El fundamento del carácter cristiano - Qué significa según la biblia
El fundamento del carácter cristiano se basa en lo que nos dictaminan las Sagradas Escrituras, en las cuales el apóstol Pablo nos expresa que el evangelio es la fuerza de Dios para salvar al mundo, a los que en él creen. Esta afirmación es la revelación que Jesucristo nos hace mediante Pablo:
“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan” (Apocalipsis 1:1).
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Juan observa una puerta que se abre en el cielo, en la cual se da la revelación del Señor y esta Palabra que es emitida por Dios se medio de Jesucristo y se hace audible por el Espíritu Santo.
En este sentido, la Iglesia ha sido facultada por Dios para que sea trasportadora del Evangelio, por eso nos encomendó la misión de poner en práctica la reconciliación. Como creyentes tenemos una gran responsabilidad en nuestras manos, ya que nuestra misión consiste en dar el mensaje de salvación y buscar la reconciliación con el Señor.
De igual modo, debemos estar preparados para los días venideros porque las señales de su regreso ya se visualizan y debemos estar listos para pelear la buena batalla, entendiendo que la lucha que tenemos es meramente espiritual y no carnal, tal como lo afirma la palabra:
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12)
En esta cita claramente se observa que tenemos una lucha espiritual con las huestes de maldad que nos rodean y que pueden perturbar nuestra vida y entorpecer nuestra misión en esta tierra, ya que el maligno siempre va a buscar deshacer la obra de Dios.
El fundamento del carácter cristiano - ¿Qué significa?
Cuando se habla del carácter cristiano, se hace referencia a la manera de pensar y actuar de una persona y como ésta comprende el Evangelio de Jesucristo: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16).
Cuando hay falta de carácter en una persona cristiano, lo puede llevar a ser un adepto a una religión, pero con muy poco fundamento evangélico, que es la base de toda sana doctrina.
Así que el carácter es lo que somos realmente y no se refiere a la realidad interna. Nuestro carácter es la expresión de nuestro corazón y no de nuestra mente, ya que podemos tener buenas ideas pero acciones erradas.
De esta manera que nuestro carácter no se refiere a las buenas ideas sino a la realidad que existe en nuestras acciones, porque cuando hacemos buenas obras, tenemos buen testimonio y glorificamos a Dios en todo momento, estamos manifestando que somos hijos del Señor.
Sin embargo, el carácter no es algo que tenemos para siempre porque es algo que podemos desarrollar, mejorar y cambiar, y es este el propósito fundamental de Dios en nuestra vida, tal como se expresa en la palabra:
“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:29)
En esta cita podemos apreciar que Dios quiere transformarnos a la imagen y semejanza de Cristo y para hacerlo nos hace pasar por pruebas de fuego.
Muchas veces estas situaciones adversas nos debilitan pero Dios se glorifica en nuestras debilidades y nos levanta con fuerza y poder, para dar testimonio de sus maravillas aquí en la tierra, ya que estamos destinados a hacer cosas mayores de las que Jesucristo hizo cuando vino por primera vez a este mundo.
Esto lo podemos apreciar en el siguiente pasaje: “En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores que estas hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:12)
En este sentido, como cristianos tenemos el poder de hacer cosas grandes y maravillosas en el nombre de Dios, pero para ello necesitamos tener un carácter que refleje el carácter de Cristo.
Esto implica tener conocimiento y sabiduría, para poder desarrollar la habilidad de tomar decisiones justas, equitativas y morales. Cuando se tiene un carácter débil manifestará una personalidad débil, así que necesitamos desarrollar un carácter fuerte para fortalecer nuestra personalidad.
Así que cuando nuestro carácter es bueno y agradable, seremos buenas personas. Pero también pasa lo contrario, así que por esta razón debemos dejarnos guiar por Dios para que nos moldee conforme a su voluntad que es perfecta.
De esta manera que el carácter representa el fundamento sobre el cual las personas edifican su vida, sus hogares, sus ministerios y la sociedad entera.
Manifestaciones de las personas de carácter
Cuando una persona tiene un carácter conforme a Cristo, dan credibilidad y generan confianza porque su palabra es consistente, sincera. Cumplen con aquello que dicen y se mantienen en pie a pesar de las circunstancias que se les puedan presentar.
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Cuando las personas no tienen carácter, por el contrario, no generan respeta y son tomadas porque emanan autoridad. Lo que hablan corresponde a lo que se ve en su conducta.
Al respecto la palabra nos demanda a ser firmes y mantener la autoridad, tal como se puede apreciar en el siguiente pasaje: “Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen” (Mateo 23:3)
Cómo forjar un carácter maduro
El carácter tiene su fundamento, en el corazón de la persona. Por lo cual es fundamental guardarlo de las obras de la carne y entregarlo totalmente al Espíritu, para que genere el fruto del Espíritu: “es necesario que yo mengüe y que El crezca” (Juan 3:30)
El carácter maduro no se puede forjar de una día para otro, es un proceso, implica una preparación y es el resultado de una intencionalidad y de un cambio profundo para amoldarnos a Dios y a su propósito en nuestra vida.
Jesucristo cuando vino a este mundo dio el ejemplo de lo que implica tener un carácter maduro, obediente, fortalecido, ya que él tuvo que pasar por una prueba muy fuerte donde fue humillado, golpeado y clavado en una cruz. Por lo cual necesitaba tener un carácter firme a la voluntad del Señor para poder cumplir con el pacto divino.
En este sentido, las Sagradas Escrituras es nuestra guía, nuestra brújula perfecta que nos enseña los principios, valores y nos muestra el carácter justo, ético y moral que debemos desarrollar en nuestra vida, en este andar como creyentes fieles a Dios.
De esta forma, esteremos dando buen testimonio y agradando al Señor en todo lo que hacemos y en todos los ámbitos de nuestra vida, no solo en la iglesia los domingos, sino en nuestro diario vivir, en el hogar, trabajo, casa de estudios, entre otros.
Para poder desarrollar el carácter maduro se debe ser un discípulo de Cristo y esto requiere:
- Disciplina: Dejar atrás viejos hábitos y establecer nuevos.
- Responsabilidad: Actuar con diligencia, servir al Señor con disposición de corazón, buscarlo cada día en espíritu y en verdad.
- Persistencia: Requiere firmeza aunque existan dificultades.
- Paciencia: Ser pacientes es un don que hay que activar y tiene que ver con la confianza que le tenemos a Dios.
- Convicción: Tener convicción de fe en que podemos lograr todo en el nombre de Jesucristo.
- Compromiso: Se refiere a comprometernos con la obra de Dios en la tierra, y para ello debemos enfocarnos en la voluntad del Padre.
- Intencionalidad: Establecer metas con intenciones claras y precisas. Enfocados en el evangelio del reino.
En este sentido, como hijos de Dios debemos estar fortalecidos en Cristo Jesús por medio de la fe, que es la que nos mueve a actuar, tomar decisiones, obrar en favor del reino celestial. Esto lo expone la palabra:
“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mat 28:18-20)
En esta cita, Jesucristo nos enseña claramente cuál es nuestra misión en este mundo, y es predicar el evangelio, incrementar el reino de Dios en la tierra, y para ello debemos tener un carácter conforme a él, firme, maduro, bueno.
Qué debemos hacer para forjar un carácter cristiano
Como se mencionó anteriormente, tener un carácter cristiano es tener el carácter de Jesucristo, bueno pero firme, un carácter maduro para enfrentar las pruebas, superar los obstáculos y proclamar las buenas nuevas del evangelio.
Así que para poder desarrollar este carácter debemos procurar ser como él y considerar los siguientes aspectos:
1.- Guardar el corazón
Una de las cosas que todo cristiano debe guardar es su corazón porque de él mana la vida, tal como lo afirma la palabra: "Cuida tu mente más que nada en el mundo, porque ella es fuente de vida" (Proverbios: 4:23)
Por esta razón, debemos tener cuidado de nuestro corazón para que nada pueda enturbiarlo ni llenarlo de cosas malas que no son de Dios. Del corazón debe surgir la esperanza, la verdad, las buenas decisiones, el compromiso, de allí se forma nuestro carácter.
2.- Dar con placer
Jesucristo nos enseñó que es mejor servir que ser servido, y de igual forma es mejor dar que recibir. Pero cuando damos debemos hacerlo con amor, de corazón porque de lo contrario es como si no hubiéramos hecho nada. Esto lo podemos ver claramente en las escrituras:
“Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve” (1 Corintios 13:3)
En este sentido, no debemos dar aquello que nos sobra, debemos dar aquello que edifica y bendice a los demás. Tampoco debemos dar con miseria sino dar conforme a nuestro corazón bondadoso lleno del Espíritu Santo.
3.- Oración e intercesión
La oración es una de las herramientas poderosas que todo cristiano debe usar diariamente para mantener la comunión con su Padre Celestial y para evitar las asechanzas del diablo que nunca descansa y que pretende desviarnos del camino que es Cristo.
En la oración lo importante no es la duración, sino la entrega y profundidad de la misma. Y lo que nos va a traer ese gozo y esa paz es estar en la presencia de Dios.
Solos en intimidad con el Señor, podemos darle entrada a nuestra vida para que nos llene de su Santo Espíritu y nos permita desarrollar nuestro carácter cristiano para poder llevar a cabo el propósito que Dios tiene en nuestra vida.
De igual forma es importante la intercesión por nuestro prójimo, ya que la palabra nos exhorta a orar unos por otros para poder tener cobertura y lograr bendiciones de lo alto.
4.- Honrar
Primeramente debemos honrar el nombre de Dios en todo momento y enaltecerlo a través de nuestra alabanza y adoración. Pero en el libro de 1 de corintios 12 se nos enseña acerca de honrar a aquellos miembros que al parecer son menos importantes en el cuerpo de Cristo. Sin embargo Dios les ha dado mayor honor a las partes menores:
“Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro” (Mateo 12:22-23)
En este sentido, nosotros no podemos discriminar a ningún hermano, no darlo por menos, sino que al más débil debemos ayudarlo a levantarse y honrarlo porque esa fue la enseñanza que nos dejó Jesucristo.
Así que esta cita es una gran muestra del infinito amor de Jesucristo para cada uno de sus hijos, enalteciendo al más débil y resaltando sus cualidades en lugar de señalar sus debilidades.
Cuando honramos de la misma manera en la que amamos, estamos elevando a la otra persona por encima de nosotros mismos y Dios nos invita a hacerlo de corazón sin esperar nada a cambio.
5.- Compromiso sabio
Si queremos formar un carácter conforme a Cristo debemos adquirir un compromiso real, donde prevalezca la sabiduría, ya que sin un compromiso verdadero resulta imposible solucionar los desacuerdos.
De esta manera que cuando no hay compromiso, se paraliza el matrimonio, los negocios y las relaciones familiares. De igual forma sucede en las congregaciones donde ocurren divisiones porque no hay una entrega real y compromiso verdadero.
Así sucede en todos los ámbitos de la vida misma, donde las naciones con pensamientos e ideologías diferentes se niegan a escuchar a los demás y rechazan el compromiso, y esto puede incluso conducirlos a la guerra y donde los vecinos hacen juicios de valor.
En este sentido, para solventar todas esas situaciones, sobrellevar las diferencias, salir adelante como congregación, como nación, como persona, debe existir un compromiso real y sincero con el Señor.
Sin Dios nada podemos hacer, y por ende, los problemas socavaran nuestra alma, y la idea es tener la paz que solo Cristo nos puede dar. Al respecto la palabra nos exhorta de la siguiente manera:
“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Filipenses 2:3-4)
Cuando Dios nos habla de compromiso se refiere también al amor hacia lo que estamos haciendo, amor hacia la congregación que se está formando e instruyendo.
Si tenemos un corazón dispuesto conforme al propósito de Dios, estaremos formando un carácter cristiano fundamentado en los principios bíblicos del amor, misericordia, compasión y justicia.
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La Gloria es de Dios quien a través de su Santo Espíritu nos lleva a toda verdad. Dios me lo bendiga hermano y gracias por sus palabras, son muy gratificantes.
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La felicito por su sabiduría y su forma que explica el carácter por medio de las escrituras que El espíritu Santo te siga usando..