Historia de Jesús Y La Tempestad: Lecciones Que Podemos Aprender
El relato de Jesús y la tempestad proporciona un punto de partida para muchas personas que necesitan la seguridad del control de Dios sobre las fuerzas que parecen estar fuera de su propio control. Los discípulos en el bote que se hundía enfrentaron temores abrumadores. Pero cuando Jesús calmó tan rápidamente la tempestad, sus miedos fueron inmediatamente reemplazados por asombro.
La historia de Jesús y la tempestad
El mar de Galilea tenía aproximadamente 13 millas de largo y aproximadamente 7 millas de ancho, y grandes tormentas surgieron rápidamente. Un día, cuando él y sus discípulos estaban cruzando el mar, hubo una tempestad. Las olas eran tan grandes que cubrían el barco.
Jesús siempre trabajó duro, enseñando a la gente y sanando a los enfermos, y a menudo estaba muy cansado. Estaba dormido en el barco cuando los discípulos se le acercaron, lo despertaron y le dijeron: "Señor, sálvanos: perecemos".
Les preguntó por qué tenían miedo; deberían haberse sentido seguros cuando estuvo con ellos. Luego le dijo al viento que dejara de soplar y que las olas permanecieran quietas. Y el mar estaba quieto. Los discípulos se sorprendieron cuando las olas y los vientos lo obedecieron.
Después de haber estado con Jesús un tiempo, descubrieron que podía sanar a los enfermos y resucitar a los muertos; y que tenía poder sobre el viento, las olas y sobre todo, y que era el Hijo de Dios.
Cosas a tomar en cuenta en esta historia
Cuando entraron por primera vez en el bote, Jesús debió estar exhausto. Jesús era completamente Dios, pero también era completamente humano. Había estado caminando por todas partes, enseñando y sanando a cientos de personas. Hay dos cosas principales a tomar en cuenta aquí:
1-La fe
Claramente la fe es la parte más importante de esta historia. Hablemos de la fe por unos minutos. La Biblia nos da una afirmación muy importante en Hebreos 11: 6: sin fe, es imposible que agrademos a Dios
¿Qué es exactamente la fe? El diccionario dice que la fe es "confianza en una persona o cosa". Esta es una buena definición. Hebreos 11: 1 dice que la fe es estar seguro de las cosas que no podemos ver.
La fe de la que habló Jesús fue: tener plena confianza en él, saber con certeza que Él es Dios, estar seguros de que tiene el control, tener seguridad de que puede hacer todas las cosas, incluso calmar una tempestad terrible.
Si los discípulos hubieran tenido fe, habrían entendido que Jesús pudo salvarlos con solo una palabra. No habrían tenido miedo de la tormenta. Esto no quiere decir que no hubieran despertado a Jesús para pedirle ayuda.
De hecho, eso es exactamente lo que deberían haber hecho. Si tuvieran fe, hubieran ido a Jesús con confianza, sabiendo que Él controlaba todas las cosas. Pero su miedo absoluto demostró que no confiaban en que Jesús pudiera salvarlos.
2-Los vientos y las olas obedecieron a Jesús
Todas las cosas en la naturaleza obedecen a Jesús: Jesús tiene poder sobre toda la naturaleza (Mateo 21: 19, Juan 2: 9), sobre todas las enfermedades (Mateo 4:23), sobre todos los espíritus malignos (Marcos 1: 26) e incluso sobre la muerte (Juan 11: 43-44).
La única parte de la creación que se ha atrevido a desobedecer a Jesús es la humanidad. Dios permite que las personas tengan libre elección. Las personas tienen la opción de obedecer o desobedecer a Dios. Podemos elegir entre seguir a Jesús o no hacerlo.
A diferencia del viento y las olas, eres libre de elegir. ¿Elegirás poner tu fe en Jesús? Si lo haces, vivirás en fe, no en miedo. Sabrás que Jesús tiene el control de todo lo que toca tu vida. Puedes relajarte y vivir en paz, dependiendo de Jesús para calmar tus tormentas.
5 lecciones que podemos aprender de esta historia
Aquí hay 5 lecciones importantes que puede aprender de esta poderosa historia:
- Los discípulos siguieron a Jesús: cuando Jesús entró en el bote, los discípulos lo siguieron. Deberíamos hacer lo mismo todos los días. ¡Seguir a Jesús fielmente no solo te ayudará a dejar de preocuparte, sino que también te dará la salvación!
- Incluso los seguidores de Jesús tienen problemas: el hecho de que seamos seguidores de Jesús no significa que no tendremos tempestades en nuestras vidas. Por otro lado, seguir a Jesús te dará paz, incluso en medio de esas tormentas. (Mateo 11:28)
- No entres en pánico si Jesús está en silencio: aunque Jesús estaba dormido en el bote, tenía el control de la situación. Si parece que te ha abandonado, no te preocupes. ¡Él está justo a tu lado!
- Pide ayuda: si bien es cierto que los discípulos entraron en pánico cuando surgió la tempestad, tenían suficiente fe para hacer algo muy productivo, le pidieron a Jesús que los ayudara. La preocupación siempre es inútil, pero la oración siempre es efectiva. Aunque es posible que no obtengamos exactamente lo que queremos, obtendremos lo que necesitamos.
- Aprende a mirar hacia atrás: después de que Jesús calmó la tempestad, "los hombres se maravillaron" (Mt. 8:27). Si miras hacia atrás las muchas veces que Jesús te ha ayudado, seguramente aumentará tu fe y te ayudará a lidiar con problemas futuros.
Jesús puede calmar tus tormentas
Tal como lo hizo hace 2.000 años, Jesús puede calmar las tempestades en tu vida y ayudarte a experimentar la paz. Imitar a los discípulos en el mar es una gran idea. ¡Dale una oportunidad y mira lo que pasa!
Es posible que no pasemos por la tormenta física como lo hicieron ellos. Pero todos hemos pasado por muchas otras tormentas en nuestras propias vidas como enfermedad, pérdida de trabajo, fracasos, debilidad personal, muerte de un ser querido, accidente, depresión, desesperanza, donde nos sentimos impotentes.
Podemos pensar o sentir que a Dios no le importa. Él está durmiendo. Él no está respondiendo nuestras oraciones. ¡Pero gracias a Dios que Jesús está en nuestros barcos! Él tiene el control y es el capitán de nuestro bote. Necesitamos confiar completamente en él.
Muchos de nosotros, llevamos la carga del miedo, quizás por las tormentas que estamos pasando, sin darnos cuenta de que podemos correr hacia Jesús con seguridad. El Salmo 91 nos dice que cualquiera "que habita en el refugio del Altísimo no tendrá que temer al terror de la noche, ni la flecha que vuela de día".
Al presentar nuestros temores a nuestro Padre celestial en oración, también podemos estar seguros de la comodidad que se obtiene al confiar en quien nos ama y quien tiene el poder de protegernos en todas las circunstancias.
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