Viviendo Para Agradar a Dios: 4 maneras de hacerlo.
Andar viviendo para agradar a Dios, es el objetivo y propósito final de nuestro Creador para nosotros. Dios desea que andemos en sus pasos, viviendo para agradarle y siendo personas felices y responsables de nuestras buenas actitudes ante él.
De eso depende nuestra personalidad, conducta y carácter a la imagen de Jesucristo. Hoy te retamos a practicar estos 4 manera de de conducirse para seguir viviendo una vida agradable a Dios. Empecemos:
1.- La primera manera de mantenerse viviendo una vida agradable a Dios es practicar la santidad.
Para mantenernos viviendo para agradar a Dios, básicamente debemos inquirir en el conocimiento de su voluntad en este caso (1 Tes 4.3). La Biblia dice que el creyente que llega a los pies de Cristo se agrada de hacer su voluntad, y la graba en su corazón (Sal 40.8).
Aprender a vivir en esta voluntad le ayuda a guiar su espíritu hacia lo bueno, hacia lo que es agradable a Dios, y para avanzar en la santificación, es llamado a abandonar a la corriente de esta sociedad para vivir en la transformación de su entendimiento a través de la palabra de Dios, para comprobar que en su vida se cumple la voluntad de Dios, agradable y perfecta (Ro 12.2).
En sus cartas a las iglesias, el apóstol Pablo nos insta a ser entendidos de cuál sea la voluntad de Dios que nos encamine hacia la santificación (Efe 5.17) y los hermanos oran para que nos mantengamos firmes , perfectos y completos en esa voluntad de Dios que requiere santidad de nosotros. El texto en 1 Tes 4.1-12 nos va ayudar de una manera completa para ilustrarnos y aconsejarnos en la manera de andar viviendo para agradar a Dios.
El primer paso que se exige para andar viviendo para agradar a Dios, es revertir el proceso interno de corrupción moral que afecta al hombre en la relación más íntima y directa con su prójimo: el matrimonio. Así, Dios nos llama a apartarnos de la fornicación. Entendemos como fornicación toda relación sexual fuera de la santidad del matrimonio.
La Biblia dice que la fornicación nace en el corazón del hombre (Mat 15.19) y es producto de haber conocido a Dios y no darle la gloria que él merece, cambiando la verdad de dios por la mentira, es decir, la desviación intelectual en cuanto al conocimiento de Dios produce, por consecuencia, la desviación moral en cuanto a la actitud del hombre hacia Dios, siendo la fornicación uno de los resultados de tal actitud.
Dios nos insta, no solamente a no practicarla, sino también a mantenernos alejados no solamente de aquellos que la practican de manera manifiesta, también de los que llamándose hermanos la practican de manera solapada (1 Co 5.9-11).
No erremos, las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. por lo tanto, somos llamados a mantener el matrimonio en santidad.
El nuevo andar del cristiano, la manera de conducirse viviendo para agradar a Dios, nos pide mantener a las esposas en santidad y honor con diligencia (1 Tes 4.4), apartando tiempo y recursos especiales para ello. La misma diligencia con la cual servimos en el pasado a la inmundicia y a la iniquidad, ahora debemos presentar nuestros cuerpos en santidad y como miembros de justicia (Rom 6.19).
Se nos llama a presentar a la esposa en santidad, tratándola con delicadeza, como a vasos frágiles y como coherederas de la salvación (1 Ped. 3.7) . La esposa no es cúmulo de pasiones pasajeras, para ser tratadas como objetos de nuestras lascivias (1 Tres 4.5).
No podemos relacionarnos con ellas para deshonrar sus cuerpos (Ro 1.24). Ese es el trato que cualquier no creyente confunde con amor. Eso no es amor. eso es abuso sexual para satisfacer las bajas pasiones de otro, agraviando a la pareja, y si la pareja no lo permite, éste buscará hacer lo mismo con otra, agraviando a la esposa con mentiras y mancillando su honor.
Eso acarrea el juicio de Dios sobre los tales que practican estas cosas. No así para el cristiano. SE nos pide que mantengamos el lecho en honor y sin mancillarlo, demostrando amor y respeto por el otro, buscando en las relaciones la voluntad de Dios en la santidad del matrimonio.(Heb 13.4)
2.- La segunda manera de mantenerse viviendo una vida agradable a Dios es practicar la obediencia.
La obediencia es un requisito imprescindible para conducirnos viviendo para agradar a Dios, es la condición sine qua non para ello. Se trata e la disposición del creyente para hacer la voluntad de Dios. No podría hacerse la voluntad de Dios sin una obediencia plena. Hay dos aspectos básicos a desarrollar en la ruta de vivir para agradar a Dios con la obediencia. A saber: No rechazar la voluntad de Dios y vivir en comunión con el Espíritu Santo
El rechazo a la voluntad de Dios solo muestra un corazón rebelde y digno de juicio. El que rechaza el consejo y la propuesta de Dios va a ser juzgado por aquello que rechazó (Jn 12.48). por eso el llamado de la Palabra de Dios a no rechazar la voluntad de Dios, porque quien rechaza la voluntad de Dios, directamente está rechazando a Dios (1 Tes. 4.8). La actitud del necio es despreciar la sabiduría y la enseñanza de de Dios (Pro 1.7).
Menospreciar la prudencia de la razón (Pro 23.9). El Señor Jesucristo dijo que el que desechare el consejo de sus apóstoles, a él le desechaba, y el que deschaba Jesucristo, a Dios desecha (Luc 10.16). Considerar y escuchar la voluntad de Dios para nuestras vidas es un acto de respeto, de obediencia y de humildad ante Dios, necesario en el contexto de andar viviendo la vida que agrada a Dios.
Andando en la presencia del Espíritu Santo. El otro aspecto es vivir en comunión con el Espíritu Santo. Dios nos ha dado su Espíritu Santo para que vivamos la vida cristiana con confianza y santidad.
El Espíritu santo es quien nos convence que somos hijos de Dios y herederos de la vida eterna. Y cuando confesamos a Cristo como Salvador y Señor, viene a morar con nosotros para iluminarnos en cual sea la voluntad de Dios en nuestra vida y guiarnos a la santificación a través de la Biblia. Nos revela la voluntad de Dios, influye en nosotros para nuestra regeneración y nos hace diligente y enfocados para hacer la voluntad del que nos redimió. Lo que la Palabra de Dios llama la fe que obra por el amor (Gal 5.6).
La obediencia a Dios es el signo que nos indica que Dios permanece en nosotros y nosotros en él, y solamente podemos lograrla a través de su Espíritu Santo que mora por nosotros.
3.- La tercera manera de mantenerse viviendo una vida agradable a Dios Vivir en amor fraternal.
Otro del aspectos fundamentales para continuar viviendo para agradar a Dios es la práctica del amor fraternal. Entendemos por amor fraternal la actitud hacia el otro mediante la cual buscamos su beneficio o felicidad a través de los dones, talentos ore cursos que poseemos para ello, sin esperar ningún beneficio a cambio. Es el amor que crece a través del compañerismo y la comunión cristiana.
Es un mandamiento que se repite una y otra vez en las palabras de nuestro Señor Jesús, y se usa como signo distintivo entre los cristianos. El apóstol Pabla nos insta a andar en amor (Efe 5.2) y el apóstol Pedro nos dice que a través del amor cubriremos multitud de pecados errores que se muestren en nuestras vidas (1 Ped 4.8)
Practicar el amor fraternal significa hacer demostraciones y actos de amor con nuestro prójimo, entregando de nuestros dones, talentos y recursos para ayudar en su bienestar o felicidad. Debemos amar de hecho y en verdad, no de una manera hipócrita, como aquél que ve a su hermano padecer de hambre o necesidad, y le dice: ¡Ve en paz, hermano, dios te bendiga! y no le ayuda a resolver sus padecimientos. Esto no debe ser así.
Siempre habrá ocasiones para poner en práctica el amor fraternal. Era una práctica en la primera iglesia cristiana que se conoció: La de Jerusalén (Hch 2.44-45) y a través de esta actitud se ganaron el favor del pueblo con su testimonio (Hch2.47).
Nuestro llamado no solamente se limita a andar en amor, sino a abundar en actos de amor. Que sea una constante en la vida del creyente, que así demuestra el amor que Dios ha tenido por él para testimonio de los otros hermanos y del mundo.
4.- la cuarta manera de mantenerse viviendo una vida agradable a Dios es conducirse en paz y honradamente con los demás.
Una manera de disfrutar de la paz es ocupándose de sus propias cosas sin entrometerse en los asuntos de otros. El libro de proverbios dice que es mejor un bocado de comida en paz, que banquete en casa de contiendas. De tal manera que para mantener la paz es mejor ocuparse de sus propios asuntos (1 Tes 4.11).
Ya bastante problemas tenemos que resolver en nuestras propias vidas para andar metiendo la nariz en las cosas que no nos incumben. Eso perturba la paz de todos.
El Señor Jesucristo habló del mayordomo fiel y prudente que se ocupa de las responsabilidades asignadas por su Señor y las cumple con responsabilidad. Él dice que tal mayordomo recibirá la bienaventuranza de su Señor. Pablo en su primera carta a Timoteo, le habla de las viudas jóvenes, y les recomienda casarse, para que tengan responsabilidades inherentes a su naturaleza y condición de mujer y no anden por ahí entrometiéndose en asuntos ajenos, chismoseando y hablando de lo que no deben, para que no se aparten en pos de Satanás (1 Tim 5.11-15).
Y en la carta a Tito, le recomienda que tales mujeres se ocupen en enseñar a las más jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijo (Tit 2.4-10).
De tal manera que la recomendación para vivir en paz es ocuparse sosegadamente de nuestros propios asuntos.
Otro fruto del Espíritu Santo en la nueva vida que estamos viviendo para agradar a Dios, es la honradez a través del trabajo digno. La recomendación del apóstol es que trabajemos con nuestras manos (1 Tes 4.11) para poder conducirse honradamente ante los demás (1 Tes 4.123). El apóstol considera que trabajo es lo contrario de robo.
En la carta a los efesios, recomienda un a nueva actitud a los que quieren seguir viviendo para agradar a Dios. El dice que que el hurtaba, que no hurte mas (Efe 4.28). El apóstol considera que el que no trabaja está robando a otro el fruto de su labor. El recomienda que la nueva actitud es que esta persona abandone el ocio y trabaje, ni siquiera para obtener riquezas, sino para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. El trabajo dignifica al hombre ante Dios y ante su prójimo.
Queridos hermanos, si queremos andar viviendo para agradar a Dios, encontrándole sentido y propósito a nuestras vidas, podemos empezar desde ya. Empecemos a practicar la santidad, el amor, la obediencia a dios y el buen testimonio con los demás, y el Dios de paz santificará nuestro ser en cuerpo y alma, hasta la venida gloriosa de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
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