Un Pacto con Dios - El Primer Pacto Edénico entre Dios y el hombre
Un pacto con Dios se establece como un tratado o compromiso entre dos o más partes que se comprometen a cumplir con lo establecido. Este pacto divino solamente lo establece el Señor y no el hombre, y tiene un propósito determinado.
El primer pacto con Dios y el primer hombre “Adán”
Sin embargo para hallar las respuestas referente a este tema, es necesario recurrir a las Sagradas Escrituras, donde podremos encontrar lo que Dios estableció con los hombres de pacto que se relacionaron íntimamente con el propósito divino.
El primer pacto que encontramos en la biblia lo encontramos en el primer libro Génesis donde el Señor colocó al hombre en el huerto del Edén para que se hiciera cargo y lo preservara; sin embargo Dios le advirtió: “Puedes comer libremente del fruto de cualquier árbol del huerto, excepto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Si comes de su fruto, sin duda morirás” (Génesis 2: 16-17)
En esta cita bíblica podemos observar la segunda parte en la comunicación entre Dios y el hombre para otorgarnos el primer pacto o alianza, denominado Pacto Edénico.
Aquí se describen las condiciones en las cuales Jehová ofrece su protección, bendiciones, cuidados, dirección y su presencia para el primer miembro de la raza humana, haciendo referencia a Adán.
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Cuando en las escrituras se señala que “El Señor Dios puso al hombre en el jardín de Edén”, el término “puso” es distinta a la utilizada en el versículo de Génesis 2:8, ya que su significado en este caso es que Jehová le da un lugar inquebrantable para que viva, se instituya, y para que descanse en el paraíso.
Esto no quiere decir que físicamente lo levantó con un poder divino y lo puso en el jardín, sino que solamente ejerció una influencia para guiarlo hacia el jardín.
Y Adán llegó a este paradisiaco lugar preparado para especialmente para él. Esta misma palabra también es usada en Ezequiel para “poner” al pueblo de Israel en la tierra prometida luego de su reunificación.
Esto se puede ver en el siguiente pasaje: “Pondré mi Espíritu en ti, volverás a vivir y regresarás a tu propia tierra. Entonces sabrás que yo, el Señor, he hablado y que he cumplido mi palabra. ¡Sí, el Señor ha hablado!.” (Ezequiel 37:14)
¿En qué consiste El Pacto Edénico?
En el libro de Génesis podemos encontrar este pacto divino o alianza, contrato, acuerdo en dos lugares. La primera la vimos en Génesis 1:28-30:
“Y los bendijo Dios con estas palabras: «¡Reprodúzcanse, multiplíquense, y llenen la tierra! ¡Domínenla! ¡Sean los señores de los peces del mar, de las aves de los cielos, y de todos los seres que reptan sobre la tierra!»… Y dijo Dios: «¡Miren! Les he dado toda planta que da semilla y que está sobre toda la tierra, y todo árbol que da fruto y semilla. Ellos les servirán de alimento.”
Aquí encontramos las cuatro disposiciones: Que fueran fructíferos y se multiplicaran; que dominaran la tierra, que fueran sus representantes en la tierra teniendo autoridad sobre el reino animal; que tuvieran una dieta vegetariana. Seguidamente podemos ver las últimas tres disposiciones: la labor física, la comida permita y la prohibida, y el castigo por la desobediencia.
Bendiciones obtenidas en el Primera Pacto Edénico
El Pacto Edénico como ya se mencionó anteriormente, se refiere al primer pacto de Dios hacia la humanidad, donde Adán y Eva obtuvieron las siguientes bendiciones:
1.- Ser fructíferos y multiplicados
Una de las bendiciones que Dios les otorgó a Adán y Eva fue el hecho de ser fructíferos y de ser multiplicados, tal como lo revela la palabra: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla” (Génesis 1:28a).
2.- Dominio sobre el mundo
Tenían el dominio total de esta tierra, de todo lo que les rodeaba: “llenad la tierra, y sojuzgadla” (Génesis 1:28b).
3.- Autoridad sobre los animales
Dios les otorgó el derecho de tener autoridad sobre el reino animal: “y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Génesis 1:28c).
Segunda parte del Pacto Edénico
Una vez que Dios le otorga las bendiciones a Adán y Eva en el huerto del Edén, les da diferentes responsabilidades y mandatos a seguir. Esto corresponde a la segunda mitad del Pacto que aparece en este primer libro de Génesis.
1.- Cuidar el jardín y custodiarlo
Dios le otorgó a Adán y Eva la responsabilidad de cuidar el jardín, de protegerlo y custodiarlo. Esta cuarta provisión tiene que ver con el hecho de ocupar el sitio y servirle al Señor en sus mandatos.
En este sentido, Dios demanda cuidado para el Edén, lo cual nos da a entender que no se refiere a un lugar de perfección espontánea, condicionado para toda la eternidad. Así que se le encomienda al hombre custodiarlo, ampararlo, y protegerlo.
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Esto corresponde a la responsabilidad del dominio humano, ya que debemos ser administradores, y no explotar de forma inconsciente lo que Dios nos ha otorgado.
En cuanto a la palabra “paraíso” es importante resaltar que éste se refiere a un lugar no apto para la pereza y el placer, donde el trabajo era parte de la felicidad del hombre y lo dignificaba.
De esta manera, la actividad física representa el servicio espiritual para el Señor. Por lo cual el trabajo comenzó en el momento de la Creación y no como consecuencia del pecado original. Sin embargo, el trabajo se hizo más fuerte luego de la maldición de Dios.
Por otro lado, es igual importante analizar el significado del término “custodiará”, cuyo significado en hebreo es “proteger”. Este es el primer indicio de que ya en el Edén habían peligros que podían asechar al hombre.
Por esta razón, se puede denotar que el pecado fue introducido en este mundo antes de la caída de Adán y Eva, donde Satanás fue expulsado del cielo y desterrado al planeta tierra. Así que Adán tenía la responsabilidad de cuidarlo. Esto lo podemos apreciar en la siguiente cita:
“¡Cómo has caído del cielo, oh estrella luciente, hijo de la mañana! Has sido arrojado a la tierra, tú que destruías a las naciones del mundo.” (Isaías 14:12).
2.- Pueden comer de cualquier fruto del Edén
Dios les da el mandato de que Adán y Eva podían comer de cualquier fruto que encontraran en el jardín del Edén: “Puedes comer libremente del fruto de cualquier árbol del huerto” (Génesis 2:16)
En este sentido, Dios le dio la libertad al hombre de alimentarse de cualquier fruto de todos los árboles del paraíso, y le otorgó la vida eterna por su obediencia. Sin embargo existía una excepción para probar esa obediencia.
3.- No pueden comer del fruto del árbol de la ciencia
Este fue el único mandato de negación que les dio el Señor dentro del Pacto Edénico. Y representaba una simple prueba de obediencia, donde estaban siendo probados: “mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:17)
Este árbol de la ciencia representaba una prueba a la lealtad y sumisión de Adán y Eva, y fue la única prohibición de este Pacto Edénico. Por lo cual en el momento en que ellos comieron de este árbol, Dios le otorgó el conocimiento del mal, ya que el mal se puede denominar como la desobediencia a Dios, y el hombre ya tenía conocimiento del bien.
4.- Castigo por la desobediencia
Este castigo fue otorgado porque se dejaron envolver por la serpiente que es Satanás y comieron del único árbol del que no debían comer:
“Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella” (Génesis 3: 4-6 )
En este sentido, la desobediencia de Adán y Eva trajo consigo consecuencia de muerte, la cual fue introducida con este pecado original, ya que la muerte significa la separación de Dios.
Así que el pecado es la rebelión en contra de la perfecta voluntad de Dios, donde se rompe la comunión con Él. Esto se puede apreciar en la siguiente cita:“Pero ellos, como antes Adán, no respetaron mi pacto, sino que pecaron contra mí.” (Oseas 6:7)
El término “Morir” denota “separación. En el momento de su pecado, Adán y Eva murieron espiritualmente de manera instantánea, por lo cual ya el Espíritu de Dios no podía estar con ellos y se separó de ellos.
Sin embargo, Dios tuvo misericordia y no perecieron físicamente sino tiempo después: “Adán vivió novecientos treinta años y después murió.” (Génesis 5:5)
Cabe destacar que si este Pacto Edénico se hubiera establecido bajo alguna condición, Dios hubiera dado fin al acuerdo y exterminado a Adán y Eva para siempre.
Sin embargo, fue todo lo contrario, porque Dios ya sabía lo que iba a pasar y tenía predestinado los diferentes pactos que haría con sus hijos para mostrarles el camino de regreso a los creyentes hacia el paraíso para pasar la eternidad con el Padre Todopoderoso.
Dentro de los principales pactos de Dios que aparecen en la biblia encontramos , para con el hombre referidos en la Biblia se pueden leer en las siguientes citas bíblicas:
- Génesis 9:9-17: Pacto de Dios con Noé.
- Génesis 17:17: Pacto de Dios con Abraham.
- Números 25:10-13: El pacto del sacerdocio perpetuo, establecido por Dios.
- 2 Samuel 23:5: Pacto de Dios con David.
- Jeremías 32:40: El Nuevo Pacto de Dios.
En este sentido, dentro de estos pactos encontramos el Nuevo Pacto con Dios en el cual se establece lo siguiente: “Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí” (Jeremías 32:40 RVR 1960)
De esta manera, Dios establece un Nuevo Pacto que es en Cristo Jesús el paso a la eternidad a través del perdón que se nos es otorgado con precio de sangre. Y Dios cumple su promesa, así como cumplió cada uno de sus pactos establecidos en su palabra. Esto se puede apreciar en el siguiente pasaje:
“Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre” (Hebreos 8:1-2)
Cómo se puede hacer un pacto con Dios
Hoy día podemos encontrar diferentes doctrinas que se inclinan por el establecimiento de pactos que no proceden de Dios, que son impuestos por el hombre, donde incluso se ofrece gran cantidad de dinero y se juega con la fe de las personas.
La doctrina de la prosperidad se ha ido apoderando de las iglesias, quitando el verdadero sentido que tiene el cuerpo de Cristo, que es impartir el mensaje de salvación porque el Señor no quiere que ningún alma se pierda.
Este mensaje debe ser fundamental y no se debe sustituir por mensajes vacíos que solo quieres alimentar el ego, el amor al dinero, la vanidad y la avaricia del hombre. Al respecto la palabra nos exhorta de la siguiente manera:
“porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6:10)
Ciertamente Dios es el dueño del oro y la plata y él puede proveer a su pueblo y bendecirlo en gran manera. Pero hay que pagar el precio, obedecer su palabra, orar, ayunar y velar.
Se deben implementar ministerios de salvación y no de amor al dinero porque se pierde el enfoque y el sentido por el cual hemos sido llamados como hijos de Dios, además da mal testimonio y no es del agrado de Dios.
De esta manera que como cristianos debemos buscar primeramente a Dios y profundizar en el conocimiento del Señor, nutriéndonos con el alimento sólido que es su palabra, tal como lo afirma el apóstol Pablo en el libro de Efesios 4:14-15:
“Así no nos portaremos como niños, ni seremos como un barco a la deriva arrastrados por cualquier nueva enseñanza de quienes buscan engañarnos con sus trampas. Por el contrario, maduraremos y seremos como Cristo en todo sentido, enseñando la verdad con amor. Cristo es la cabeza”
Por esta razón es de suma importancia escudriñar las Escrituras para así tener fundamento bíblico y tener las herramientas para discernir con el Espíritu Santo lo que es agradable y correcto ante los ojos del Señor.
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