La herencia espiritual y su significado en nuestra vida según la biblia
La herencia espiritual la recibimos cuando vivimos de la manera en la que Jesucristo vivió, ya que él vino a este mundo para sacrificarse en la cruz del calvario por cada uno de nosotros. Por lo cual estamos llamados a ser semejantes a él y tener vivir una vida en santidad.
Esto lo refleja su palabra: “Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:29)
De esta manera que vivir como Jesús no sucede de un día para otro, requiere de nuestra dedicación y entrega hacia él. Debemos comprender que no somos perfectos, ya que si eso fuera así, no necesitaríamos ser salvados.
Pero la realidad es otra y necesitamos plenamente de la ayuda divina y de los beneficios de la herencia espiritual que Dios nos ha otorgado. Tal como lo revela el libro de Efesios 1: 11-12 “En Cristo también fuimos hechos herederos, pues fuimos predestinados según el plan de aquel que hace todas las cosas conforme al designio de su voluntad, a fin de que nosotros, que ya hemos puesto nuestra esperanza en Cristo, seamos para alabanza de su gloria”
¿Qué significado tiene la herencia espiritual en nuestra vida según la biblia?
Al hablar de una herencia, se hace referencia a un grupo de cosas determinadas, tradiciones o ideas que se transmite de generación en generación. Pero esta definición se emplea desde el punto de vista natural, donde la herencia se refiere a propiedades, bienes, casas, dinero. Sin embargo, la biblia nos habla de una herencia espiritual que no se desvanece con el tiempo, que perdura para siempre.
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La herencia para las personas representa algo muy importante, ya que puede mejorar la calidad de vida de quienes la reciben, y además representa el sacrificio que han realizado muchos padres para lograr que sus hijos y familiares alcancen una mejor vida y puedan tener una fortuna dejada por sus descendientes. Lo cual es bíblico y no es algo malo.
De este modo que una herencia es el resultado del trabajo de toda la vida, para almacenarla y ofrecérsela a nuestra generación. A pesar de que el dinero y los bienes son algo bueno, la biblia nos habla acerca de algo más relevante y con mayor valor, y hace referencia a la herencia espiritual que Dios nos ha otorgado.
En este sentido, la biblia nos muestra que hay herencias que no se pueden desgastar o corromper, ya que la herencia que el Padre Celestial nos quiere dar se refiere a la verdad y el amor; la paz y la justicia; y la libertad y la vida.
Así que Jesús nos enseñó el modelo del Padre, para que nosotros podamos amar de la misma manera en la que Él nos amó. Nos invita a encarnar este modelo de vida y ser humildes y mansos.
Nos revela al Padre, para que andemos como hijos y hagamos la perfecta voluntad de Dios. Tal como lo revela el libro de Filipenses 2:7-8 “sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres. Más aún hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.
Este pasaje nos muestra la sumisión de Cristo, quien siempre estuvo en obediencia a su Padre, haciendo siempre la voluntad de Dios en este mundo, para dejarnos el diseño perfecto de hijo donde claramente Jesús reveló el Reino de su padre, ofreciendo su vida por la humanidad.
De esta forma, Jesucristo nos ofrece la herencia más majestuosa que pagó con precio de sangre a través de su sacrificio en la cruz; y que se refiere a la vida eterna.
Así que nos proporcionó las herramientas para obtener la vida eterna, librándonos de la esclavitud del pecado, y nos muestra además la forma de alcanzar esta salvación y a esforzarnos para obtener el reino de Dios en nuestras vidas y poder vivir en libertad de espíritu, cuerpo y alma en este mundo, para otorgarle la herencia espiritual más preciada a nuestra generación.
Claves Importantes para obtener la herencia espiritual
Para obtener la herencia espiritual debemos obedecer la voluntad de Dios, así como lo hizo Timoteo, quien debía seguir los estatutos de Pablo, quien lo exhortó a predicar la palabra de Dios, tal como se puede apreciar en su palabra:
”Te suplico encarecidamente delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, 2 que prediques la palabra y que instes a tiempo y fuera de tiempo. Redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (Timoteo 4:1)”
En esta cita bíblica Pablo le pide a Timoteo, utilizando el término “Encarecidamente” que significa una orden de mucha importancia y resulta ser un encargo muy grande dónde Dios y Jesucristo son testigos de la herencia espiritual que Pablo le estaba dando a Timoteo.
Por lo cual las palabras usadas por Pablo tenían un tono muy serio y demandante para trabajar en la herencia espiritual que le estaba otorgando a Timoteo, a quien él veía como Hijo. Lo cual sería juzgado por Jesucristo al cumplir o no este mandato.
Por lo cual esta herencia que se le estaba atribuyendo a Timoteo de que predicara la palabra, reprende, exhorta y redarguye con doctrina y paciencia, y hay que considerar tres claves importantes para poder cumplir este encargo divino, tales como:
1.- Predicar la palabra de Dios
Una de las claves para poder cumplir el mandato de Dios y vivir en obediencia, es predicar su palabra a toda criatura, y Timoteo tenía esa encomienda para poder obtener la herencia espiritual. Pero no se trata de proclamar las doctrinas de hombre, ni ser sabios en su propia opinión, sino hablar con sabiduría de lo alto acerca del reino de los cielos y del plan divino de Dios.
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2.- Estar listo para la batalla
Otro aspecto clave para poder obtener la herencia espiritual es estar preparado para la buena batalla. De esta manera Pablo insta a Timoteo a que se ponga de pie y esté listo para actuar. Por lo cual este pasaje bíblico nos exhorta a estar siempre preparados para predicar la palabra con entusiasmo y plena disposición.
3.- Redarguye, reprende y exhorta
Otro de los aspectos claves a considerar para lograr nuestra herencia espiritual es redargüir, reprender y exhortar usando la palabra de Dios para enseñar el error mediante la doctrina o en la práctica. De esta manera se le debe decir a las personas cuando están haciendo las cosas erradas o están hablando lo que no se encuentra en la palabra de Dios, ya que esto contradice lo que está en las Sagradas Escrituras.
Así que aquellos que proclaman la palabra de Dios, deben usar correctamente la palabra de Dios y mostrar la mala doctrina que las personas pueden estar usando por desconocimiento. Tal como lo refleja la biblia: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias” (2 Timoteo 4:1-3)
En este sentido la tarea de todo creyente es la de redargüir, reprender y exhortar cuando sea necesario, cuando observemos que nuestro hermano no está actuando conforme a lo que dicen las Escrituras. Pero debemos hacerlo con sabiduría, buscando la manera de restaurar con doctrina y paciencia, enseñando además con nuestro ejemplo la manera correcta de actuar.
De la misma manera que Pablo aconseja a Timoteo a que exhorte y confronte al creyente cuando esté cometiendo algún pecado y ayudarlo a que aprenda de sus propios errores.
¿Qué herencia le vamos a dejar a nuestra generación?
Cuando Dios nos hizo, fue con un propósito muy preciso, y por eso nos dio las capacidades y talentos para llevar a cabo su plan. Pero muchos en su mayoría no se detienen a pensar en la voluntad del Señor y en el plan divino del sacrificio.
Claramente la biblia revela que Dios tiene un doble propósito para sus hijos: primeramente desea que nos incluyamos en su trabajo y segundo, que le demos toda la gloria y la honra a Dios; tal como lo señala el libro de Efesios 2:10 ”Pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas”.
En este sentido todos le dejamos una herencia a nuestros hijos y a las personas que nos rodean, pero puede ser algo bueno o resultar ser algo malo. Así que una persona que se queja, que dice malas palabras, criticona afectará a todos los que comparten con ella, ya que esa es su herencia.
Pero una persona amorosa, humilde, trabajadora puede dejar una herencia espiritual que exaltará a Dios sobre todas las cosas, ya que es un ejemplo de la creación maravillosa de él.
Por lo cual es importante trabajar en aquello que es de verdad importante para que puedas dejar una herencia espiritual a tu generación conforme a la voluntad de Dios y su sana doctrina, así que llénate de Dios y su sabiduría para que puedas dejar un legado significativo que glorifique y honre a nuestro Señor.
Tal como se refleja en 2 Timoteo 1:5 “Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también”.
En esta palabra Dios nos habla acerca de Timoteo, quien recibió una herencia por parte de su abuela, de su madre y de Pablo. Así que Timoteo tenía el deber de proclamar la palabra con fervor y reprender con la misma. Asimismo él iba a adquirir por parte de Pablo algo con mucho más valor, la herencia espiritual que lo llevaría al reino de los cielos.
De esta manera, los familiares tienen una gran influencia en las vidas de sus hijos. Tanto una abuela como una madre pueden tener gran influencia en la vida de un niño al guiarlo para que obedezca a Dios y deje todo en manos de él. Lo cual resulta ser más valioso que cualquier herencia monetaria, ya que existen varias cosas que se puede hacer con la vida misma y es desperdiciarla, gastarla o invertirla, ya que la mayor utilidad de nuestra vida es la de invertir en algo que nos dure. Así que es fundamental invertir su vida en un objetivo que te supere a ti mismo, y no hay uno más grande que el reino de Dios.
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