Qué debemos hacer para cumplir la voluntad de Dios

La voluntad de Dios se trata de poner toda nuestra confianza en él, impulsados por la gracia del Espíritu Santo y con su palabra como arma de doble filo que nos exhorta, alienta y alimenta cada día de nuestra vida. Hacer la voluntad del Padre implica morir para el mundo y vivir para Cristo, entregar nuestras cargas a él y pedirle su dirección en todo momento.

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De esta manera podremos cumplir el propósito que tiene para nosotros, que es tener acceso al reino de los cielos, al cual entraremos con vestiduras blancas, sin manchas. Solo así podremos estar en la presencia de Dios para siempre. Esto lo podemos apreciar en su palabra:

“No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’ Y entonces les declararé: ‘Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad” (Mateo 7:21-23).

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    Qué debemos hacer para cumplir la voluntad de Dios

    Para cumplir la voluntad de Dios debemos primeramente aceptar y reconocer a Jesucristo como nuestro único y verdadero de Dios, para de esta manera comprender que solo debe seguirlo a él. Además es importante el arrepentimiento antes de servir a Dios, reconocer que somos pecadores y que solo la preciosa sangre de Cristo nos puede librar de la esclavitud del pecado.

    La humildad debe ser nuestro estandarte en todo momento, nunca debemos quitarle la Gloria y el Honor a Nuestro Padre Celestial. Muchas veces el ego nos puede invadir e interferir en el propósito que Dios tiene para nosotros, ya que Dios mira de lejos al altivo y se aparta de él.

    Y eso es lo que no queremos, ya que deseamos tener una vida plena y feliz en la cual sigamos diligentemente la voluntad de nuestro Dios que es perfecta y no añade tristeza, sino por el contrario da un gozo inexplicable que solo los creyentes pueden comprender. Así que hay aspectos que se deben considerar si queremos seguir la voluntad de Dios, tales como los siguientes:

    1.- Estar siempre gozosos

    Si ya hemos reconocido que Jesucristo es nuestro único Señor, tenemos muchas razones para sentir gozo en nuestro corazón, y debe ser una característica de todo creyente, ya que el Espíritu Santo nos reconforta y nos hace sentir que Dios está junto a nosotros. Por esta razón debemos procurar estar felices, dándole siempre gracias a Dios por todo, incluso en medio de la adversidad. Debemos ser amables con los demás y no arremeter contra los no creyentes.

    Voluntad de Dios
    Voluntad de Dios

    Debemos ser humildes y tener un corazón alegre y bondadoso dispuesto a ayudar y a exhortar con amor, así como lo hizo Jesucristo cuando vino a este mundo, ya que él nunca juzgó a nadie, los enseñaba con amor y les mostraba respeto y consideración, aún cuando eran pecadores.

    Así lo refleja su hermosa palabra: “Amarás al señor tu dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.” (Lucas 10: 27)

    2.- Orar constantemente:

    La oración tiene poder y es una herramienta que nos acerca más a Dios. Es un mandato que nos indica que debemos dejar todo en las manos de nuestro Señor. Además la oración nos mantiene alejados del pecado y nos mantiene firmes en él.

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    Cristo nos ha enseñado que debemos permanecer en oración para no caer en tentación además para lograr obtener el favor de Dios y podamos amar a nuestro prójimo, y sobre todas las cosas, llegar a ser uno con él.

    Nuestro Señor Jesucristo oraba constantemente a su padre Dios. Así que él aún siendo Dios, hallaba consuelo en la oración ante el dolor que iba a padecer en su sacrificio. Tal como lo revela su palabra:

    “Vinieron, pues, a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro. Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse. Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad. Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora. Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú” (Marcos 14: 32-36)

    De esta manera que cuando nosotros oramos, estamos haciendo la voluntad de nuestro Padre, obedeciendo su palabra y dejándonos guiar en espíritu y en verdad, para así cumplir el propósito de la salvación y hacer que muchas almas puedan salvarse.

    Pero cómo debemos orar, cuál es la forma correcta. Desde que nos levantamos, debemos poner en las manos de Dios todas las actividades que tenemos para ese día, encomendarle todo a él para que obre y nos ayude en nuestra rutina.

    Al respecto Jesucristo nos enseña en sus evangelios la manera correcta de orar: “Ustedes deben orar así: Padre nuestro que estás en el cielo: Que todos reconozcan que tú eres el verdadero Dios. Ven y sé nuestro único rey. Que todos los que viven en la tierra te obedezcan, como te obedecen los que están en el cielo. Danos la comida que necesitamos hoy. Perdona el mal que hacemos, así como nosotros perdonamos a los que nos hacen mal. Y cuando vengan las pruebas, no permitas que ellas nos aparten de ti, y líbranos del poder del diablo.”(Mateo 6:9-13)

    La oración tiene poder sin duda alguna, ya que Dios escucha nuestro clamor e intercede en cada una de nuestras peticiones, pero conforme a su voluntad, no la nuestra. Esto es algo que tenemos que tener claro, ya que Dios es soberano y escudriña nuestro corazón y conoce nuestros deseos.

    3.- Agradecer al Padre en todo momento

    Cuando agradecemos a Dios por todas las bendiciones recibidas en nuestra vida, estamos haciendo su voluntad, ya que en su palabra se nos enseña a dar gracias en todo momento, aun cuando estemos en dificultad, ya que él obra y nos conforta en esos momentos de tristeza y desolación.

    Pero si no somos agradecidos, Dios se entristece porque no estamos viendo lo maravilloso que es con nosotros aun sin merecerlo. Así que en nuestras oraciones debemos primeramente exaltar y agradecer al Padre por todo, por nuestra vida, salud, alimento, resguardo, vivienda, entre otras cosas buenas que él nos da y hace por nosotros.

    Una vez que nosotros nos adentramos en la oración y estemos felices y agradecidos por la misericordia de Dios, nos podremos percatar el valor que tiene el mantener siempre la comunión con nuestro Padre.

    Pero también debemos mostrar gratitud por las pruebas que se nos presenten en la vida, ya que gracias a ellas somos moldeados por Cristo a su imagen y semejanza. Esto nos fortalece para soportar lo venidero, cuando Cristo venga por segunda vez, donde nos enfrentaremos a situaciones adversas.

    Mediante la oración podremos darnos cuenta de que todo tiene un propósito y que dichas pruebas son por nuestro bien, ya que Cristo está purificando nuestras almas en este mundo, por lo cual debemos agradecer cada circunstancia a la que nos enfrentamos, ya que es Dios quien está en medio de nosotros.

    Qué es la voluntad decretada de Dios

    Los teólogos señalan que “voluntad decretada” es aquella que Dios ha establecido desde antes de la fundación del mundo que acontecerá y hará que pase mediante los diferentes medios que él mande, tal como la crucifixión de Jesús.

    Sin embargo, esta voluntad tiende a ser polémica debido a que la mayoría de las personas se preguntan acerca de la responsabilidad que tiene el hombre de sus acciones en su vida. Ciertamente éste es responsable totalmente de lo que hace y decide en su vida.

    De esta manera que la primera necesidad que tiene el hombre es la de conocer la voluntad decretada de Dios para nuestra vida, la cual nos conduce al amor de Dios.

    En este sentido, debemos vivir según su palabra y bajo su gracia, aquella que se obtuvo en el pacto divino del sacrificio de Jesús en la cruz del calvario, donde hallamos el perdón de los pecados, y el acceso al reino de los cielos.

    La Biblia nos deja claro que la vida para los cristianos en la tierra no es siempre fácil ni justa, ya que no siempre tendremos éxito, ni siempre nos saldrá todo bien. Pero en cada tropiezo, decepción, caída, estará nuestro Dios para socorrernos y darnos fuerzas como la de las águilas. Eso si te lo puedo garantizar. Tal como lo revela su palabra:

    “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:17-18)

    Por esta razón no estoy de acuerdo en algunas prédicas que plantean que la voluntad de Dios es que tengamos mucho dinero, seamos exitosos y sanos, ya que sin duda alguna, él puede hacer todas esas cosas, pero el hecho de que no las haga en alguno de sus hijos, no implica que no los amen o que estos hijos sean desobedientes o incluso malos. Dios es sobre todas las cosas soberano y el propósito que él tiene es individual para cada uno de sus hijos.

    En este sentido, el propósito fundamental de Dios para nosotros es hacernos a imagen y semejanza de Cristo y todo lo que él hace en nuestras vidas es para lograr eso, así que todas las cosas nos ayudan para bien porque nos moldean, nos fortalece y nos conforta. Nada de lo que acontece a nuestro alrededor se escapa de la voluntad de Dios, ya que él lo decretó de esa manera.

    Qué es la voluntad preceptiva de Dios

    Los teólogos señala que “voluntad preceptiva” de Dios se refiere a los mandamientos que Dios tiene para nosotros, a aquellas cosas que son su voluntad y que debemos hacer. Este tipo de voluntad la podemos encontrar muchas veces en las Sagradas Escrituras y que llevarlas a cabo obedece a una vida semejante a la de Cristo, tal como se revela en su palabra: “Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22: 38-40)

    De esta manera que en lugar de indagar acerca de la voluntad de Dios, debemos ajustar nuestra vida a la voluntad que Dios nos ha mostrado en su palabra. Pero existen cosas que desconocemos y que quizás no conozcamos. Sin embargo Dios nos ha dejado su palabra y con eso es más que suficiente para que le entreguemos nuestra confianza y amor cada día de nuestra vida.

    Cuando conocemos los decretos del Señor para nuestras vidas, buscamos vivir bajo esos preceptos, los cuales debido a su gracia nos transforma. Además nos libra del afán y nos da paz. Por lo cual no necesitamos saber o pretender adivinar nuestro futuro porque sabemos que si hacemos su voluntad alcanzaremos la victoria en el reino de los cielos.

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    De esta manera que tanto la voluntad decretada como la voluntad preceptiva de Dios están presentes en nuestra vida y debemos ponerla en práctica día a día.  Así que una prueba de que eres realmente cristiano es que buscas obedecer la voluntad preceptiva y confías en la gracia de nuestro Señor y en la revelación de su voluntad decretada, siempre guiándote en el Espíritu Santo. Tal como lo revela su palabra:

    “Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: !!Abba, Padre!” (Romanos 8:13-15).

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