Si Oyeres La Voz de Dios No Endurezcas tu Corazón
Si oyeres la voz de Dios ¿Qué harías?. Dios nos ha hablado, y los humanos hemos escuchado sus diferentes formas de hacerlos. Nuestro dilema es: ¿A qué voz vamos a hacer caso? ¿A la voz de Dios? ¿O a nuestros propios pareceres?. La evidencia bíblica nos muestra cómo Dios siempre ha estado presente en nuestras decisiones.
Veamos, en lo que nos concierne, cómo Dios hizo escuchar su voz de manera puntual y cómo reaccionamos en cada situación.
¿Qué es la voz?
La voz es el órgano del habla; la voz de alguien expresa el carácter, los pensamientos y las emociones de la persona y atrae atención por su tono y volumen. En el pasado Dios hizo escuchar su voz en la tierra para revelar la voluntad, a los ángeles, a la Trinidad, a la creación y a los hombres. Dios se hizo escuchar en la persona del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Repasemos cada caso para discernir lo que hemos de hacer cuando Dios nos habla.
Si Oyeres la voz de Dios hablando a su pueblo en el pasado.
La voz de Dios dirigida a individuos.
Dios se dirigió, en tiempos pasados, directamente a las personas. Ellos testificaron de haber oído la voz de Dios, y que era una voz de alguna manera entendible.
Dios le habló de manera natural y personal a Adán Y Eva en el Paraíso (Gen 3.9). Llamó a las personas por su nombre (Exo 3.4) y conversó con ellos de manera natural (Exo 3.1-22).
A los más jóvenes también se dirigió (1 Sam 3.4) , y también, de manera abundante, habló a todo su pueblo a través de los profetas (Isa 6.8, Jer 1.4, Eze 1.28).
Muchas veces mostró una voz impresionante para mostrar su potencia y su deidad a través de ella. El Salmo 29 Describe la voz de Dios con un sonido que va por encima del rugir de las olas, aún cunado están agitadas; es una voz muy potente y gloriosa capaz de reventar un cedro con el puro sonido de ella.
Una voz que derrama llamas de fuego y hace temblar el desierto y tiene el poder de desnudar los bosques y que en u templo derrama su gloria (Sal 29.3-9).
El pueblo de Israel pensó que iban a ser consumidos por la gloria de Dios cuando éste les habló desde el monte Sinaí (Deu 5.23-26). Era una voz que demostraba la personalidad omnipotente y gloriosa de Dios. Así Dios habló directamente con su voz a su pueblo en el pasado.
Si oyeres la voz de Dios, como el Antiguo Israel, toma en cuenta al que habla, discierne sobre su mensaje y trata de ponerlo en práctica, para que no pierdas tu identidad como hijo de Dios
La voz de Dios fue escuchada por el hombre para que él revelara sus propósitos:
En el antiguo Israel, Dios habló directamente con las personas para revelar sus propósitos. ¿Qué dijo Dios cuando hablo auditivamente con su pueblo? ¿Para qué lo hizo? Veamos:
.- Dios habló a Adán para mostrar la función del humano en la creación. Luego de haber creado el universo, incluido el hombre, Dios da un mandato a Adán y Eva: Les pidió que tuviesen muchos hijos, que poblaran al mundo y fuesen los administradores de toda la creación, para su propio beneficio. (Gen 1.28).
Luego le dio instrucciones sobre lo que debía ser la institución matrimonial, en función de dejar padre y madre, unirse a su mujer y ser una sola persona entre los dos (Gen 2.24). Y en Gen 2.16-17 establece una relación de pacto donde dejaba entender al hombre cómo debía relacionarse con su Creador.
O sea, que desde el principio, Dios habló con su voz al hombre para dejarle claro, como debía comportarse ante Dios, ante la creación y ante el prójimo.
.- Dios habló a Moisés para revelarle su propósito para con su pueblo. Moisés escuchó hablar a Dios en medio de una zarza ardiendo, donde Dios le informó cómo había de liberar a su pueblo Israel de la esclavitud de Egipto (Exo 3.1-22), y del papel que jugaría Moisés en todo ese proceso de liberación.
.- Dios habló a través de los profetas a su pueblo. Ya después que Israel pidió reyes y ser como las demás naciones. La voz audible de Dios se limitó a ser escuchada ahora a través de los profetas. Ellos recibían palabra de Dios directamente, con las siguientes directrices:
Dios les confrontaba duramente por causa de los pecados de Israel. Él mismo se encargaba, a través del profeta, de confrontar la actitud del pueblo al recriminarle públicamente sus pecados en cara, mostrando su ira en contra de la falta de santidad y fidelidad de Israel.
Confrontarlos con la ley. Enseñarles a comportarse conforme a la ley (Isa 30.9). Los profetas instruían e sus discursos al pueblo de acuerdo a la ley, pero protestaban a Israel que se había vuelto de oídos sordos a la ley.
Mostrar las consecuencias de sus iniquidades. Dios entregó a la nación a la esclavitud por causa de sus pecados, como lo declara por boca del profeta Ezequiel (Eze 21.24). Dios habló y advirtió en muchísimas ocasiones las consecuencias que acarrearía sobre el pueblo de Israel por causa de que éste continuara desobedeciendo a Dios en sus rebeldías y pecados.
Enseñarles sobre el futuro redentor glorioso de su pueblo. él les prometía el perdón de todos sus pecados si el pueblo se arrepintiere, y el futro glorioso que esperaba a la nación de Israel con el advenimiento de sus Mesías (Isa 62.1-12).
Si oyeres la voz de Dios advirtiéndote de los peligros de abandonar sus caminos, no la deseches buscando hacer tu propia voluntad.
La voz de Dios demanda obediencia.
Visto lo que Dios habló de manera audible o a través de los profetas, lo manos que puede demandar Dios de su pueblo es obediencia. Él debe mostrarse como Dios y nosotros como pueblo suyo, digno de su obediencia.
Dios prometió bendiciones a Israel antes de entrar a la tierra prometida si el pueblo le escuchaba atentamente su voz para guardar todos sus mandamientos y estatutos, manteniéndose haciendo lo recto delante de él, sin contaminarse con las costumbres paganas de los pueblos que habitarían alrededor de Israel (Exo 15.26).
Una manera con la cual Israel podía mostrar su amor a Dios era atendiendo su voz y siguiéndole para poder tener la seguridad de seguir siendo una nación cuando ocupara las tierras de Canaán.(Deu 30.20). Él demandó obediencia por encima de los sacrificios y holocaustos que le rindieran (1 Sam 15.22). Dios indica el camino que debemos andar y demanda que no nos desviemos de ese camino, demostrando obediencia a su voz (Isa 30.21).
Acá vemos las consecuencias de obedecer o no la voz de Dios. Los que obedecieron vivieron bajo la bendición de Dios, per los que fueron rebeldes y reacios, como el pueblo de Israel, fenecieron como pueblo y fueron esclavos de Babilonia durante 70 años, cuando fueron llevados cautivos para servirle a los babilónicos.
Así, si oyeres la voz de Dios, no endurezcas tu corazón, ábrelo y sé obediente a su llamado, para que te vaya bien y seas bendecido por Dios y de bendición para otros..
La voz de Dios afirma a su Hijo
Dios recalcó en dos oportunidades notorias que Jesucristo era su Hijo, en ambos casos lo hizo en diferentes circunstancias y con el mismo propósito. El primer caso fue en el bautismo de Jesús. La escena es significativa. El Señor fue para ser bautizado por Juan. En un primer momento, Juan el Bautista se opone a bautizar a Jesús, pero luego accede.
Sin embargo, es de destacar que el bautizo de Jesús nada tiene que ver con el bautismo del resto de los judíos, porque estos confesaban sus pecados al ser bautizados, pero Jesús no tenía pecado, así que su bautismo no era para confesar pecados, sino una identificación en todo con sus hermanos, y el inicio del camino hasta la cruz.
Pero Dios había de establecer la diferencia entre Jesús y el resto de los judíos, quienes podía pensar que era un pecador por cuanto se bautizó con el bautismo de Juan. Entonces, en ese momento, se manifestó la Trinidad y se escuchó una voz de los cielos decir que Jesús era su Hijo amado, el santo de Dios.
En el segundo caso, cuando Jesús se transfiguró, él mostró toda su gloria, y para que no hubiese dudas de su naturaleza divina, unida a su naturaleza humana, Dios reforzó la fe de los discípulos cuando les habló y dijo que Jesús era su Hijo amado, en quien tenía complacencia. (Mat 17.1-5).
Si oyeres la voz de Dios afirmando la deidad de Jesucristo, debes abrir tu corazón a Jesús, y aceptarle como Dios y Salvador. Dice el evangelio de Juan que sus ovejas conocen su voz (Jn 10.4)
Si Oyeres la voz de Dios a través su Hijo Jesucristo
Jesucristo es la última revelación hablada de Dios (Heb1.1-3). En el pasado, Dios habló de forma audible y a través de los profetas. Con la llegada de Jesucristo se cierra el ciclo dónde Dios habla audiblemente a su pueblo. La palabra de Dio se hizo humana en Jesucristo (Jn 1.14). El vino a traer el mansaje de Dios, ya no para el pueblo de Israel, sino para toda la humanidad. Él revela a Dios a todos los hombres y les comunica su Palabra (Jn 1.26).
Si oyeres la voz de Dios en la persona de Jesucristo, no desestimes al que habla.
La característica principal de la voz de Jesucristo es que su voz es reconocible.
El apóstol Juan dice que las ovejas reconocen la voz de su pastor (Jn 10.1-5). Es decir, que el creyente sabe reconocer la voz de Jesús. Jesús fue seguido por aquellos que reconocieron la voz de Dios en él, enviando su mensaje de salvación al mundo.
Alguien dijo que el creyente es como el buen músico: cuando oye una canción que está siendo interpretada con una melodía incorrecta la reconoce inmediatamente y la rechaza, buscando la correcta melodía. Así son los creyentes cuando escuchan la voz de Jesús. ¡Qué alegría que los creyentes puedan reconocer la voz de su Salvador y seguirle!
La voz de Jesucristo llama a las personas a él.
El Señor Jesucristo aprovechó las grandes congregaciones para hacer ese llamado del evangelio (Jn 7.37-39). El apóstol Juan registra en su evangelio todas las actuaciones de Jesucristo en el templo, en cada una de las festividades religiosas donde concurría todo Israel.
El dejó escuchar la voz de Dios a las grandes multitudes llamando al arrepentimiento y a la salvación que ofrecía en muchas personas. Sin embargo, el mensaje había de ser de manera individual para cada quien. Un mensaje público pero de comunión íntima, de relación personal con quien lo escucha y lo acepta (Apo 3.20).
La voz de Jesucristo levanta a los muertos.
Esto puede entenderse en dos sentidos. En el evangelio de Juan contiene un pasaje revelador en cuanto a esto (Jn 5.19-29). Aquí, el Señor dice un versículo muy importante: Dice que el que oye su Palabra y cree en el que le envió, tiene vida eterna, no va a condenación, y ha pasado de muerte a vida (Jn 5.24). Este es muy importante de resaltar porque es base para poder entender los versículos que siguen: Jn 5.25 dice que vendrá la hora cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios y los que la oyeren vivirán (Jn 5.25).
Es decir, los que están muertos espiritualmente pasarán a tener vida eterna, o sea, los que estaban separados de Dios vendrán a vivir eternamente en la presencia de Dios desde el día que oigan el mensaje del evangelio. Pero en Juan 5.29 está hablando de los que han de resucitar por la poder de la voz de Jesucristo, tal como pasó con Lázaro, que estaba muerto físicamente y volvió a la vida (Jn 11.43).
La poderosa voz de Dios en Jesucristo puede levantarte de esa condición espiritual e muerte y traerte a la vida eterna.
Si oyeres la voz de Dios en el mensaje de Jesucristo, abre tu corazón a sus palabras de salvación, perdón de pecados, justicia perfecta y vida eterna. Oye su voz poderosa ysal de ese estado de miseria y muerte espiritual en el que te pudieras encontrar y transfórmalo en vida eterna, plena y abundante.
Si Oyeres la voz de Dios a través del Espíritu Santo en el creyente.
El Espíritu Santo habla a nuestros corazones. No con una voz audible, sino a través de la palabra de Dios que produce la influencia transformadora de la voz del Espíritu Santo en nuestras vidas. Veamos como es la influencia de la voz del Espíritu Santo en la iglesia.
La voz del Espíritu Santo convence de pecado.
El Espíritu Santo es quien nos convence que somos pecadores, porque nos da la primera evidencia de nuestra pecaminosidad: No creer que Jesucristo es el Señor. Cuando los creyentes andaban el mundo sin Dios, sin ley ni esperanzas en el mundo, la voz del Espíritu Santo nos enseñó verdades bíblicas para que se evidenciara la condición pecaminosa de cada uno de nosotros.
Esto no es malo ni humillante, como creen algunos. Al contrario, es bueno saber la enfermedad, porque así tiene sentido el remedio, porque también nos enseña cómo encontrar la justicia de Dios para nuestra salvación, y saber que el que nos esclavizaba en el mundo de pecado, ya fue juzgado por Dios (Jn 16.7-11).
Así recibimos la dirección del Espíritu Santo que nos guía a recibir el perdón de pecados, la justicia perfecta y la vida eterna en Jesucristo.
La voz el Espíritu Santo nos da dirección
Los primeros misioneros en la historia de la iglesia fueron guiados por la voz del Espíritu Santo. El Espíritu Santo habló a los líderes de la iglesia de Antioquía para que apartaran a Pablo y Bernabé para el ministerio misionero (Hch 13.2). De aquí inferimos que el Espíritu Santo nos habla y nos aparta para la obra que el Señor quiere que hagamos.
Otro pasaje que nos habla del primer concilio de la iglesia, el concilio de Jerusalén, cuando los apóstoles tomaron decisiones sobre el ministerio de los gentiles, las tomaron por aprobación del Espíritu Santo (Hch 15.28)
Esta dirección del Espíritu Santo muchas veces no es vista por nosotros con la misma óptica que el tiene, pero cuando somos guiados por el Espíritu Santo, las circunstancias, por mas adversas que parezcan, resultarán de bendición para nos otros (Fil 1.19), de tal manera que él transforma nuestras experiencias en cosas positivas para nuestra madurez en Cristo.
El hecho de que el Espíritu Santo transforme nuestras experiencias en bendiciones tiende a fortalecernos (Hch 9.31), andando en el temor de Dios y en la edificación en su Palabra
La voz del Espíritu Santo confiere poder a los cristianos para ser testigos
Llegamos a testificar por la voz del Espíritu Santo en nosotros. Ella nos da el valor y la capacidad para hacerlo (Hch 1.8). La voz del Espíritu santo nos da una sabiduría superior a la del mundo, la cual no puede resistir. El creyente guiado por el Espíritu Santo debe tener la valentía y capacidad de testificar de Cristo, porque tiene la confianza de que va a decir lo que el Espíritu santo quiere exactamente decir.
No hay que tener temor ni dudas a la hora de llevar el evangelio ante nadie, cualquiera sean sus aptitudes y capacidades en el mundo, siempre tendremos la palabra correcta y oportuna para ellos.
Amados, Dios está presente entre nosotros y no está callado. Su voz nos ha hablado desde siempre. Si oyeres la voz de Dios no endurezcas tu corazón. Abre tu mente para discernir y entender la voluntad de Dios, pon tus afectos y sentimientos en consonancia con lo que él desea y disponte en la voluntad a obedecer sus preceptos y estatutos, para que te vaya bien y seas de una vida plena y abundante disfrutando de su gracia. Amén.
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