El poder de Cristo en la tierra según la biblia

El Poder de Cristo es otorgado a cada creyente fiel para derrotar a Satanás y a todos los espíritus malignos que asechan en la tierra. Él nos ha otorgado todas las herramientas para vencer. Así que este poder que Cristo nos ha brindado es para que junto con su presencia gobernemos  sobre la tierra y tengamos la autoridad para enaltecer el Nombre del Señor.

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Jesucristo nos dio la promesa de otorgarnos su poder para que avancemos y proclamemos el mensaje de salvación a todas las naciones y a toda criatura, tal como lo revela su palabra: “Las puertas del Hades no podrán resistir ni retener a la iglesia que avanza” (Mateo 16:18)

En este sentido, en este pasaje podemos apreciar que Jesucristo nos deja en claro que el que está en nosotros en más fuerte y poderoso que el que está en el mundo. Que el poder de Dios es más grande que el del enemigo. Cuando existe un conflicto entre el poder del enemigo y el poder de Dios, el poder del enemigo sin duda alguna perderá ante la grandeza del Señor, porque éste lo supera en todos los sentidos.

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    En poder de Cristo en la tierra según la biblia

    En la actualidad debemos estar claros en que el mundo en el que vivimos presenta dos reinos: El natural y el espiritual. Por esta razón como cristianos debemos tener la capacidad de saber cómo vivir en este reino espiritual de una forma que impacte el reino natural.

    En lugar de que el reino espiritual sólo me impacte a mí, necesito estar viviendo de una manera que pueda crear un impacto al reino espiritual, que afecta a su vez al reino natural.

    Esto les puede parecer algo confuso, pero cuando un creyente escudriña las Sagradas Escrituras, puede entender este tipo de mensajes espirituales que van a más allá de la razón lógica, ya que el Espíritu Santo es quien te otorga el discernimiento para comprender el mensaje de Cristo a la humanidad.

    Al respecto, en la declaración de Pablo en 1 Corintios 4:19-20, podemos entender el poder que tenemos como cristianos. Pablo señala en estos versículos que él viene a Corinto para ver a los maestros que se encuentran ahí,  pero no viene para escuchar sus palabras, sino que viene para ver el poder en sus vidas:

    “Pero iré pronto a vosotros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el poder de los que andan envanecidos. Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder” (1 Corintios 4:19-20)

    Este pasajes revela el compromiso que tenemos con lo que significa la palabra de Dios y su poder, ya que debemos comprender la verdad del poder de Cristo en nosotros aquí en la tierra, el propósito de la autoridad que nos ha otorgado aquí en la tierra.

    De tal manera que en este versículo surgen diferentes interrogantes que le hace el Señor a cada uno de sus hijos: ¿Te has entregado a mí a través de mi Palabra?; ¿Te entregarás a mí a través de mi poder? Estas preguntas quizás no podamos responderlas de inmediato, ya que requieren de una comprensión espiritual.

    Sin embargo, a medida que vamos en este camino con Cristo, comenzamos a entender el poder del Señor, de cómo él quiere que nos apropiemos de ese poder y de cómo podemos realizar su obra mediante él. De esta manera, nuestras vidas deben estar caracterizadas por el poder de Dios, para que el poder del Cristiano sea tan claro y entendible, como un reflejo de su palabra.

    Qué es la autoridad de Cristo en nosotros

    Jesucristo cuando vino a esta tierra nos otorgó poder y autoridad para echar fuera demonios, sanar enfermos en su nombre. Esa autoridad es otorgada por el hecho de ser Hijos de Dios y por haberlo aceptado a él como nuestro único y verdadero salvador. Al respecto las escrituras dicen lo siguiente:

    “Y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales“. (Efesios 1:19)

    En este sentido, así como Dios reveló su poder y autoridad cuando resucitó a Jesucristo de entre los muertos, para luego sentarlo a la diestra en los lugares celestiales, así sigue siendo su poder en cada uno de sus Hijos fieles. Pero debemos creer en esto y apoderarnos de la palabra para hacer las maravillas y prodigios que él nos encomendó.

    El poder de Cristo
    El poder de Cristo

    De esta manera, que la autoridad de Cristo está por encima de todo dominio y poder no sólo en esta era sino también en el venidero. Además Dios puso todas las cosas en sujeción bajo los pies de Jesucristo, y le dio como cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, al pueblo de Dios en la tierra.

    Con respecto a la resurrección y la ascensión de Cristo,  exhortó en muchas oportunidades a sus discípulos sobre su comisión para que pasaran por Jerusalén, Judea, Samaria y todos los confines de la tierra.

    Además les dijo que para llevar a cabo esta misión primero deberían vestirse de poder de lo alto, del Señor. Por esta razón, los discípulos tuvieron que esperar en el aposento superior, en el cual el Espíritu Santo fue liberado sobre ellos.

    En este sentido, en los Evangelios, Jesucristo nos muestra la manera en la que debemos hacer las cosas. Nos enseña a vivir en el poder de Dios y hacer su voluntad.

    Por lo cual es un reto para nosotros como creyentes fieles poner las enseñanzas de Jesucristo en práctica, y hacer de las iglesias, lugares donde se manifieste el poder y autoridad de Cristo, donde se sienta la presencia del Espíritu Santo.

    Porque ciertamente la iglesia de Jesucristo debe continuar porque es un mandato congregarnos. Pero no solo ocupando un banco, sino llevar al cabo el ministerio que Jesús comenzó en los Evangelios, tal como lo expresa en su palabra al decir que así como el Padre lo envió a él, de la misma manera, él nos envía.

    Esto hace referencia  a la última noche de Jesucristo aquí en la tierra, y por eso dice que ahora te envío de la misma forma que el Padre lo envió a él.

    Así que debemos apropiarnos completamente de lo que Jesucristo hizo para que ese poder y autoridad glorifique en gran manera a Jesucristo, quien glorificó al Padre, quien nos envía a que manifestemos ese mismo poder aquí en la tierra, en las iglesias, en las naciones enteras, llevando el mensaje de salvación a toda criatura.

    En el libro de Hechos de la biblia podemos observar que la iglesia primitiva estaba viviendo la vida del ministerio de Jesucristo sin tener al Jesús encarnado.  Desde el libro de Romanos hasta el fin del Nuevo Testamento en el libro de Apocalipsis, hay verdades que revelan por qué y cómo podemos vivir como Jesucristo y como la iglesia primitiva que se presenta en el libro de los Hechos.

    Cuando Jesucristo llegó a esta tierra ministraba como un verdadero hombre, porque él como Dios tuvo que ser un hombre y experimentar como tal. De esta forma nos está mostrando la manera en la que podemos vivir como él, con su autoridad y poder en la tierra.

    Esto se revela en su palabra:“Oro para que ustedes adquieran perspicacia y comprensión. Oro para que consigas la revelación de la inmensa grandeza del poder de Dios que actúa en ti” (Efesios 1)

    En esta cita Dios nos demanda a que busquemos en poder de Dios para que se active en cada uno de nosotros. Ese poder es el mismo que resucitó a Cristo de entre los muertos y lo sentó a la diestra de Dios en los lugares celestiales. Ese poder y autoridad es la que debemos manifestar en todo lugar, en toda nación y en nuestra vida.

    El poder de Jesucristo sobre el pecado y los principados

    El poder de Cristo sobre toda hueste de maldad, todo pecado, todo principado, se puede observar en el libro de Colosenses 2:13-15, donde expresa lo siguiente:

    “Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incurcuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”

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    En este sentido el sacrificio perfecto de Cristo representa nuestra liberación total de todo pecado que recaiga contra nosotros, ya que mediante la sangre de Jesús hemos sido justificados, limpiados y renovados. Ahora somos nuevas criaturas por medio de aquel que dio su vida por nosotros, de aquel que dio muerte al pecado con su propia muerte.

    Recibimos el poder del cristiano mediante la salvación

    Todo creyente debe revelar que adquirimos el poder y la autoridad de Cristo mediante la salvación. No es algo que nos hemos ganado, es un regalo no merecido que es otorgado por la misericordia de Dios.

    Así que todos los que buscan de corazón al Señor reciben la autoridad y tienen el poder de manifestar las maravillas de nuestro Padre Celestial aquí en la tierra. A todos se nos ha otorgado la misma autoridad y poder.

    Pero existen distintos dones que cada cristiano tiene. Esto va a depender de la comunión que se tenga con Dios y cada uno de estos dones no es para vanagloria de las personas, sino para glorificar a Dios. Tal como lo expresa la palabra:

    “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad” (Colosenses 2:9-10)

    De esta manera, toda la totalidad de la deidad está en Jesucristo en forma corporal, y cuando tenemos una verdadera comunión con Cristo se nos otorga la plenitud del Señor, que representa la cabeza sobre toda autoridad y poder. Sin embargo, este poder y autoridad es otorgado con el propósito y visión del reino, de nuestro camino a la luz eterna y a la dulce morada en los lugares celestiales.

    De esta manera que cuando somos libres, queremos que Dios nos use para poder ayudar a otros a ser liberados, para que puedan acceder al reino y experimenten el poder del Señor mediante el poder de los creyentes. Por esta razón, nuestra misión es poder liberar al oprimido, al prójimo y no solo centrarnos en nosotros y en nuestra salvación personal.

    El cristianismo real se basa en preparase para la batalla espiritual, instruirse en la palabra para proclamar el mensaje de salvación a toda criatura, tal como lo demanda el Señor en su palabra. No se trata de ser cristianos para obtener méritos, fama, dinero, entre otras cosas del mundo, se trata de glorificar al Señor en toda su plenitud, así que debemos destronarnos y darle a él todo el honor que se merece, porque es él en nosotros. Sin él, nada somos.

    Cómo puede Jesucristo beneficiarme

    Cuando llegas a los pies de Cristo tu vida comienza a cambiar de forma sorprendente porque ves las cosas distintas. Los ojos espirituales se abren y el Espíritu Santo es derramado sobre nosotros para bendecir, sanar, echar fuera demonios, predicar, evangelizar, entre muchas maravillas que podemos hacer con el poder de Cristo en nosotros.

    Sin embargo, este camino es angosto, y se siente la presión social, propia del mundo, donde el enemigo busca o pretende desviar a los Hijos de Dios del camino correcto para entorpecer su obra en la tierra.

    Así que cuando eres cristiano debes estar preparado para pelear la buena batalla, para pasar las pruebas de fuego que el Señor te coloca. Pero nunca te deja solo, permanecerá en ti hasta los últimos días porque te ama y quiere que seas salvo, pero también quiere que hagas su voluntad que es perfecta.

    De esta manera, nuestra motivación principal como cristianos debe ser glorificarlo, disfrutar de su presencia en nuestra vida y avanzar en el propósito que nos ha encomendado. El mayor beneficio que tenemos con Cristo es el de la salvación, ya que su promesa nos llena de esperanza y nos da fortaleza para superar las adversidades de este mundo hostil y cruel.

    Con Cristo, en medio de la tormenta, encontramos la calma y la paz que sobrepasa todo entendimiento. Con él sabemos que todas las cosas nos ayudan para bien, que obtendremos la recompensa del perdón, de su misericordia infinita. Con Cristo soy más que vencedora y en mi debilidad soy fuerte.

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