Qué es una familia conforme al corazón de Dios según la biblia
Una familia conforme al corazón de Dios es aquella que sigue la voluntad del Señor y obedece su palabra. Se deja guiar por el Espíritu Santo y mantiene la comunión con él. Dedican tiempo en familia y se consolidan en el amor, unión y comprensión. De esta manera que la familia representa la institución más relevante y existe desde el principio como una idea de Dios, antes de que existiera incluso el lenguaje escrito y las comunidades.
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Qué es una familia conforme al corazón de Dios según la biblia
Dentro del hogar es donde se forma el carácter de la persona, donde se inculcan los valores que permanecerán en nosotros durante nuestra vida. Así que es en el hogar donde el niño aprende lo que es el amor, donde conoce lo que es correcto e incorrecto delante de los ojos de Dios.
Sin embargo, sucede lo contrario si dentro del hogar se imparten antivalores y no se obedece la palabra de Dios. Y estas carencias lamentablemente van a acompañar siempre a la persona y pueden resultar un gran obstáculo para su crecimiento personal y espiritual.
Pero recordemos que cuando hablamos de Dios, hablamos de misericordia, compasión, amor y perdón. Así que si una persona ha sido formada en un hogar con malos hábitos, y conoce a Cristo, puede ser purificada con el poder del Espíritu Santo, quien es capaz de limpiarnos y darnos la oportunidad de conocer su camino de luz. Al respecto la palabra nos deja la siguiente promesa de Dios:
"Hijo mío, no se aparten la sabiduría y la prudencia de tus ojos. Guarda la ley y el consejo, porque serán vida para tu alma y gracia para tu cuello. Entonces andarás por tu camino confiadamente y tu pie no tropezará" (Proverbios 3:21-26)
En esta cita, Dios nos exhorta de que debemos obedecer su palabra para no tropezar ni desviarnos del camino correcto. Igualmente debemos inculcarle el valor de la lectura de palabra, la oración y comunión con el Señor. De esta manera estaremos creando lazos fuertes en nuestra familia, que serán muy difíciles de romper.
Así que debemos reunirnos en familia, orar, leer las Sangradas Escrituras, comenzando con los evangelios, dando a conocer la vida, obra, muerte y resurrección de Cristo. Debemos comprender en el poder que tiene ser una familia conforme al corazón de Cristo.
También debes entregarle tu matrimonio e hijos a Jesucristo, para tener la serenidad de su respaldo, creando un vallado de protección que nos permita santificar al Señor con nuestro testimonio como familia.
4 Aspectos para formar una familia con el corazón de Dios
La familia es el centro de la sociedad y ha sido formada por Dios con un propósito determinado, basado en la consolidación de los valores y principios establecidos en su palabra. Para formar una familia con el corazón de Dios es fundamental que consideres los siguientes aspectos:
1.- Los Objetivos dentro de la familia
Primeramente se deben definir los propósitos generales de la familia y luego comenzar a plantear objetivos inmediatos, donde cada uno de los miembros haga sus propuestas para lograrlos.
Es importante que desde el principio todos se involucren en la toma de decisiones, tanto los padres como los hijos, de tal manera de que nadie se sienta excluido, aún cuando sean pequeños, tienen derecho a opinar y a aportar su grano de arena en pro de fortalecer el núcleo familiar.
De igual forma se recomienda escribir en un papel los objetivos que se planteen como adopten familia y colocarlos en un lugar visible. Esto resulta ser de gran ayuda para corroborar cuánto se ha avanzado en el logro de las metas propuestas.
Por otro lado, a parte de definir los ideales generales de la familia, los padres deben ayudar a cada hijo a plantearse objetivos personales, de acuerdo a su edad y madurez. De esta forma, es necesario enseñar a los pequeños a ayudar con las labores del hogar, como poner la mesa, llenar las jarras, ordenar sus juguetes, lavar los platos, entre otros.
Si son un poco más grandes, podrían ayudar a los padres en otras tareas hogareñas y proponerse objetivos específicos para ellos mismos que involucren también a la familia, como por ejemplo aprender un idioma, un instrumento, la lectura de un determinado libro, terminar un curso, aprender a manejar bicicleta, entre otros.
Nunca subestimemos los deseos de nuestros hijos, ya que ellos tienen su propia vida, sus ilusiones, sus metas. Como padres debemos orientarlos y ayudarlos a cumplir cada uno de sus objetivos, respetando siempre la voluntad de Dios.
Los objetivos generales e individuales de una familia deben estar orientados en los principios cristianos, ya que sin Dios nada podemos lograr pero con él somos más que vencedores. Tal como lo afirma la palabra:
“Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir” (Romanos 8:36-38)
Sin embargo, la educación de los hijos, sobre todo en la etapa preadolescente no resulta ser una tarea fácil, ya que debemos aprender a equilibrar las reglas y normas dentro del hogar. No debemos ser tan permisivos pero tampoco ser autoritarios. Debe existir un balance, donde prevalezca siempre la comprensión, el respeto, la disciplina y por su puesto el amor.
Cuando los padres establecen los objetivos que se proponen a lograr junto con sus hijos adolescentes, es necesario que éstos estén consolidados en los principios establecidos por Dios en su palabra, manteniendo la relación con Dios, el crecimiento personal y espiritual, el avance en el trabajo y en la escuela, entre otros.
2.- Las reuniones familiares
En las reuniones familiares se puede manifestar mejor las muestras de afecto entre los miembros del núcleo familiar, en donde todos pueden expresar sus opiniones, sentirse en confianza y crear lazos de unión que ayuden a fortalecerlos más como una familia consolidada en Cristo.
Estas reuniones se deben dar cada cierto tiempo, dependiendo de la disposición que tengan cada uno de los miembros. Cada familia es diferente y posee necesidades diversas, así que no se puede establecer cada cuánto se deben dar.
Pero es importante resaltar que estos acercamientos son de suma importancia, porque es necesario que cada quien pueda expresarse libremente y pueda exponer algún problema, alguna duda, queja que pueda tener y que se desconozca. También le proporciona confianza a los hijos de hablar con sus padres.
Muchas veces los hijos no hablan con sus padres por temor a ser juzgados, incomprendidos o ser castigados por alguna falta cometida. Los padres deben disciplinar con el amor de Cristo, siempre aplicando la empatía y comprendiendo la etapa que está atravesando el niño, ya que a esa edad son vulnerables y están desarrollando su personalidad.
Por otro lado, las reuniones familiares no deben ser aburridas, serias, formales. Pueden hacerse divertidas, compartiendo alguna comida especial, viendo una película reflexiva, escuchando música agradable, jugando juegos didácticos, entre otras actividades.
El hecho de ser cristianos no nos limita a disfrutar en familia al mismo tiempo que compartimos y expresamos nuestros sentimientos, exponemos nuestros proyectos y nos desahogamos si tenemos algún problema, bien sea en el trabajo, escuela, comunidad.
Asimismo es importante reunirse en privado con cada uno de los hijos, es decir madre-hijo, padre-hijo; de esta manera los padres aprenden a conocer más a sus hijos y le dedican toda su atención.
Es importante que los hijos sean tomados en cuenta, sus opiniones, deseos, inquietudes de forma individual, ya que cada hijo es diferente y posee distintas necesidades, aunque sean hermanos.
Como padres debemos además elogiar a nuestros hijos por las metas logradas, por sus progresos, por sus éxitos; y animarlos en sus fallas. No es necesario recriminarlos y hacerlos sentir mal por sus errores, simplemente con hablarles con amor y orar por ellos es suficiente.
Echar sal en la herida, no mejorará la situación. Pero si se conversa calmadamente, se pueden solucionar todos los problemas y diferencias que puedan existir. Esto suena fácil pero realmente es un trabajo constante, donde no puede faltar la presencia de Dios en nuestra vida.
Ser diligentes como padres implica ser diligentes con Dios, orar sin cesar, velar, ayunar, leer la palabra, buscar en cada momento el rostro de Dios. Pedirle consejos, ayuda, sabiduría para que la familia pueda prosperar y dar un excelente testimonio de las maravillas que hace Dios con sus Hijos.
3.- Analiza tus propias reacciones
Como padres podemos fallar cuando reaccionamos de forma impulsiva ante una situación determinada. Esto pasa porque somos humanos y en algún momento nuestra parte carnal sale a relucir.
Por lo cual debemos analizar la manera en la que estamos respondiendo ante las diversas situaciones de nuestra vida, ya que las malas respuestas pueden herir a nuestros seres queridos y generar una reacción negativa en cadena. Al respecto la palabra nos exhorta: “La blanda respuesta calma la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor” (Proverbios 15:1)
En este sentido cuando empleamos palabras hirientes, vamos a generar un ambiente hostil que enturbia la serenidad y la paz que Cristo nos da. Por ello debemos ser apacibles y pedirle a Dios que nos controle en todo momento.
4.- Oración familiar
La oración es una herramienta poderosa que tenemos para solidificar el núcleo familiar, y es muy importante que haga en colectivo, donde todos los miembros del hogar expongan sus peticiones y oren unidos.
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Por lo cual los padres deben crear esta costumbre de orar en familia. Buscar siempre un tiempo para hacer oraciones juntos. Para ello deben ponerse de acuerdo y fijar un horario para orar.
De esta manera se estarán derribando potestades y huestes de maldad que pretendan destruir y dañar a la familia, ya que Satanás tiene el propósito de separar a la familia y de desviarlos del camino correcto. Si hay hijos pequeños, los padres deben ser creativos y buscar canciones sencillas y agradables que instruyan acerca de Jesucristo para cantarlas todos en familia.
De igual forma es importante la lectura de salmos que sean fáciles de comprender para que puedan captar mejor el mensaje de salvación. Los padres por su parte deben explicar el mensaje pero también tomar en cuenta las opiniones de todos.
Muchas veces los hijos mayores se niegan a unirse a la oración familiar. Pero como padres no podemos desanimarnos, sino que debemos motivarlos a que participen, explicándoles la importancia de la oración para la familia.
Otra de las cosas que se pueden hacer en estos casos es integrándolos a que lean un versículo, canten una canción o expresen una opinión. Esto los hará sentirse incluidos y valorados.
En este sentido una familia conforme al corazón de Dios debe estar basada en el principio del amor sobre todas las cosas, ya que Dios es amor y sin éste, no podemos lograr nada. La palabra nos dice lo siguiente:
“Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él” (1 Juan 4:7-9)
Entonces el amor viene de Dios, así que una familia debe estar centrada en esto para poder lograr sus objetivos aquí en la tierra. Existen familias que logran el éxito debido a su dedicación y esfuerzo; se han planificado y han alcanzado permanecer unidos a pesar de todas las adversidades.
Esto se debe porque están firmes en Cristo que es y debe ser nuestra roca. Si la familia no se consolida en el Señor, de nada vale todo el esfuerzo humano que se haga. Tal como lo dice la palabra:
“Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vela la guardia” (Salmos 127:1)
De esta manera que para formar una familia conforme al corazón de Dios, los padres deben estar enfocados en Dios, en sus principios, en su sana doctrina, en su presencia.
Manteniendo siempre la comunión con Dios, velando, ayunando, orando por la familia, los hijos, por los proyectos, objetivos. Formando un vallado sólido que nos resguarde y nos mantenga unidos en familia, como verdaderos Hijos de Cristo.
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