Seamos Como El Padre Misericordioso

La tarea que Seamos Como El Padre Misericordioso es una actitud que debe desarrollar toda persona.   Nosotros como humanos tenemos la tendencia natural de etiquetar  a otros con la primera impresión.

Es casi un acto reflejo en el común de las personas en nuestra sociedad, y más aún cuando esta persona está en una situación de miseria o tribulación, ya sea física o espiritual.

Nos gustan los vencedores, los famosos, pero casi nunca  nos identificamos con los que tienen problemas, allá ellos. Lo  vemos en el hogar, la iglesia, el trabajo, o en cualquier sitio de reunión que acostumbremos a frecuentar, y nosotros mismos caemos en la crítica, la burla, el juicio o el sarcasmo.

Es una actitud que nos aleja de la semejanza al dios que adoramos: al Padre misericordioso, lo cual deforma la imagen de él que quiere plasmar en nosotros.

Hoy vamos a considerar como Dios se nos muestra como el padre misericordioso y lo que él ofrece para que nosotros nos formemos a su imagen en su misericordia. Veamos:

 

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    Para que seamos como el Padre Misericordioso, él nos enseña su misericordia como atributo.

    Seamos Como el Padre Misericordioso

    La misericordia es un aspecto del amor de Dios. Es su acción compasiva y bondadosa que lo acerca al hombre que vive en las consecuencias de sus pecados y necesitado de su ayuda, a diferencia de la gracia que ve al hombre como culpable delante de Dios, y necesitado  de su perdón.

    La misericordia se manifiesta en el socorro de Dios hacia aquellos que se encuentran en estado de miseria espiritual y los ayuda sin tomar en cuenta si estos la merecen o no.

    Es un regalo abundante, (Deut. 5:10),  que mana de la generosidad de Dios y que no exige nada a cambio de quien la recibe. Dios está dispuesto para ayudar a todos aquellos que lo invoquen en sus angustias y problemas. Su misericordia  está vigente siempre y es eterna.

    En el Nuevo Testamento se le encuentra asociada con la gracia, y tiene sentido, porque la gracia en estos casos actúa previa a la misericordia, es decir, por gracia Dios perdona los pecados del hombre, y por misericordia se encarga de tratar con las consecuencias de estos.

    La misericordia de Dios se revela a todos los hombres de una manera general en su creación y providencia (Sal. 145:9), de tal manera que todos puedan comprender que existe Dios; pero se revela de una manera especial en los creyentes, y por causa de ella son conminados al arrepentimiento y a las buenas obras (1 Tim. 1:13), como es digno de los hijos de Dios. Ahora que tenemos una referencia de la misericordia de Dios, podemos ir al paso siguiente:

    .- Para que seamos como el Padre Misericordioso, él se revela como tal.

    Desde de la antigüedad Dios se ha revelado como el Padre (Os. 11:1), un padre misericordioso que  está dispuesto a ayudar a sus hijos bajo cualquier tribulación  que padezcan, adquiriendo con ellos el compromiso que esa condición amerita, porque Dios nos conoce más de lo que un padre puede conocer a un hijo, y sabe exactamente quienes somos.

    El ser de Dios incomprensible necesita de una figura en la cual la mente humana finita lo pueda comprender: la figura paternal. Se revela y actúa como padre:

    Dios se compadece de sus hijos porque reconoce la condición en que nos encontramos y nos ayuda sin tomarla en cuenta. (Sal. 103:13-14).

    Dios no se olvida nunca de nosotros (Is. 49:15),  y de alguna manera siempre nos provee del estímulo y la fortaleza para que podamos salir adelante en los momentos más adversos (Is. 66:13), nos aprecia, y halla complacencia en nosotros  y es movido a compasión desde sus entrañas para socorrernos (Jer 31:20),

    Dios nos perdona y se olvida de nuestras faltas (Mal 3:17) y su misericordia lo lleva a ser nuestro Consolador inmediato y perenne en los momentos de pruebas. Nuevas son sus misericordias cada mañana, grande es su fidelidad.

    Para que seamos como el Padre Misericordioso, él nos socorre en las tribulaciones.

    Por esta condición de padre, nuestro buen Dios extiende su misericordia y su compasión para socorrernos cuan do estamos en problemas (Sal 46:1). El ayuda y socorre a los más necesitados sin tomar en cuenta los errores que se hayan cometido para llegar a ese estado.

    Cuando nuestro clamor a causa de nuestras miserias llega a Dios, él se acuerda de la relación y el compromiso que ha adquirido con nosotros (Ex 2.23-24), e inmediatamente nos reconoce como sus hijos, por eso podemos orar invocando con confianza su nombre al decir ¡Padre Nuestro! (Mat. 6.9).

    En la angustia, el Señor nos librará y nos colocará en lugares de privilegio, nos protegerá y nos mostrará su poder para salvarnos. (Sal 91.14-16, Sal 113.7-9). No sin razón el salmista rindió alabanza a nuestro padre cantándole a su clemencia y misericordia Sal. 111:1-5. Bendito sea nuestro Padre misericordioso.

    .- Nuestro Padre Misericordioso interviene en nuestro favor.

    Pero la  misericordia de nuestro Padre no solamente se queda en el socorro de nuestros sufrimientos, sino que va mucho más allá de lo que creemos o pensamos. Dios se acercó a nosotros en la persona de Jesucristo para rescatarnos de la muerte eterna.

    Es decir, la separación eterna de nosotros ante la presencia de nuestro Padre (Rom 3.23),  a la cual estábamos justamente condenados por nuestras faltas y rebeliones que han mancillado su honra, algo que ningún humano desde Adán y Eva puede restablecer ante él.

    Por su misericordia, él restituyó la vida eterna en nosotros por medio de la persona y la obra de su Hijo Jesucristo: su vida, muerte y resurrección  en favor de nosotros (Ef 2.4-5, para una mejor comprensión, leer todo el capítulo 2 ),  porque sin Cristo, estamos muertos en delitos y pecados y somos merecedores de la ira de Dios sobre nosotros.

    Una ira que se va expresar en forma definitiva en su juicio a la humanidad, cuando Jesús vuelva; pero en su misericordia nos dio perdón de pecados, justicia perfecta y vida eterna en la obra y méritos de Jesucristo.

    Y a través de él nos adoptó como hijos (Ef 1.4-7), cambio nuestra vana manera de vivir para que viviésemos en buenas obras, que preparó de antemano para nosotros (Ef 2.10), y así hacernos crecer a un varón maduro, a la estatura de Cristo (Ef 4.13), dándole sentido y propósito a  nuestras vidas.

    Así, él nos da su perdón  conforme a su infinita misericordia y bondad paternal (Sal 51.1-2), borra nuestros pecados pasados  (Sal 25.6-7, Sal 79.8), los presentes  ( Sal 130.1-4) y los que aún hemos de cometer (Is 55.7). De tal manera, que somos justificados completamente ante el Padre por le fe en Jesucristo, y eso nos garantiza la entrada a su presencia para clamar por misericordia y socorro oportuno.

    Entonces, ¿Cuál debe ser nuestra relación con nuestro Padre misericordioso?

    Nuestra actitud ante el Padre Misericordioso

    Nuestro Padre nos enseña en su palabra como actuar frente a su misericordia:

    Para que seamos  Como El Padre Misericordioso vivamos una vida de agradecimiento y alabanza a nuestro Padre por su gran misericordia para con nosotros. (1 Pe 1.3-6).

    La misericordia es un don no merecido, y solamente podemos agradecer a Dios Padre lo que hace diariamente por nosotros en su misericordia, vivir una vida de agradecimiento demuestra humildad y reconocimiento de la soberanía de Dios en nuestras vidas, y que aceptamos con alegría todo lo que proviene de él.

    Para que Seamos Como El Padre Misericordioso mantengamos una actitud de fortaleza y persistencia  por causa de que nuestro Padre misericordioso nos socorre (2 Co  4.1).

    No podemos desmayar en ninguna circunstancia, porque eso significa que despreciamos la misericordia de nuestro Padre y lo que hace por nosotros, debemos ser persistentes y no abandonar lo que hagamos que esté dentro de su santa voluntad, porque esa voluntad es la única buena para nosotros.

    .- Para que Seamos Como El Padre Misericordioso Vivir oremos perennemente  en la presencia de Dios. (He 4.16). Siempre tendremos algo por lo cual clamar ante Dios; no es fácil nuestra vida en este mundo, y por lo tanto, Dios siempre abre su entrada al trono de la gracia para que alcancemos misericordia, la que proviene de él.

    Para que Seamos Como El Padre Misericordioso demostremos una actitud misericordiosa ante el prójimo. (Lc 6.36).

    Nuestro Padre misericordioso quiere que seamos misericordiosos como él, es decir que ayudemos a los caídos sin juzgarlos ni criticarlos por la situación lamentable que estén atravesando en esos momentos. Dios no lo hace, nosotros tampoco; si actuamos sin misericordia, recibiremos juicio de Dios (Stg 2.13).

    Amados, agradezcamos diariamente a Dios por su gran misericordia que ha tenido con nosotros hasta el día de hoy, y hagamos práctica de ella tal y como lo hace nuestro Padre misericordioso, sin juicio, critica, burla o sarcasmo para la persona que socorramos. Formemos en nosotros el hábito de ser misericordiosos, y así asemejarnos más a nuestro Padre , que es grande en fidelidad y rico en misericordia.

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