Humildad La virtud de los grandes - Qué Significado tiene según la biblia
La Humildad La virtud de los grandes es una de las cualidades que todo creyente debe tener porque es el reflejo de que tenemos a Cristo en nuestro corazón. Además la humildad nos acerca más a él y nos hace mejores personas no solo en la iglesia sino en todos los ámbitos de nuestra vida, en el hogar, en el trabajo, entre otros.
La humildad La virtud de los grandes – Significado según la biblia
Ser humilde es reconocer nuestras propias limitaciones, errores, fallas, debilidades y vulnerabilidad ante nuestro diario vivir donde las adversidades nos asechan cada día.
Cuando somos humildes, estamos entregando nuestra voluntad al Señor, porque reconocemos que sin él nada podemos hacer. Como creyentes debemos siempre pedirle dirección a Dios para que él nos muestra la manera correcta de nuestro andar.
Según la doctrina cristiana, la humildad es una virtud muy apreciada por el Señor, y el creyente asume una postura humilde en la medida en que reconoce la superioridad, majestad, poder y perfección de Dios.
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Por esta razón debemos dejarnos guiar por su perfecta voluntad, quitando nuestros propios deseos carnales, y acercándonos más a lo espiritual y al propósito que Dios tiene para cada uno de sus hijos en esta tierra. Al respecto la biblia nos dice lo siguiente:
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2)
De esta manera debemos siempre estar en constante comunión con Dios para ser renovados cada día, ser alentados y recibir de su presencia para poder avanzar en su propósito.
La voluntad de Dios es perfecta, por eso debemos estar enfocados en eso y no en nuestros propios deseos carnales, porque podemos errar en muchos de los aspectos de nuestra vida y en las decisiones que tomamos por nuestra propia cuenta.
La humildad parte de esto, de recurrir siempre a Dios antes de proceder y de actuar, ya que si verdaderamente queremos recibir las bendiciones que él tiene para nosotros debemos dejarnos guiar por él y dejar a un lado nuestro ego, orgullo, soberbia, altivez porque todo esto es rechazado por él, tal como lo expresa la palabra:
“Pero él nos ayuda más con su favor. Por eso la Escritura dice: Dios está en contra de los orgullosos, pero a favor de los humildes” (Santiago 4:6)
En este sentido, la humildad de acuerdo a las Sagradas Escrituras es un llamado de conciencia para que la humanidad acepte que todos somos iguales delante de Dios, ya que Jesucristo nos amó a todos por igual y él es el mayor ejemplo de humildad que podemos encontrar en la Biblia. Tal como se aprecia en el siguiente pasaje:
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:5-8)
De este modo, debemos despojarnos de todo aquello que nos ata a este mundo, así como lo hizo Jesucristo, quien siendo rey, tuvo que ser siervo, poniendo su vida por cada uno de nosotros.
Cómo cultivar la humildad
La humildad como cualidad es la que sustenta a las demás virtudes que tengamos en nuestra vida, ya que ésta hace que mejoren todas las virtudes humanas, enriqueciendo y dando valor a la persona.
Entonces la humildad es la capacidad que posee la persona para aceptarse con sus fortalezas y debilidades, sin llegar a sentir ego por ello. La biblia en diferentes de sus pasajes nos indica la manera en la que debemos cultivarla, y para lograrlo debemos dejar de ser egoístas, interesados, orgullosos, egocéntricos, dejando morir toda altivez y soberbia.
Por otro lado la palabra nos exhorta a ser generosos, bondadosos, llenos de misericordia, ricos en buenas obras, dispuestos siempre a hacer el bien. Esto se puede apreciar en la siguiente cita bíblica:
“A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna” (Filipense 4:5)
En esta cita Dios nos demanda a ser humildes en medio de las bendiciones que recibimos, ya que exhorta a los ricos a no ser altivos porque todo lo que tenemos en este mundo es temporal y él nos los da para que podamos disfrutar.
Pero no debemos olvidar de quién proviene todo lo que tenemos, ya que él es dueño de todas las cosas y tiene el control total de nuestra vida. Por esta razón Dios nos enseña que debemos ser generosos, agradecidos, obedientes y humildes en todo momento.
En este sentido, la sabiduría del Señor nos demanda a derribar el orgullo y reconocer cuando cometemos errores con nuestro prójimo, teniendo siempre la disposición a pedir perdón y buscar la reconciliación, armonía y paz con todos.
Por otro lado, encontramos el mensaje de Jesús quien nos exhorta en todo momento a humillarnos delante de nuestro Padre para que podamos entrar en su Reino, tal como lo indica la palabra:
“y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos” (Mateo 18:3-4)
De esta manera que si los creyentes fieles a Cristo, tomamos la decisión de seguir sus caminos, entonces tenemos la labor de cultivar y poner en práctica la humildad que él nos enseña en su palabra.
Tal como encontramos la humildad de Jesús en la cruz, la humildad de David al reconocer su pecado con tanto fervor, la humildad de Pedro al reconocer su pecado de negar al maestro, entre otros personajes bíblicos que nos muestran la importancia de la humildad en el propósito de Dios para nuestra vida.
En este sentido, cuando se sigue a Cristo se debe seguir el ejemplo de su carácter, de su corazón humilde, así que cultivar la humildad debe ser un una actitud voluntaria en amor al Señor y al prójimo.
Debemos ser humildes a pesar de que estemos en medio de sufrimientos, adversidades, tribulaciones, y que seamos víctimas de personas orgullosas y altivas.
De esta forma que los humildes de corazón podrán siempre regocijarse de la bondad del Señor y de su hijo Jesús. Tal como lo expresa el siguiente pasaje:
“Buscad a Jehová todos los humildes de la tierra, los que pusisteis por obra su juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre; quizá seréis guardados en el día del enojo de Jehová” (Sofonías 2:3)
Asimismo el apóstol Pablo nos exhorta a que nos revistamos con la imagen de Cristo, como un pueblo escogido por Dios, apartado del mundo, llenos del fruto del Espíritu Santo, donde se manifieste la misericordia, la bondad, el amor, paciencia, benignidad, humildad, mansedumbre, tal como lo afirma la palabra:
“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia” (Colosenses 3:12)
En este orden de ideas, estas vestiduras se verán manifestadas en nuestras relaciones con los demás, no solo con nuestros hermanos en Cristo sino en todos en general, porque nuestro testimonio es la mejor prédica que podemos impartir a los inconversos para que puedan acercarse a Cristo y aceptarlo.
Ese es el mandato que tenemos, proclamar el evangelio a toda criatura, y por eso tenemos que estar vestidos con el fruto del Espíritu Santo de Dios, llenos de humildad y de amor, para que podamos mostrar las maravillas que el Señor ha hecho en nuestra vida.
Por otro lado, el apóstol Pablo en su carta a los romanos, hace además el llamamiento a tener la disposición con nuestro prójimo, tal como se resalta en el libro de Romanos 12:16 “Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión”
Cómo aprendemos a ser humildes
Cuando como creyentes aceptamos que tenemos una debilidad y que estamos fallando en un aspecto de nuestra vida, estamos reconociendo que somos imperfectos y que Dios es quien puede ayudarnos.
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Si somos orgullosos, podemos aprender de Jesucristo su humildad y servicio al prójimo. Pero lo primero que debes hacer es precisamente reconocer tu debilidad, para que él comience a trabajar en ti y a moldearte de tal forma que reflejes esa humildad en tu corazón.
En este sentido, la humildad se puede aprender cuando el Señor nos está procesando. En ese proceso podemos llegar a pasar por situaciones que nos conduzcan a humillar nuestro espíritu, a doblar nuestras rodillas delante de su presencia, poniendo delante de Dios todas nuestras debilidades, pecados, fallas, temores.
De esta manera comenzamos a quebrantarnos en el Señor y el cambio se comienza a notar porque en nuestro rostro se nota el toque del Espíritu Santo, tal como lo señala la palabra: “El corazón alegre hermosea el rostro; Mas por el dolor del corazón el espíritu se abate” (Proverbios 15:13)
Así que el Señor comienza a cambiarnos de adentro hacia afuera y eso se ve reflejado en nuestra actitud con los demás, ya que toda nuestra vida comienza a ser transformada porque ahora somos nueva criatura en Cristo Jesús: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17)
La Recompensa de ser humildes
Jesucristo alcanzó la victoria siendo humilde y haciendo la perfecta voluntad de su Padre, y esto lo llevó a una posición aun superior, tal como lo revela la palabra:
“Por eso Dios le otorgó el más alto privilegio, y le dio el más importante de todos los nombres, para que ante él se arrodillen todos los que están en el cielo, y los que están en la tierra, y los que están debajo de la tierra; para que todos reconozcan que Jesucristo es el Señor y den gloria a Dios el Padre” (Filipenses 2:9-11)
En esta cita podemos observar el enaltecimiento que recibió Jesucristo luego de su victoria en la cruz del Calvario donde venció a la muerte y derrotó a Satanás. Esto nos muestra que siendo humildes y haciendo la voluntad del Padre obtendremos recompensas de lo Alto.
Así que no solo recibimos el tesoro precioso de la salvación, sino que podemos obtener galardones que Dios nos tiene en los cielos en la vida eterna: “Dios, da gracia a los humildes” (1 Pedro 5:5)
La Falsa Humildad Significado Bíblico
La humildad es la manifestación del Espíritu Santo en nuestra vida, es la revelación de su presencia, de su amor y de cómo ha trabajado en nuestras áreas para poder perfeccionarnos en todos los aspectos, procurando que vivamos en integridad, siempre enalteciendo el nombre de Jesús.
Por esta razón es importante ser sinceros con el Señor, ya que él conoce nuestro corazón y nuestra mente. No podemos engañar a nuestro padre porque nada está oculto para él. No podemos aparentar una falsa humildad en las iglesias, debemos aplicarla en todo momento y pedirle dirección a Dios para que nuestra actitud humilde se mantenga siempre y no nos dejemos llevar por nuestra vanidad y orgullo.
En la actualidad debemos estar atentos y cuidarnos de los falsos predicadores que por un lado hablan de humildad, pero por el otro, pretender enriquecerse a través de sus ministerios. Esto está contemplado en la biblia, en la cual se nos advierte de los falsos predicadores, quienes están dando el mensaje equivocado con falsas doctrinas de la prosperidad, tergiversando las Sagradas Escrituras y trayendo confusión al pueblo.
Como creyentes tenemos la responsabilidad de escudriñar las escrituras para no caer en las trampas del enemigo. Debemos estar sobre la roca que es Cristo y mantenernos firmes en la sana doctrina, donde debe reinar la humildad que nos enseñó Cristo.
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