La piedad es compasión - Siguiendo el ejemplo de Jesucristo
Cuando se afirma que la Piedad es compasión se hace referencia a diferentes aspectos en los que ambos términos son relacionados entre sí. Con respecto a la definición que encontramos en el diccionario secular, la piedad es definida como compasión, que muchos entienden como la lástima que se siente por alguna persona en particular debido a diversas circunstancias. Sin embargo, se deben analizar los términos para su mayor comprensión.
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La piedad es compasión – Análisis de los términos
La palabra hebrea que se usa para hacer referencia a la piedad es “Rahamin” que denota compasión en acción. Por su parte el término compasión es proveniente del latín “cumpassio”, cuyos prefijos son “Con” (afinidad, tertulia); “patior” (padecer, sufrir), y el sufijo “ción” (acción y efecto).
En este sentido, la compasión se refiere al sentimiento de tristeza que se siente cuando vemos el sufrimiento del otro. Así que es cuando la persona sufre junto al otro y demuestra ese sentir. Cuando sentimos compasión estamos tomando parte en el sufrimiento del otro.
Por el contrario, no se puede afirmar que la compasión es la lástima que sentimos por el otro, ya que esté término proviene del latín “lastimar” que a su vez se asocia con el vocablo procedente del latín vulgar “blastemar” que significa “observar a quien padece”. Pero no implica ninguna acción ante el sufrimiento del otro.
En este sentido, la compasión implica acción, es un sentimiento activo, donde la persona que pone en práctica la compasión, hace todo lo posible para eliminar o atenuar el sufrimiento del otro.
Así que la compasión no debe ser comparada con la lástima porque ésta es pasiva, donde la persona que siente lástima demuestra un sentimiento pasivo o expresa tristeza pero no hace nada al respecto, su acción está ausente.
De esta manera que la persona que siente lástima observa de lejos el sufrimiento, pero no hace nada para minimizarlo o para consolar a la persona que sufre. La lástima coloca a la persona en una posición superior a la de la persona que padece, realza el hecho de encontrarnos en ventaja sobre el otro.
Cuando una persona siente lástima, solo regala lo que ya no le sirve o lo que iba a tirar a la basura. Cuando eres compasivo, das las cosas con amor y sin importar el valor que tenga. Al respecto la palabra nos exhorta de la siguiente manera:
"El que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? … No amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (Juan 3:17-18)
En esta cita queda claro lo que todo cristiano debe hacer en este mundo para demostrar que es un verdadero hijo de Dios, porque cuando damos las cosas sin amor, es como si no hiciéramos nada y esto no le agrada a Dios.
La compasión según la biblia
Cuando se habla de compasión según la biblia, ésta hace referencia a las palabras griegas y hebreas traducidas como "compasión", significan la misericordia que se tiene o aquello que nos mueve a tener una piedad empática.
Las Sagradas Escrituras realza la palabra “Dios” porque representa la raíz y el fundamento, es la fuente de toda compasión. Tal como se observa en la palabra: “Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él” (1 Juan 4:16).
En este sentido la compasión del Señor es exaltada en toda la Biblia, porque de ahí proviene todo acto compasivo que cualquier persona pueda manifestar, ya que éste nace del amor y Dios es amor. Él se compadece del sufrimiento de su pueblo, y lo muestra desde el comienzo de la creación hasta el final de los días. La biblia narra la piedad en la que Dios se mueve y manifiesta su amor en todo su esplendor.
La compasión del Señor está estrechamente ligada a la bondad, gracia, paciencia, misericordia, amor y perdón. Incluso ciertos atributos estás tan íntimamente asociados que no se pueden separar.
Esta compasión que el Señor siente, lo motiva a actuar, no se limita solamente a observar, sino que se manifiesta con poder y gloria, tal como se refleja en la palabra:
“¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia” (Romanos 9: 14-16).
En esta sentido, la compasión del Señor por nuestro estado de perdición y miserias lo llevó no solo a sentir nuestro sufrimiento; sino también a proveer un sacrificio por nuestro pecado e iniquidad.
Por lo cual mandó a su único hijo Jesucristo para que diera su vida por nosotros en un sacrificio perfecto en la cruz del calvario, donde derrotó al maligno y nos liberó de toda culpa, justificando nuestro pecado y llevando nuestras cargas.
Al respecto la biblia nos señala lo siguiente: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5: 8).
En este sentido, Jesucristo representa el regalo más misericordioso del Padre a toda la humanidad, ya que se nos otorga el perdón y se nos libera de nuestra deplorable condición solo mediante nuestra fe en Cristo, tal como se puede apreciar en el evangelio de Juan: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14: 6).
De esta manera, Jesús es Dios en la carne, él tuvo que vivir una vida como hombre y pudo manifestar su compasión en cada uno de sus actos, donde extendió sus brazos de amor para sanar a los enfermos, dar de comer al hambriento, liberar al poseído, entre otros prodigios que se manifestaron cuando estuvo en la tierra.
Jesucristo tuvo una vida perfecta y dio el ejemplo de lo que es la verdadera compasión a través de su sacrificio perfecto, donde puso su propia vida a disposición para ser el cordero de nuestra salvación.
Cuando observamos la compasión de Cristo podemos visualizar la compasión de Dios y también podemos apreciar la manera en la que nosotros mismos podemos mostrar compasión a los demás, tal como lo señala la palabra:
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2: 1-11).
En este sentido, la compasión de Cristo se puede observar claramente en las Sagradas Escrituras, y los evangelios reflejan el ejemplo más claro y perfecto de lo que significa la piedad que es compasión, la cual fue manifestada en cada obra y acción de Jesucristo cuando estuvo aquí en la tierra, donde él accionaba para poder mitigar el dolor del prójimo, ayudándolo en todo momento a sobrellevar las adversidades propios de la vida.
Cómo aplicar la verdadera compasión en nuestra vida
Cuando se habla de verdadera compasión, debemos entender que ésta es la que convierte el sentimiento en acción, motivada por el amor porque si en ese sentimiento no hay amor entonces no se debe llamar compasión.
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En este sentido, la verdadera compasión nos conduce a identificarnos con el dolor de nuestro prójimo, de tal forma que hacemos nuestra esa situación que está atravesando, aplicamos la empatía y actuamos para mitigar el dolor. La palabra nos exhorta de la siguiente manera:
“Si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?” (Santiago 2:15-17)
Jesucristo cuando vino a este mundo fue un ejemplo de lo que significa lo que es la piedad que es la misma compasión, donde él dio todo por nosotros, hasta el punto de dar su vida para que nosotros pudiéramos ser libres y tener acceso al reino de los cielos.
Al respecto podemos ver algunos pasajes bíblicos donde Jesús pone en práctica su compasión por el prójimo, y al mismo tiempo nos enseña la manera en la que nosotros debemos actuar, ya que debemos ser semejantes a él. En los evangelios podemos apreciar la obra de Jesús aquí en la tierra:
- 1 Juan 3:16: “En esto hemos conocido el amor, en que Él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos”.
- Mateo 14:14: “Saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos”.
- Mateo 15:32, 36-37: “Llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer. Y tomando los 7 panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud. Y comieron todos y se saciaron…”.
En cada una de estas citas, podemos ver reflejado el amor de Jesucristo, y éste se manifestaba en sus actos, dando sanación, alimento y palabras de aliento a los que estaban atribulados.
Por esta razón, Jesús es el ejemplo vivo de la verdadera compasión y la palabra nos demanda a seguirlo porque de esta manera podremos vivir en santidad y agradar a Dios.
La compasión como parte esencial de la sociedad
En la actualidad es muy común hacen referencia a la solidaridad como parte esencial de la justicia que permite contrarrestar los conflictos causados por nuestro propio sistema de vida, donde se pueden apreciar las desigualdades e injusticias sociales.
Ciertamente existen muchos problemas cuando planteamos la solidaridad, la cual se trata de la voluntad que se tiene de atender la causa de otros. Pero es importante aclarar qué es aquello que se considera la causa de otros como propia.
Para empezar hay que señalar que existe la conciencia del “nosotros”, la cual debe estar vinculada a los intereses comunes que se tengan. Es decir, que en una comunidad debe existir el interés del bien común para que de esta manera se lleve a cabo lo que hemos denominado solidaridad.
La solidaridad se refiere a la fraternidad o caridad, pero también tiene un origen de índole político, filosófico y jurídico y político. Así que en una sociedad tan individualista y egoísta, se hace necesario poner en práctica la solidaridad para contrarrestar los problemas que ésta acarrea.
Por su parte, la compasión o piedad que nace cuando se percibe el sufrimiento ajeno que motiva a la acción se considera como la raíz afectiva de las actitudes solidarias, ya que facilita el afecto, el esfuerzo y la ayuda mutua.
Como creyentes que estamos inmersos en una sociedad, debemos poner en práctica nuestra moral y accionar en pro de la comunidad para hacer de esta sociedad un mejor lugar. Sin embargo, nada podemos hacer en lo terrenal, si no estamos bien en el aspecto espiritual.
Por esta razón siempre debemos poner a Dios en primer lugar y pedirle dirección antes de tomar decisiones y de poner en práctica nuestros proyectos.
Jesucristo estaba destinado a morir y sufrir en la cruz del calvario pero antes de llevar a cabo el plan divino, él oró sin cesar y mantuvo su relación con su padre, aún cuando ya sabía lo que pasaría. Tal como se revela en la palabra:
“Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mateo 26:39)
En esta cita, Jesucristo oró antes de ser arrestado, y sabía por todo lo que tenía que pasar, así que acudió a su Padre para encontrar alivio y fortaleza. Sin embargo, estaba dispuesto a hacer la voluntad del Señor, aunque ésta le traería sufrimiento.
En este sentido cuando se hace referencia a la piedad como la compasión, se está hablando del accionar, de los hechos, las obras que ponemos en práctica para demostrar el amor de Dios en nosotros, ya que sin amor todo lo que hagamos es en vano.
De esta manera, cuando tenemos la compasión de Cristo en nuestro corazón, la manifestamos por medio de nuestras buenas obras, ayudando al prójimo y sufriendo junto a nuestros hermanos en el momento de aflicción. Esto demuestra que somos verdaderos hijos de Dios.
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