Dios ayúdame a perdonar y olvidar: La importancia de liberarnos

Cuando decimos Dios ayúdame a perdonar y olvidar estamos recurriendo al único que realmente puede interceder por nosotros y liberarnos de todo resentimiento. El perdón es un mandato de Dios, ya que así como él nos perdona a nosotros y se olvida de nuestro pecado y no lo recuerda más, de esa manera debemos hacerlo con nuestro prójimo.

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Esto lo demanda la palabra:  “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí; y no me acordaré de tus pecados” (Isaías 43:25) Así que nuestro Señor nos perdona si nos arrepentimos de corazón y no se acuerda más de ese pecado porque nos limpia y nos renueva. Nos da vestiduras limpias y blancas para poder entrar en la presencia de Dios.

Pero debemos mantener esas vestiduras intactas y no mancharlas con nuestros pecados, ya que podríamos perder el regalo precioso de la salvación. Para ello debemos siempre pedirle a Dios que nos ayude y mantener la comunión con él.

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    Dios ayúdame a perdonar y olvidar: Cómo podemos liberarnos del resentimiento

    El resentimiento es un sentimiento que nos va carcomiendo con el tiempo y no nos deja avanzar en el ámbito espiritual, ya que constantemente estamos recordando las heridas que nos causaron. Lo cual acrecienta el dolor y nos quita la paz.

    Por ello debemos decir siempre Dios ayúdame a perdonar y olvidar para poder sanar las heridas profundas de nuestro corazón y liberarnos de esa carga tan pesada que desvía el propósito que Dios tiene para cada uno de nosotros.

    Esto no es fácil, ya que aunque no somos de este mundo, habitamos en él y existen muchas potestades malignas que nos pueden asechar, recordándonos las cosas que nos hicieron daño, haciéndonos sentir tristes, deprimidos, desolados. El diablo pretende deshacer la obra de Dios aquí en la tierra, por lo cual hará cualquier cosa para atacar a los hijos de Dios, especialmente aquellos que estén débiles.

    Pero cómo puedo liberarme del resentimiento y aprender a perdonar a mi prójimo de sus transgresiones, cómo puedo olvidar aquellas cosas que me dolieron y que aún me duelen.

    Esto es complicado porque somos imperfectos, pero no debemos olvidar que tenemos un Padre que no nos deja solos, tenemos al Todopoderoso que hace las cosas imposibles, el que todo lo puede, El Gran Yo Soy, entonces por qué aferrarte al pasado y a algo que no puedes cambiar.

    Solo puedes perdonar y olvidar para que ya descanses en el Señor y liberes tus cargas y renazcas como las águilas. Para ellos tienes herramientas poderosas que puede usar, tal como la oración, la lectura de la palabra, el ayuno, la alabanza, la adoración, entre otras.

    En este sentido, hay múltiples manera de atacar al enemigo para que ya no te perturbe y puedas perdonar y olvidas todo lo que te hizo daño, ya que la luz admirable de Cristo quita todo dolor, sana las heridas, restaura nuestra vida y nos da gozo. Contra esto, el enemigo no puede prosperar, no tiene cabida en  nuestra vida.

    Qué significa perdonar y olvidar

    La frase "perdonar y olvidar" no aparece en las sagradas Escrituras. Pero existen gran cantidad de versículos que nos mandan a "perdonarnos" Tal como lo podemos apreciar en Mateo 6:14  “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial”

    Perdonar hace referencia a disculpar a una persona que nos ha agredido o no considerar su error. En la Biblia, este término griego que se traduce “perdonar” denota de forma literal “dejar pasar”. Al respecto Jesucristo empleó esta comparación cuando enseñaba a sus discípulos a orar: “Perdónanos nuestros pecados, porque nosotros mismos también perdonamos a todo el que nos debe” (Lucas 11:4).

    Dios ayúdame a perdonar y olvidar
    Dios ayúdame a perdonar y olvidar

    De tal manera que una persona creyente que no tiene la disposición de perdonar a su prójimo, no podrá encontrar una verdadera comunión con Dios, ya que él nos manda a que debemos perdonarnos unos a otros y dejar al viejo hombre, porque con Cristo somos nuevas criaturas. Así que debemos dar testimonio de que lo que él hace con sus hijos.

    Sin embargo, el perdón es una decisión personal y voluntaria que tiene que hacerse de corazón, ya que Dios conoce todo de nosotros y es imposible engañarlo. El Señor nos manada a perdonar, por lo cual debemos hacer una elección consciente de obedecerlo y perdonar de forma genuina.

    El agresor puede no querer ese perdón y quizás no cambie nunca, pero eso no niega el deseo del Señor de que tengamos un espíritu de perdón. Sin embargo lo correcto sería que la persona que nos ofende, quisiera la reconciliación, pero, si no ocurre, la persona afectada aún así tiene la decisión de perdonar.

    Así que no hay excusas para perdonar, solo hay que entregarle nuestro resentimiento a Dios y pedirle su ayuda en todo momento, y él nos dará fortaleza para ir sanando las heridas que nos han causado.

    Ciertamente es imposible olvidar todo lo malo que nos hicieron. Pero Dios es el Padre de lo imposible y si le pedimos que queremos olvidar, él podrá borrar todos los malos pensamientos que tengamos y dejar florecer los buenos recuerdos.

    Todo en pro de nuestro crecimiento espiritual, ya que cuando guardamos rencor nos hacemos daño a nosotros mismos, alejándonos de la presencia de Dios y arriesgando nuestra salvación. Si Dios ya no se acuerda de nuestros pecados, nosotros también podemos hacerlo porque él es nuestro Padre y nos dio poder sobre principados y huestes de maldad.

    De esta manera, el reino de los cielos nos pertenece y nuestros pecados no son recordados, ya que la sangre del cordero nos ha limpiado totalmente. Le pertenecemos a Cristo, así que ya no podemos seguir sintiendo culpas, ni temores, ni cargas porque todo se lo hemos entregado a él para ser liberados y recibir el gozo del Señor que es nuestra fuerza. Tal como se aprecia en la palabra:

    “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:1)

    De esta manera olvidar y perdonar es una decisión personal, así que si decides perdonar al agresor y seguir adelante con tu vida, estás tomando una sabia decisión que te está liberando de una carga muy pesada.

    Pero esto no quiere decir que no hayas aprendido la lección. Por ejemplo si alguien te estafa, puedes perdonarlo, pero ya has aprendido a ser más prudente y precavido. Es decir que de lo malo Dios nos enseña algo bueno. Así como cuando nos caemos para aprender a caminar.

    En esta vida no estamos exentos a que nos hieran, a tener decepciones, tropiezos, entre muchas adversidades. Pero si este recorrido lo hacemos junto a Cristo, les puedo asegurar que él los guiará conforme a su voluntad y su justicia.

    De esta manera para los hijos de Cristo, todas las cosas nos ayudan para bien, nos sirven de aprendizaje, para madurar y ser precavido. Evitar ser impulsivos y caminar con cautela. Siempre pidiéndole dirección y discernimiento al Señor.

    Debemos dejar nuestra vanidad, y no pensar que ya lo sabemos todo, y de esta manera entregar nuestra vida por completo a nuestro redentor Jesucristo. Al respecto la palabra nos exhorta: "El avisado ve el mal y se esconde; Mas los simples pasan y reciben el daño" (Proverbios 22:3). Por lo cual debemos evitar los lugares que se prestan a las contiendas, a las riñas, a los vicios, porque son lugares oscuros que dan entrada al diablo.

    De igual manera Jesucristo nos invita a ser prudentes y a escoger bien a nuestras amistades, tal como lo revela el libro de Mateo 10:16 “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas”

    En este sentido debemos ser amables y cordiales con aquellos que no se arrepientes y que no han aceptado a Cristo en su corazón. Pero al mismo tiempo debemos ser prudentes y astutos y no dejar que nos confundan o que nos desvíen de nuestro camino que es Cristo.

    Lo ideal para la vida de un cristiano es poder perdonar y olvidar, ya que el amor no tiene rencor y cubre multitud de pecados. Pero, cuando se trata de cambiar los corazones, debemos dejar eso en manos de Dios, y mantener la distancia con nuestros agresores para evitar todo tipo de contiendas.

    Así que cuando somos prudentes no estamos siendo rencorosos, sino que ya hemos aprendido una lección y debemos actuar con cautela, manteniendo la comunión con nuestro Padre Celestial que es nuestra guía y ayuda inmediata. No somos Dios, tenemos limitaciones y por eso no podemos ver el corazón de los demás, así que debemos protegernos y actuar de forma precavida.

    En este sentido, perdonamos a otra persona cuando ya no guardamos resentimiento y no exigimos una compensación por el daño que nos hicieron o por alguna pérdida. Tal como lo afirma la palabra:

    Perdonamos a otros cuando dejamos de guardar resentimiento y no insistimos en pedir una compensación por el daño que nos hayan hecho o por la pérdida que hayamos podido sufrir.

    Que debemos evitar al perdonar

    Como se mencionó anteriormente el perdón es una decisión personal que tiene que venir del corazón. Así que cuando perdonamos, estamos dejando atrás el rencor. Pero esto no significa que aceptemos o aprobemos las agresiones. Por lo cual es importante considerar los siguientes aspectos:

    • Perdonar no significa que aprobemos las agresiones
    • No debemos actuar como si la persona no hubiera cometido ningún error y no nos hubiera ofendido
    • No permitir que los demás se aprovechen de nosotros, ya que muchas veces se confunde la bondad con la falta de autoridad.
    • No volver a caer en el error de confiar plenamente en la persona que nos agredió, si ésta no ha aceptado a Jesucristo o no nos ha pedido perdón de corazón.
    • No debemos perdonar sin tener una base válida, ya que Dios no espera que perdonemos a quienes reniegan del Señor.

    En este sentido, perdonar y olvidar abarca más de lo que pensamos, ya que se trata de lo que existe en tu corazón, y a veces es difícil descifrarlo. Solamente Dios puede escudriñar los corazones, sanar las heridas y liberarnos del pecado. Pero tiene que existir una total disposición en hacerlo. No se puede obligar a nadie a que perdone, porque es una decisión muy personal y particular.

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    De tal manera que debemos por ejemplo perdonar aquello que nos haya parecido una ofensa porque quizás no tenga una razón valida nuestro enojo. Simplemente tiene que ver con nuestra debilidad e imperfecciones, propias del ser humano. Así que otra de las cosas que debemos hacer para poder liberarnos del resentimiento, es saber que somos especiales para Dios, que somos sus hijos, que somos llamados a la luz admirable de Cristo y que nadie tiene permiso para ofendernos, porque estamos revestidos con la sangre de Cristo, somos nuevas criaturas, postradas a los pies del Altísimo.

    Y si Dios está con nosotros, nadie puede hacernos daño. La palabra nos exhorta de la siguiente manera: “No te des prisa en tu espíritu a sentirte ofendido, porque el ofenderse es lo que descansa en el seno de los estúpidos” (Eclesiastés 7:9).

    Qué nos puede ayudar a perdonar

    Cuando clamamos y decimos Dios ayúdame a perdonar y olvidar es porque sabemos que él tiene el poder para hacerlo. No debemos dar cabida a los pensamientos que nos llevan una y otra vez al pasado, a esa situación que nos causó dolor, ya que es algo que no podemos cambiar porque no controlamos el tiempo.

    Sin embargo podemos controlar nuestra mente y nuestro corazón con la ayuda de nuestro Padre Celestial porque él es el único que tiene el poder para hacerlo. Y como Hijos de Dios debemos confiar en el Señor y no dejarnos engañar por el enemigo.

    Cuando tomamos la decisión de perdonar y dejar el pasado atrás, debemos también pensar en los beneficios que eso nos trae, ya que al dejar de sentir rencor y sentirnos molestos, nos ayudará a estar serenos, mejorará nuestra salud en general, estaremos en paz y felices.

    Otra de las cosas que debemos considerar es que si nosotros perdonamos, seremos perdonados también por Dios. Además seremos más comprensivos, razonables, tolerantes ante los ojos de nuestro Padre Celestial. Por lo cual seremos del agrado de Dios.

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