Qué es un decreto bíblico. 10 Aspectos importantes a considerar
Qué es un decreto bíblico, éste se refiere a una declaración que se hace en el nombre de Jesús para que algo se cumpla según lo que establece la palabra. La teología sistemática es la que se encarga de estudiar los decretos de Dios que se manifiestan en la Palabra.
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En este sentido Dios posee decretos soberanos, lo cual puede causar cierta molestia a las personas. Pero éstos encajan perfectamente con la idea de un Dios soberano, omnisciente, santo y justo, tal como lo presenta la biblia.
Qué es un decreto bíblico
Un decreto bíblico se refiere a los propósitos de Dios desde la eternidad, los cuales él conoce y ha organizado desde siempre para llevar a cabo su plan divino. Dios es soberano y tiene la potestad para obrar de acuerdo a su voluntad que es perfecta.
Dios hace como él quiere, pero no podemos atribuirle a él todo lo pecaminoso que hay en el mundo, solo que él permite las cosas y lo hace con un propósito determinado. Debemos entender que Dios ya sabe todo. De acuerdo con la biblia debemos considerar los siguientes aspectos a la hora de conocer más a fondo lo que son los decretos de Dios:
1.- Los decretos bíblico son eternos e inalterables
Los decretos de Dios fueron creados en la eternidad pasada y son inalterables, es decir, no pueden ser cambiados. El señor nunca cambia sus planes y éstos no pueden verse entorpecidos, tal como lo señala las Sagradas Escrituras:
“El Señor de los ejércitos ha jurado: ‘Ciertamente, tal como lo había pensado, así ha sucedido; tal como lo había planeado, así se cumplirá’. […] Si el Señor de los ejércitos lo ha determinado, ¿quién puede frustrarlo? Y en cuanto a Su mano extendida, ¿quién podrá apartarla?” (Isaías 14:24, 27)
2.- El Señor decreta con plena libertad
Nuestro Dios nunca ha tenido un pensamiento desfasado o incompleto. Por esta razón, él no tiene consejeros o personas que puedan mejorar sus ideas o planes, ya que nadie puede superarlo.
3.- Los decretos del Señor son perfectos
Dios es perfecto, por lo cual lo es su palabra, donde podemos ver claramente la gloria del Señor. Y esta perfección le atribuyen la capacidad de crear cosas sabias, perfectas, y santas desde la eternidad. Por lo cual es incapaz de hacer algo errado.
Para el Señor no hay sorpresas o accidentes. En la actualidad la teología abierta afirma que Dios no sabe el futuro y que reacciona a las cosas que pasa. Pero la biblia refuta esta idea: “Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida” (Apocalipsis 21:6)
4.- Dios es soberano, hace como él quiere
El Señor es el dueño de todos los reinos, y se los da a quien él quiere, ya que él es soberano y tiene la máxima autoridad sobre los cielos y la tierra. Por lo cual cumplirá todo lo que ha dicho en su palabra, y hará conforme a su justicia divina y perfecta voluntad.
En el libro de Daniel 4:35 se puede evidenciar tal soberanía de Dios: “Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada, mas Él actúa conforme a Su voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra. Nadie puede detener Su mano, ni decirle: ‘¿Qué has hecho?”
Muchas veces pensamos que como hijos de Dios podemos asumir ciertas atribuciones que no nos corresponden y nos glorificamos cuando Dios hace obras a través de nosotros. Sin entender que solamente somos instrumentos de Dios y que toda la gloria es para él.
De igual forma, pensamos que podemos darle órdenes a Dios o le pedimos cosas para que cumpla en un tiempo determinado. Lo cual es un error, ya que el tiempo de Dios es perfecto y diferente a nuestro tiempo.
Por eso es importante nutrirnos cada día de la palabra de Dios para no caer en la ignorancia, desconociendo cuál es el lugar que debemos darle a Dios en nuestra vida y cuál es nuestra misión como hijos de Dios. Debemos entender que Dios hace como él quiere, a su tiempo y no obedece a nuestros mandatos, ni cumple nuestros caprichos. Solamente escudriña nuestro corazón y nos concede las peticiones antes de pedírselas.
De esta manera debemos dejar el afán, y dejar que el Señor obre en nuestra vida sin interferir con el plan de Dios, haciendo suposiciones y queriendo adivinar el futuro. Lo cual es abominación para Dios, porque solo él tiene acceso a las cosas que han de venir, las cuales están ya reveladas en la palabra de Dios.
5.- Dios decreta para glorificarse
Los decretos bíblicos aparecen en las Sagradas Escrituras solamente para enaltecer al Señor, para darle a él toda la gloria y toda la honra, ya que esta Gloria representa lo que Él es y lo que Él hace. Y sus revelaciones son únicamente para este fin.
De esta manera que mientras más se revela nuestro Señor, más lo amamos y conocemos, y nos gozamos en su presencia, disfrutamos de todos sus beneficios. Por esta razón debemos destronarnos y dejar nuestra vanidad a un lado porque todas las cosas son hechas por él conforme a su propósito y a su voluntad.
Quiénes somos nosotros para refutarle la Gloria a Dios, para opacar su obra y pretender ser mejores que él. Debemos recordar que Dios es soberano, perfecto y es el Rey de Reyes y Señor de Señores. Así que debemos respetar su potestad y autoridad. Tal como lo expresa su palabra:
“Por amor a Mi nombre contengo Mi ira, y para Mi alabanza la reprimo contra ti a fin de no destruirte. Pues te he purificado, pero no como a plata; te he probado en el crisol de la aflicción. Por amor Mío, por amor Mío, lo haré, porque ¿cómo podría ser profanado Mi nombre? Mi gloria, pues, no la daré a otro” (Isaías 48:9-11)
6.- Todo ha sido decretado por Dios
Los decretos que aparecen en la biblia son solamente hechos por Dios, y podemos nombrar alguno de ellos:
- La creación del cielo y la tierra (Génesis 1-2 ).
- Las estaciones (Génesis 8:22).
- Los límites de las naciones y dónde mora el hombre (Hechos 17:26).
- La duración de la vida humana (Job 14:5).
- Los gobernantes de las diferentes naciones (Romanos 13:1).
Así que todas las cosas han sido decretadas por Dios, bien sea una bendición o una tragedia. Todo lo hace el Señor de forma soberana con la autoridad y potestad que lo caracteriza, tal como lo revela la palabra:
“¿Quién es aquél que habla y así sucede, a menos que el Señor lo haya ordenado? ¿No salen de la boca del Altísimo tanto el mal como el bien?” (Lamentaciones 3:37-38)
7.- Dios no practica el pecado
La palabra de Dios dice que nuestro Señor tiene el control tanto del bien como del mal de los hombres. En el caso de José, un personaje de la biblia, podemos observar como la venta de él como esclavo fue muy pecaminosa. Y más aún la crucifixión de su Jesucristo en la Cruz del Calvario. Pero el Señor permitió todo esto para lograr el plan divino y alcanzar la victoria frente a Satanás.
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De esta manera es fundamental comprender que Dios no es autor del pecado no tienta a las personas a pecar: “Que nadie diga cuando es tentado: Soy tentado por Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal y Él mismo no tienta a nadie” (Santiago 1:13).
8.- El hombre es responsable por sus actos
Dios es soberano y planea todo. Pero el hombre es responsable por sus actos, ya que tiene el libre albedrio para tomar decisiones y actuar conforme su corazón.
Por esta razón, aquellos que crucificaron a Jesús, por ejemplo, son absolutamente responsables de sus pecados, a pesar de que todo eso haya sucedido dentro de los planes soberanos de Dios para lograr el plan divino.
Quizás esto pueda sonar algo complicado de entender, pero Dios es soberano y tiene la potestad para orquestar todo según sus planes y hacer su perfecta voluntad. El hombre es un instrumento de Dios, pero toma sus propias decisiones porque Dios le da esa libertad.
Sin embargo como hijos de Dios debemos siempre pedir la dirección de Dios para que nos guíe por sus sendas de justicia y podamos comprender sus propósitos. La sabiduría para adentrarnos en los planes divinos del Señor están inmersos en las Sagradas Escrituras, donde podemos encontrar los decretos bíblicos que realzan la Gloria de Dios.
9.- La predicación no desecha los decretos de Dios
A pesar de que en la palabra podemos encontrar la verdad, la luz admirable de Cristo y los decretos bíblicos, la predicación sigue jugando un papel muy importante para rescatar las almas perdidas y esclarecer el mensaje de Dios.
También a través de la predicación se pueden dar a conocer los decretos impartidos por el Señor en la palabra y reconocer la Gloria que emana en cada una de sus obras. Tal como lo revela su palabra:
“¿Cómo, pues, invocarán a Aquél en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en Aquél de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no son enviados? Tal como está escrito: ‘¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio del bien!” (Romanos 10:14-15)
De esta manera la predicación es un mandato de Dios, para dar a conocer el mensaje de salvación a las naciones y rescatar a las almas que están perdidas y no han recibido a Jesucristo en su corazón. Ese es el propósito de Dios en la tierra, predicar el evangelio a toda criatura para que no se pierda en los senderos de oscuridad.
10.- Nuestra mente no puede comprender la sabiduría de Dios
La mente del hombre es limitada y no podemos conocer las cosas como Dios las conoce. Somos imperfectos y Dios nos otorga dones conforme a nuestro compromiso con él y a su voluntad. Por esta razón se le debe pedir a Dios que nos de sabiduría de lo alto para así poder discernir y comprender el mensaje que Dios nos ha dejado en su palabra:
“¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son Sus juicios e inescrutables Sus caminos! Pues, ¿quien ha conocido la mente del Señor? ¿O quien llegó a ser Su consejero? ¿O quien Le ha dado a Él primero para que se le tenga que recompensar? Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre. Amén”, (Romanos 11:33-36)
En este pasaje podemos notar nuestras limitaciones como seres humanos, y nos deja en claro la grandeza, sabiduría, poder y majestad de Nuestro Padre Celestial, quien a través de su palabra nos exhorta a buscar la sabiduría de lo alto para comprender ese mundo espiritual y lleno de misterios que es limitado para nosotros.
¿Decretar es bíblico?
En la actualidad podemos encontrar a muchos pastores, profetas, apóstoles decretando bendiciones y maldiciones, haciendo pretensiones de que Dios le ha dado esa autoridad. Sin embargo, el intención de “decretar” bendición o maldición no está en las manos de los hombres, ya que nadie tiene la autoridad para “declarar” sino solamente el Señor, el Todopoderoso, El Gran Yo Soy.
En este sentido, el Hijo de Dios solo tiene la misión de anunciar, advertir, exhortar, enseñar. Pero nunca decretar, ya que ningún ser humano tiene la autoridad de decir “te maldigo o te bendigo en el nombre del Señor”
En el Antiguo Testamento, el Señor puso bendición y maldición delante de Israel. Si el pueblo obedecía, recibiría bendición. Pero en caso de que desobedecieran, recibirían maldición. Y así sucedió.
Pero cuando Cristo vino a este mundo, nos libró de la maldición de la ley, para darnos su gracias. Y a pesar de que la obediencia o la desobediencia tienen sus efectos en la vida del creyente, tenemos acceso al camino de la salvación por medio del arrepentimiento genuino.
De esta manera, la bendición de Dios no depende al final de lo que yo hago, ni del “decreto” de una persona en específico, ni de un supuesto profeta o apóstol.
Lo cierto es que las bendiciones dependen solamente de la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, quien nos otorga todas las bendiciones que necesitamos. Tal como lo revela la palabra:
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero, para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles” (Gál. 3:13-14).
Finalmente qué es un decreto bíblico, pues es aquel que solamente Dios revela. Es su plan divino para hacer su voluntad, y lo podemos ver reflejado en su palabra, donde podemos visualizar su gloria en cada una de sus obras.
Así que el hombre no puede decretar, porque es una autoridad que no le ha sido concedida, según la biblia. Y es algo que debemos entender como creyentes para evitar ser engañados por falsos profetas y apóstoles que declaran bendiciones y maldiciones con la supuesta autoridad otorgada por Dios.
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