y él no miente.

    Una de las cosas que el enemigo va a utilizar para su propósito maligno, es la culpa, porque él sabe que en esa área te puede atacar. Pero si te levantas y reconoces que ya eres una hija de Dios y que ya lo pasado quedó atrás, pues estás creando un vallado que él no podrá derribar porque el Señor te respalda, tal como lo anuncia su palabra: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen,Y los defiende” (Salmos 34:7)

    De esta forma tu máxima protección es Dios y nadie tiene la autoridad de señalarte, de culparte, de minorizarte porque ya has sido sellado con su Santo Espíritu. Y desde ese momento Dios ha quitado de tu vida todo lo que te tenía atada a este mundo.

    Sin embargo debes mantenerte forme en la roca que es Cristo porque el enemigo no descansa y siempre va a querer desviarte del propósito que Dios tiene para ti.

    Así que debes mantener la comunión con Dios, leer la palabra y ayunar porque la palabra nos demanda a velar porque el enemigo nos asecha:

    “Sean prudentes y manténganse atentos, porque su enemigo es el diablo, y él anda como un león rugiente, buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8)

    2.- Abrir las heridas y sacarlas a la luz de Jesús

    Una de las cosas que debemos hacer para alcanzar sanidad tanto espiritual como física es ser sinceros con Dios, decirle todo aquello que hemos tenido guardado en nuestro corazón y que nos ha herido profundamente.

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    Cuando te quebrantas delante del Señor y expones todos tus sentimientos, estás revelando lo que hay en tu corazón, estás reconociendo que eres vulnerable y que dependes totalmente del Señor y su infinita misericordia.

    Debes saber que Dios lo sabe todo y conoce tu corazón a profundidad, por lo cual no puedes ocultarle nada, ya que él tiene conocimiento de todo tu ser y conoce absolutamente cada aspecto de tu vida.

    En la medida en que tengas una comunión estrecha con el Señor, él te irá moldeando, y dirigiendo por el camino que debes seguir, las decisiones que debes tomar y cómo debes actuar.

    Cuando oramos, los cielos se abren y la presencia del Señor te inunda y comienza a redargüirte a tal punto que de tu ser comenzarán a fluir ríos de agua viva, comenzará a limpiar y a sanar todas esas heridas, comenzará además a sanar tu cuerpo y sentirás la fortaleza para seguir adelante. Esto lo podemos apreciar en la palabra:

    “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:37-38)

    Por otro lado, debemos internalizar que él pagó el precio por nuestras rebeliones, dio su vida para salvar nuestra alma, nos justificó delante del padre y echó fuera todas nuestras enfermedades tanto físicas como espirituales e internas.

    Cuando él fue golpeado y molido, también lo fue nuestro pecado, nuestra maldad, nuestra iniquidad. Juntamente con él fueron borrados nuestros pecados porque ahora somos limpios, sanos y purificados en Cristo Jesús, tal como lo revela su hermosa palabra:

    "Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados" (Isaías 53:4-5)

    3.- Tener una actitud agradecida ante todas las cosas

    Cuando tenemos una actitud de agradecimiento en medio de nuestras adversidades, estamos reconociendo su misericordia y su favor de mantenernos firmes en pie de lucha.

    Cuando agradeces por todo lo que tienes en ese momentos, estás aceptando su voluntad con humildad y con amor. Él conoce tu corazón y sabe perfectamente por lo que estás pasando, él sabe lo que sientes y padeces.

    Pero si a pesar de sentirte tribulado, puedes alabar a Jehová y darle gloria, estás viendo tu propósito en tu vida y no la adversidad por la cual debes pasar para lograr la victoria.

    En este sentido encontramos personajes como Pablo que en medio de su prueba, en medio de su dolor, en medio de encontrarse en una terrible situación en la cual estaba preso y golpeado, solo quiso alabar a Dios:

    “Después de darles muchos golpes, los echaron en la cárcel, y ordenaron al carcelero que los custodiara con la mayor seguridad. Al recibir tal orden, este los metió en el calabozo interior y les sujetó los pies en el cepo. A eso de la medianoche, Pablo y Silas se pusieron a orar y a cantar himnos a Dios, y los otros presos los escuchaban” (Hechos 16:23-25)

    Debemos ser como Pablo, no ver la circunstancia sino visualizar el propósito. Confiar sin mirar los obstáculos del camino, alabar a pesar de la tristeza y desolación, orar con la esperanza de ser escuchado.

    Así que la gratitud conlleva a la confianza,  aquella que proviene de tu fe inquebrantable de que tienes un Dios vivo que está en medio de tu tristeza, en medio de tu angustia porque somos sus hijos y él nunca nos va a desamparar porque para siempre es su misericordia.

    Cómo se pueden identificar las heridas emocionales

    Primeramente debemos identificar la raíz del problema, y percatarnos de la necesidad que tenemos de avanzar y de sanar las heridas del pasado que nos han hecho tanto daño. Por lo cual es importante que detectes las siguientes señales:

    • Dureza interior: Generalmente se tiene un corazón endurecido y un dolor interno que no se quita fácilmente.
    • Irritabilidad: Constantemente se encuentran a la defensiva, irritados y de mal humor.
    • Somos poco tolerantes: No practican la tolerancia, ya que cualquier cosa que hagan los demás nos molesta.
    • Sentimientos malsanos: Están propensos a estar airados, a sentir odio y resentimiento y pueden ser muy efusivos cuando están ante una situación adversa.
    • Muy sensibles acerca de los hechos del pasado: Están constantemente recordando hechos pasados y resaltando aspectos que marcaron su vida de alguna manera.
    • Dificultad para perdonar: Les cuesta mucho perdonar a quien nos causó algún daño en el pasado, ya que tienen el corazón endurecido.
    • Les cuesta sentirse amados: No están abiertos ante la posibilidad de que alguien pueda llegarlos a amar y colocan una pared que no deja que fluya ese amor.
    • Arrebatos: Esto sucede cuando se encuentran sin salida aparente y sencillamente explotan y dejar expresar todo ese sentimiento de amargura, de rabia e impotencia que han estado guardando en su interior.
    • Queja hacia Dios: Una de las cosas que puede llegar a pasar es que te desenfoques hasta tal punto de que le hagas reproches a Dios o lo culpes por todo lo que te pasa. Esto los aleja de Dios y por eso no logran hallar la salida a su dolor.
    • Odio a sí mismo: Pueden experimentar tanto odio en su ser que pueden llegar a odiarse, y esto se puede tornar peligroso, ya que pueden incluso atentar contra su vida si no encuentran la ayuda espiritual pertinente.
    • Necesidad de vengarse: Se puede llegar a sentir el deseo de vengarse y de hacerle daño a la persona que lo lastimó en el pasado. Estos sentimientos pueden ser muy perjudiciales porque crea frustración al no poder lograr su cometido.
    • Comportamiento irresponsable: Como no les importa nada porque están sumergidos en su dejadez, comienzan a actuar de forma irresponsable. No tienen hábitos, no son consecuentes ni tienen metas por cumplir.
    • Impulsividad: Actúa por impulso, motivado por su amargura, resentimiento, rencor, odio y deseos de venganza, por lo cual suele utilizar un lenguaje cargado de malas palabra y suele herir incluso a sus seres queridos. No acepta críticas y siempre se está defendiendo y justificando, atribuyéndole la culpa a Dios a alguien en particular. Lo cual es muy común en una persona herida emocionalmente.
    • Hostilidad hacia Dios, hacia uno mismo y hacia los demás: Cuando una persona está en esta situación, se puede afirmar que odia a todo el mundo, incluso a Dios y a sus familiares, porque su hostilidad es una forma de crear esa pared para que nadie lo cuestione o critique.

    En este sentido es un tema bastante delicado porque cuando se habla de heridas emocionales, se está hablando de daños psicológicos que pueden crear patrones de conducta que lo llevarán al fracaso e incluso al suicidio.

    Lamentablemente en la actualidad existe una gran cantidad de personas padeciendo por heridas del pasado que las han atormentado por años.

    Sin embargo como creyentes, tenemos esperanza porque con Cristo tenemos acceso a una nueva vida en la cual el Espíritu Santo nos ayuda a superar nuestras heridas, a levantarnos y a fortalecernos cada día de nuestra vida.

     Solo debemos tener la certeza y la convicción de que tenemos a un Dios vivo que tiene el control absoluto de todas la cosas.

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