La Santa Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo - Cómo comprender este misterio
La Santa Trinidad es un tema controversial porque solamente se puede entender por fe, ya que es un misterio, así que nadie puede entenderlo en su totalidad. Sin embargo podemos indagar sobre este tema para tener una base a la hora de defender esta sana doctrina referente a la trinidad que la constituye el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
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La Santa Trinidad – A qué se refiere según la biblia
Como creyentes tenemos que tener claro que para comprender este misterio divino de la trinidad, debemos tener fe primeramente en Nuestro Padre, quien a través de su palabra nos ha dejado mensajes sobre su propósito en este mundo.
Al respecto la Biblia nos enseña con claridad, en los dos Testamentos que la constituyen que Dios es uno: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Deuteronomio 6:4)
En este sentido, la doctrina de la Trinidad es la creencia en un solo Dios en tres personas eternas e iguales, a pesar de que sean distintas en personalidad. Esta doctrina está fundamentada en la palabra de Dios, al respecto en el Antiguo Testamento aparecen diferentes indicios de la pluralidad de la Divinidad.
Existen diferentes pasajes en los que el Señor parece hablar consigo mismo en plural. Esto lo podemos ver en los siguientes pasajes: “Hagamos al hombre” (Génesis 1:26); “descendamos y confundamos allí su lengua” (Génesis. 11:7).
Por otro lado, existen textos en los que parecen presentar a Jehová hablando con alguien que también es Jehová: “Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio?” (Zacarías 3:1-2).
De igual forma, el Nuevo Testamento presenta con gran claridad que Jesucristo es Dios, tal como se presencia en los siguientes pasajes bíblicos: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1); “5 de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén” (Romanos 9:5); “aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13); “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Apocalipsis 1:8).
Además, las Sagradas Escrituras señala que el Espíritu Santo tiene características, particularidades y derechos que sólo corresponden a Dios, tal como lo podemos observar en este pasaje: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios” (1 Corintios 2:10)
En este sentido el Espíritu Santo este pasaje explica que éste se manifiesta como Dios y escudriña lo más profundo del Señor. De igual forma, la Santa Trinidad se presenta como tres personas que realizan actividades en conjunto, tal como lo señalan los siguientes pasajes: “Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre él. Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Marcos 1:10-11)
En esta cita se señala el momento en el cual Jesús estaba siendo bautizado y el Espíritu Santo descendió y Dios se manifestaba hablando y afirmando que Jesús era su hijo. Aquí vemos a las tres personas de la Santa Trinidad, donde se demuestra que Padre, Hijo y Espíritu Santo es uno y trabajan en conjunto en su propósito.
El apóstol Pablo también hace referencia a las tres personas de la trinidad como dignos de derramar las bendiciones sobre las personas que puedan leer la carta que él escribe: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén” (2 Corintios 13:14)
De esta manera podemos encontrar en las Sangradas Escrituras muchos pasajes bíblicos que señalan la Santa Trinidad como una sola persona, no es un invento ni una falsa doctrina como algunos señalan sin argumentos.
Dios es un misterio, por lo cual una mente finita y natural no puede lograr entender su propósito porque el Señor sobrepasa todo nuestro entendimiento. Al escudriñar las escrituras, nuestros ojos espirituales se abren y comenzamos a ver más allá y Dios nos revela su verdad de forma sorprendente.
Sin embargo cuando conocemos verdaderamente a Dios y lo recibimos en nuestro corazón como nuestro único Señor, el Espíritu Santo comienza a morar en nosotros, revelándonos cosas ocultas que no conocemos de forma natural. Al respecto su palabra nos dice lo siguiente “Clama a mí y yo te responderé y te mostraré cosas grandes y ocoultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3)
En este mismo orden de ideas, Dios se hizo carne y se hizo uno de nosotros para mostrarse como un hombre, para así aprender de él y seguir sus caminos. Por esta razón, Jesús pudo decir que quien lo había visto a él había visto a su Padre: “Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?” (Juan 14:9)
Es por esta razón que se puede decir que Jesucristo vino para dar a conocer a Dios: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Juan 1:18).
De esta manera se puede afirmar que Dios es uno solo y se manifiesta en Padre, Hijo y Espíritu Santo, pero cada una de estas tres personas presenta una propia existencia. Éste es el Dios en el que creemos en nuestro único y eterno Señor.
Las tres personas de la Santa Trinidad
La Santa Trinidad, tal como se expuso anteriormente constituye un misterio y es importante argumentar esta doctrina a fin de clarificar la existencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Para ello debemos explicar cada uno de ellos por separado y señalar sus características, entendiendo que estas tres personas son una sola en Dios:
1.- Dios el Padre
En el principio de las Santas Escrituras se nos da a conocer a Nuestro Padre Celestial, creador del cielo y de la tierra, de las aguas y de las fuentes de las aguas: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Génesis 1:1)
Dios, creador del primer hombre en esta tierra, a quien le otorgó una mujer al verlo solo, quien sería su ayuda idónea: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1: 27)
Sin embargo, la creación se dejó tentar y pecó contra él, y a raíz de este pecado nos desterró del paraíso y comenzó a establecer los que nos sobrevendría debido a la desobediencia. Por esta razón en la actualidad estamos en una constante lucha entre el bien y el mal, donde los hijos de Dios somos constantemente atacados por las artimañas del enemigo.
En este orden de ideas, desde el Génesis se nos muestra a Dios amoroso que nos ofreció el Huerto de Edén pero también nos revela a un Dios que cumple sus estatutos y castiga a sus hijos por amor.
Este es el Dios que conocemos y que a lo largo de las Santas Escrituras se nos da a conocer en cada una de las historias de los hombres y mujeres de Dios. El punto es cómo comprender la Santa Trinidad dentro de una cultura tan cerrada, tan finita y natural, que busca siempre una lógica, una razón o la confirmación palpable de los aspectos sobrenaturales que muchas veces aparecen por fe.
Así que la doctrina de la Trinidad resultó ser un problema desde el principio, para los primeros cristianos. Pero debemos hacer énfasis en que ellos eran judíos, quienes eran enseñados en la constante repetición de la Shemá: "Oye Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es." (Deuteronomio 6:4).
De esta forma que para un judío la Deidad del Señor Jesús, que él afirmó y que el Padre respaldó cuando fue bautizado, era algo muy difícil de creer y asimismo de aceptar. Además se encontraba el dilema referente del Espíritu Santo.
Por esta razón, la doctrina de la Santa Trinidad es exclusivamente cristiana y representa uno de los rasgos principales que la diferencian de todas las demás enseñanzas o religiones.
2.- La Deidad de Jesucristo
La idea de que Jesús es Dios puede resultar un poco difícil de explicar, sobre todo cuando se habla con una persona cerrada que no está dispuesta a escuchar la verdad. Es que resulta difícil de explicar que Jesús, hijo de Dios, es Dios y es uno solo con él.
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La lógica, la razón, la sabiduría humana siempre necesita comprobar la existencia de las cosas, pero esta doctrina de la Santa Trinidad es por fe y esta fe solo se obtiene cuando se recibe al Espíritu Santo, que es otra de las personas de esta Trinidad.
Al respecto, el evangelio de Mateo cuenta la admiración de la gente y la primera indicación de que alguien muy especial estaba allí: "Y los hombres se maravillaron diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?" (Mateo 8:27).
El principio sobre el cual se sustenta la Deidad de Jesús es que tiene la misma esencia de Dios porque son uno solo. En la biblia se señala en los evangelios que Jesús se manifestaba como Dios. Sin embargo los discípulos siempre se sentían confundidos y no comprendían bien las enseñanzas de Jesús.
Luego de la resurrección cuando lograron verlo y apreciar que lo que había dicho se cumplió a cabalidad, fue cuando pudieron cerciorarse de que en verdad era Jesús en un cuerpo transformado. Este hecho sobrenatural fue lo que pudo manifestarse toda la Gloria de Jesús: "Y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre." (Juan 1:14).
En este sentido, ellos le conocieron como al resplandor de la Gloria de Dios y la imagen misma de su sustancia y los discípulos estaban convencidos de que en él estaba la plenitud de la Deidad: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Colosenses 2:9).
La Deidad del Padre consiste en que cuando miramos a Jesús estamos viendo a Dios, tal como lo podemos ver en el siguiente pasaje: “Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?” (Juan 14:9).
En esta cita, Jesús explica y resalta el hecho de que él es Dios, y que la persona que lo mira, está mirando a su Padre. Así que Jesús es Dios hecho carne, quien vino a manifestar su Poder y su Gloria, derrotando al enemigo y liberando a la humanidad de la esclavitud del pecado.
Ahora tenemos a nuestro intercesor, quien actúa como nuestro abogado, nuestro juez, nuestro amigo, así que ya no vivimos bajo la ley sino que vivimos bajo la Gracia.
3.- La persona del Espíritu Santo
A los diez días luego de que todos vieron a Jesús ascender al cielo vino el Espíritu Santo sobre ellos. Así que Jesús les dejó el consolador, quien los acompañaría en el Ministerio que debían emprender una vez que Jesús ascendiera al cielo.
Antes de que Jesús muriera en la Cruz del Calvario, Jesús les había dicho a sus discípulos que les enviaría "otro Consolador" de parte del Padre para que permaneciera con ellos para siempre. Tal como se puede apreciar en la palabra:
"Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís" (Hechos 2:33).
En este sentido, la experiencia del Espíritu Santo trae en pueblo un renovado sentir de la presencia de Jesús, de su cercanía a sus hijos, de manera que ellos no se sientan más huérfanos, porque ahora tienen el Espíritu Santo dentro de ellos, y éste representa a Dios.
En este sentido, la Santa Trinidad constituye las tres personas: Padre, Hijo, Espíritu Santo, y cuando miramos a Jesús estamos viendo al Padre porque él es el único mediador entre Dios y los hombres. El Espíritu Santo mora siempre en los hijos que aceptaron a Jesús como su único y verdadero Señor de sus vidas, y nos fue otorgado por la misericordia y el amor de Dios.
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