Venga Tu Reino. 6 Peticiones Implícitas en Esta Súplica
¡Venga tu reino! es la segunda de las seis súplicas de la oración que nos dejó el Señor: El Padrenuestro. ¡Cuántas veces oramos el Padrenuestro, una oración practicada por todas denominaciones cristianas, y lo hacemos ya de manera mecánica y como una regla de memoria!.
Nos perdemos las bendiciones de este modelo de oración que el Señor nos dejó porque no reflexionamos adecuadamente en ella ni en lo que quiere expresar cada una de sus súplicas.
Hoy vamos a reflexionar sobre la segunda súplica ¡Venga tu reino! y las peticiones implícitas que debemos hacer cuando la expresemos, para bendición personal y de la iglesia. Miremos:
1. ¿Qué es el reino de Dios?
No podemos suplicar venga tu reino sin comprender verdaderamente lo que es el reino de Dios. Primero definamos qué es un reino. Un reino en términos comunes, es una forma de gobierno en el cual una persona posee el poder y la autoridad principales.
Posee mayores y mas excelentes dones y virtudes que los demás y gobierna a todos de acuerdo a leyes justas y seguras, defendiendo el bien y la vida y castigando a los malos, a los quienes violen estas leyes. Visto así, entonces podemos definir qué es el reino de Dios.
El reino de Dios es el ámbito donde Dios gobierna, es decir dentro de toda la creación, tanto la visible como la invisible, y lo que trasciende a ella, lo eterno. Dios gobierna y es soberano, de acuerdo a su majestad y honor, sobre todo, porque el es su Creador. Pero lo hace de una manera especial en el gobierno y la preservación de su iglesia.
Dios ha enviado a su hijo desde el principio del mundo para que instituya esta iglesia, la haga crecer para el bien y la vida, la preserve y la defienda de sus enemigos, tanto los internos como los externos, y cumplir por medio de ella sus propósitos, gobernándola por su Espíritu y su Palabra, la va a resucitar de la muerte, echando fuera a todos sus enemigos, y la va adornar con su gloria, hasta que Dios sea todo en todos y sea alabado eternamente por ella.
El Reino de Dios no es mundano, sino espiritual. El Señor Jesucristo dijo que su reino no era de este mundo (Jn 18.36) y acá se nos enseña a orar para que este reino venga, crezca y sea definido (Mat 6.10).
No hay dos reinos de Dios, uno en el cielo y otro en la tierra, solamente hay un reino que difiere en el modo de administración. Acá en la tierra se administra diferente que en el cielo. De tal manera que se inicia en esta vida y se perfecciona en la vida futura.
La iglesia es el reino en desarrollo, que llegará a su estado final cuando Cristo venga, sean sometidos todos sus enemigos, sea abolido el pecado, y Cristo entregue el reino al Padre, porque si no va a haber pecado en la tierra, tampoco habrá la necesidad de Mediador. Dios entonces será todo en todos.
La cabeza y el Rey de este reino es uno, porque hay un solo Dios: El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo. El Padre reina por medio del Hijo y el Espíritu Santo. Pero Cristo es la cabeza (Efe 1.22) y rey de este reino por dos razones:
Primero, porque es Dios sentado a la derecha del Padre con el mismo poder y gloria, reinando sobre las naciones junto con el Padre, y segundo, porque es el Mediador, es decir, la persona por la que Dios Padre actúa inmediatamente y da el Espíritu Santo (Jn 15.26)
Ahora vamos a ver quiénes son los súbditos y ciudadanos de este reino.
Los que están el cielo son: Los ángeles, que están confirmados en santidad. Los santos en el cielo, los que ya han partido con Cristo y que empiezan a conformar la iglesia triunfante, los que ya han vencido cuando estuvieron en la tierra.
Los creyentes que aún viven en este mundo, lo que se ha llamado la iglesia militante. Y los hipócritas, que son miembros de la iglesia visible sin estar verdaderamente convertidos, y que el día del Juicio final serán declarados sin lugar en el reino y lanzados al infierno.
El reino tiene también leyes, que son la Palabra de Dios donde está revelada su voluntad para con su pueblo y el Espíritu Santo que reina en los corazones de los elegidos por medio de la Palabra, y quien les ilumina para la comprensión y puesta en práctica de la misma.
Estas leyes están dadas para los beneficios de los súbditos del reino. Los cuales son beneficios espirituales. Estos son los beneficios espirituales y eternos de Cristo, incluyendo la fe verdadera, la conversión, el perdón de los pecados, la justicia, la perseverancia en la santidad, el Espíritu Santo, la glorificación y la vida eterna.
Todos estos beneficios conquistado por nuestro Señor Jesucristo mediante su obediencia y padecimientos en la cruz por nosotros, y que debemos abrazar con verdadera fe.
El reino también tiene enemigos, los hombres malos y el diablo y sus demonios. En cuanto a los hombres malos, los hay dentro y fuera de la iglesia. Los de dentro son falsos cristianos que aparentan piedad, pero con sus hechos niegan de ella. Y los de fuera, son enemigos abiertos y declarados, como los ateos y los grupos que defienden errores doctrinales y subvierten el fundamento de la verdadera doctrina.
El diablo ha sido, junto con sus demonios, el eterno enemigo de Dios, y por lo tanto, de la iglesia, que es el cuerpo de Cristo. El hará guerra contra ella hasta el día en que Jesucristo vuelva.
La reunión de este reino continúa desde el principio hasta el fin de los tiempos, porque siempre hubo, hay y habrá miembros de la verdadera iglesia que son recogidos del mundo y traídos al reino, hasta la venida de Cristo con la redención del último de los escogidos y se reúna con el Señor en el cielo. De allí, la iglesia militante se convertirá completamente en la iglesia triunfante y el reino consumado completamente para gloria de Dios por siempre.
Este reino viene a nosotros de 4 maneras: 1.- Por la predicación del evangelio. 2.- Por la conversión de aquellos a quienes Dios les da el don de la fe y el arrepentimiento. 3.- Por el aumento y desarrollo. Cuando los creyentes progresan en santidad, y desarrollan los dones que son para edificación de la iglesia. 4.- Por la perfección y glorificación de la iglesia el día de la segunda venida de Cristo. Que será el estado definitivo del reino.
Con esto, esperamos adquirir una mera comprensión de la descripción concisa de lo que es el reino de Dios.
¿Qué queremos decir cuando suplicamos ¡venga tu reino!?
Una vez definido lo que es la naturaleza del reino de Dios, vamos a determinar qué peticiones implícitas están dentro de la ´suplica "¡Venga tu reino!"
1.- Cuando suplicamos ¡Venga tu Reino! Pedimos a Dios que conserve el ministerio que ha instituido por medio de su Hijo.
Salmo 122.6 dice que debemos pedir por la paz de Jerusalén, que en sentido figurado, es la iglesia de hoy. No debemos descansar en pedir que la paz, el amor y la prosperidad espiritual se mantengan en la iglesia, por que son vínculos que preservan su existencia.
Debemos pedir porque la iglesia este unida en fe, amor, humildad y mansedumbre, poniendo los dones que cristo conquistó para nosotros al servicio de los demás, hasta que cada uno sea edificado a la estatura de Cristo, a la medida de un varón perfecto, maduro en Cristo (Efe 4.1-16).
Evitar las estratagemas del error y crecer en la Cabeza, que es cristo, para edificarse en amor, que es el vínculo perfecto. Hemos tenido que ver en ocasiones, como las iglesias merman y se dividen por diferencias doctrinales, y en muchos casos, por la indiferencia y la falta de afecto entre sus miembros.
La no asistencia a los servicios y a las actividades destruye la comunión, y así empiezan las iglesias a ceder terreno en el trabajo de la preservación. No desmayemos en decir: ¡Venga tu reino! Preserva y aumenta tu iglesia.
2.- Cuando suplicamos ¡Venga tu Reino! Pedimos a Dios que reúna a su iglesia por el ministerio de su Palabra y la influencia de su Espíritu Santo.
Dios nos ha llamado en Cristo para la unión y reconciliación a través de su Palabra y su Espíritu en la iglesia. Fuimos escogidos en Cristo desde antes de la fundación del mundo para ser santos y sin manchas delante de él (Efe 1.4), y debemos mostrar esa santidad a través de la reconciliación de nuestras diferencias que han de morir en la cruz de Cristo para formar un solo y nuevo hombre, y ya no deben haber diferencias de nacionalidades, de raza o de condición social, todos ahora pertenecemos a la familia de Dios y se nos ha dado un nombre: Cristianos (Efe 2.11-20).
No debemos promocionar celos, contiendas ni divisiones sectarias en la iglesia y promover la unidad en el vinculo del amor, que cubrirá multitud de faltas (1 Ped 4.8).
Supliquemos que ¡Venga tu reino! Mantennos unidos en tu Palabra y tu Espíritu.
3.- Cuando suplicamos ¡Venga tu Reino! Pedimos a Dios que Gobierne a la iglesia por medio de su Espíritu Santo.
Para santificar y glorificar el nombre de Dios, es necesario que él nos gobierne con su Palabra y con su Espíritu. Si Dios no establece su reino entre nosotros, y nos rescata del reino de las tinieblas, nunca santificaremos ni glorificaremos su nombre, sino que lo ensuciaremos y los mancillaremos. por lo cual no podemos pedir que sea santificado el nombre de Dios, si no pedimos la venida de su reino en nosotros.
Debemos pedir que someta nuestros corazones, controle y cambie nuestras voluntades de acuerdo a lo que demanda en su palabra (Sal 119.5), para que cada vez mas nos conformemos a su imagen, para su gloria.
Debemos orar diciendo: ¡Venga tu reino! Reina sobre nosotros con tu Palabra y tu Espíritu hasta ser conformados a tu imagen.
4.- Cuando suplicamos ¡Venga tu Reino! Pedimos a Dios que defienda a la iglesia de sus enemigos
Nuestro Señor Jesucristo vino para deshacer las obras del diablo (1 Jn 3.8), ya no podemos ser engañados por Satanás porque Dios nos ha dejado su Espíritu Santo y su Palabra como arma contra la mentira y los ataques del enemigo. El apóstol Juan en sus cartas nos insta a reconocer cualquier consejo de error y echarlo de la iglesia(1 Jn 4.1-6).
El apóstol Judas también nos hace especial énfasis en defender la fe una vez dada a los santos y nos exhorta a combatir a los que promueven el error dentro de la iglesia, y a predicar la sana doctrina de la salvación en toda su carta.
El apóstol Pablo decía que después de su partida entrarían lobos a la iglesia que no perdonarían el rebaño (Hch 20.29).
Debemos suplicar ¡Venga tu reino! defiende a nuestra iglesia del enemigo y del error.
5.- Cuando suplicamos ¡Venga tu Reino! Pedimos a Dios que arroje a todos los enemigos de su iglesia al castigo eterno
Los enemigos de la iglesia han existido desde que siempre. Cuando Cristo venció a Satanás en la cruz, éste se fue a hacer la guerra contra la iglesia y sus santos, y arrecia contra ella sabiendo que le queda poco tiempo (Apo 12.1-17). Los santos y mártires han sufrido los embates de Satanás y sus aliados contra la iglesia.
Hoy en día hay países que se ensañan contra la predicación del evangelio y castigan con prisiones y aún con la muerte a quienes prediquen la salvación en ellos (Apo 17.6).
Tal actuación en contra de sus santos no va a dejar de ser tomada en cuenta por Dios. Por lo tanto, debemos orar conforme a su voluntad y pedir que Dios arroje a los enemigos de la iglesia al castigo eterno.
¿Te imaginas morando en la eternidad con aquellos que asolaron a la iglesia? Dios no puede ser injusto en sí mismo ni con los demás. De ahí la petición de justicia que han hecho los mártires en su presencia (Apo 6.9-11) que será cumplida en el tiempo que Dios disponga.
Supliquemos ¡Venga tu reino! Arroja tus enemigos al castigo eterno. Debemos pedir a Dios que en su justicia les pague conforme a sus obras.
6.- Cuando suplicamos ¡Venga tu Reino! pedimos a Dios que libre a la iglesia de todos sus males y la glorifique en la vida eterna.
La iglesia está compuesta por pecadores redimidos en Cristo, en os cuales aún quedan restos de las impurezas del pecado. Los padecimientos de la iglesia son básicamente producidos por su lucha contra el pecado de cada uno de sus miembros. También existen los hipócritas, que son miembros de la iglesia visible sin tener un verdadero arrepentimiento y conversión al Señor.
Es lo que llamamos la iglesia militante en la tierra, por que la iglesia que está en el cielo ya venció con Cristo, y es la iglesia triunfante.
Algún día en la venida del Señor, la iglesia será liberada de todos esos males y será completamente la iglesia triunfante. Entonces Cristo entregará el reino al Padre, ya que al no existir pecado no hay necesidad de Mediador. Es el día glorioso del Señor que tanto esperamos y que fue predicho con gran solemnidad por profetas y apóstoles.
Supliquemos que ¡Venga tu reino! Líbranos de todo mal y haz a tu iglesia gloriosa por siempre. Amén.
Amados, pidamos a Dios que reine sobre nosotros por su palabra y por su Espíritu, que podamos someter nuestros corazones a su voluntad, que nos conserve unidos y aumente cada vez más su iglesia. Que destruya las obras del diablo y nos lleva a la plenitud de la iglesia, hasta que él sea todo en todos. Amén.
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