El buen soldado de Jesucristo - Características más relevantes

Un buen soldado de Jesucristo es aquel que se mantiene firme ante cualquier adversidad que se presente en el camino. Es aquel que está listo para la batalla y dispuesto a dejar morir sus deseos carnales por amor a Cristo. Al respecto la palabra nos demanda lo siguiente: “Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo” (2 Timoteo 2:3)

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    Un buen soldado de Jesucristo - Características más relevantes

    Ser un buen soldado tiene que ver con el reto que se tiene de buscar la excelencia de Cristo en todo lo que hacemos, porque ciertamente estamos en esta tierra con el propósito de servirle a Dios con todo nuestro corazón.

    Ser un buen soldado, encierra diferentes características que como cristianos debemos poner en práctica y hacer la voluntad del Señor en todo momento para obtener la victoria y alcanzar el Reino de los cielos. Dentro de las cuales encontramos las siguientes:

    1.- Permanece internamente firme

    Un buen soldado de Jesucristo es aquel que permanece a pesar de las tormentas que se presenten, en la cual encontramos la paz que sobrepasa todo entendimiento humano y natural.

    Por otro lado, este soldado tiene conocimiento claro de aquello que hace, y reconoce la autoridad y se somete a las órdenes que el Señor ha establecido sin omitir ninguna, y sabe que Dios ha constituido sobre él personas con autoridad para que le guíen.

    El buen soldado de Jesucristo
    El buen soldado de Jesucristo

    En este sentido, nunca se dirige a un superior empleando diminutivos, ni seudónimos, ni utiliza solo nombre, porque reconoce​ que ha sido establecido por Dios y por ello la ama, la obedece y respeta.

    Como cristianos debemos ser buenos soldados, permanecer firmes y dirigirnos a Dios con respeto y reverencia, por eso hay que primeramente nombrarlo, tal como Jesucristo nos enseña en la palabra:

    “Vosotros, pues, orad de esta manera: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. Danos hoy el pan nuestro de cada día. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal[c]. Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre jamás. Amén”   (Mateo 6:9-13)

    En esta cita podemos ver cómo Nuestro Señor Jesucristo nos enseña la manera correcta de orar, donde primeramente debemos nombrar a nuestro Dios: “Padre Nuestro que estás en los cielos”. Así que Jesucristo nos enseña la manera en la que debemos reverenciar a nuestro Dios.

    Un buen soldado debe saber el poder que tienen las armas espirituales, comprendiendo que nuestra lucha no es con las personas, sino que la lucha es netamente espiritual, tal como lo anuncia la palabra:

    “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiéndolo hecho todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñida vuestra cintura con la verdad, revestidos con la coraza de la justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz; en todo, tomando el escudo de la fe con el que podréis apagar todos los dardos encendidos del maligno. Tomad también el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios” (Efesios 6:13-17)

    De esta manera, el buen soldado de Jesucristo, debe estar preparado para saber cómo y cuándo utilizar las armas Espirituales que Dios le ha entregado. Éstas son: la oración, el ayuno, la vigilia y la Palabra de Dios.

    Todo cristiano debe tener una vida de oración constante porque diariamente estamos siendo acechados por el enemigo. Ciertamente existe un mundo espiritual que nos rodea y que no debemos pasar desapercibidos: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. (Mateo 26:41)

    En este mismo orden de ideas, todo soldado debe tener sus objetivos bien establecidos y claros. Para ello debe tener una estrecha relación con Dios mediante la oración y la humillación ante su presencia.

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    El soldado de Cristo debe tener claro a qué lo ha enviado Dios, y en su vida no existe otro deseo sino el hacer su obra, con el fin de agradarle y poder atraer las almas para que éstas puedan entrar en el Reino de los cielos, y es el llamado que tiene todo cristiano:  “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (marcos 16:15)

    De igual manera, el buen soldado de Jesucristo debe conocer el enemigo y sus artimañas, porque Satanás tiene maquinaciones en contra del pueblo de Dios: “para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Corintios 2:11)

    En este pasaje Dios nos advierte de las artimañas y maquinaciones de nuestro enemigo, y es por ello que no podemos dejar de orar y velad porque con esto estamos impidiendo que pueda tocar nuestra vida y enturbiar nuestra alma.

    Asimismo el buen soldado mantiene una vida sana y estable emocionalmente, ya que a través de nuestros sentimientos y emociones podemos cometer errores porque no podemos confiar en nuestro corazón plenamente, tal como lo señala la palabra: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9)

    Todo buen soldado debe cuidar su corazón y no dejarse guiar por sus emociones y sentimientos, ya que esto lo puede hacer tomar decisiones incorrectas y hacer cosas que no son del agrado de Dios. Nuestra emocionalidad debe sujetarse al Espíritu Santo y para ello es mantener la comunión con nuestro Padre, leer la palabra y no dejar de orar.

    2.- Vive bien físicamente

    Un buen soldado de Jesucristo se conoce fácilmente porque la presencia del Señor hermosea su rostro y lo llena del gozo del Señor:  “El corazón alegre hermosea el rostro; Mas por el dolor del corazón el espíritu se abate” (Proverbios 15:13)

    Ciertamente en la vida vamos a tener aflicciones y adversidades porque aunque no somos de este mundo, habitamos en él. Pero esto no puede invadir nuestra vida y nuestro aspecto espiritual porque el gozo del Señor debe ser siempre nuestra fortaleza para seguir adelante.

    El buen soldado refleja el amor de Dios en el rostro, en sus actitudes, en su caminar. Es por ello, que debemos mantenernos firmes y ser valientes ante cualquier circunstancia por muy dura que sea.

    Para lograr tener un semblante que refleje nuestra espiritualidad debemos mantener una estrecha relación con nuestro Padre Celestial y ponerle nuestras cargas a él, ya que Dios es el que tiene el control de todas las cosas, de nuestra vida en general.

    En cuanto a la apariencia que tiene que tener un buen soldado de Jesucristo, es de suma importancia considerar la vestimenta que debemos llevar como hijos de Dios, ya que somos templo y morada del Espíritu Santo y por eso debemos dar un buen testimonio en todo sentido:

    “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos” (1 Timoteo 2:9)

    De esta manera, un buen soldado debe cuidarse de su andar, de lo que habla, de las decisiones que toma, de lo que escucha, de lo que ve porque el enemigo asecha a los hijos de Dios porque su objetivo principal es destruir la obra de Dios en la tierra.

    Asimismo el buen soldado debe manifestar el fruto del Espíritu Santo en su vida en general, no solo en la iglesia sino en su hogar, en el trabajo y en cualquier lugar donde vaya. Al respecto la palabra nos habla acerca de esto: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22-23)

    En este pasaje el Señor nos muestra nueve aspectos que conforman el fruto del Espíritu Santo, los cuales debemos manifestar en todo momento. Así que un buen soldado se conoce por su testimonio. Por otro lado, el buen soldado a pesar de enfermarse, tiene la plena confianza de que Dios lo sanará y lo levantará porque su palabra nos dice que por sus llagas fuimos sanados. Esto no quiere decir que no se quebrante, sino que pone de manifiesto su fe en todo momento.

    En este mundo, podremos atravesar por situaciones muy difíciles donde nuestra salud se puede ver afectada por diferentes causas, bien sea por herencia genética como la diabetes; problemas espirituales que afectan su salud, tal como el estrés, la depresión.

    Sin embargo cuando aceptamos a Cristo en nuestro corazón, él nos limpia de todo pecado, de toda enfermedad y nos protege en su regazo. Esta certeza la debemos guardar en nuestro corazón, donde nuestra fe debe imponerse ante cualquier ataque del enemigo, proceso o prueba que nos ponga el Señor, ya que constantemente estamos siendo probados.

    La fe es lo que nos mantiene firmes como cristianos, porque ciertamente esta fe nos libra de toda enfermedad, de toda tristeza, depresión que pueda hacernos vulnerables. Así que todo buen soldado de Jesucristo está listo para la batalla y se siente preparado para derribar fortalezas e interceder por su iglesia.

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