En Espera de una Respuesta. 3 Cosas que la Sociedad Demanda

En Espera de una Respuesta. 3 Cosas que la Sociedad DemandaEl mundo esta en espera de una respuesta a sus demandas. Vivimos una era posmoderna. Aceptando el concepto de que posmodernismo es la época y la cultura que nos ha tocado vivir en una sociedad que puso sus esperanza en el desarrollo industrial, científico, tecnológico y cultural.

Para resolver los problemas de calidad de vida, salud, educación, prosperidad y paz que el mundo anhela tener desde siempre. Y que ninguna de estas áreas fue resuelta con ese modelo.

El mundo de hoy está en la espera de una respuesta definitiva que lo saque de ese estado de incertidumbre, corrupción y desesperanza en el cual vive y se mueve.

Está en espera de una respuesta que lo saque de ese estado de enajenación mental en que vive y lo ayude a tener conocimiento de sí mismo. En espera de una respuesta que lo saque de ese estado de insatisfacción emocional en el área del amor.

En espera de una respuesta que desplace a un lado su incertidumbre en el futuro y le de propósito y una esperanza cierta que le permita afrontar el devenir del tiempo  con ilusiones. El mundo está en espera de una respuesta.

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    La sociedad en espera de una respuesta demanda el conocimiento de la verdad

    La sociedad moderna necesita tener un conocimiento de la verdad que le produzca la paz y la tranquilidad que necesita en el trajinar cotidiano. La gente vive con la incertidumbre de cuáles son sus verdaderas motivaciones para hacer lo que tengan que hacer.

    El desconocimiento de cuestiones esenciales les convierte en robots que cumplen una función diaria y regresan a casa a descansar con el único objetivo de empezar el próximo día con la misma rutina y así hasta el final.

    No hay respuestas las preguntas ¿De donde venimos? ¿Quiénes somos? ¿A dónde vamos? ¿Para qué nos sirve el conocimiento de la verdad? ¿En qué nos beneficia?

    La primera cuestión se trata de los orígenes. La ciencia nos ha vendido el inicio del cosmos con la teoría del big-bang y la de la aparición del hombre sobre la tierra con el modelo evolutivo. Ambos modelos no le dan respuesta a la necesidad del hombre de su porqué en la tierra. Son impersonales.

    Para ellos  el hombre es producto de meras circunstancias y no tiene objetivos más allá de los creados por su propia conciencia, algo que tampoco puede explicar con satisfacción el modelo evolutivo.

    De tal manera que un hombre impersonal puede crear sus propios agentes morales, siendo relativos en cada sociedad. Lo que para alguien es relativamente malo para otros puede ser relativamente bueno. Es el caos de la moral.

    Eso le justifica a veces para desarrollar conductas que solo le producen el placer y el estímulo de los sentidos sin otra meta que las mismas producen: vivir para el placer. Como dijo el Apóstol Pablo, comamos y bebamos, porque mañana moriremos.

    Eso no llena el vacío existencial que sigue estando intacto como al principio lo hemos planteado. Solo queda frustración y desesperanza.

    Al final, tanto el big-bang como el modelo evolutivo no pasan de ser meras creencias. Tienen un principio por fe. Se dan millones y millones de años para demostrar sus teorías, nadie vio o puede probar estos principios.

    La Biblia también tiene un principio por fe. Dice que en el principio creó Dios los cielos y la tierra, y luego todo lo que en ellos hay (Gen 1). También es un principio por fe. El dilema es decidir donde depositar nuestra fe: En un principio impersonal que no nos conduce a ninguna parte, o en creer que el Dios infinito y personal  creó todo con un propósito divino para el hombre.

    Si buscamos en la opción de la creación por Dios, entonces obtendremos algunas respuestas a las otras preguntas.

    Ahora si podemos dilucidar lo que somos. Somos la creación a imagen y semejanza de Dios infinito y personal, producto del consejo eterno de Dios, creados para tener una relación personal con nuestro Dios Todopoderoso Creador del universo, viviendo en obediencia y para su gloria, y obteniendo de él su presencia permanente con nosotros y su amor y cuidado protector que nos provea de todos los elementos que necesitamos para ser testigos de su gloria.

    Ahora nos podemos sentir amados, protegidos y con propósito en nuestras existencias, porque la Biblia nos dice cómo podemos obtener ese conocimiento que nos saque de la oscuridad impersonal de otras teorías y nos lleve a la luz de la verdad que profesa la Palabra de Dios.

    La sociedad en espera de una respuesta demanda una satisfacción de amor.

    Una de las mayores insatisfacciones emocionales del ser humano, sino la mayor, es la necesidad de amor. Es decir, la necesidad de amar y ser amados, y es una de las que produce mayores insatisfacciones. El concepto de amor como la suma de sentimientos y actitudes que van hacia la persona amada, que le produzcan su mayor bienestar, y que espera recibir la misma retribución de esa persona, se ha tergiversado.

    Hoy, la sociedad  nos ha vendido como amor todo aquellos que deriva del erotismo, la sensualidad y el placer.  Es una manera egoísta de enfocarlo, pensando solamente en lo que voy a recibir antes de pensar en lo que hay que entregar en bienestar del otro.

    Esta situación produce una insatisfacción emocional porque hay otros puntos que demandan atención y que quedan sin ser tratados. Cuando ambos entes buscan sus propias satisfacciones ninguno de los dos encuentran la satisfacción emocional plena porque no hace lo que el otro demanda. Siempre se queda en espera de una respuesta satisfactoria.

    La cultura y la educación que se nos propone no nos ayuda a mejorar esta relación de amor. En los colegios se enseña una educación sexual que promueve las relaciones libres de parejas con la enseñanza de métodos anticonceptivos para evitar una paternidad irresponsable, sin tomar en cuenta los valores que realmente definen lo que debe ser una relación de amor.

    La música, el cine y las redes sociales  nos venden el placer sexual como el clímax del amor. Otra vez se erró en el blanco. Cuando se pierde el conocimiento del propósito de Dios en nosotros, se corrompe la moral y se desvirtúa el propósito del amor convirtiéndolo en bajas pasiones que conllevan a insatisfacciones y frustraciones con cargos de conciencia cuando apoyamos tales cosas o nos complacemos con quienes las practican.  La sociedad no va a encontrar en tales conceptos la plena satisfacción amorosa y sigue en espera de una respuesta.

    No es así el amor que Dios nos muestra en la Biblia. El amor de Dios deja la sensualidad, el placer y el erotismo para las parejas humanas y nos muestra un camino mucho más excelente ( 1 Co 13). Dios nos enseña en su Palabra ese amor que se entrega en beneficio del otro sin esperar nada a cambio.

    Dios es amor en sí mismo, y es capaz de autogenerar amor en las tres personas de la Trinidad. De tal manera que no necesita una retribución de amor de parte de la creación. podemos recibir el amor de Dios y retribuirlo en nuestro prójimo.

    Solamente somos actores pasivos y testigos del amor de Dios, pero podemos  completar la parte de dar en nuestro prójimo. De allí el mandato de nuestro Señor Jesucristo de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos,  encuentra un perfecto y posible cumplimento en cada uno de nosotros.

    Así, el amor sensual se convierte en la coronación de un amor previo, basado en la satisfacción personal de la necesidad  espiritual de la persona amada.

    La sociedad en espera de una respuesta puede encontrar plena satisfacción emocional en la práctica del amor que Dios quiere que ejerzamos. Esto da sentido a toda otra forma de amor que se pueda expresar: La bondad, la misericordia, la solidaridad e inclusive el amor de pareja halla una connotación más perdurable y completa vista desde el punto de vista que Dios nos da para amar. Amémonos unos a otros, porque Dios es, en esencia, amor.

    La sociedad en espera de una respuesta demanda una razón de esperanza

    Las tendencias mundiales nos arrastran en un mar de dudas: ¿El futuro será mejor o peor? ¿Qué pasará cuando muera? ¿Qué me obliga a tener cierta razón moral para encarar el futuro? Los acontecimientos actuales no nos alientan a tener la perspectiva de un mejor futuro. pareciera una situación de la cual ya el Señor Jesucristo nos ha advertido en Mateo  24: 3-44

    De ahí podemos comparar haciendo una breve observación de la situación mundial que vivimos hoy:

    Sufrimos los ataques mortales de una pandemia mundial que cada día se hace más grande y más intima: un virus mortal que toca junto a la muerte la puerta de cada hogar. Hay millones de muertos en el mundo que han apesadumbrado a la humanidad completa.

    A consecuencia del distanciamiento social y todo el planeta  confinamiento que se han tomado como medidas sanitarias se han perdido millones de puestos de empleo en todo el planeta

    . La situación económica ha empeorado y en los países con menos recursos, y ya el hambre empieza a azotarlos. Por otra parte, la pandemia del coronavirus ha servido para el manejo de las poblaciones por parte de los regímenes dictatoriales del nuevo orden que empiezan a despuntar en Latinoamérica.

    Bajo el auspicio de potencias que quieren la supremacía mundial. Se está acabando con la democracia en países latinoamericanos y surge un nuevo movimiento político que antagoniza a los países que han mantenido la supremacía mundial hasta hoy. Hay que tener cuidado con esto.

    Por otra parte, en lo social, se muestran los movimientos progresistas que promueven una relativa libertad femenina (No porque no reclamen sus derechos, sino por la manera de reclamarlos. Que deja mucho que desear), el aborto legal y libre, el matrimonio homosexual como derecho, y por ende, el derecho a la adopción de niños por estos matrimonios, la pornografía y la violencia en las redes, y el relativo uso de la moral tienden a romper el orden social tal como lo hemos conocido hasta hoy, dando paso a una nueva forma de concebir la sociedad que rompe con los moldes establecidos y no se vislumbra que sea para mejorar lo ya conocido.

    El cristianismo como religión predominante en occidente ha sufrido de los ataques de los grupos ateos y materialistas. La iglesia ha perdido respuestas y ahora el esoterismo y las religiones africanas y orientales ganan terreno entre la población. La iglesia lucha por mantener su posición firme, aún en medio del cambio de los valores que se acelera en la sociedad y que atenta contra ella.

    Definitivamente el mundo está tomando un rumbo que no nos produce ninguna confianza en el futuro. Así que la sociedad entonces está a la espera de una respuesta para afrontar el futuro tal como se vislumbra.

    Nada escapa al ciclo de la historia. Esto ya los había previsto el Señor Jesucristo en el texto mencionado anteriormente (Mat. 24). Y el apóstol Juan en el libro de Apocalipsis nos ayuda a mirar lo cíclico que puede ser la historia y como mantener una posición firme en una sociedad fluctuante. Ambos textos nos darán la respuesta que la sociedad demanda de cómo comportarnos ante el futuro.

    La primera recomendación es estar atento ante los acontecimientos que han de venir. No podemos mirar el mundo y su evolución como si nada estuviese pasando. Definitivamente algo trascendental ha de ocurrir por las señales que se están viendo ahora y debemos estar vigilantes y atentos (Mat 24.43-51).

    Luego, debemos ser prudentes y administrarnos con responsabilidad pensando en los acontecimientos del futuro. Es la actitud con que vamos a enfrentar lo que sigue, y que ahora vamos a desmenuzar.

    El mensaje a las siete iglesias en el libro de Apocalipsis nos muestra lo cíclico que puede ser la historia y nos da la guía de como comportarnos con atención y prudencia ante esas circunstancias.

    El primer punto es volver a las funciones naturales de la iglesia en la sociedad (Apo 2.4-5). Es decir, la iglesia debe volver al evangelio y los frutos que se derivan de él: Comunión entre los hermanos, obras de misericordia, estudio de la sana doctrina, la adoración y el evangelismo deben ser preponderantes en la actuación de la iglesia. Apartémonos de los falsos profetas que hace un show de prosperidad en los medios y vuelven el evangelio un negocio.

    Las iglesias sin Cristo se vuelven clubes de beneficencia ,centros de caridad o de ayuda espiritual/o psicológica. La Iglesia es el cuerpo de Cristo, y Cristo es el corazón del evangelio. Esto es regresar a los orígenes.

    Debemos también enfrentar sin temor la persecución por causa de nuestra fidelidad al evangelio (Apo 2.10).  La iglesia siempre ha sufrido y sufrirá persecución. Esto no debe extrañarnos. Porque es libre en su mensaje y cuando otros intereses políticos, religiosos o ideológicos se ven perturbados por el mensaje del evangelio, van en ataque frontal contra la iglesia como cuerpo de Cristo. El llamado es ser fieles en toda tribulación, hasta el final.

    Debemos mantenernos en la santidad del evangelio sin profanar o corromper la doctrina cristiana (Apo 2.14-15). Cristo es el evangelio. No debemos perturbar la santidad del evangelio y mezclarlos con cosas paganas creando una religión sincretista. Mantengamos los pilares de nuestras creencias: Solo fe, solo gracia, solo escrituras, solo Cristo, solo a Dios la gloria.

    De tal manera que estamos llamados a ser atentos, diligentes y vigilantes ante todas estas circunstancias, y llevar el mensaje de la iglesia en toda su expresión a los que andan en espera de una respuesta para que también puedan afrentar con firmeza, convicciones, propósitos y esperanza lo que nos depare el devenir de los tiempos.

    ¿Qué sería del mundo sin el evangelio? ¿Cuál sería la esperanza?. Gracias a Dios por proveer a todos los que están en espera de una respuesta, de las múltiples posibilidades y razones con las cuales nos provee para enfrentar todo lo que se venga y ser vencedores en Cristo que nos amó.

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