Para qué fuimos creados según la biblia

Para qué fuimos creados es una de las interrogantes que nos hacemos constantemente, ya que sentimos la necesidad de saber nuestro propósito en la vida. De esta forma podemos desarrollarnos mejor como hijos de Dios, comprender que sin él no podemos lograr nada en la vida.

De igual forma debemos conocer nuestra esencia y saber que somos cuerpo, alma y espíritu y estamos sujetos a nuestro Padre Celestial, quien debe ser nuestra guía para no perder el camino y alcanzar la salvación.

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    Para qué fuimos creados y cuál es nuestro origen

    Todo parte desde el principio de las escrituras cuando se nos explica la creación del mundo y del hombre. Esto lo podemos apreciar en la siguiente cita bíblica:

     “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” (Génesis 1: 26-27)

    En esta cita Dios dice que nos creó a su imagen y semejanza, por lo cual el propósito de nuestra vida es llegar a ser como él, cumplir su voluntad perfecta. Lo cual significa que si alguien nos ve, vería también a Dios reflejado en nosotros, tal como lo expresa Jesús en el siguiente pasaje: “¿Tanto tiempo he estado con vosotros, y todavía no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»? “El que me ha visto a mí ha visto al Padre” (Juan 14:)

    De este modo Jesucristo vino a este mundo a restaurar todo aquello que se había perdido debido a la caída. Y en su testimonio queda reflejado la identidad y los atributos perdidos del primer Adán. Por lo cual es de suma importancia comprender de dónde venimos, cómo y para qué fuimos creados.

    ¿Cómo fuimos creados?

    Nuestra principal naturaleza es la espiritual, ya que antes de ser seres humanos fuimos espíritus nombrados y distinguidos por Dios, tal como lo señala su palabra: “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jeremías 1:5)

    En este sentido, Dios es el Padre de todos los espíritus y ésta, es la verdadera y eterna naturaleza que nos proporciona la identidad y el entendimiento de nuestro origen: ”Según nos escogió antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin manchas delante de él” (Efesios 1:4)

    El hombre fue creado con autoridad y dominio, y por esta razón Adán podía ver los árboles en el paraíso que Dios le dio para que pudiera comer de su fruto, y los árboles espirituales, le proporcionaban el conocimiento del bien y del mal, y el de la vida. Podía hablar con su Padre y se comunicaba con los animales, ya que tenía la capacidad de descifrar los sonidos y sabía lo que cada especie decía.

    Esto se debe a que Dios le dio el completo dominio y la autoridad sobre estos animales, y por eso, tenía la capacidad de comunicarse con ellos. Así que cuando la serpiente les habló a él y a Eva, no se extrañaron porque era algo normal.

    Por otro lado, cuando Adán le dio nombre a los animales, tomó en cuenta los atributos de cada uno de ellos, y les colocó el nombre apropiado para cada especie. Incluso Adán conocía hasta su manera de pensar, por lo cual sabía que la serpiente era astuta.

    Este hecho era posible debido a que su naturaleza terrenal estaba recubierta de la gloria de su espíritu que era arsenal de la vida misma del Señor. Adán y Eva estaban revestidos de Cristo, quién representa la primera luz, que hizo todas las cosas y  por quién todas permanecen. En Jesucristo están condensados todos los tesoros del conocimiento y la sabiduría. Tal como lo expresa su palabra:

    ”Para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.” (Colosenses 2: 2-3)

    ¿Quiénes somos?

    Para qué fuimos creados
    Para qué fuimos creados

    Poder comprender quiénes somos realmente, nos abre las puertas para conocer los tesoros que Dios tiene para nosotros. Por lo cual constituye el camino hacia el conocimiento maravilloso del poder de Dios, de su perfecta voluntad y de su infinito amor.

    Implica una llave que nos abre posibilidades de entender el propósito de Dios en nuestras vidas y en las generaciones venideras, y además nos muestra la distinción entre una vida bendecida llena de victorias y otra vida llena de fracasos que tiene un poder limitado.

    Debemos comprender que somos alma, cuerpo y espíritu. El alma se refiere a lo que somos como espíritu humano. Es semejante a un espejo que refleja todo lo que es el espíritu para después decodificarlo.

    Cuando el alma interpreta lo que proviene del espíritu, lo traspasa al cuerpo, debido a que las tres partes del ser están ligadas entre sí.

    Como el alma posee los mismos elementos que el espíritu, puede subsistir de manera autónoma y ser independiente del espíritu. Luego de la caída, el alma se apoderó del cuerpo y de la forma en la que fuimos creados por Dios.

    De esta forma, el hombre es un espíritu que procede de Dios y reside en un cuerpo que percibe el mundo exterior mediante su alma. Así que podemos oír y ver el mundo material, pero cuando estamos conectados con Dios, podemos acercarnos al mundo espiritual cada vez más.

    Pero debemos fortalecer nuestra relación con el Todopoderoso y conocer su poder y majestad reflejado en su palabra, y mediante su hijo Jesucristo.

    Dios es nuestro creador y él determinó formarnos como una criatura que procede de su propia naturaleza y sustancia, por lo cual tenemos las mismas facultades de él como la sabiduría, poder, inteligencia, creatividad, las cuales son innatas a su genética divina. Lo podemos visualizar mediante su palabra:

    “Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos.” (Hebreos 12:9)

    El hombre: Un espíritu encarnado

    El hombre es un espíritu encarnado porque es el único espíritu formado para estar en dos dimensiones a la vez, a diferencia de los demonios y los ángeles. De esta manera, para lograr que el mundo espiritual y terrenal puedan desempeñarse juntos, se debía tener un tercer elemento que los comunicara y así estar compatibles entre sí. Por lo cual Dios, creó el alma. Tal como lo dice su palabra:

    ”Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra. Y soplo en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un alma viviente.” (Génesis 2:7)

    Cuando Dios sopló aliento en el cuerpo de barro, accedió dentro de él, no sólo el espíritu propio del ser humano, sino además añadió el alma. Por esta razón, este tercer elemento está conformado de la misma sustancia impalpable que el espíritu que nos hace ser una composición tripartita: cuerpo, alma y espíritu.

    Tal como lo revela su palabra: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo. Y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” (Tesalonicenses 5:23)

    Nuestra identidad

    Dios formó el alma del hombre para que tuviera la capacidad de interpretar el Espíritu de Dios que habitaba en Adán. Por esta razón el alma es tan anhelada por satanás, y buscará las formas de apoderarse de ella, incluso quiso tentar a Jesucristo para destruir el plan perfecto de Dios:

    Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu en el desierto por cuarenta días, siendo tentado por el diablo. Y no comió nada durante esos días, pasados los cuales tuvo hambre. Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.

    Jesús le respondió: Escrito está: ``No solo de pan vivirá el hombre”. Llevándole a una altura, le mostró en un instante todos los reinos del mundo. Y el diablo le dijo: Todo este dominio y su gloria te daré; pues a mí me ha sido entregado, y a quien quiero se lo doy. Por tanto, si te postras delante de mí, todo será tuyo. Respondiendo Jesús, le dijo: Escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás. Entonces le llevó a Jerusalén y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, lánzate abajo desde aquí, pues escrito está: A sus ángeles te encomendará para que te guarden y en las manos te llevarán, no sea que tu pie tropiece en piedra” Respondiendo Jesús, le dijo: Se ha dicho: No tentarás al Señor tu Dios. Cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se alejó de él esperando un tiempo” (Lucas 4:1-13)

    En este sentido, el alma además de poder interpretar todo lo relacionado con Dios y así poder comunicarse con lo espiritual, también lo puede hacer con el mundo oscuro de las tinieblas. De esta forma podemos gobernar en la tierra. Pero Satanás al ver la grandeza y la perfección del alma, la desea para él y pretende apoderarse para así poder gobernar la tierra y eliminar a los hijos de Dios, que representan su mayor enemigo. Así que utilizó a la serpiente para poder engañar al hombre y a su mujer.

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    Debido a que el alma poseía  dentro de sus órganos complejos, uno llamado libre albedrío que se refiere a la capacidad que se tiene para escoger y tomar decisiones. Si Satanás lograba crear la duda en el corazón de Adán y Eva con respecto a Dios, lograría su objetivo, así que eso fue lo que hizo según la biblia:

    “mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.” (Génesis 2:17)

    ”Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis. Sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.” (Génesis 3:4-5)

    De esta manera, comer del árbol de la vida era el suministro divino para que el hombre pudiera vivir en el paraíso por la eternidad. Pero el enemigo separó al hombre de Dios.

    Finalmente para qué fuimos creados, para responder este interrogante debemos saber que nuestro espíritu está expuesto al mundo de las tinieblas,  y quedó apartado del mundo de Dios debido a la desobediencia de Adán y Eva.

    Pero gracias a nuestro señor Jesucristo fuimos liberados del pecado y mediante un arrepentimiento genuino, podemos vivir para Dios, ya que el sacrificio perfecto de Jesús nos abrió las puertas al mundo espiritual de nuestro Padre Celestial.

    Sin embargo para llegar a él debemos estar dispuestos y entregarnos a él, obedecer su palabra y alejarnos del pecado. El siguiente pasaje nos muestra lo importante que es acercarnos a Dios: “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él.” (1 Corintios 6:17)

    De esta manera, cuando nuestra relación con Dios se va desarrollando cada día, nuestro mundo espiritual se vuelve más perceptible y nuestros ojos espirituales se abren al entendimiento y a la sabiduría que viene de lo alto, ya que el pecado nos mantiene cegados y nos aleja de las bendiciones de Dios en nuestra vida.

    A través de Nuestro Señor Jesucristo podemos reivindicarnos y arrepentirnos de corazón para alcanzar la vida eterna, la cual es una promesa inquebrantable, ya que la muerte y resurrección se hicieron con un propósito divino de buscar todo lo que estaba perdido, sanar todo lo que estaba enfermo y darnos vida en abundancia.

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