La Parábola De "El Padre Misericordioso": "El Hijo Pródigo"
“El padre misericordioso” es un nombre diferente que algunos le han dado a la "parábola del hijo pródigo". Muchas personas piensan que sería mejor llamada así, porque lo que se desea enfocar realmente es la misericordia con la que Dios actúa con la humanidad. Adéntrate en la lectura y conocerás qué representa cada personaje en la historia y en el mundo real.
La parábola de "El padre misericordioso"
La parábola del hijo pródigo es, junto con la del buen samaritano, la más conocida de las muchas narraciones de Jesús. Es imposible pasar por alto la conmoción de la misma. Los tres personajes principales son increíblemente vívidos considerando la relativa brevedad de la historia. La parábola es “quizás la más conmovedora de las que Jesús cuenta en los evangelios”. Esta historia se basa en las experiencias y la vida de dos hijos que revelan el corazón del padre.
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Es un punto importante, porque a menudo pensamos que la atención se centra en el hijo menor. Pero la parábola trata principalmente de la asombrosa misericordia y el amor del padre. "En ningún otro lugar", "Jesús ilustra al Padre en el cielo de manera más representativa y más clara". Esto se indica desde el principio, por la reacción del padre a la solicitud del hijo menor.
Desafortunadamente, estamos acostumbrados a las historias que a menudo son romantizadas e idealizada. Tenemos nuestra mente centrada en esas historias sobre jóvenes rebeldes que abandonan su hogar para perseguir la fama y la fortuna y nunca pensamos en que existe el padre misericordioso; ese padre que los recibe a pesar de que hayan hecho trizas todo el trabajo de una vida.
La petición del hijo
La solicitud del hijo fue indignante; era inaudito que un hijo hiciera tal cosa en el mundo antiguo. Exigir su parte de la herencia (probablemente un tercio o) era otra forma de decir: “¡Ojalá estuvieras muerto ya!” Fue una falta de respeto grave en la época antigua, y también lo sería en la actualidad. Sin embargo, el padre le dio lo que estaba exigiendo; le entregó su parte de la herencia y dejo que hiciera con ella lo que mejor le pareciera.
A la luz de eso, ¿qué pensarían inicialmente la mayoría de los oyentes de Jesús sobre el padre? Lo más probable es que lo vieran como tonto o débil, un completo fracaso. Ciertamente los fariseos y los escribas (Lucas 15, 2) lo habrían pensado, ya que se consideraban a sí mismos los guardas y defensores de la ley. Por supuesto, un punto de la parábola fue mostrar cómo, de muchas maneras, habían pasado por alto o ignorado la misericordia de Dios y la verdadera naturaleza de la Ley.
Las consecuencias de la desobediencia
La desobediencia trae malas consecuencias, sin embargo, el Padre misericordioso siempre está allí para hacer volver la oveja a su redil. Cuando Jesús describió cómo el hijo menor se vio reducido al patético estado de trabajar con cerdos (un toque agradable para la audiencia judía), muchos de sus oyentes habrían pensado: “¡Por supuesto! El hijo se arruina. Fin de la historia.”
Pero el verdadero drama recién comenzaba, porque la parábola no era solo un relato moral, sino una revelación de misericordia. Esto no significa pasar por alto el significado del estado lamentable y pecaminoso del hijo menor sino reflejar que existe un padre misericordioso. Él menor de los hijos nos representa a cada uno de nosotros; aunque nos parezca horrendo, así es.
Muchas veces, sin darnos cuenta, tomamos esa actitud en nuestra vida. Pero luego, hay un punto en el que nos damos cuenta de que hemos dejado la voluntad y el amor del Padre, buscando vivir sin tener en cuenta sus amorosos mandamientos. Ese es el momento en el que volvemos, y allí está nuestro padre, colmado de misericordia para recibirnos y celebrar porque hemos vuelto.
La parábola finalmente se trata del padre, que representa a nuestro Padre celestial. No reprende al hermano menor, pero tampoco al hermano mayor por su egoísmo y falta de caridad. En cambio, corre para abrazar al hijo pródigo. De esta manera actúa Dios; “Cuando todavía estamos lejos, él nos ve y corre hacia nosotros”, “Él nos ve a través de nuestro corazón”.
¡Tu padre que está en lo alto, corre y te abraza! Así que no tengas miedo de volver; él no te va a juzgar, de lo contrario, va a hacer una fiesta por tu llegada. Algo que debe haber asombrado verdaderamente a quienes escucharon la parábola fue cómo el padre, contrariamente a la lógica y la Ley, no solo abrazó y besó a su hijo, sino que lo vistió con una túnica y lo devolvió a la plena filiación colocando su anillo de sello en su dedo.
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Dios ofrece vida y amor a toda alma descarriada y corre para abrazar al pecador que regresa. No importa que hayas estado en la prostitución o en las drogas, no importa que hayas hurtado algunas pertenencias o participado en algún acto ilícito; si hay un verdadero arrepentimiento tu padre celestial te perdona sin juzgarte. No debes tener temor de volver, porque allí está tu padre misericordioso anhelando tu llegada desde el día en que partiste.
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