El ministerio de oración de todo cristiano
El ministerio de la oración en todo cristiano debe ser el principal porque a través de la oración activamos el poder de Dios en nuestra vida y en todo lo que hagamos. Todo creyente debe estar en comunión con Dios si quiere concretar su obra en la tierra.
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De esta manera que para comenzar cualquier ministerio, debemos empezar por tener una oración efectiva, ya que ésta es tan poderosa que podrá revelar las maravillas que Dios hace con sus hijos y su congregación. Tal como lo revela la palabra:
“Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho” ( Santiago 5: 15-16)
En esta cita podemos apreciar el poder que tiene la oración para alcanzar el perdón, para sanar, reconfortar, ya que cuando un hijo de Dios justo ora, El Señor lo escucha.
El ministerio de la oración en todo cristiano – En qué consiste
El ministerio de oración es la activación del poder de Dios ante cualquier circunstancia adversa por la cual se esté pasando. Por esta razón todo creyente debe tener este ministerio como herramienta fundamental para la lucha espiritual y vencer ante el enemigo.
Además debemos tener la certeza de que Dios escucha nuestro clamor y las contesta a su tiempo. Es importante comprender que el Señor es soberano y cumple las peticiones de sus hijos en su tiempo y de acuerdo a su voluntad.
A veces podemos pensar que Dios no nos escucha, o no se interesa por nuestros asuntos. Pero esto es falso, ya que él tiene el control de todas las cosas y obra para el bien de sus hijos.
Otro punto que debemos entender es que el poder no nos pertenece a nosotros sino Dios, y la oración es el medio para activarlo en nuestra vida y trabajar en la obra del Señor aquí en la tierra.
En otras palabras, Dios busca en nosotros la apertura a su obra, para poder trabajar mediante nosotros y usarnos en cualquier momento que él considere, ya que él es quien toma el control de todas las cosas y quien nos dirige.
Así que somos servidores del Reino de Dios, y Él quiere que estemos accesibles, y mediante este ministerio de oración activar mediante sus hijos el poder del cielo en las vidas y circunstancias de las personas.
La oración nos es otorgada por el Señor como una herramienta muy poderosa y efectiva con la cual Dios puede llegar a la vida de muchas personas y traerles su poder.
En este sentido, el Señor emplea la oración como el instrumento para la emancipación de su poder en la tierra mediante los cristianos fieles. Nuestro Padre Celestial espera en nosotros para hacer su voluntad. Él desea poner en práctica su propósito en nuestra vida, tal como se puede apreciar en la palabra:
“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3)
En esta cita podemos ver que Dios escucha la oración de los justos y a través de ella se fortalece la comunión con él y podemos comenzar a comprender y a sentir mejor el mundo espiritual.
A través de nuestro clamor sentimos la presencia de Dios, activamos el poder en nuestra vida y nos comunicamos con nuestro Padre, quien nos da las herramientas para vencer y cumplir su propósito en la tierra.
¿Qué nos enseña Jesucristo acerca del ministerio de la oración? – 5 Aspectos importantes
Jesucristo es el mayor ejemplo que tenemos para abordar el tema del ministerio de la oración en todo cristiano, ya que él siendo Dios, oraba con fervor a su padre. Si él oraba, cuánto más debemos hacerlo nosotros.
De este modo, el ministerio de Jesucristo en el cielo es de oración. Cuando estuvo aquí en este mundo nos enseñó muchas cosas de gran importancia para nuestro crecimiento espiritual, pero realzó la importancia de la oración. Por lo cual es importante que consideres los siguientes aspectos:
1.- La oración debe ser prioritaria
En los evangelios podemos apreciar que para Jesús la oración era prioritaria, se quedaba hasta la madrugada, ministrando en el pueblo de Capernaúm. Pero madrugaba para orar porque es esencial para comenzar el día, tal como se puede apreciar en la palabra: “Levantándose muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, salió, y se fue a un lugar solitario, y allí oraba” (Marcos 1:35)
2.- Insustituible. No es una opción
El ministerio de oración es todo cristiano es esencial, no es opcional ni se puede sustituir. El hablar con Nuestro Padre Celestial a diario nos llena de su presencia y nos ministra, fortaleciendo nuestro espíritu y preparándonos para la batalla.
Ciertamente la oración es una de las herramientas de todo guerrero del Señor. Comprendiendo que la guerra es netamente espiritual y no contra sangre ni carne, tal como lo afirma la palabra:
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12)
Jesucristo no cesaba de orar, de comunicarse con su padre. Eso mantiene la comunión y fortalece la relación Padre-hijo. Además el Espíritu del Señor se hace presente y nos muestra que no estamos solos.
De esta manera que cuando Jesucristo se encontraba orando antes de ser capturado, pidió poder pasar esa copa amarga y cumplir la voluntad de su Padre. Él sabía todo lo que le tocaba pasar, y siendo hombre, sufriría como tal.
Todo ese dolor fue por cada uno de nosotros. Y es una muestra de que podemos sobrellevar las adversidades, así como Jesús lo hizo, pero siempre bajo la cobertura de Dios porque sin él nada podemos hacer, sin él nuestras fuerzas son inútiles.
En este sentido, la oración no es una opción, es una necesidad asignada e impuesta por Dios. Jesús pudo haber tomado el camino más fácil y descansar y dormir hasta tarde, porque se quedaba hasta tarde ministrando al pueblo.
Seguramente físicamente se sentía agotado, pero madrugó a orar porque nada podía sustituir su intimidad con el Padre Celestial, tal como se aprecia en la palabra: “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba” (Marcos 1:35).
Por otro lado, en la biblia podemos encontrar personajes que tomaron decisiones erradas porque no oraron al Señor antes de tomarlas. Tal es el caso de Josué, quien fue engañado por los de Gabaón cuando tomó decisiones sin haber consultado primeramente con el Señor: “Y los hombres de Israel tomaron de las provisiones de ellos, y no consultaron a Jehová” (Josué 9:14-16).
De igual forma, el profeta Elías salió huyendo de Jezabel porque no oró al Señor, y permitió que las amenazas de una mujer incrédula lo atemorizaran: “Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos” (1 Reyes19-1-3)
Así que cuando dejamos de lado la oración, nos sentiremos acorralados y esto seguramente nos llevará al fracaso una y otra vez, ya que si no somos dirigidos por Dios, nuestro camino no será el correcto.
Por lo cual nada puede reemplazar la oración con nuestro Señor, porque esto nos mantiene en contacto con el Espíritu Santo, quien nos da la fortaleza y sabiduría para avanzar en nuestra vida. Todo creyente debe orar desde la mañana y velar porque el enemigo no descansa nunca.
3.- Una disciplina
La oración es el medio de comunicación que tenemos con el Señor y debe hacerse con disciplina porque Dios es un Dios de orden y cuando perseveramos en nuestras peticiones, él obrará porque es misericordioso. Orar como lo hizo Jesús aquí en la tierra, de rodillas, con fe y con fervor: “Y saliendo se fue, como solía, al Monte de los Olivos…y puesto de rodillas, oró” (Lucas 22: 39-41).
En la medida en que la oración deja de ser una carga y la comenzamos a ver como una disciplina, entonces se activa el poder y se hace efectiva. Así que lo que hace que algo se convierta en una disciplina como tal es la práctica diaria y constante.
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Jesucristo no oraba de vez en cuando, para él la oración era parte de su vida misma, era una disciplina, por lo cual no cesaba de orar y de velar. Muchos creyentes, no le dan el valor a la oración como deberían, pero realmente sin ésta no podremos salir adelante con ningún ministerio.
Lo suyo era una costumbre. Y toda costumbre bien aplicada se convierte en ley. Muchos no alcanzan más por lo inconstantes que son en la oración. Nada nos cuesta tanto como convertir la oración en una disciplina.
Sin embargo, la oración y la obediencia van de la mano. Nada hacemos con orar si no lo hacemos de corazón y con disciplina. Nada hacemos con orar si estamos renuentes con hacer la voluntad de Dios. Jesús no hubiera tenido fuerzas físicas para madrugar ese día después de haber ministrado a todo el pueblo, si no hubiera orado previamente.
4.- La visión
Jesucristo tenía una visión y la oración y comunión con Dios, le permitía tomar decisiones sabias en medio de los conflictos que se le iban presentando, ya que se acercaba el momento de ser capturado. La palabra nos muestra la serenidad del Señor ante todas las pruebas que se avecinaban:
“Y hallándole, le dijeron: Todos te buscan. Él les dijo: Vamos a los lugares vecinos, para que predique también allí, porque para esto he venido” (Marcos 1:37-38).
En este sentido, Jesucristo mantenía su ministerio de la oración ante cualquier situación adversa, y es sorprendente la serenidad con la cual afrontaba las situaciones. Si Jesús no hubiera orado, todo hubiera sido distinto.
Ciertamente él era el hijo de Dios, pero vino a este mundo como hombre para mostrarnos y enseñarnos la manera correcta de actuar para agradar a Dios y poder alcanzar la salvación.
Así que la oración hace que el Señor nos encamine hacia donde él nos quiere dirigir de acuerdo a su voluntad. Y cuando estamos en su presencia, él nos dirá a donde quiere que nos dirijamos. Al respecto el apóstol Pablo tuvo una experiencia parecida, ya que el Espíritu Santo lo iba dirigiendo, tal como se aprecia en la palabra:
“y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió. Y pasando junto a Misia, descendieron a Troas” (Hechos 16:6-10)
5.- La oración muestra que no todo lo bueno es realmente bueno
Jesucristo siempre tomaba las decisiones correctas porque oraba constantemente, y por eso tomó la decisión de irse a otros lugares en vez de quedarse con aquellos que lo estaban buscando. Estar con ellos era algo bueno porque así les enseñaría muchas cosas.
Pero Jesús sabía, mediante el Espíritu Santo que irse a otros lugares a predicar, le resultaría mucho mejor. Tal como se aprecia en la palabra: “Él les dijo: Vamos a los lugares vecinos para que predique también allí…” (Marcos 1:38ª).
De esta manera que si nos mantenemos en comunión con Dios a través de la oración, él nos enseñará que no todo lo bueno es realmente lo mejor que debemos hacer, y que él siempre nos va a dirigir para que hagamos lo mejor para el reino y para nuestro crecimiento espiritual.
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