Venciendo A Satanás: Las 6 Claves Para Derrotar A Satanás Y Sus Mentiras

La frase “Venciendo a satanás” no puede ser tomada a la ligera. Mucha gente cree que puede derrotar al diablo utilizando sus propias fuerzas, y eso es algo verdaderamente imposible. Estamos tratando con poderes de las tinieblas que quieren destruirnos y debemos ponernos en las manos del Creador. Aquí te mostraremos 6 claves para ganar la batalla con la ayuda de Dios.

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    Venciendo a Satanás

    Satanás es un ser que no tiene poder sobre nosotros si estamos en la mano de Dios. Sin embargo, no debemos andar por la vida creyendo que podemos vencerlo con nuestras propias fuerzas, porque podemos quedar con “las tablas en la cabeza”.

    Se trata de un ser de cuidado y necesitamos de la ayuda del todopoderoso para poder obtener la victoria. Por este motivo, hemos preparado (basándonos en la palabra de Dios) 6 claves importantes para comenzar la batalla:

    Venciendo a Satanás

     

    1. Lucha con la Palabra de Dios

    Esta es una batalla como ninguna otra que podamos presenciar en el mundo terrenal. Es feroz y mortalmente seria. No seríamos capaces de resistirla sin una verdadera arma: la Palabra de Dios; nuestra arma más poderosa. A la luz de estas palabras de verdad, el Padre de las Mentiras y todo demonio deben huir.

    En Mateo 4, Jesús demuestra esto cuando Satanás lo tienta en el desierto. Débil y vulnerable, el Hijo de Dios toma esta arma con las palabras “Eso está Escrito”. Tres veces lo repite, citando las Escrituras después de las tentaciones, combatiendo las mentiras de Satanás con pura verdad. Y el enemigo se fue.

    Podemos sostener en nuestras manos y hablar con nuestra boca Palabras de un poder inconmensurable y sin precedentes. La próxima vez que Satanás se lance para atacar, abre la Palabra, levanta tu espada, declara la verdad de Dios y bloquea el avance del enemigo.

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    2. Lucha con la oración

    La oración es más poderosa de lo que creemos. Cuando oramos, estamos entrando en la sala del trono de Dios e ingresando en el campo de batalla. Una y otra vez en las Escrituras vemos pruebas de la respuesta a la oración.

    Cuando Daniel dispuso su corazón para orar y ayunar durante tres semanas, Dios le envió un ángel, y las oraciones de este siervo cubrieron exactamente el tiempo en que el ángel luchó contra las fuerzas del mal que lo esperaban. (Daniel 10: 1-14).

    Elías oró fervientemente siete veces para que Dios pusiera fin a la sequía que azotaba a Israel, y en la séptima vez Dios envió lluvia. (1 Reyes 18: 41-45). Por otro lado, Santiago nos dice que la oración de fe salvará al enfermo y que la oración eficaz y ferviente del justo vale mucho. (Santiago 5: 15, 16).

    Si no vemos respuestas a nuestras oraciones, tal vez sea porque nos rendimos demasiado pronto. Si no creemos que nuestras oraciones puedan tener algún efecto sobre el enemigo, probablemente no lo harán. La oración no es un ejercicio cómodo, es trabajo duro y disciplina y requiere persistencia y perseverancia. Si vamos a pelear, debemos hacerlo de rodillas.

    3. Lucha vestido con armadura

    Cuando siento que estoy en medio de la batalla, intencionalmente me tomo el tiempo para “vestirme” para la guerra. Efesios 6: 10 describe nuestra armadura. Leyendo el pasaje en voz alta puedes familiarizarte con él y estar consciente de la protección que Dios ofrece.

    Una forma de hacerlo sería decir lo siguiente: “Estoy de pie en Cristo, poniéndome el cinturón de la verdad”. Las palabras de Dios son verdad, y todo lo que el enemigo está tratando de decirme es una completa mentira. Estoy atando la coraza de la justicia, no mi justicia, sino la de Cristo, comprada para mí con Su sangre en la cruz.

    En mis pies están los zapatos de la preparación del evangelio de la paz. Puedo caminar en la paz de Dios hoy. Sobre todo, estoy levantando el escudo de la fe. Ningún dardo del enemigo puede penetrarlos. En mi cabeza está el yelmo de la salvación. Sé que soy salvo y Satanás no puede robarme este regalo que me ha sido entregado.

    Por último, la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. Esto te provee un esquema visual y verbal de lo que es "armadura" y "armas". Además, te fundamenta este concepto en la Palabra de Dios. Después de esta lectura, te aseguro que te sentirás mucho más protegido que al principio, y de hecho, lo estarás.

    4. Pelea con alabanza

    Salmos es un libro lleno de alabanzas. Una y otra vez, proclama el poder, la belleza y la bondad de alabar a Dios. Incluso cuando el salmista estaba abrumado y angustiado, casi siempre terminaba cada salmo con un llamado a la alabanza.

    Satanás no puede resistir las puras alabanzas del pueblo de Dios. La alabanza es uno de los niveles más fuertes de la guerra espiritual. Cuando alabamos a Dios a pesar de nuestras circunstancias, se rompen las cadenas, se destruyen las fortalezas, se echan abajo los muros y se derrotan los ejércitos.

    Piensa en Pablo y Silas, alabando en la cárcel. (Hechos 16:25, 26), en Josafat dirigiendo a su ejército y alabando en la batalla. (2 Crónicas 20: 15-24). Por otro lado, toma en cuenta la historia de los israelitas alabando la caída de los muros de Jericó. (Josué 6). Dios responde a nuestras alabanzas.

    5. Lucha en comunidad

    Hay pocas cosas más poderosas y conmovedoras que orar por otro y recibir las bendiciones provenientes de la oración de otra persona. Unir manos y corazones entre sí e interceder juntos con pasión es impactante y sumamente conmovedor. Las Escrituras nos enseñan esta verdad.

    En Mateo 18:20, Jesús nos dice: "Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo entre ellos". Deuteronomio se vuelve más dramático y dice: “Cinco de ustedes perseguirán a cien, y cien de ustedes perseguirán a diez mil”. (32:30).

    Por su parte, Eclesiastés declara de manera famosa: “Y aunque un hombre pueda prevalecer contra uno que está solo, dos lo resistirán; una cuerda triple no se rompe rápidamente” (4:12). Hay fuerza en la comunidad. Nuestro impacto se multiplica a medida que nos acercamos a quienes nos rodean y peleamos esta batalla juntos.

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    6. Lucha como un vencedor

    Recientemente compartí con un amigo la forma en que estaba luchando. Su respuesta me animó y fortaleció: El enemigo odia lo que estás haciendo, ¡así que sigue adelante! Tienes la victoria garantizada si te sometes a Dios. Dios ya ganó la guerra; podemos tener la victoria en la batalla. Santiago 4: 7 nos dice: “Por tanto, sométanse a Dios, resistan al diablo, y él huirá de ustedes”.

    No hay advertencias, ni si, ni pero, ni letra pequeña, solo el comando de someterse y resistir. Si estamos haciendo cosas difíciles para Dios, automáticamente somos un blanco de ataque y recibiremos la oposición del enemigo. Pero esto no tiene por qué ser algo que nos asuste. No tenemos que acobardarnos ni vivir con miedo.

    Eso es lo que Satanás querría que hiciéramos, pero no lo que Dios nos llama a hacer. Somos victoriosos y estamos equipados. Además, estamos llenos del Espíritu Santo de Dios y cubiertos con la armadura que necesitamos. La palabra de Dios es una fuerza a tener en cuenta para pelear la batalla.

    No somos poderosos por derecho propio o por fuerza. Por nuestra cuenta, no podemos luchar en absoluto, pero debido a que Jesús ya luchó por nosotros en la cruz, nos es posible mantenernos firmes y vivir libremente, así que sigue adelante.

    Entonces cuando satanás se oponga a las cosas que glorifican a Dios se rebelde y continúa. No te rindas. Recuerda, no luchamos contra sangre y carne, sino contra principados, potestades, gobernantes de las tinieblas y huestes espirituales del mal. (Efesios 6:12)

    Cosas que debes tener en cuenta durante la batalla

    Muchas veces nos sentimos frustrados porque no vemos resultados inmediatos o pensamos que nada está saliendo como lo planeamos. Sin embargo, hay que tomar en cuenta ciertas cosas:

    1. Hacer cosas difíciles es difícil

    Estas palabras no son solo el eslogan de un movimiento, sino una realidad. Hacer cosas difíciles requiere determinación, agallas y un compromiso inquebrantable para superar el dolor. A lo largo de mi viaje como rebelde (en Cristo, por supuesto), hice cosas que me aterrorizaron. Me he vuelto más fuerte y valiente.

    He probado los límites de mi zona de confort y los he superado. He visto a Dios moverse. Sentí su presencia animándome. Pero a pesar de todo, he sabido una cosa: el impacto que tienen nuestras cosas difíciles no se limita a este reino terrenal.

    Antes de las cosas más difíciles que he hecho y los mayores avances que he experimentado, siempre sentí la opresión, el ataque, la ansiedad y el miedo irracional tratando de apoderarse de mi mente. Me ha paralizado la inseguridad y la duda. Pero cada vez, sin falta, Dios me ha hecho pasar y ha logrado en mí las cosas más grandes que hubiera podido imaginar.

    2. Nuestras cosas difíciles importan

    Satanás odia nuestras cosas difíciles. Odia este movimiento de rebeldes. Las cosas difíciles que hacemos son para Jesús, para la gloria de su nombre y la promoción de su reino. Es por eso que este tipo de acciones son tan importantes y solemos ser atacados tan ferozmente cuando las hacemos.

    Con cada acción difícil que logramos hacer; cuando no cedemos al miedo y compartimos el Evangelio, cada vez que destruimos nuestro orgullo y hacemos bien las pequeñas cosas difíciles, cuando logramos lo que el mundo dice que es imposible, el nombre de Dios es glorificado y los ataques y mentiras de Satanás aplastados un poco más. Tenemos que seguir adelante, luchando por lo que nos pertenece.

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    Entonces, ¿Quieres vencer a satanás? El padre de la mentira no es un hueso fácil de roer, sin embargo, no tiene poder delante de la presencia de Dios. Por este motivo, debemos buscar Su ayuda a través de la lectura de la palabra y la oración ferviente. No podremos ganar la batalla si nos basamos en nuestras propias fuerzas, porque, simplemente, la fortaleza necesaria no está en nosotros sino en el todopoderoso que ha vencido al mundo por nosotros.

    1. Cesar dice:

      Uno no vence a Satanas. Ya el fue vencido por Cristo. Nosotros solo resistimos al diablo.

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