Un Ministerio eficaz. 4 Condiciones para Ejercerlo.
Ejercer un ministerio eficaz, que nos ha sido encomendado en nuestras congregaciones, es la clave para el crecimiento de la iglesia y la expansión del reino de Dios en nuestras comunidades.
Además de tener el beneficio adicional del crecimiento espiritual personal de quien lo ejerce, y que fue comisionado por el Espíritu Santo para ejercerlo de manera efectiva. El Espíritu Santo, con su palabra, nos guía y nos capacita mostrándonos al menos 4 condiciones para ejercer un ministerio eficaz.
¿Qué es un ministerio?
Servicio que rinde una persona a otra, que en sentido bíblico generalmente es relación personal no un simple trabajo manual. Josué es el "servidor" o ministro de Moisés (Éx 24.13).
Eliseo "servía" a Elías (1 R 19.21). Los ángeles o "ejércitos" son ministros de Jehová (Sal 103.21). Jesucristo, cuando lavó los pies de sus discípulos, les enseñó el principio básico de lo que es un ministerio: El servicio a otros. La iglesia del Nuevo Testamento lo reconoce como diaconía, en este sentido Jesucristo fue “El Gran Diacono”.
Podemos identificar un ministerio en términos de su origen, contenido o naturaleza.
El ministerio en su origen se del Espíritu Santo. Pablo en su segunda carta a los Corintios les escribe para confirmar su ministerio apostólico entre ellos, que dudaban de su legitimidad.
En ella les indica que la certificación de legitimidad de su ministerio eran ellos mismos, que tal ministerio era dado por el Espíritu Santo, que provenía de Dios (2 Co 5.18), y que tenía como objetivo la libertad cristiana, y la transformación de gloria en gloria a la imagen de nuestro Creador (2 Co 3.1-18).
El ministerio tiene como contenido la Palabra de Dios. Los apóstoles consideraban una injusticia tener que dejar la predicación y el estudio de la palabra de Dios y la oración para administrar y servir las mesas de resto de los hermanos.
Lo más importante en todo ministerio dentro de la iglesia es que lleve como contenido la reconciliación de Dios con el hombre, el evangelio de la reconciliación (2 Co 5.18).
Puede haber cualquier tipo de ministerios, pero en cada uno de ellos se debe mostrar el evangelio de nuestro Señor Jesucristo, de tal manera que quien reciba este ministerio sea confrontado para llevar una vida de arrepentimiento y conversión al Señor, haciéndolo que es agradable delante de él.
El ministerio por su naturaleza es apostólico. Además de ser fundado por los apóstoles (Hch 1.25), su funcionamiento se basa en la enseñanza de la doctrina apostólica dejada por Jesucristo a cada uno de ellos, y transmitida luego a la iglesia neo testamentaria. Pablo da la imagen de ser sacerdote de Jesucristo ministrando a los gentiles, a quienes presenta como ofrenda agradable a Dios, santificada por el Espíritu Santo (Ro 15.16)
En el Antiguo Testamento vemos varios ejemplos de ministerio. Josué era ministro o servidor de Moisés (Ex 24.13). Eliseo servía a Elías ( 1 Rey 19.21) y los ángeles son ministros de Jehová (Sal 103.21).
La Biblia normalmente considera los ministerios como una relación personal y no como un trabajo manual en sí, donde es más importante la edificación del hermano. El ministerio en el liderazgo cristiano tiene características diferentes al liderazgo del mundo. La diferencia básica es que un líder del mundo se goza mandando, mientras que el líder cristiano es servidor de su hermano.
En la iglesia, los ministerios se desarrollan fundamentados en los dones espirituales de los hermanos y tienen como fin la edificación de la iglesia. Los dones para ejercer los ministerios son repartidos por el Espíritu Santo y los encontramos en diferentes listas dentro de las cartas del apóstol Pablo. (Ro 12.6-8; 1 Co 12.8-10, 28-30; Efe 4.11)
Vamos a examinar algunos de los aspectos mediante los cuales se desarrollan los ministerios en la iglesia.
Dios llama a su pueblo a ministrar
Los ministerios y la calificación del siervo para el mismo se hace mediante el llamado de Dios y no en base a ningún talento o logro personal. Cuando Dios escogió al pueblo de Israel para que le adorara en desierto, no lo hizo en base a los méritos de éstos.
Era un pueblo esclavo y básico, sin una cultura fulgurante como la del pueblo egipcio. Dios lo hizo en base a su amor y a su fidelidad para con ellos (Deu 7.7-8), así, les demostraba con sus hechos poderosos que él era el Dios del Universo y que ellos debían depositar su confianza en él y servirle con veneración.
Así vemos que Dios llama a aquellos que considera débiles, para avergonzar a los fuertes y sabios, y evitar la jactancia de aquellos que son escogidos por Dios para su servicio (1 Co 27-29).
De tal manera que es inevitable que el que haya sido llamado por Dios sienta sentimientos de insuficiencia ante tal llamado. Moisés se sintió muy minimizado para ser el líder y libertador de Israel (Éxo 3.11). Gedeón se excusaba de no tener recursos para enfrentar a los madianitas (Jue 6.15).
Saúl se sintió muy pequeño para ser nombrado rey de Israel (1 Sam 9.21). Salomón se consideraba joven e inexperto para gobernar a Israel (1 Rey 3.7). Isaías se consideraba un pecador no digno de llevar la palabra de Dios (Isa 6.5) y Jeremías puso como obstáculo el no saber hablar (Jer 1.6).
Esto no impidió que ellos cumplieran con la labor que Dios les había encomendado por que los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables. Dios nos exige ninguna condición especial o particular para desarrollar un ministerio eficaz. Así que debemos responder al llamado de Dios a un ministerio eficaz sin ninguna reserva:
Debemos estar listos y disponibles, en el pasado, vemos como Samuel contestó inmediatamente al llamado de Dios (1 Sam 3.10). No podemos empezar a divagar ante el llamado de Dios al ministerio, porque no podemos contrariar la voluntad de Dios. Servir a Dios en un ministerio eficaz implica la disposición inmediata y diligente para cumplirlo.
Debemos responder al llamado de Dios para un ministerio eficaz con fe. Dios no requiere de nuestros talentos naturales o perfecciones morales, solo la convicción que nos da el Espíritu Santo de que ese llamado es legítimo (Heb 11.1-2).
Jacob era un engañador (Gen 27.19-24). Moisés y Aarón desobedecieron a Dios (Núm. 27.12-14). David cometió adulterio y asesinato (2 Sam 11.4, 14-15), Pedro negó al Señor (Mat 26.75) y Pablo asolaba las iglesias cristianas (Hch 22.19).
Sin embargo, Dios si requiere algunas cualificaciones personales para el ministerio, tales como la fidelidad, la piedad (1 Tim 6.11-21) y ser como Jesucristo (Hch 1.21-22).
Hay 4 condiciones para ejercer un ministerio eficaz.
Una vez que hemos considerado el concepto, la naturaleza y cualificaciones bíblicas para el ministerio, hemos de considerar ahora las condiciones para ejercerlo eficazmente. Es decir, lleno de poder para conseguir resultados. De ahí, que la Palabra de Dios nos guíe en los siguientes requerimientos:
1.- Un ministerio eficaz se ejerce sirviendo a Dios Ro 1:9; Stg 1:1
Servir a Dios solo puede hacerse aceptando que somos pertenencia total de él y que nuestra lealtad también debe ser total. Constituye una actitud de entrega y compromiso que honren a quien nos ha escogido como siervo de Dios para un ministerio (Ro 1.9).
Significa que nuestro trabajo debe ser para su gloria y para su honra, sirviendo diligentemente en busca de sus propósitos. En el pasado, los esclavos que se sentían bien con sus amos escogían seguir sirviéndoles (Deu 15.15-17).
Así que podemos servirle voluntariamente y por amor, estando sujeto a él a sus propósitos y órdenes, sin reservas ni dudas, porque Dios no nos va a dar cargas que no podamos soportar.
Debemos servir diligentemente. Un ministerio eficaz no admite demoras ni ser pasado a un segundo plano. Debemos planificar y establecer prioridades en el servicio de un ministerio eficaz. No debe haber lugar para la desidia o la informalidad en las funciones.
En todo tiempo, debemos mostrar que ese es nuestro servicio a Dios y que lo hacemos con toda la formalidad del caso y utilizando los recursos que se requieran para su fiel cumplimiento.
Debemos servir obedientemente. No hay lugar para el reclamo o la diferencia de pareceres entre nuestras actividades y el propósito de Dios para que dicho servicio sea un ministerio eficaz. No podemos tomar la actitud del hijo que dijo que sí a los requerimientos de servicio de su padre y al final terminó no realizando lo encomendado.
Debemos cumplir muchas veces aun sin comprender lo que Dios desea, sino solamente confiando que lo que Dios decide es lo mejor para nosotros. Es mucho mejor la obediencia que la actitud religiosa.
2.- Un ministerio eficaz se ejerce sirviendo a Jesucristo Ro 1:1; Jud 1; Ap 1:1
Dos preguntas nos servirán para ilustrar mejor cómo hemos de ejercer un ministerio eficaz sirviendo a Jesucristo 1. ¿Por qué le llaman Cristo? Y 2. ¿Por qué te llaman cristiano?
Cristo significa “Ungido”, porque fue ordenado del Padre y ungido por el Espíritu Santo para ejercer las funciones de sacerdote, profeta y rey, éstos eran los tres oficios en el pueblo de Israel que requerían de unción. Estos tres oficios se unen y perfeccionan en la persona de Jesucristo.
Él es nuestro profeta y maestro que nos reveló plenamente el consejo y decreto de la voluntad de Dios con respecto a nuestra salvación, y de quien recibimos la enseñanza y la guía para seguir por el camino cristiano.
Es nuestro sacerdote porque es el único y suficiente mediador entre Dios y el hombre, quien intercede perpetuamente por nosotros ante el Padre, y que nos redimió con el sacrificio de su cuerpo, ofrenda agradable a Dios.
Y es nuestro rey, que nos gobierna a través de su Palabra por su Espíritu, y nos preserva y sustenta hasta el día de la llegada del reino eterno. Por eso le llaman Cristo.
Y esto servirá de base para saber porque nos llaman cristianos. Nos llaman cristianos porque somos miembros de Jesucristo y participamos de su unción en el Espíritu Santo para ejercer nuestros ministerios como profetas confesando su nombre y ministrando su Palabra, como sacerdotes intercediendo por nuestros hermanos y nuestro prójimo ante el Padre, y reinando en su reino a través de la expansión de la iglesia y la lucha contra el mal hasta que el reino se complete en su plenitud cuando él venga a reunirse con su pueblo.
Así, nos hacemos servidores de Jesucristo en un ministerio eficaz, que siga su voluntad y de la gloria al Padre en su ejercicio.
3.- Un ministerio eficaz se ejerce sirviendo al evangelio Efe 3:7; Col 1:23
Uno de las condiciones más hermosas y fundamentales para un ministerio eficaz es la proclamación del evangelio. No hay tarea más noble que nos haya encomendado Dios que ser Heraldos y proclamadores de las buenas nuevas de salvación, y de la administración de la gracia de Dios para quienes reciben los beneficios del ministerio del evangelio.
El apóstol Pablo dice que fue hecho ministro del evangelio por el don de la gracia de Dios que le fue concedida en Cristo Jesús, para dar a conocer las inescrutables riquezas de Cristo (Efe 3.1-11), y la realización del plan de Dios, misterio que fue dado a conocerse en Cristo, y del cual Pablo era heraldo.
Este ministerio sirve para que el pueblo de Dios se mantenga funda y firme en la fe, sin moverse de la esperanza de vida eterna que él contiene y que da sentido y guía a la vida de cada creyente (Col 1.23).
Para ejercer un ministerio eficaz del evangelio, se requiere que el siervo que haya sido escogido por Dios sea discipulado y capacitado en las doctrinas básicas y fundamentales del evangelio de la gracia, junto con una formación ética digna de un ciudadano del reino, un Hijo de Dios y discípulo y siervo de Jesucristo. Aunque al final de cuentas, el don del Espíritu Santo es quien va a determinar la eficacia o no de su ministerio.
4.- Un ministerio eficaz se ejerce sirviendo a la iglesia Ro 15:31; 16:1; 1 Co 16:15; 2 Co 9:1; Ef 6:21; Col 1:7,25
Un ministerio eficaz en el servicio de la iglesia da amplitud de actividades donde puedan desarrollar sus dones los siervos del Señor. En las iglesias del Nuevo Testamento el Espíritu Santo dio reconocimiento a las personas que sirvieron a los santos en las iglesias (1 Co 16.15).
El apóstol pidió que reconocieran a las personas que trabajaban en el servicio de la iglesia y se sujetaran a ellas (1 Co 16.16). El ejercicio de los ministerios sirve para edificar la iglesia. Para que sus miembros crezcan en amor y conocimiento de Dios a un varón perfecto, a la estatura de Jesucristo.
Para que este servicio sea un ministerio eficaz en la iglesia, el siervo que lo practica debe ser fiel (Efe 6.21) y que realice sus actividades con diligencia y prestancia, como lo hacía Pablo que anunciaba cumplidamente la Palabra de Dios (Col 1.25).
Cuántas veces hemos visto retrasarse o no ejecutar programas y proyectos de la iglesia por negligencia o irresponsabilidad de los hermanos a quienes son encomendadas dichas labores. Debemos ser hermanos maduros cuando aceptamos las responsabilidades de un ministerio en la iglesia y debemos luchar por que sea un ministerio eficaz.
Deja una respuesta